domingo, 19 de junio de 2011

SER DE IZQUIERDA HOY

“Y es que los revolucionarios seguimos haciendo la revolución aún después de muertos, cuando ya no tenemos voz para propagar las ideas revolucionarias, cuando ya no tenemos vida para empuñar el fusil, todavía nos quedan los huesos para que sirvan de banderas”. Amín Abel Hasbún
Dirigir el trabajo sociopolítico hacia objetivos globales, como el deterioro creciente del medio ambiente, la exclusión social, la discriminación racial, la explotación, la inseguridad en el empleo, el desempleo, deuda externa, la alienación, la pobreza generalizada; así como la falta de oportunidades de la juventud hacia una educación de calidad con equidad y forjadora de valores positivos son algunos de los retos a los que debe hacerle frente el nuevo liderazgo político y social de izquierda.


Es oportuno el replanteo de los paradigmas y postulados fundamentales que sustentan el ideal socialista y construir una propuesta alternativa creíble, flexible y razonable. Es necesario impulsar el debate de esas ideas transformadoras, integradoras, solidarias, propositiva, comprometidas, realistas, críticas, esperanzadoras, revolucionarias, ecológicas, populares, religiosas, concretas y sanas. Es el pensamiento socialista, en sus diferentes modos, el único que ha mantenido una actitud crítica frente a la indiferencia e irresponsabilidad de las clases dirigentes y los sectores de poder que controlan la política mundial.

Las razones que dieron origen al socialismo están hoy, más presente que nunca, el socialismo surge como un faro de luz en medio de la obscuridad y manipulación que produce el desarrollo capitalista, como una respuesta a la explotación, al neocolonialismo, a la esclavitud, al saqueo de las naciones débiles por las metrópolis, al privilegio del conocimiento, entre otras manifestaciones que ha caracterizado la lucha de clase a lo largo de la historia. Es oportuno pensar en una izquierda más activa, más comprensiva y consecuente con el pluralismo organizativo de la sociedad. Una izquierda que sea el reflejo genuino de la sociedad que representa.

Claro, ser socialista es un gran compromiso, ya que hay que ser la bandera de la dignidad que abarque a todos los sectores sociales con aspiraciones de trabajar por un mundo socio-ecologica y humanamente habitable, donde la tecnología y el desarrollo científico sirvan para superar las condiciones de pobreza en la que están sumidos miles de millones de seres humanos. Una sociedad responsable es posible, pero ésta sólo se consigue desde el socialismo, ya que el capitalismo, en sus distintas modalidades ha demostrada que su único interés es maximizar las ganancias a toda costa.

Según el Diccionario de Economía Política de Borísov, Zhamin y Makárova “el fin del socialismo es dar satisfacción a las crecientes necesidades materiales y culturales de toda la sociedad y de cada uno de sus miembros sobre la base de desarrollar de manera incesante y planificada la economía nacional, de incrementar ininterrumpidamente la productividad del trabajo social. 

El fin del socialismo es dar satisfacción a las crecientes necesidades materiales y culturales de toda la sociedad y de cada uno de sus miembros sobre la base de desarrollar de manera incesante y planificada la economía nacional, de acelerar los procesos productivos y la productividad del trabajo social. La economía socialista se apoya en la propiedad estatal y la planificación del desarrollo tomando en cuenta a la gente y sus necesidades”.

Se hace necesario que los socialistas, progresistas y revolucionarios tomemos conciencia de la importancia de los grupos sociales y organizaciones populares para articular una gran alianza y revertir los efectos de la globalización neoliberal, excluyente y disociadora. Revertir este cuadro requiere de la actuación inteligente, responsable, revolucionaria e innovadora de los hombres y mujeres que creen y confían en la izquierda revolucionaria para dirigir ese proceso de transformaciones.

Establecer esas alianzas es una de las tareas fundamentales en esta etapa del proceso. Fortalecer y apoyar las organizaciones sociales, gremiales y profesionales, creando escuelas de formación para los dirigentes y espacios de discusión; así como de orientación para las masas. Promover proyectos alternativos que den respuestas a las necesidades concretas de las comunidades. Motivar a la gente de las organizaciones políticas, sociales, comunitarias, ecológicas y culturales para que se postulen en cada uno de los procesos electorales para que desde esos espacios se pongan en práctica las ideas de desarrollo integral de las comunidades que promueve el socialismo.

Revalorizar el papel de los movimientos sociales y comprender que la conducción se gana, no se impone. Hay que adecuar, tanto la forma de dirigir como el lenguaje en el que se comunican los mensajes. Es necesario buscar nuevas maneras para conformar los frentes políticos, las organizaciones populares, ecológicas o políticas propiamente dichas, respetando a cada una, sus líneas de trabajo; así como su plataforma social, espacio y su experiencia de trabajo, tanto político, cultural, social, comunitario, Etc.

Ser de izquierda, es ante todo un compromiso ético y moral, es luchar para que todos y todas disfrutemos de una vida acorde con la dignidad, la justicia social, la equidad; así como también, velar permanentemente para que el producto de nuestros países sirva para satisfacer las necesidades básicas y que no termine en los bolsillos de los politiqueros o a las arcas transnacionales. Es tener el coraje de sacrificarse por los demás en todos los frentes y en cualquier circunstancia.

Ser de izquierda, es estar dispuesto a convertir las debilidades en fortalezas, trasformar el pesimismo en optimismo, es entender que las revoluciones no se hacen por decreto y que los cambios siempre tienen resistencia, más aún, cuando son buenos y profundos, se construyen con el trabajo continuo de los líderes y las organizaciones que se enfrentan diariamente con los problemas y carencias de los grupos que representan.

Ser de izquierda es también, enfrentar sin prejuicios la defensa del patrimonio nacional en todas sus manifestaciones: material, cultural, política y social. Es entender que las sociedades concretas no son colectividades en el aire donde todos los intereses coinciden. Hay que tener en cuenta que la sociedad está compuesta por intereses contradictorios, por lo que los líderes deben entender esa realidad y actuar en consonancia con ella.

Es entender que la democracia no es el instrumento perverso que nos ha enseñado camarilla corrupta que gobierna a muchos de nuestros países, sino que debe ser transformada para que se convierta en una sombrilla que nos cubra a todos por igual y esa lucha por la democracia social, política, cultural y económica es inseparable de la lucha por el Socialismo renovado y progresista. Es pensar que el trabajo de las organizaciones políticas hacia afuera, pensar en el consenso y la concertación con la mayoría de los grupos que impulsan, trabajan y luchan por una sociedad mejor.

Ser de izquierda implica asumir un enfoque crítico reflexivo para abordar la realidad y desarrollar en la gente las capacidades que le permitan participar en la toma de decisiones sobre asuntos que trascienden lo meramente político. Se impone trabajar para transformar el formalismo democrático electoralistas en democracia funcional socialista. Ese es el reto. Innovar y crear formas eficientes de participación política que superen la partidocracia marrullera que controla los hilos del poder y domina el discurso dominante.

La crisis que ha afectado a la izquierda latinoamericana a raíz del debilitamiento del socialismo soviético en Europa del Este y de los sandinistas en Nicaragua, manifestada no solo en el orden programático y orgánico sino también teórico, despertó cierto escepticismo en muchos de los dirigentes de la izquierda. Esos acontecimientos y sus efectos no significan bajo ninguna circunstancia un triunfo del Capitalismo, todo lo contrario, el Capitalismo imperial es el responsable de la situación que hoy padecemos y que tiende agravarse con el paso del tiempo.

Es por esa razón que le preocupa tanto el despertar de un Socialismo renovado y con nuevos bríos, ya con la experiencia vivida y la conciencia de las grandes mayorías que han visto perecer sus sueños en la demagogia del Capitalismo Salvaje. El Siglo XXI es el siglo del progreso sociocultural, político y económico, es el tiempo de la izquierda pluralista y revolucionaria. Es la hora de potenciar la energía acumulada, la rebeldía de las masas engañadas en cada una de las elecciones, es el momento de combinar la democracia política, con la social, con la económica y cultural.

Ha llegado el momento de pensar que es posible otro mundo, donde la justicia social sea la regla y no la excepción, no es tiempo de lamentarse de los errores del pasado, es el momento de aprovechar ese pasado y sobre el esfuerzo y sacrificio de los compañeros y compañeras que han caído defendiendo el socialismo y las luchas populares para construir el mundo que queremos y que nos merecemos.

Negar ese pasado es, en cambio, hacerse cómplice de aquellos que empeñados en borrar la memoria histórica de los pueblos, quieren también, eliminar de la historia los grandes aportes y proezas realizadas por las fuerzas progresistas y revolucionarias de izquierda apoyadas en los movimientos populares. Esa rica experiencia, es el insumo básico con la cual se elaborará la propuesta revolucionaria que nos permitirá avanzar hacia el desarrollo equitativo para superar la pobreza en sus distintas formas.

¡La suerte está echada! 
¡El cambio es urgente! 
¡Cambiemos yáaaaaa!