viernes, 18 de noviembre de 2022

RETOS, DESAFÍOS, OPORTUNIDADES Y PERSPECTIVAS DE LA JUVEVTUD EN EL SIGLO XXI.

“La juventud necesita creerse, a priori, superior. Claro que se equivoca, pero este es precisamente el gran derecho de la juventud”. José Ortega y Gasset.

El Siglo XXI encontró a la juventud dominicana distraída, confundida e incomprendida, pero buscando puntos de apoyo para superar los flagelos que le impiden la autosuperación y la inserción en una sociedad en cambio constante. Con más preguntas que respuestas, entra en la carrera competitiva agarrada de las tecnologías de la información y la comunicación, la juventud trata de superar la confrontación y distracción impuestas por la irrupción de una diversidad de medios que impregnan la dinámica social.

De la generación finisecular heredó, la crisis de modelos ideológicos que le permitieran construir principios para fundamentar su proyecto de vida. Beneficiaria de la revolución tecnológica que implosionó a principios de siglo, la juventud pone proa al futuro. La juventud es una etapa de la vida donde los seres humanos buscan afanosamente las oportunidades que le permitan desarrollar su potencial y realizarse como persona. Lidiar con utopías, rebeldías, irreverencias e indignación, hacen parte de los desafíos de las presentes generaciones.

Definir los fundamentos psicológicos de la personalidad de la juventud implica grandes desafíos, recursos, voluntad, educación, formación y orientación. Son aspectos cuyo abordaje exige adentrarse en las interioridades del ser humano para enmarcar teóricamente el complejo mundo de preocupaciones, aspiraciones y ambiciones. Reflexionar desde la experiencia, ofrece oportunidades de comprender el pasado, entender el presente y proyectar el futuro. Partiendo de esas premisas, se inicia una carrera que lleva a la juventud, que alguna vez fue niñez a entrar al mundo de la adultez.

La efervescencia juvenil y las energías mal canalizada lleva a la juventud a cometer acciones que muchas veces son catalogadas como errores, pero es en esa dinámica donde se forjan las conductas que regirán los comportamientos societales de la juventud. La lucha por desarrollar una personalidad propia referenciada, adaptando o adoptando los valores tradicionales impuestos desde la educación, la ideología o las religiones, marcan el quehacer de la juventud.   

¿Qué es la juventud? Es como un diamante sin pulir para los que las Ciencias Sociales y de la conducta definen perfiles y caracterizaciones para la juventud, obviando, en algunos casos, que cada ser es como es y no como las ciencias lo definen. Teorizar desde la experiencia es fundamental, dado que contar lo vivido, puede servir para que otros encuentren respuestas a preguntas que no se han hecho.

Impulsada por anhelos de superación personal, intelectual, espiritual y económica; la juventud entra en la exigente competencia por conquistar oportunidades, espacios, recursos, apoyos y afectos. Llegar a la meta cuesta, como dice una canción, pero la esperanza y la fe en el porvenir animan, motivan e impulsan a la juventud.

Buscando referentes en su andar por la vida, chocando con muros sociales, ideológicos, religiosos y culturales e impulsada por la necesidad de hacer la transición hacia la adultez, insiste en aprovechar las oportunidades que le ofrece el convulso entorno social. Entre aciertos y desaciertos sigue el recorrido por la vida venciendo incomprensiones, rompiendo mitos y saltando muros.

Entre la incertidumbre de un futuro promisorio, la carga de un pasado turbulento vive un presente exigente y retador, tratando de escoger lo mejor de cada etapa. Aturdida por el bombardeo informativo constante y acosada por el conservadurismo adultocentrista, navega esperanzada hacia el porvenir.

La juventud del Siglo XXI está inmersa en una batalla sin cuartel contra la resistencia generacional que marcó el siglo pasado. Valores morales, religiosos y ideológicos heredados no son suficientes para enfrentar los grandes retos de las generaciones actuales. Es necesario profundizar en el análisis de los retos que desafían a la juventud.

Crear nuevos referentes para cimentar los principios que le ayuden a conducirse en la sociedad y entender los consensos societales hacen parte de esos retos. Insistir en la búsqueda de referentes, oportunidades, apoyos y afectos ocupan gran parte del tiempo de una generación en perspectiva.  

Superar estigmas sociales, abriéndose paso por las congestionadas avenidas de la vida; así como luchar incesantemente para crear sus propios referentes que marquen la ruta y su accionar. Retar al destino dicen unos, romper paradigmas afirman otros. Sea lo que fuere, la sociedad debe dar a la juventud el derecho a vivir en un mundo justo, solidario y tolerante.

Aprender de tradiciones, mitos y creencias que marcan su acervo cultural y dan forma a su personalidad es clave para superar los males que hoy afectan e impiden el desarrollo integral de la juventud en República Dominicana y el mundo. Males heredados retan las capacidades de la juventud y desafían su resiliencia.

Enfrentar prejuicios y estigmas sociales, discriminación, marginación y desigualdad son temas trascendentales para entender las incertidumbres, las indefiniciones, los miedos y las confusiones de la juventud actual. Es un amplio coctel que obliga a buscar espacios y medios de socialización para propiciar diálogos que contrarresten el analfabetismo emocional, cívico y político impuestos por quienes controlan los hilos del poder.

Generar espacios para esas discusiones es tarea del liderazgo juvenil, especialmente, aquel que tiene el privilegio de asistir a centros educativo, militar en organizaciones políticas, instituciones de fe, clubes culturales o cualquier otro espacio de interacción. Desde ahí se puede hacer mucho para apoyar a la juventud en la elaborar su proyecto de vida.

Canalizar eficientemente las energías de la juventud e incentivar el desarrollo de su potencial creativo constituye un capital intangible de alto valor estratégico para las sociedades actuales. En un mundo en constante cambio e interconectado, hacer sinergia con la gente joven es fundamental, para ir haciendo la transición al relevo generacional.

La juventud dominicana, diversa, soñadora, creativa, marginada, discriminada e incomprendida tiene grandes desafíos, pero ninguno tan perturbador como la falta de empleos, oportunidades y espacios para satisfacer sus necesidades, socializar sus saberes, desarrollar sus capacidades y cultivar su potencial creativo. Facilitar el reencuentro de la juventud con sus expectativas e impulsar políticas desde el Estado es tarea de los gobiernos.

Entender a la juventud exige acompañarle en la búsqueda de soluciones a los grandes males que les aquejan, perturban y desvelan. Corrupción, impunidad, drogadicción, delincuencia, embarazo temprano, crimen organizado, violencia intrafamiliar, discriminación, exclusión, pobreza, desigualdad y criminalidad perturban, preocupan y ocupan a la juventud. 

Recordar a Los Guaraguaos en su canto épico a la juventud, especialmente ese que dice: "Qué pasa en el mundo, en la humanidad. que el joven de ahora no puede vivir en paz...Qué pasa en el mundo, en la humanidad que ser joven señores inspira maldad". https://www.youtube.com/watch?v=A5GE289gz8g   

Es un acto de suprema irresponsabilidad endilgar a la juventud dominicana males creados por las generaciones que le preceden. El mundo acelerado que hoy se vive reclama una colaboración intergeneracional donde se combine la experiencia y las capacidades creativas de la juventud con el objetivo de impulsar el desarrollo integral de la sociedad. Ese diálogo con la juventud se generan los compromisos que potencian las posibilidades del futuro. 

Innovar y crear son lemas de la juventud actual y eso se expresa en todos los espacios de interacción y de la vida de los jóvenes. Habilitar espacios para escuchar las inquietudes de los jóvenes es fundamental e imprescindible. El crecimiento personal, intelectual y económico de la juventud es imprescindible para romper el cerco de la pobreza, la desigualdad y la exclusión.

El Estado le ha fallado a la juventud y es tarea de quienes los dirigen diseñar e implantar las políticas que garanticen el futuro de la sociedad invirtiendo y confiando en la gente joven. ¿Qué futuro tiene un pueblo cuya juventud se bate entre el miedo, la incertidumbre y la corrupción? Elevar la conciencia y el compromiso cívico es fundamental, pero suplir las necesidades de la juventud es imperativo moral.

Las instituciones que trabajan con la juventud en República Dominicana lucen desenfocadas con respecto a las expectativas de la gente joven. Las políticas públicas de juventud no termina de salir de los papeles y marcos normativos. Avanzar en ese campo requiere superar el asistencialismo y generar oportunidades inclusiva para toda la juventud, especialmente entre grupos más rezagados y marginados de un modelo económica excluyente y empobrecedor.

Focalizar acciones de apoyo para las juventudes rurales y semiurbana es una tarea impostergable. Impulsar soluciones in situ exige coordinación, articulación, recursos, trabajo y liderazgo. La planificación participativa y el empoderamiento de los programas, proyectos, planes e iniciativas genera compromisos y potencia las posibilidades de éxito. De no llegar el Estado con sus políticas a las demarcaciones territoriales, la juventud emigra o se pervierte. 

Los ayuntamientos tienen mucho que hacer en ese campo, pero la juventud no cuenta para los ayuntamientos, ya que su accionar se centra en los centros urbanos. Aunque hay un alcalde pedáneo en secciones rurales y un ayudante en los parajes, los planes de los ayuntamientos no llegan allí y el desarrollo pasa a ser autogestionario. Cambiar ese esquema exige un cambio de visión del liderazgo, empoderamiento comunitario y una ruptura con la cultura clientelar.

Las autoridades municipales tienen la responsabilidad de trabajar por todo el municipio que dirigen, pero las debilidades, exclusiones e inobservancia de los planes de comunicación de los ayuntamientos, dejan fuera las demarcaciones rurales. Otra parte toca al gobierno central, que debe ir más allá de los discursos y la propaganda gubernamental. Ir a las comunidades rurales donde se producen lo que comen las ciudades es tarea impostergable.

Establecer incentivos y programas de desarrollo de la juventud rural y semiurbana es de alto valor estratégicos para mantener a los jóvenes en sus territorios y evitar la emigración. Generar oportunidades para la juventud debe ser prioridad del liderazgo político y social. Los escollos que impiden avanzar en ese campo son conocidos, pero las respuestas no llegan y la desesperanza mina la fuerza de voluntad.

La igualdad de derechos y oportunidades debe encontrar un respaldo más allá de las teorías, los diseños de planes, programas, proyectos y discursos políticos. No hay excusa para postergar las respuestas a los problemas que padece la juventud dominicana. La resiliencia es deseable pero la rebeldía es imprescindible para cumplir deberes ejerciendo derechos. Esas expectativas chocan cuando se buscan vías para alcanzar el éxito individual o colectivo. La juventud busca su camino.

Esas fuerzas y energías de la juventud deben ser liberadas y colocadas al servicio del país. La juventud  está en centros educativos, instituciones de fe, organizaciones política y sociales, en los deportes y en actividades productivas diversas. Cuando no hay espacios para desarrollar sus capacidades y ejercitar sus derechos caen en las garras de la delincuencia, empujados por la desesperanza y el espejismo. Crear oportunidades para todos debe pasar de consigna a propuestas.

La juventud dominicana está empeñada en hacer su tarea y transformar los cimientos de la sociedad en que viven. Toca a los hacedores de políticas hacer la suya. Esos que manejan los presupuestos deben cuidar las bases que sustentan y soportan la sociedad. El diseño de los programas, proyectos, planes e iniciativas orientados a la juventud deben contar con una alta participación de ella. Habilitar espacios de participación es tarea de quienes dirigen.

¿Qué necesita la juventud para insertarse e integrarse a la sociedad donde vive? Entre otras cosas, orientación, formación, educación, apoyos, afectos, comprensión y respeto. Escuchar a la juventud es tarea de la familia, centros educativos, instituciones de sociedad civil y partidos políticos. Darle referentes éticos y morales es tarea de quienes le preceden. Respetar sus decisiones y ayudarle en la batalla por la superación es imperativo ético. Ser joven no puede ser un estigma.

Generar espacios para el desarrollo juvenil, en regiones, provincias, municipios, distritos municipales, secciones, parajes y barrios es tarea de quienes interactúan en esas demarcaciones. Esconder la cabeza ante los reclamos de la juventud es perder la oportunidad de canalizar su energía para potenciar el desarrollo del país. Apoyar a la juventud en su contexto es fundamental. La juventud, tanto en campos como en ciudades sueñas y lucha por superar su condición y las de sus progenitores.

Las tecnologías de la información y la comunicación, las redes sociales y las diversas formas de diversión de la juventud encuentran en la juventud su principal consumidor. Las plataformas tecnológicas son espacios para entretener, desarrollar y socializar, pero también para innovar, crear, aprender y enseñar. Es importante que desde esos espacios se promuevan valores cívicos y culturales basados en el compromiso, la tolerancia y el trabajo digno.

La juventud tiene derecho a soñar, haciendo algo mientras sueña, caminar hacia el éxito. Tiene derecho a crear, inventar y a reinventar. Tiene el derecho a equivocarse y el deber de reivindicarse. Tienen a derecho a ser libre como el viento y a luchar por la libertad en que creen. Tienen derecho a extender sus alas en los amplios cielos de la imaginación creativa. Nadie puede ni debe impedir que alce vuelo y alcance las alturas. Que llegue tan lejos como los sueños que le guían.


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