martes, 13 de enero de 2015

CHARLIE HEBDO: ENTRE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN y LA ÉTICA PROFESIONAL.

"No me gusta la palabra tolerancia, pero no encuentro otra mejor. El amor empuja a tener, hacia la fe de los demás, el mismo respeto que se tiene por la propia". Mahatma Gandhi.

A raíz del atentado "terrorista" contra las oficinas del controvertido medio "Charlie Hebdo" y que cobró la vida de más de una docena de personas, ha salido a relucir con mucha fuerza un sentido antiislámico que puede ser aprovechado para cebarse contra quienes profesan la Religión Islámica. Es un indicador preocupante que requiere un abordaje desde la perspectiva ética y crítica.

El semanario satírico, en cuyas caricaturas se traspasaban los límites de la ética, la moral y la prudencia había sido atacado en 2011 por el contenido ofensivo de sus caricaturas. Si reprochable es el ataque, reprochable también es la provocación. No se pueden ofender a un colectivo sin esperar una respuesta proporcional a la ofensa.

Otros hablarán de la intolerancia religiosa o fundamentalismo religioso. Lo cierto es que el mundo conoce las reglas del ejercicio profesional en medios de comunicación, así como los valores que rigen a los colectivos humanos. Es precisamente, la transgresión de un valor tan preciado como es la creencia en un líder o institución espiritual la que ha originado la tragedia que motiva estas reflexiones.

Unos dirán que hacen uso de la libertad de expresión y que tienen derecho a publicar lo que entiendan publicable, y tienen razón, siempre y cuando respeten los sistemas de valores socialmente aceptados, así como los marcos normativos que rigen las sociedad donde opera el medio. Toda libertad tiene unos límites social y normativamente establecido. Todo derecho tienen un deber como contraparte.

La cuestión aquí es que la práctica periodística tiene reglas y normas dentro de las cuales se deben enmarcar los contendidos. Es preocupante como la manipulación ha sacado de contexto el hecho abominable, aprovechándolo para montar una campaña en contra de los defensores del Islam y de la simbología que acompaña a esta milenaria religión.

Las manifestaciones de protestas que se han dado en todo el mundo, incluida aquellas donde se ha visto participar a personeros comprometidos con la intolerancia política y el terrorismo de Estado, deja que pensar. Se ve a connotados genocidas haciéndose pasar por defensores de unos derechos que ellos niegan constantemente.

Los conflictos religiosos siempre han generado tendencias violentas, de ahí la prudencia que debe prevalecer en el manejo de esas cuestiones por parte de quienes tienen el privilegio de operar un medio de comunicación. Hay que apegarse a la verdad e ir tras los elementos positivos si se quiere promover el cultivo de la tolerancia, el respeto y el compromiso.

No puede quedar espacio para la duda, los medios, quienes los operan y los gestionan tienen que saber y cultivar la verdad. No deben propiciar campañas que ofendan y minimicen las creencias de grupos, no importa la denominación política o religiosa. Hay autoridades que han declarado que su país está en guerra contra, el yihadismo, el fundamentalismo islámico y el terrorismo. Eso evidentemente, ha sido avivado por las insidiosas caricaturas de Charlie Hebdo y el tratamiento que han dado la mayoría de los medios.

La ética llama a la razón y a al buen juicio para evitar hechos tan lamentables como los que presenciamos la pasada semana. Ella es el arma que, acompañada de una dosis de sentido común nos puede ayudar a ir construyendo un mundo donde el respeto, la tolerancia y el compromiso sean normas y no excepciones. Por eso es tan importante reflexionar sobre el impacto de los contenidos en la psiquis colectiva.

Los profesionales y cualquier persona que tenga a su cargo la responsabilidad de comunicar ideas tiene que saber que el poder de la palabra tiene un alto potencial transformador pero cuando la manipulación maliciosa se impone se pervierte. La sociedad de la información y la comunicación impone retos que hay que asumir. Armonizar la libertad de expresión con la ética profesional es un "imperativo categórico". 

Tómese el doloroso hecho acaecido en Francia contra Charlie Hebdo para reflexionar sobre los valores y principios que rigen la comunicación y evítese que quienes animan y promuevan acciones reñidas con esos principios se aprovechen e impongan el terror. También hay que rechazar y combatir el terrorismo mediático y aquí la ética es y debe ser el antídoto.

Apueste a la ética, al buen juicio y al sentido común. Sea crítico y responsable. Haga de la comunicación y de los medios una oportunidad para promover los buenos ejemplos. Combata el fundamentalismo con el pluralismo. Sea prudente y respete los sistemas de creencias aunque no esté de acuerdo. Use la palabras y las ideas con sentido crítico-propositivo. Propicie la construcción, no destrucción. No incentive, ni incite a la violencia. ¡Cultivemos la tolerancia, el compromiso y el respeto!