viernes, 28 de agosto de 2020

POR UNA LEY DE TRANSICIÓN.

Tarja ilustrativa de presidentes que han vivido en el Palacio Nacional desde 1930 hasta la fecha.
"El marco normativo de la Administración y la Función Pública es amplio, diverso y complejo. Cada funcionario, del nivel que sea, debe conocerlo estudiarlo y aplicarlo".

Los procesos de transición en República Dominicana carecen de una normativa especifica que facilite el cambio de mando. Esa crea un vacío que permite a las autoridades salientes accionar libremente y a los entrantes asumir una posición de retaliación contra todo el que sirve a la sociedad desde la administración pública. Es tiempo de establecer una normativa que rija la cuestión.

El numeral 2[1] del artículo 147 de la Constitución Política de República Dominicana establece que los servicios públicos deben regirse por una serie de principios entre los que se destaca el de continuidad. Entender esto se hace imperativo cuando se producen cambios de gobierno o de autoridad en la administración pública. La gestión pública moderna tiene reglas y procedimientos instituidos que deben observarse.

El arsenal normativo que rige la administración y la función pública dominicana es amplio, complejo y diverso, pero no es suficiente para operativizar los procesos de transición y garantizar la transparencia de los mismos. Eso obliga a profundizar la reflexión sobre la necesidad de una normativa específica que institucionalice las Comisiones de Transición y establezca los procedimientos para el traspaso de mando.

Además de los principios generales establecidos en la Constitución de la República; existe una vasta normativa complementaria donde se establecen una serie de prerrogativa que obligan a garantizar el derecho a una administración pública, eficiente, transparente y ética. Tal es el caso de la Ley 1-12 que instituye la Estrategia Nacional de Desarrollo, Ley No. 107-13 sobre los Derechos de las Personas en sus Relaciones con la Administración y de Procedimiento Administrativo, la Ley 176-07 del Distrito Nacional y Los Municipios, la Ley 247-12 Orgánica de la Administración Pública y la Ley 41-08 entre otras.

En el caso específico de la Ley 247-12, llama la atención la facilidad con que se vulneran sus principios y el silencio que asumen los encargados de aplicarla. El objeto de esa normativa es claro y compromete al funcionariado directivo con la calidad de la gestión. Muchos actúan como si no si desconocieran la existencia de tan importante normativa.

La Ley 1-12 establece una misión[2] país que refuerza los fundamentos del Estado Social y Democrático de Derecho que establece la Constitución de la República en su artículo 7. Cumplir con los principios establecidos en la Carta Sustantiva y las leyes adjetivas es imposible si cada gobierno actúa desconociendo las gestiones que le preceden. Hay leyes y se deben cumplir.

Dada la ausencia de normativas y protocolo para gestionar los procesos de transición se impone la búsqueda de mecanismo que preserven las iniciativas, proyectos, programas y políticas desarrollada por las autoridades salientes, especialmente aquellas que no han concluido. Lamentablemente, esos principios no se toman en cuenta cuando se producen los cambios de gobierno.

El Estado no puede asumirse como la propiedad de un partido político, una élite o un grupo de interés. Quien asuma un cargo público tiene la obligación de respetar el marco normativo vigente y cumplir los procedimientos instituidos en la administración pública. Poner en riesgo la inversión pública o la estabilidad emocional de los servidores públicos es un círculo vicioso que deslegitima la democracia y neutraliza el desarrollo de la institucionalidad pública.

Perturba y preocupa que inversiones cuantiosas y de alto interés social queden abandonadas por capricho de quienes pasan a ocupar las dependencias responsables de esas obras. Lo propio sucede con los programas y proyectos implementados por gestiones anteriores. Perturba porque se pierde la inversión y preocupa porque iniciativas de alto interés social no son valoradas por las nuevas autoridades.

Es necesario establecer procedimientos que faciliten la evaluación de los programas, proyectos e iniciativas en ejecución para establecer los niveles de avances y la ruta para su conclusión. Las autoridades juran cumplir y hacer cumplir las leyes; así como desempeñar las funciones que asumen apegados a los principios que rigen la administración pública. Eso juran, pero del dicho al hecho hay largo trecho.

Reglamentación de los procesos de transición para evitar que se perviertan y se canibalice la administración pública se hace imperativo. La carencia de normas impide el establecimiento de procedimientos trasparentes que dejen ver lo que entregan quienes salen y lo que reciben quienes asumen el gobierno.

Urge la aprobación de una Ley que establezca límites a quienes asumen el gobiernos y condiciones a quienes entregan el mismo. No puede haber borrón y cuenta nueva. Los funcionarios públicos asumen responsabilidades con el cargo y éstas deben fundamentarse en el respeto a la normativa vigente y a los principios éticos que rigen la función pública.

Una Ley de transición debe establecer los mecanismos, condiciones y sanciones que sustenten los protocolos del proceso. Permitir que impere la “ley de la selva en los procesos de transición” es una violación a la Constitución de la República y las leyes que pone en riesgo la inversión estatal. En el Siglo XXI la transparencia es fundamental y debe expresarse en todos los procesos de la administración pública.

La evidencia empírica demuestra claramente, que cuando hay cambios de autoridades en las instituciones públicas se produce una especie de asalto a la administración pública. No solo es el tema de los empleos, sino también la actitud de quienes se aprovechan del momento de caos para sacar ventajas. Es tiempo de superar esa mala práctica.

Institucionalizar los procedimientos, protocolos y mecanismos para facilitar el proceso se convierte en un indicador de calidad de la democracia. No puede hablarse de institucionalidad democrática donde sus instituciones carecen de mecanismo para obligar a los funcionarios que las gestionan a cumplir los principios que la fundamentan.

Es sabido que, tras la conclusión de los procesos electorales, se crean Comisiones de Transición para gestionar el traspaso de mando, pero esas entidades carecen de una base normativa que obligue a las partes a cumplir y aplicar los protocolos instituidos. Hay leyes que pueden complementar una Ley de Transición.

Reglamentar el traspaso de mando es altamente beneficioso para el país y el Congreso Nacional debe legislar para crear una base jurídica que establezca un plazo razonable y obligue a las autoridades salientes a elaborar estados de situación en cada insititución, hacerlo público y remitir memorias a la Cámara de Cuentas o al propio Congreso Nacional.

Una política de transparencia debe contemplar mecanismos para facilitar el ejercicio del deber fundamental de fiscalización de la calidad de la democracia establecido en el artículo 75, numeral 12[3] de la Constitución de la República. El proceso de transición no puede ser un punto ciego donde todo se valga. Tiene que ser una oportunidad para que la población conozca las ejecutorias de las autoridades salientes.

Establecer una cultura de transparencia exige rendir cuentas, la garantía del principio de continuidad y el compromiso ético con la función pública son fundamental para una buena gestión. Lamentablemente, el clientelismo impide la consolidación de una institucionalidad pública basada en los pilares precitados. Esto se agrava en los procesos de transición y eso coloca al país en una pendiente que puede llevarlo al abismo.

Basta citar el artículo 2 de la Ley de Administración Pública para darse cuenta de que en los procesos de transición se obvian las normativas. La función administrativa comprende toda misión, competencia o actividad de interés general, otorgada conforme al principio de juridicidad para regular, diseñar, aprobar, ejecutar, fiscalizar, evaluar y controlar políticas públicas o suministrar servicios públicos, aunque éstos tengan una finalidad industrial o comercial y siempre que no asuman un carácter legislativo o jurisdiccional”.

La discusión para dar forma a esta propuesta debe realizarse con la participación de las fuerzas políticas y sociales del país. Es una normativa de alto interés que viene a fortalecer la institucionalidad democrática y ordenar los procesos de traspaso de mando. Su elaboración exige compromiso y participación activa.

En conclusión, la Ley de Transición debe contemplar lineamientos y principios generales para institucionalizar y transparentar los procesos; así como protocolos, procedimientos, plazos para un traspaso de mando organizado, ágil, trasparente y armonioso. Creación de una Comisión de Transición que establezca la ruta de la transición en base a la normativa vigente.

Es responsabilidad del Congreso Nacional trabajar para dotar al país de leyes que ayuden a gestionar los procesos de cambio de mando y deben accionar en esa dirección. Criticar y no actuar es una forma de solapara la cuestión para aprovecharse de la anomia o periodo bobo que se da en el períodos que va desde la proclamación de los ganadores hasta la juramentación de las autoridades electas.


[1] Los servicios públicos prestados por el Estado o por los particulares, en las modalidades legales o contractuales, deben responder a los principios de universalidad, accesibilidad, eficiencia, transparencia, responsabilidad, continuidad, calidad, razonabilidad y equidad tarifaria”.

[2] “Un Estado social y democrático de derecho, con instituciones que actúan con ética, transparencia y eficacia al servicio de una sociedad responsable y participativa, que garantiza la seguridad y promueve la equidad, la gobernabilidad, la convivencia pacífica y el desarrollo nacional y local”.

[3] Velar por el fortalecimiento y la calidad de la democracia, el respeto del patrimonio público y el ejercicio transparente de la función pública.

sábado, 8 de agosto de 2020

A MI MAESTRA.

"Ser maestro es una función que trasciende la vida y se reproduce en cada idea que nace en los alumnos".

Sonia Lluberes ha perdido la batalla contra el infausto y fatal cáncer. La muerte física no es la muerte espiritual y menos para personas que como ella sembraron en tierra fértil. Maestra, amiga, consejera y compueblana abnegada.

Cuando una maestra muere, la congoja y el dolor se apoderan de sus alumnos agradecidos. La pena que hoy embarga a los miles de estudiantes que pasaron por las manos de Sonia Lluberes no cabe en un escrito, pero intento expresar aquí, mi agradecimiento a quien tanto empeño y amor puso en que la juventud ocoeña desarrolle su potencial intelectual.

Recuerdo mi primer encuentro con ella, en la Escuela Primaria de Amarradero, hoy José Altagracia Castillo. Sin ser su alumno, iba por las tardes a mirar como ella asumía su innata vocación de maestra. Era como una especie de privilegio para mí, porque no permitían que estudiantes de otros cursos, en mi caso de la tanda matutina, oteara por las tardes, sin embargo, Sonia, salía daba el consejo y se iba.

Allí nació una amistad que luego se reforzó en las luchas de los maestros por mejores condiciones de trabajo y la de los estudiantes de Sabana Larga por tener un Liceo propio. Siempre comprometida con las mejores causas, Sonia nunca dejó de luchar y quienes fuimos sus alumnos aprendimos con ella, que lo que vale es la gente, no las cosas.

Luego, ya con una amistad inquebrantable y cuando entré al bachillerato, tengo el privilegio de tenerla de maestra en el área de Lengua Española. Aquellas clases eran una fiesta: entre su afán por enseñarnos a pensar y el nuestro por aprender a conjugar verbos, distinguir oraciones compuestas, simples y yuxtapuestas pasaban las horas sin que el cansancio y el calor menguaran el deseo de seguir.

¿Cómo olvidar el análisis de “Platero y Yó”, “El Español en Santo Domingo” o los cuentos de Juan Bosch “La Mujer, Dos Pesos de Agua y Don Pío…entre otros”; Tampoco se olvida “El Haitiano” de Domingo Moreno Jiménez: “Este haitiano/que todos los días/hace lumbre en su cuarto/y me llena las fosas nasales de humo;/este haitiano/que no puede prescindir de la cuaba /y prefiere tabaco del fuerte y aguardiente del malo/ es bueno a su modo, y a su modo rico/y a su modo pobre. ¡Benditos los seres que maltrata el hombre! / ¡Bienaventuradas las cosas humildes/que se yerguen siempre sobre el polvo frío de todas las cosas!… Sí, ese haitiano que hace lumbres en su cuarto…suena su voz cuando recuerdo sus clases. Con ella aprendimos los fundamentos de la Lengua Española que tan útil nos ha sido.

No teníamos Liceo y ella se integró a las luchas para conseguirlo. Se instalaron en pequeños locales alquilados. Eran casitas con techos de zinc y paredes de madera. Pequeñitas e incómoda pero su vocación de maestra mantenía vivo el espíritu de progreso. Ella era como el junco “que se dobla, pero siempre sigue en pie”.  

Allí lidiaban docentes y estudiantes con el sofocante calor, la incomodidad y la rebeldía de los alumnos, entre los que me incluyo. Así fue hasta que organizamos las luchas callejeras para reclamar la construcción de un local que alojara el Liceo. Salimos de las casitas para habilitar; primero el Centro Comunal y luego un local abandonado que sería un Centro Médico. Esas luchas parieron el local donde hoy se hospeda el Liceo Ángel Emilio Casado.

Al fragor de la lucha y con algunas contradicciones por una huelga que organizó la Asociación Dominicana de Profesores, a finales de los 80s, fue a mi casa conjuntamente con los profesores Bartolo José Soto y Salvador De Jesús, directivos del glorioso gremio magisterial que se batía con el balaguerato recauchado.

Allí vi a una mujer de condiciones indoblegable mientras discutíamos formas de que los estudiantes se integraran a la lucha de los profesores. Nosotros habíamos decidido dar clases, con los estudiantes más adelantados, bajo el alegato de que nunca se consultó. La maestra dijo en ese encuentro algo que no olvidé nunca: “esta es una lucha por ustedes y debe hacerse con la participación de ustedes”.

Siempre dispuesta a participar en cuantas acciones se organizaran para reclamar derechos y exigir justicia. Motivando siempre a sus pupilos a imponerse a las dificultades y buscar fuerzas en la educación. Maestra de tiempo completo. Aguerrida, exigente, valiente y comprometida con la transformación de su pueblo y del país. Quienes la tuvimos de maestra, amiga y compañera de trabajo sabemos lo que ella significaba en un equipo.

La recuerdo entre el humo de las bombas lacrimógenas cuando los maestros fueron desalojados de la iglesia católica que mantenían ocupada. Herida, sudorosa y aturdida por los gases, buscaba a sus compañeros y preguntaba por sus alumnos. ¿Cómo olvidar su coraje, solidaridad, valentía y compromiso con la causa?

¡Caray maestra! Cuanto dolor al saber la noticia de que se nos ha ido una líder de su temple, a un ser humano de sus cualidades, a una maestra de su talla y a una ciudadana de su nivel. Murió como vivió: trabajando, luchado y educando.

Sus alumnos nos quedamos con su ejemplo y sus enseñanzas que con tanto amor nos ofreció. Como docente usted será siempre un referente de autosuperación, capacidad, humildad, solidaridad, amor, comprensión y compromiso.

San José de Ocoa ha perdido a una gran mujer, una trabajadora incansable y una madre abnegada.

¡Solidaridad con su familia!

¡Hasta siempre querida Sonia!

miércoles, 5 de agosto de 2020

50 ANIVERSARIO DE LA ASOCIACION DE ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS OCOEÑOS, ASEUNO.

"El 24 de Abril de 1970, un grupo de Estudiantes Universitarios Ocoeños todos procedentes de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, (UASD, nos reunimos en una casona de la calle las carreras en el pueblo abajo, donde dimos a conocer la idea de organizarnos en una Asociación que fuera capaz de servir de soporte a jóvenes, que al finalizar sus estudios secundarios tenía el deseo y la voluntad de continuar sus estudios a nivel superior, pero sus condiciones económicas le impedía costear los mismos”. Ing. Agrón. Juan B. Chalas (Dorito).

La Asociación de Estudiantes Universitarios Ocoeños ASEUNO, arriba al 50 aniversario de su fundación aportando profesionales a la provincia de San José de Ocoa. La entidad estudiantil fue creada un 8 de agosto de 1970 por un grupo de jóvenes que trabajaron arduamente para encontrar un lugar en Santo domingo que albergara a estudiantes de escasos recursos o con vocación de superación personal.

Tras la creación de un comité gestor en San José de Ocoa, a mediados del mes abril de 1965, se iniciaron los trabajos de organización para la celebración de una asamblea del 8 de agosto de 1970 para dejar constituida la Asociación de Estudiantes Universitarios Ocoeños, AEUO. El encuentro constitutivo se efectuó en un aula de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, UASD, donde participó una representación de los universitarios ocoeños.

La naciente institución se abrió paso en medio de un contexto político complejo caracterizado por la represión y la intolerancia política que había impuesto el gobierno que encabezó el Dr. Joaquín Balaguer tras la conclusión de la Guerra de Abril de 1965. Ser joven, ocoeño y uasdiano se convertía en un factor de riesgo dada la acentuada vocación revolucionaria de la juventud ocoeña.

La entidad estudiantil encontró su punto de apoyo en la Federación de Estudiantes Dominicanos, FED, aunque sus fundadores preferían que la AEUO, fuera independiente. Se recuerda que la base institucional de la FED está conformada por las asociaciones de pueblos y de carreras. La AEUO fue de las primeras. Sobre esa base empieza a desarrollarse la Asociación de Estudiantes Universitarios Ocoeños bajo el lema: “Estudio, Trabajo y Solidaridad”.

Tras su conformación se inicia el proceso de ubicación de lo que luego se denominó Casa Albergue, un espacio de acogida a los jóvenes ocoeños que calificaran con los requisitos establecidos en la normativa estatutaria que regía la entidad y establecidas las bases para el inicio de las actividades de la ASEUNO, empezaron las gestiones de apoyo para el sostenimiento de los estudiantes que habían ingresado a la misma.

La búsqueda de apoyos de personas, comerciantes e instituciones se convirtió en algo habitual para la primera Junta Directiva encabezada por José Sánchez Reyna, Juan Bautista Chalas (Dorito), Guillermo Castillo, Francisco Herrera Matos, Bienvenido Ramírez (Negro) y Alcibíades y Teotiste Encarnación (Morena). Cabe recordar que José Sánchez Reyna fue apresado en 1971 y la dirección quedó en manos de Juan Chalas, quién fue apresado en 1972. Así fue el inicio de AEUO. 

Se habilitó una habitación en la calle Pedro Libio Cedeño casi esquina Moca, en sector de Villas Agrícolas, donde se instalaron los primeros beneficiarios la naciente AEUO. El primer grupo estuvo compuesto por Mario Ciprián, Nelson Zuco, Eduardo Soto. Dr. Héctor Bienvenido Velázquez (Rojito), Juan Eddy De Los Santos (Fallecido). Así se crea uno tradición solidaria que aún hoy se mantiene.

Aquellas acciones de las que se conmemoran 50 años marcaron el inicio de una prolongada, exigente y compleja lucha por la consolidación institucional de lo que sería la principal escuela de liderazgo de la provincia de San José de Ocoa, aunque sus estatutos no especificaban esta importante característica de la entidad estudiantil. Allí se aprende a dirigir e interactuar, a gestionar conflictos y debatir temas diversos; así como a realizar trabajos colaborativos y labores domésticas.

Gracias al esfuerzos y la visión de los miembros fundadores la ASEUNO, se transformó en un espacio de oportunidades para la juventud ocoeña y una trinchera para la organización de la lucha popular hasta convertirse en un referente que 50 años después sigue vigente.

Al conmemorarse el 50 aniversario es propicia la ocasión para reflexionar sobre el legado de la ASEUNO a la provincia de San José de Ocoa y la importancia estratégica de la misma. Cientos de profesionales de todas las áreas del conocimiento han recibido de forma directa o indirecta las orientaciones y el apoyo de la organización. Por la Casa Albergue han pasado centenares de estudiantes que han encontrado en ella un espacio para cultivar sus capacidades intelectuales y desarrollar sus habilidades de liderazgo.

A medico siglo de su fundación, la Asociación de Estudiantes Universitarios Ocoeños continúa aportando profesionales intelectualmente competentes, socialmente comprometidos y con un alto sentido de los deberes cívicos. Es el principal aporte que hace la ASEUNO a la comunidad ocoeña. A esto hay que sumarle los miles de actividades organizadas por la institución a lo largo de su existencia.

Mención especial para quienes han hecho posible que la Asociación de Estudiantes Universitarios Ocoeños siga produciendo profesionales y aportando capacidades al desarrollo. Ocoeños como el Dr. Mignolio Pujols, quien fungió como asesor legal hasta su muerte y el Ing. Marcos Subero, quien ayudó a gestionar un local propio para ASEUNO; así como el sacerdote Luis José Quin y Mireya Batista (Rochy) quienes apoyaron a la institución de diversas formas; son emblemas, que junto a la comunidad ocoeña, el compromiso de miembros y directivos hicieron posible lo que parecía imposible.

Actualmente la sede de la ASEUNO está ubicada en la Avenida Iberoamericana y ocupa el tercer nivel del edificio número 25 en el sector de Los Mameyes, en la provincia de Santo Domingo. Para llegar allí, la entidad recorrió varios lugares, desde su instalación en Villas Agrícolas. El mayor tiempo transcurrió en el populoso sector de Cristo Rey, en la residencia marcada con el número 218 de la calle Juan Alejandro Ibarra. De ahí, tras un desalojo forzado, se instaló al sector Los Guarícanos de donde se trasladó a su destino definitivo en la avenida Iberoamericana del Sector Los Mameyes en la provincia de Santo Domingo.

La entidad estudiantil ha modificado su marco normativo en varias ocasiones. En 1990 se hizo una reforma que transformó la AEUO en ASEUNO y se adoptó el lema estudio, trabajo y solidaridad, entre otros cambios importantes. Posteriormente, ya en el Siglo XXI, se produjo una nueva modificación estatutaria; sustituyendo la figura de secretario general por la de presidente y la de organización por la de vicepresidente, entre otros cambios. Para entonces, la entidad era regida por sectores políticamente conservadores y eso se refleja en la estructura que plantearon pero la esencia, la mística y la vocación de la entidad se mantuvo.

Medio siglo dando profesionales es un mérito que pocas instituciones del pueblo pueden exhibir, máxime cuando se sabe que es una entidad que opera bajo la modalidad ONGs y es autogestionada. Gracias a los aportes de instituciones y de la comunidad ocoeña; la ASEUNO, no solo cuenta con legitimidad social probada, sino con un local propio que alberga a 25 o 30 estudiantes por semestre.

La Asociación de Estudiantes Universitarios Ocoeños es una entidad con reglas propias y con mecanismos de cogestión claramente definidos en sus estatutos. Las normas para ser aceptado en la casa albergue, así como, las funciones de los miembros de la Junta Directiva y las entidades internas como el Consejo Disciplinario y el Comité de Orden Interno están claramente definidos.

Sabiamente se contempló que son miembros de la entidad todos los estudiantes universitarios ocoeños sin importar la condición social, el lugar de residencia o el centro universitario donde estudien. Esa particularidad, hace de la ASEUNO una entidad pluralista, democrática, equitativa y abierta.

La vida institucional ha estado marcada por las diversas ideologías que confluyen a lo interno de la entidad, y se renuevan cada caño mediante un proceso eleccionario organizado por los propios estudiantes, a veces con apoyo de los egresados. A pesar de los cambios y tropiezos, la entidad mantiene la mística del juego democrático.

Aunque el balance de 50 años de vida institucional es positivo y esperanzador, hay que apuntar que la ASEUNO ha ido evolucionando en los fundamentos de su quehacer cotidiano y parece alejada de las necesidades del pueblo. Son cuestiones que habrá que trabajar dado el alto valor estratégico de la institución para el desarrollo de San José de Ocoa.

El legado medido en profesionales ha provocado un impacto transformador en las familias cuyos hijos se han formado en la ASEUNO, desarrollando capacidades de liderazgo y competencias profesionales combinadas con disciplina, sensibilidad social y compromiso cívico.

Con 50 años cumplido y un amplio legado, la ASEUNO ocupa un sitial de primer orden entre las instituciones que más aportan al desarrollo de San José de Ocoa. Hoy que muchas instituciones son azotadas por el clientelismo, la corrupción, el personalismo y la negligencia es necesario estar pendiente a lo que pasa en la entidad que ayudó a ser lo que somos.

La Asociación de Estudiantes Universitarios Ocoeños es un patrimonio de la provincia, cuya preservación se hace imperativa dado el alto valor estratégico que tiene para el desarrollo. Así lo evidencian hechos de tanta trascendencia como la organización del Primer y Segundo Seminario sobre la Realidad Socioeconómica de San José de Ocoa, celebrados en 1980 y 1991.

La organización de las tradicionales Semanas Culturales en cada fecha aniversaria y el conjunto de actividades que deben realizarse en cada año, sumado a la orientación del estudiantado ocoeño son parte del complemento que hace de ASEUNO, un espacio que debe ser cuidado y apoyado, especialmente por quienes egresaron de ella.

A seguir fortaleciendo el estudio fomentando el trabajo y promoviendo la solidaridad para que los próximos 50 años sean tan fructíferos como los que han transcurridos entre el 8 de agosto de 1970 y el 8 de agosto de 2020. Cada egresado de ASEUNO tiene su historia y cada uno la contará desde su perspectiva, pero la institución está ahí como testimonio del esfuerzo colectivo.

Hoy más que nunca, hay que cuidar la institución que ha servido de cobijo a los sueños de cientos de hombres y mujeres, que gracias a su existencia han podido lograr la meta de ser profesionales para servir a la sociedad desde el espacio y ámbito de aplicación de la carrera que cursaron.

¡Agradecido y orgulloso de haber pasado por la ASEUNO!