miércoles, 16 de junio de 2010

APUNTES DE GERENCIA FAMILIAR.

“La familia es la raíz que nutre y sostiene el árbol social”.
La familia es la primera célula de sociedad pero es una institución, la más antigua de la humanidad por cierto. Ha evolucionado con los cambios al ritmo del desarrollo socioeconómico de los pueblos. Existen modelos familiares con mayor o menor peso dependiendo del hemisferio de que se trate. Una cosa es la familia en oriente y otra en occidente pero en cualquier lugar la función es la misma: servir de soporte a la sociedad.

La evolución de la familia ha recorrido un largo camino que aún no concluye. Desde las sociedades primitivas hasta nuestros días la familia ha sido y es el núcleo de la organización social. Es en ella donde se forjan los principios y se labran los valores que orientan la estructura familiar. De ahí que la unidad familiar sea indispensable para el sostén de la sociedad. De su salud depende el éxito y desarrollo de sus integrantes.

Aunque se han derramado torrentes de tintas para teorizar acerca de la familia y su importancia siempre hay perspectivas novedosas para analizar el tema. Aquí se introduce una forma de abordaje que parte de los fundamentos de la familia como institución. Este enfoque permite aplicar procedimientos y técnicas administrativas que corresponden los modelos de gestión empresarial.

Ver a la familia como, lo que es, una institución en todo el sentido de la palabra. Hablar de gerencia en el entorno familiar es fundamental y determinante para comprender el complejo mundo que nos ha tocado vivir. Los postulados teóricos y prácticos de la gerencia pueden aplicarse perfectamente a la dirección y conducción de la familia, cualquiera que sea su modelo.

Ya lo dijo Confucio, el famoso sabio chino, que quien era incapaz de gestionar adecuadamente la familia estaba inhabilitado para dirigir una institución. Este postulado describe en toda su magnitud la importancia de la familia en la formación de los sujetos. Entonces hay que cuidar la familia como el tesoro más preciado. De ahí salen los liderazgos que moverán y trasformarán a la sociedad.

Los avances socioculturales de los pueblos se gestan en la familia. Es en su seno donde crecen los hombres y mujeres que luego conforman los liderazgos que dirigen a los pueblos, ya sean en el orden político, social, empresarial, gremial, sindical o religioso. Como bien ha dicho Amartya Sen “las capacidades de que disfrutan los adultos están profundamente condicionadas a su experiencia como niños”. Esas experiencias previas y saberes primarios se adquieren, florecen y se desarrollan predominantemente en el seno familiar.

Así como se han desarrollado teorías, métodos, mecanismo e instrumentos para mejorar la gerencia social, gerencia política o empresarial, administrativa, éstos se pueden aplicar a la familia. Ya que él entorno familiar como el institucional tienen amplias similitudes y requieren de habilidades y capacidades especiales para conducirlos con éxitos.

Si las bases de la institucionalidad familiar se han deteriorado es pertinente avanzar hacia la definición líneas de abordajes que contribuyan a elevar la calidad de la gestión familiar. De ahí la pertinencia de establecer nortes para analizar y fortalecer el entorno familiar e impactar en el resto de la sociedad.

Mejorar la gestión familiar es un desafío que nos obliga a replantear nuestros comportamientos y estilos de dirección, así como reorientar los roles de los integrantes del equipo familiar. El futuro descansa en la fortaleza de las instituciones y la familia es el motor para generar los cambios.


Fabián Díaz Casado.
16 de junio 2010.

sábado, 12 de junio de 2010

GRITEMOS QUE GRITAR LIBERA.

"No hay noche que no amanezca ni plazo que no se cumpla". FDC.

De los desperdicios del consumismo se puede obtener el abono que alimente las cosechas y regenere el deteriorado entorno natural. Sólo falta tiempo y ambiente propicio para que la acción de las lombrices y los demás microorganismo descomponedores hagan su trabajo. Así de la descomposición social y de la falta de esperanzas saldrán los insumos para transformara la sociedad. De ahí saldrán los hombres y mujeres que se requiere para avanzar. Sólo falta el grito rebelde contra la injusticia y el engaño que nos arropa.

John Holloway nos invita a gritar sin temor en su obra “Cambiar el Mundo sin Tomar el Poder”. El grito liberador vendrá y entonces hay de aquellos que tuvieron oídos para oir y no oyeron. Hay que gritar y gritar con fuerzas para que el eco llegue al corazón mismo de los pueblos y cortar las amarras que le atan al conformismo. Se grita de júbilo, de impotencia, de dolor; se grita por cualquier cosa pero el grito del pueblo es un grito de indignación, de rabia, de furia contenida, es un grito que clama justicia, es un grito por la libertad es un grito por la justicia.

Es un grito de optimismo y esperanza. Es un grito patriótico. Es un grito de parto difícil. De parto doloroso pero de parto. Es un llamado a la acción contra un mundo ficticio, contra la mentira, la corrupción, la impunidad, la complicidad general, el borrón y cuenta nueva. Un grito por la respeto a la vida y la dignidad humana.

Hemos gritado y gritaremos siempre contra la exclusión, la marginación social, la manipulación y la desinformación. Gritamos contra el consumismo, contra “genocidio medioambiental”, gritemos contra el analfabetismo educativo, cívico, político y social. Gritemos contra la explotación, el saqueo el entreguismo y la falta de honestidad de nuestros gobiernos. Gritamos contra el desinterés y la inversión de valores, contra el doble discurso, contra la irresponsabilidad de gobernantes y gobernados.

Gritemos fuerte contra los delitos de cuello blanco, el crimen organizado, el narcotráfico, el tráfico de personas y la violación a los derechos fundamentales. Gritemos con rabia contra el entreguismo de nuestros gobernantes, contra el irrespeto a la dignidad humana, contra el clientelismo, el asistencialismo y patrimonialismo.

“El grito es bidimensional: no es sólo un grito de rabia sino también un grito de esperanza. Y no la esperanza en la salvación divina. Es una esperanza activa, la esperanza de que podemos cambiar las cosas, es un grito de rechazo activo, un grito que apertura al hacer”, (J. Holloway 2002).

Gritemos como gritaron nuestros heroicos aborígenes Canoabo, Tupac Amaru, Enrriquillo, Guarionex, Anacaona. Gritemos como Lemba, Montoro y Diego de Ocampo, Los Trinitarios, Andrés Sánchez, como Luperón y los Restauradores, Duvergé, etc. etc. en Quisqueya. Gritemos como Tiradentes en Brasil como Bolívar en América. Continuemos gritando como el Ché como Tanía y sigamos gritando con Sandino, Fonseca, Massetti, Salvador Allende, Víctor Jara y Lovertoure.

Gritemos como gritaron siempre Maximiliano Gómez, Gregorio García Castro, Orlando y Edmundo Martínez, Amín Abel, Oto Morales, Henry Segarra Guido y Sagrario Díaz, Frorinda Soriano, las hermanas Mirabal, Manolo Tabares, Polo Rodríguez, Juan Miguel Román, Orlando Mazara y Manfredo Casado Villar, Narciso y Lalito González, Rafael Ortiz y Salvador Then y otros tantos.

Unamos nuestros gritos para recordar las “Estrellas de las Fuerzas Armadas Dominicanas”: Coronel Rafael Tomás Fernández, Domínguez, Juan María Lora Hernández, Juan Ramón Montes Arache, Peña Taveraz, Hernando Ramírez y Héctor Lachapell Díaz apoyado por una larga listas de oficiales medios y alistados. ¡Que se escuche fuerte el grito de Independencia, de Capotillo, de Manaclas, de Abril y Caracoles!

Gritemos enérgicamente e invitemos a otros a gritar contra la guerra, los abusos de las cúpulas, el racismo, la tortura que degrada la condición humana, la represión, la intolerancia y la violencia. Hagamos del grito una herramienta para combatir el adormecimiento y la inercia de la sociedad “moderna”. Una palanca para mover la pesada roca del individualismo que neutraliza el progreso colectivo.

Levantemos nuestros gritos a favor de la solidaridad, la fraternidad, la igualdad y la hermandad de los pueblos. Gritemos para que se imponga el imperio del amor sobre el egoísmo. Transformemos nuestros gritos en un himno popular que reivindique la fuerza trasformadora de la verdad, la capacidad liberadora de educación.

Gritemos en suma contra la pobreza y sus perversas consecuencias. Anunciemos con nuestros gritos el nacimiento de mundo nuevo como lo hace el recién nacido. Necesitamos muchos gritos. Unamos nuestros gritos en coro de voces que remueva los cimientos de la injusticia social, la indiferencia, la irresponsabilidad y contra la explotación de la niñez.

Gritemos por un mundo verdaderamente humano, éticamente responsable y ecológicamente habitable. Gritemos contra el dogmatismo, el fanatismo y la degradación de condición humana. Construyamos con nuestros gritos una canción hacedores de personas de sujetos consientes, comprometidos y honestos.

¡Bienvenidos al concierto del grito! Gritar es posible y necesario. Unámonos en un gran grito. Sólo los pueblos que gritan se liberan del yugo de la opresión y la ignorancia. Gritemos como si los demás fueran sordos por que con nuestros gritos destaparemos sus oídos y haremos que escuchen el gritar desentonado de sus semejantes.

Fabián Díaz Casado.
11 de junio de 2010.

domingo, 6 de junio de 2010

JUVENTUD EN PERSPECTIVA.

“¡Oh juventud! Digno pregón del porvenir, la humanidad entera espera por ti”. Manuel Jiménez.
La juventud dominicana y la ocoeña como parte de ésta, busca ansiosamente espacios donde canalizar sus energías, y como hacerse mas productiva. Para esto necesitamos desarrollar e incentivar el ejercicio de la ciudadanía activa y este debe ser el rol de las instituciones responsables de implantar los programas y proyectos dirigidos a mejorar las difíciles condiciones en las que se desenvuelven los/as jóvenes de nuestra laboriosa provincia.

El ejercicio de la ciudadanía involucra una gran cantidad de prácticas que la juventud puede y debe ejercer, las cuales trascienden las responsabilidades y el derecho de elegir a los gobernantes democráticos por medio del voto. Supone también poder participar activamente en las entidades comunitarias de todo tipo, en interrelacionarse con otras personas y transformarse en sujetos de plenos derechos.

Entre los desafíos prioritarios que se presentan ante las sociedades del continente americano se destaca la problemática de los adolescentes y los jóvenes. Debemos asumir que los jóvenes no son parte del problema de nuestras sociedades, constituyen parte de la solución a los graves problemas que estamos enfrentando, en su calidad de actores estratégicos del desarrollo. En la sociedad del conocimiento deberán ser los portadores del cambio y la modernización social.

Pero para ello se requiere desarrollar las capacidades necesarias para enfrentar los retos y desafíos de la llamada sociedad moderna. ¿Como pedirle a un joven de una comunidad rural donde los estándares de vida corresponden al feudalismo a épocas anteriores que asimile los conceptos de globalización, gobierno electrónico, mecatrónica o cualquier otro tipo de tecnología de punta?

Hay que recordar que esa capacidad emprendedora no surge espontáneamente de la "nada"; requiere, entre otros insumos, el empoderamiento de la ciudadanía, en una interrelación de todos los estamentos entre sí, vertical - horizontal, público - privada. Crear las condiciones para que la equidad y la igualdad de oportunidades sea posible entre la juventud dominicana y especialmente la juventud de la provincia de San José de Ocoa.

Es necesario afrontar la realidad con responsabilidad, sin demagogia y con un alto grado de sensibilidad social, nuestra juventud está sin horizonte y esto la conduce a derroteros inmerecidos: delincuencia, desempleo, embarazos temprano y desintegración familiar, desesperanza y pérdida de fé ¿Qué se espera para actuar?

Las instituciones locales pueden contribuir con este objetivo, pero el Estado tiene que poner su parte. El rol de los municipios es fundamental, promoviendo la construcción de redes interinstitucionales útiles a sus objetivos de desarrollo; la autonomía municipal no debe tener un carácter exclusivamente declamativo, es necesario asumirla y operar técnicamente tendiendo a la mejora en las condiciones de vida de la población, la generación de empleo genuino y el respeto por el medio ambiente. Es necesario realizar un diagnóstico y un plan de acción para poder implantar políticas públicas adecuadas, que permitan superar la vergonzosa situación que hoy padece la juventud ocoeña.

Este proceso atraviesa la totalidad del entramado social, ajustándose asimismo el sistema institucional. Se trata, por tanto, de una reestructuración social - económico – productiva y política, que requiere ser pensada y analizada por los que diseñan e implantan las políticas públicas. Hay datos que indican que en América Latina persistirá el elevado porcentaje de menores de 24 años (actualmente representando más del 50% de la población) junto a la segmentación social con extrema pobreza (39% de los habitantes actuales están por debajo de la línea de pobreza). El bajo ritmo de crecimiento del empleo formal y asalariado hace necesaria la consideración de otras alternativas.

Recurrimos pues a la capacidad de resiliencia de la juventud ocoeña para superar o por lo menos enfrentar con posibilidades de éxito la difícil tarea de construir una sociedad justa y solidaria. La resiliencia es entendida como la capacidad del individuo para hacer las cosas bien, pese a circunstancias adversas, implicando una suerte de resistencia y una facultad de construcción positiva. O de otro modo, es la capacidad de una persona, de una familia o de un grupo social de desarrollarse positivamente, a pesar de las condiciones de vida difíciles y esto de manera socialmente aceptable.

Hay problemas de acceso a la educación, la formación y a la capacitación de buena calidad, lo que implica escasas posibilidades de obtener un trabajo digno y estable. En estos pueblos el motoconcho se ha convertido en un aliciente para la juventud, sobre todo para los varones jóvenes, que provienen generalmente de la zona rural cuya situación es indescriptible.

Está claro que en provincia como la nuestra, es determinante colectivizar la capacidad emprendedora de la juventud propiamente dicha y la de los que piensan como tales, por tanto hay que realizar un profundo trabajo en el contexto socioeconómico y político, ya que la juventud se encuentra entre los grupos más vulnerables a la delincuencia, la drogadicción y el pandillerismo. Esto así porque los niveles de exclusión impiden a la mayoría marginada y excluida entrar al grupo privilegiado de los ingresan y concluyen los estudios universitarios, que son menos del 3% de la población.

Tenemos y necesitamos jóvenes que asuman los nuevos valores del desarrollo, que enfrenten con gallardía la desinformación, el simbolismo y la inversión de valores que se promueve a través de los medios de comunicación. Un ciudadano emprendedor saca conclusiones de la realidad, por medio de la observación prolongada y la práctica cotidiana, identifica una problemática, innova, con soluciones aplicables al contexto específico donde trabaja, pero previamente necesita las herramientas conceptuales que le permitan conseguir el trabajo.

El desafío del país en general y nuestra provincia, en particular es crear mecanismos y dispositivos que promuevan el surgimiento de entes capaces de imaginar escenarios sociales, políticos, culturales y económicos que mejoren las condiciones de vida de la sociedad. Son precisamente los jóvenes, los llamados a gestar nuevas oportunidades, generar cambios y, en definitiva, promover el desarrollo integral de los pueblos.

Aspiro que estas líneas contribuyan a movilizar la acción de los responsables del manejo de la cosa pública y que entiendan que si no ponen atención a la juventud, sobre todo a los más marginados y excluidos, darán razón a quienes opinan que el Estado dominicano es o se dirige hacia un Estado fallido. La juventud no puede ser un objeto de campaña sino un actor clave en el desarrollo del país. Las acciones tienen que ser urgentes, coherentes y contundente. Es antitético permanecer indiferente ante el creciente deterioro moral de la juventud fruto de la exclusión, la marginalidad y la pobreza.

Fabián Díaz Casado.
17 de agosto de 2005.