martes, 15 de mayo de 2018

EL DÍA QUE LA LUNA SALVÓ A LA TIERRA.


"Quienes no crean en el infierno o tengan reservaciones en el paraíso; que se queden en la tierra leyendo este cuentecito".

El Astro Rey, cansado de calentar indirectamente a la Madre Tierra, su amiga inseparable y vieja compañera de aventura; tendió cálidos rayos luminosos y decidió girarle una sorpresiva visita de cortesía para renovar la larga amistad que les unía al universo. La Tierra se mostró feliz y gozosa de recibir su calor abrasador. Creía que el Sol era incapaz de hacerle daño y aceptó gustosa la inusitada visita.

El Sol, caprichoso y decidido, emprendió su largo y divertido viaje hacia la hospitalaria Tierra, a paso lento pero firme; como si quisiera avisar, a los planetas vecinos que la llama de su núcleo quemaba y derretía todo lo que se cruzara en su camino. Al pasar sobre pálido Marte, una enrojecida nube de polvo marciano cubrió al resto del universo y solo dejó ver los brillantes destellos de la blanca Luna.

La Luna avisada, del trayecto del Sol y consciente de la potencia de sus rayos luminosos, reaccionó rápidamente y diseñó un plan para alertar al resto del universo, especialmente a la desprevenida e indefensa Tierra. Ella sabía, por experiencia propia, que El Sol le ha robado parte de su luz para dar vida y brillo a las estrellas. Rauda y decidida, hizo viaje para advertir a la Tierra de la peligrosidad de los potentes rayos solares.

Escogió el cuarto menguante, la fase en la que más brilla para bajar a la Tierra. Salió una noche clara y fresca como un día de verano en el Ártico. En su largo recorrido, hacia La Tierra, hubo encuentros furtivos y diálogos francos con estrellas fugases, cometas, nubes y planetas menores, quienes asustadizos y preocupados por el inusitado hecho que se avecinaba se movían cíclicamente de un lado a otro.

La Estrella Polar quiso aprovechar la presencia de la Luna para hacerle saber que su luz, era reflejo del empeño de Sol por iluminar la humanidad y que ella no veía riesgos en que el Astro Rey pasara a visitarla, aunque su brillo se opacara por unos instantes; la Luna, envuelta en un manto de nubes grises, blancas y rojizas, se burló de la ingenuidad de la gran estrella.

Las estrellas fugases se reunieron de urgencia para tomar una decisión de conjunto, respecto al paso del Sol por sus dominios. Temían de que el Sol se enterara de su conspiración y tomara represalias, fulminándolas con sus rayos o negándole la luz que las hace brillar e iluminar las obscuras noches, sirviendo de inspiración a poetas y aprendices de escritores. La conclusión fue clara y seca; el Sol sería tratado como lo que es: “El Astro Rey”. Ante la inminencia de la visita solar se preparó el escenario para dialogar diplomáticamente con él y sacar el mejor provecho de su visita.

Concluida su larga conversación con las confiadas estrellas, la Luna se puso en marcha con destino a la Tierra, quien no esperaba tan grata visita, a pesar de que un intrépido eclipse dejaba ver su cercanía. Sería el primer encuentro entre ambos astros y el universo celebraría con lluvias torrenciales, terremotos y tormentas eléctricas aquel insólito encuentro imaginario.

Pasado unos años lunares llegó y se reunió con la madre Tierra. Sorprendida gratamente descubrió que no era solo tierra, porque habían ciudades grandes y superpoblada, altas montañas y mucha pero mucha agua; incluso helada, ríos, valles, árboles y animales de todos tipos, así como verdes llanuras elemento desconocido por aquel cuerpo celeste.

Entre ambas amigas se produjo una larga y fructífera reunión, caracterizada por la ansiedad mutua que genera un primer encuentro entre dos cuerpos celestes que se complementan con el Sol para dar sentido a la vida pero que nunca se había sentado a dialogar en la misma mesa. Las emociones eran evidentes pero no había tiempo para expresiones afectivas dada la urgencia que tenía la Luna en informar a la Tierra de la inconveniencia de la visita que le haría El Astro Rey.

El objetivo de la visita de la Luna era convencer la Tierra de que retirara la invitación al Sol para evitar el exterminio de la vida y la desaparición del universo conocido. La Tierra ignoraba las informaciones ofrecidas por la tenue pero firme Luna, quien ya empezaba a perder brillo, por la tristeza provocada por la angustia, al ver amenazada la estabilidad del espacio sideral que todos compartían.

El Astro Rey, quien ya venía de camino fue advertido de la conspiración y alertado por un cometa amigo, tomó la astuta y sabia decisión de postergar su visita y seguir calentando al universo con sus rayos pero sin acercarse demasiado para evitar envolver con sus flamantes llamas al hermoso mundo, que gracias a su luz daba albergue, alimento y calor a la vida en la Tierra.

Gracias a la oportuna intervención de la ingeniosa Luna, a la comprensión de la pródiga y abnegada Tierra; el Sol, con su incendiaria y terca arrogancia, cambió de actitud y decidió unir sus energías con la Luna y la Tierra para iluminar el universo y proveer el necesario e indispensable calor complementario que sirve de base a la convivencia pacífica entre los miembros, tanto del mundo conocido.