miércoles, 24 de abril de 2024

LA REVOLUCIÓN DE ABRIL: 59 AÑOS DESPUÉS.

El pueblo que no reconoce el sacrificio de sus héroes y heroínas, que no valora sus aportes ni honra su legado; pasa de ser ingrato a ser traidor.

El 24 de abril de 1965 es una fecha de alto valor histórico en la evolución de la historia política del pueblo dominicano. Ese día inició la lucha por la restauración de la constitucionalidad, mediante la insurrección popular orientada a romper la férrea represión impuesta por los golpistas que derrocaron el gobierno democráticamente electo del Prof. Juan Bosch y el Partido Revolucionario Dominicano, PRD.

En plena “Guerra Fría” y en medio de un convulso panorama internacional, permeado por las tensiones ideológicas entre la Unión de República Soviéticas y los Estados Unidos de Norteamérica, el neotrujillismo se recomponía y la reacción se acentuaba, luego de un golpe artero a la naciente democracia dominicana. Los verdugos, represivos, corruptos y entreguistas del Triunvirato encabezado por Donald Reid Cabral, imponían el terror y la corrupción.

El pueblo dominicano estafado y burlado por los golpistas del 23 de septiembre de 1963 rompió las cadenas y echó a caminar la máquina de la historia. El pueblo valiente no podía aceptar pasivamente el golpe de Estado planeado y ejecutado por la oligarquía, las cúpulas empresariales, económicas, militares, religiosas y los Estados Unidos.

Tras el derrocamiento del primer ensayo democrático y el descabezamiento del tenebroso régimen de Los Trujillo, el país entró en un proceso de democratización que espantó a los sectores reaccionarios. Derrocado y expulsado del país, el profesor Juan Bosch es enviado al exilio y desde allá emprendió una campaña de reclamos diplomáticos, sin lograr los resultados esperados. Sin embargo, en el país, el pueblo se organizaba en diversos espacios para combatir el gobierno golpista.

Las fuerzas reaccionarias, asociadas y asesoradas por los norteamericanos persiguieron tenazmente a los opositores con el objetivo de impedir que las fuerzas democráticas y revolucionarias articularan una respuesta a su perverso accionar.  El pueblo se preparó para enfrentar la embestida golpista y luchar para recuperar el proyecto plasmado en la Constitución de 1963.

En ese contexto, las fuerzas liberales y revolucionarias luchaban contra las políticas entreguistas y perversas del Triunvirato. El Movimiento Revolucionario 14 de junio, encabezado por el Dr. Manuel Aurelio Tabares Justo se levantó en armas, apenas 2 meses después del golpe de Estado. Instalaron varios focos guerrilleros. La guerrilla no tuvo éxito y sus integrantes fueron fusilados en su mayoría, incluido su líder máximo, pero la lucha continuó.

La represión era constante durante el gobierno de El Triunvirato. Es así como militares de orientación democrática y vocación patriótica crearon El Movimiento Enriquillo, liderado por los militares de vocación democráticas, entre los que se destacaban Rafael Tomas Fernández Domínguez, Francisco Alberto Caamaño Deñó, Hernando Ramirez, Manuel Ramón Montes Arache, Lachapelle Díaz y Juan María Lora Fernández. Ellos junto al liderazgo revolucionario y liberal asumieron la vanguardia de la lucha contra el invasor y el lacayaje criollo.

Lo que vino luego fue una epopeya patriótica que removió los cimientos del patriotismo nacional y levantó el velo a traidores y lacayos. Honrosas páginas de glorias se escribieron entre abril y julio de 1965 cuando el pueblo en armas combatió a fuerzas inmensamente superiores. Desde “Las Trincheras del Honor”, el pueblo dominicano encaró con coraje el ultraje imperialista la soberanía nacional.

Los esfuerzos del pueblo por zafarse del terror impuesto por los golpistas y sus socios yanquis continuaron. Organizaciones estudiantiles, sindicales y partidos políticos organizaron grandes protestas exigiendo la vuelta a la constitucionalidad. A partir de entonces, la lucha no se detuvo hasta que el 24 de abril, estalló la insurrección popular que dio inició la guerra de abril que luego se transformó en Guerra Patria tras la intervención de las tropas yanquis el 28 del mismo mes.

Los yanquis, que ya tenían serios problemas en Vietnam, alegaban que no aceptarían otra Cuba en el Caribe” y bajo esa excusa ejecutaron una invasión militar para evitar la derrota de las tropas de San Isidro. Las alarmas se dispararon cuando luego de la derrota infligida por los constitucionalistas a las fuerzas reaccionarias.

En las calles de Santo Domingo, especialmente en barrios de la zona norte y Ciudad Nueva se libraron combates dignos de un pueblo valiente y decidido a defender su soberanía y la dignidad. Los traidores, anclados en San Isidro y otros recintos militares bombardearon puntos estratégicos matando a inocentes civiles. El pueblo exige armas a los comandantes constitucionalistas, se organiza la lucha armada y se crea la Academia Militar Constitucionalista para entrenar a los combatientes; así como para afinar las tácticas y las estrategias que le permitieran enfrentar y resistir la embestida golpista.  

Primero contra los golpistas, lacayos y traidores; luego contra los imperialistas yanquis y sus socios. El pueblo no escatimó esfuerzos ni midió sacrificios. Enfrentó con decisión y valentía a las tropas golpistas. Memorable fueron las batallas del Puente Duarte y la del Hotel Matún; así como la heroica resistencia de los constitucionalistas en la zona norte y en Ciudad Nueva.

Las fuerzas constitucionalistas se organizaron en unidades denominadas "Comandos", integradas y dirigidas por combatientes, civiles y militares constitucionalistas. Tenían funciones tácticas y estratégicas; así como de orden público en su área de influencia. Eran autogestionarias y ejecutaban las acciones bélicas planificadas y ordenadas por el alto mando constitucionalista. Desarrollaron un papel preponderante en cada uno de los sectores en los que se dividió la zona de combate.

Tras la instalación del gobierno constitucionalista encabezado por el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, quien dirigió al pueblo en su lucha por la vuelta a la constitucionalidad sin elecciones, los norteamericanos intervinieron directamente con más de 40 mil tropas para apoyar a los golpistas. De su lado, los golpistas crearon el “gobierno de reconstrucción nacional”, encabezado por el general Antonio Imbert Barreras y apoyado por los interventores, la Organización de Estados Americanos, OEA y sus socios.

Durante los combates, las bajas fueron altas, pero el pueblo no cejó ni desmayó en su lucha por reconquistar el poder ganado en las elecciones de diciembre de 1962. Aunque las acciones se concentraron en Santo Domingo, los esfuerzos por extender la revolución a otros pueblos tenían gran apoyo. Heroica fue la resistencia de los valientes que se enfrentaron a las tropas del Centro de Enseñanzas de las Fuerzas Armadas y los estadounidenses en la zona norte, dirigidas por el general golpista Elías Wessin y Wessin.

La Guerra de Abril de 1965 ratificó la vocación libertaria y la voluntad inquebrantable de ser libres, independientes y soberanos como establecieron los fundadores de la República en el Juramento Trinitario de 1938 y el Manifiesto del 16 de enero de 1844. Los constitucionalistas interpretaron fielmente el pensamiento de quienes lucharon contra la anexión a España. Los militares constitucionalistas, junto al liderazgo popular, revolucionario y liberal enfrentaron con gallardía a la alevosa invasión yanqui.

Luego de meses de guerra, resistencia y represión, la necesidad de detener las acciones bélicas y poner fin a la ocupación, la diplomacia logró abrir una ventana para la firma de los acuerdos de paz. La Fuerza Interamericana de Paz, el brazo legitimador de la ocupación yanqui y el Gobierno de Reconstrucción Nacional y el Gobierno Constitucionalista firman el Acta Institucional donde se pautaron los acuerdos para la instalación del gobierno provisional que preparara elecciones.

Se acordó la salida del país de gran parte del liderazgo constitucionalista con funciones diplomáticas y el gobierno encabezado por Héctor García Godoy, con el país invadido por los yanquis y bajo el asedio de constantes huelgas, organizó unas elecciones amañadas que llevó al Dr. Joaquín Balaguer al poder el 1 de julio de 1966. El Partido Revolucionario Dominicano, cometió el error de postular al derrocado presidente Juan Bosch y a Don Antonio Guzmán para competir en los comicios.

A 59 años del inicio de la guerra de abril, la República Dominicana continúa buscando su camino como escribió el bravo combatiente constitucionalista y connotado líder estudiantil Amin Abel Hasbún en su obra inconclusa "América Latina Busca su Camino". La resistencia popular armada ante la embestida reaccionaria y la entrega de los militares constitucionalista puso en jaque a las fuerzas reaccionarias encabezadas por Imbert Barreras, Elías Wessin y Wessin y sus secuaces.

Honor a la memoria de quienes protagonizaron las acciones bélicas iniciadas en abril de 1965. Mención especial para las mujeres, los jóvenes revolucionarios y los militares constitucionalistas.

Que la historia juzgue a quienes traicionaron a su pueblo. Aquellos que cercenando las alas de la naciente democracia se colocaron del lado equivocado de la historia.

¡Honrar, honra!

miércoles, 21 de febrero de 2024

REFLEXIONES SOBRE LAS ELECCIONES MUNICIPALES DE FEBRERO 2024.

Las elecciones celebradas el domingo 18 de febrero en República Dominicana fue un ejercicio cívico que concluyó con relativa tranquilidad. El civismo exhibido por la población contrasta con el comportamiento de dirigentes de organizaciones políticas que se dieron a la tarea de cometer diversos delitos electorales que atentan contra el derecho a elegir libre y secretamente.

No obstante, el comportamiento ejemplar de la mayoría de los electores, el clientelismo hizo galas de sus peores atributos en los entornos de los recintos electorales. Instalación de carpas, proselitismo, compra de cédulas, reparto de dinero y presión para ejercer el voto, enturbiaron el certamen. Aunque la institucionalidad política ha evitado complicaciones mayores, quedan los recuerdos del frustrado proceso electoral de febrero 2020.

La suspensión de las elecciones municipales en febrero del 2020, donde tras comprobarse fallas, aun no aclaradas, en las máquinas que se utilizan en procesos comiciales automatizados, queda como “mancha indeleble” en la memoria de quienes apuestan a la institucionalidad y a la transformación de la democracia formal electoralista en democracia funcional de base popular.

Un elemento altamente preocupante para la institucionalidad democrática es el bajo nivel de participación de la gente en los comicios. Los niveles de abstención, tradicionalmente altos para elecciones municipales, superaron todos los parámetros y rondaron el 60% del padrón total de electores. Eso es una clarinada que debe despertar la conciencia colectiva y al liderazgo de las organizaciones políticas.

¿Cómo explicar los altos niveles de abstención electoral en elecciones municipales y qué hacer para incentivar la participación de la gente? Las respuestas a estas interrogantes deben ir acompañadas de acciones concretas. Prestar atención al desencanto de la gente con el sistema democrático y el rechazo a prácticas perversas evidenciadas a lo largo del proceso comicial es obligación de todos los sectores involucrados en el certamen.

La abstención razonada es una decisión personal, pero si un proceso donde se escogen cerca de 4 mil candidatos, más de 30 organizaciones políticas con un padrón superior a los 8 millones de electores, restando los empadronados en el exterior, solo vota menos de la mitad, la cuestión es para preocuparse y repensar las estrategias de motivación, información y orientación sobre el proceso, las propuestas y el valor cívico de un proceso electoral. Las razones de cada elector para votar o no votar es una decisión emocional, especialmente en quienes no son militantes de organizaciones políticas.

En primer lugar, hay que valorar la incursión de una gran cantidad de jóvenes que postularon a candidaturas por diversas fuerzas políticas que participaron en la contienda. Lo mas probable, eso evitó que la concurrencia sea más baja de la que hubo. No obstante, muchos de esos jóvenes han dejado ver su descontento en redes sociales y otros medios. Algunos entienden que fueron utilizado como contrapeso, a pesar de que el voto preferencial, le abría posibilidades favorables.

Los elevados niveles de abstención en elecciones municipales invitan al liderazgo político, a las organizaciones políticas y a la Junta Central Electoral a reflexionar sobre la pertinencia de la división y altos costos de las elecciones. Hay quienes lo asumen como algo normal, pero la realidad es que las características del subsistema de partidos, el financiamiento público de las organizaciones políticas y la alta inversión en propagandas, sumado a lo que gasta el organismo de comicios en el montaje de las elecciones, indica que algo anda mal y es imperativo encontrarlo y superarlo para apuntalar el desarrollo del sistema político y el afianzamiento de la institucionalidad democrática.

Las causas pueden ser diversas y complejas, pero no se puede negar la apatía de la gente y el acentuado clientelismo que se ha impuesto. Esa combinación erosiona y debilita las bases de la institucionalidad democrática. El liderazgo político, quienes aspiren a cargos electivos y la Junta Central Electoral tienen la responsabilidad de organizar elecciones diáfanas y respetar los resultados.

“La cifra de electores que se abstuvieron, supera por mucho el porcentaje de 2020, 44.71% y para ilustrar parcialmente con números de la JCE, en Santiago de los Caballeros, segunda plaza electoral decisiva, la abstención se situó en el 70%”. https://elnuevodiario.com.do/abstencion-en-municipales-2024-una-advertencia-para-el-prm-y-la-oposicion/  

La Junta Central Electoral tiene la obligación de exigir a las organizaciones políticas mayor transparencia y probidad en la gestión de los recursos que recibe; así como las fuentes de origen de los mismo. Además, tiene la obligación de depurar las candidaturas presentadas por las organizaciones políticas. Para incentivar la participación política de la gente se debe exigir el cumplimiento de las normas y procedimientos instituidos.

Lo anterior se suma a las responsabilidades que tiene el organismo electoral para gestionar el montaje de los procesos electorales. No es tarea fácil, pero tienen que cumplir los mandatos y garantizar que las elecciones se desarrollen en armonía, transparencia y organizada.

La cultura clientelista que prima en este tipo de proceso corroe las bases de la institucionalidad democrática y aleja a gente que puede aportar con sus capacidades al desarrollo político dominicano. El ejercicio de los derechos políticos es un requisito fundamental para legitimar los procesos comiciales, pero deben desarrollarse dentro de los parámetros establecidos en la normativa que rige el sistema político dominicano.

Ganadores y perdedores, junto al órgano rector del subsistema político deben evaluar el proceso, sacar lecciones y aplicar los correctivos que se requieran para preservar y fortalecer la democracia. No es momento de vanagloriarse ni de lamentarse o de justificar la abstención y ridiculizar a quienes perdieron. Es tiempo de trabajar para hacer de la política una actividad que atraiga a gente noble, honesta, trabajadora, preparada y comprometida con el desarrollo inclusivo del pueblo dominicano.

La apatía de la gente para ir a votar encuentra razones en la conducta del liderazgo político dominicano, que, permeado por el caudillismo, el mesianismo y el individualismo luce estancado en prácticas políticas asistencialistas y clientelistas. Eso se suma a la acentuada corrupción política que afecta a gran parte de ese liderazgo y a la falta de transparencia en las organizaciones políticas.

Un sistema político donde predomine la abstención es inaceptable, máxime en un país donde el Estado hace grandes inversiones en las organizaciones políticas y el montaje de los procesos electorales. Además, las organizaciones políticas y los candidatos que postulan despliegan una diversa y costosa propaganda. Esos elementos debieran incentivar la participación de la gente, pero la realidad es la que se evidenció en las elecciones municipales recién finalizada.

La democracia, en cualquiera de sus modalidades, exige participación activa de la gente, contrapesos e instituciones políticas comprometidas con la honestidad, la transparencia y el desarrollo con justicia social. La nuestra, queda a deber mucho, y es tiempo de reflexionar y actuar al respecto. Es sabido, que la democracia dominicana adolece de vicios que generan desencanto. Uno de esos vicios es la corrupción política, que, como concepto amplio, tiene diversas expresiones que se combinan para pervertir la cultura política.

La acentuada y creciente abstención en procesos electorales municipales deben movilizar al liderazgo político a reinventar su accionar y a revisar su conducta. La falta de propuestas concretas, sumado al desconocimiento de las funciones básicas de la administración pública municipal retan a esas entidades y les obligan a buscar soluciones. Si aspirantes y dirigentes no pueden explicar las propuestas que pretenden realizar o carecen de estas, la gente se desmotiva. De ahí la importancia de trabajar en la formación de la gente.

Negar el impacto del clientelismo, el oportunismo y el transfuguismo en la conciencia del electorado no ayuda. Para superar un mal hay que reconocer su existencia. Voltear la cara ante una realidad tan convincente, solo agravará la desconfianza de la gente en la democracia y en las capacidades del sistema político para procesar las demandas del electorado en particular y de la sociedad dominicana en general.

La renovación de la política pasa por la reorganización e institucionalización del sistema político-electoral, pero, sobre todo, por el adecentamiento de prácticas contrarias a la esencia de la política. La corrupción política está claramente documentada y anida en todos los espacios, aprovechando la discrecionalidad, la opacidad y el secretismo con que se manejan las organizaciones políticas.

La percepción de que la corrupción política es recurrente y se incrementa en el país queda evidenciado en estudios relevantes como “el informe de la Encuesta Barómetro de Las Américas, República Dominicana 2023: “Tomándole el pulso a la Democracia", realizada entre el 17 de abril y el 3 de junio de 2023, y es un seguimiento de las encuestas realizadas en República Dominicana desde 2004. El trabajo de campo fue realizado por CID Gallup en nombre de LAPOP, con financiamiento de Vanderbilt University, USAID y el Banco Interamericano de Desarrollo”. Para mayores detalles sobre este estudio vea el siguiente enlace: https://acento.com.do/actualidad/barometro-de-las-americas-la-economia-repite-como-el-principal-problema-de-los-dominicanos-9306464.html

Independientemente de los vicios observados durante el proceso comicial, todos los esfuerzos que se hagan para incentivar la participación de la gente en las elecciones y generar confianza en la democracia es una inversión estratégica para la institucionalidad democrática. Si unificar las elecciones contribuye a incrementar la participación y abaratar los procesos comiciales, se debe abordar la cuestión con la madurez que exige el contexto político dominicano.

Las elecciones son el mecanismo ideal para la renovación del liderazgo municipal y su realización es fundamental para el fortalecimiento de la institucionalidad democrática. Es la oportunidad que tienen los munícipes para premiar o castigar en las urnas las realizaciones o fallas de sus autoridades, especialmente en países donde no existe la revocatoria de mandato. Claro, eso exige que la ciudadanía participe informada y activamente en los espacios de toma de decisiones. 

Sin entrar en mayores detalles, dado el carácter exploratorio y la brevedad de la reflexión sobre la abstención en las elecciones municipales, queda pendiente el análisis ponderado sobre la evolución del abstencionismo en República Dominicana. Por el momento, conviene trabajar en las líneas siguientes:

Para contrarrestar la creciente abstención en República Dominicana y mitigar la apatía de sectores de clase media alta y media media en la política.

Tanto la Junta Central Electoral como las organizaciones políticas deben crear nuevas formas de promover sus aspiraciones, privilegiando la organización de debates.

Trabajar ardua y coordinadamente en la superación del analfabetismo cívico y político que afecta a gran parte de la población dominicana.

Establecer perfiles mínimos para postular a cargos electivos y transparentar los procesos internos de las organizaciones políticas para la escogencia de candidaturas para evitar la vulneración de los derechos de los miembros.

Establecer correctivos para contrarrestar el transfuguismo y garantizar los derechos adquiridos de miembros y militantes de las organizaciones políticas.

Organizaciones políticas y Junta Central Electoral deben trabajar para sancionar los delitos electorales que se cometen antes y durante el proceso de votación.
Unificar las elecciones y automatizar el proceso de votación puede ser una salida. Eso abarataría el proceso y consitaría mayor apoyo de la ciudadanía.

Es necesario trabajar para superar la cultura clientelar que se evidencia en los procesos electoral y desarrollar estrategias para atraer a gente solvente ética y moralmente.

Fortalecer la Junta Central Electoral, dotándola de apoyos necesarios para que realice un trabajo a la altura de las exigencias de una democracia, que, como la dominicana, ha tendido un largo proceso de transición.

Las organizaciones políticas tienen que trabajar en la formación política de los liderazgos y su militancia para dotarlos de las capacidades que le ayuden a desempeñar un papel decoroso en la política.

La Junta Central Electoral tiene que hacer respetar las normativas que rigen el sistema político dominicano. Adicionalmente, debe depurar las candidaturas presentadas por las organizaciones políticas; así como diversificar y masificar las campañas de motivación.

En conclusión, las lecciones de las elecciones municipales son una clarinada. Si quienes salieron ganancioso en el proceso celebran su triunfo, pero saben que la baja votación deslegitima la democracia, aunque no existan umbrales mínimos para conquistar una curul. La invitación es buscar las causas de la abstención y establecer estrategias para superarlos.

¡Actúen ahora, mañana será muy tarde!.

jueves, 1 de febrero de 2024

COMPAÑEROS Y FAMILIARES RECUERDADN A MANFREDO CASADO VILLAR Y PROPONEN QUE EL PARQUE DE EL PINAR LLEVE SU NOMBRE.


"El pueblo que desconoce su historia, que ignora las hazañas y sacrificios de sus hijos e hijas o que es indiferente al legado que ha heredado, pasa de ser traidor a convertirse en vasallo".

El pasado viernes compartimos interesantes reflexiones en El Pinar sobre la lucha revolucionaria de Manfredo Casado Villar. Loable intento por rescatar la rica historia política de San José de Ocoa.

Cabe destacar la participación del Dr. Alexis Ortiz Read, Wilson Casado, los hermanos César y Miguel Peña Guerrero y Darío Tejeda, quienes en presencia de familiares, estudiantes, comunitarios y compañeros de lucha hicieron un recuento de las vivencias y testimonios de esa época de gloria en la lucha por la tierra, la libertad, la justicia social y la soberanía nacional.

Entre el selecto público que se dio cita al evento realizado en el salón principal de la Junta Municipal de El Pinar estuvo Magnolia Casado Villar, hermana de Los Casado Villar, quien sirvió de apoyo a Manfredo durante su asilo en la embajada mejicana.

La actividad fue organizada por el Colectivo Caracoles, la Fundación Caamaño y el Ateneo Ocoeño liderados por Nerys Soto Féliz Darío Tejeda, Luis Pujols y Luis Eduardo Diaz  como parte de la agenda de esas entidades por dar a conocer los aportes de quienes nos precedieron y rescatar la memoria histórica de la comunidad ocoeña.

San José de Ocoa es un pueblo con una rica historia política, ya que fue escenario de luchas por la tierra, la libertad, la justicia social y la soberanía nacional y eso hay que contarlo para que permanezca en la memoria colectiva de la gente. Desde tiempos remotos, Ocoa ha sido refugio de rebeldes, revolucionarios y patriotas que encuentran en sus montañas protección y apoyo para desarrollar acciones revolucionarias.

La lucha liderada por Manfredo Casado Villar es una página gloriosa en la historia política de San José de Ocoa que hay que rescatar, sistematizar y difundir. Honrado de haber participado en tan significativo acto, sobre todo, en tiempos donde la distracción politiquera impone su dinámica.

San José de Ocoa es un pueblo con sentido de la historia, que a pesar de la involución en que ha caído, conserva intacto el recuerdo y el sacrificio de sus hijos e hijas en la búsqueda de mejores condiciones de vida para su gente.

Manfredo Casado Villar, junto a su padre Porfirio y sus hermanos Manuel, Julio y Roberto, fue defensor de la soberanía nacional y la justicia social. El principal, entre los tantos ocoeños que consagraron su vida a luchar por el derecho a la tierra y la libertad del campesinado ocoeño. Es el referente, dado que su legado trascendió a su vida.

Fue perseguido durante décadas por organizar y participar activamente en la lucha por la tierra en Los Martinez y otras comunidades de San José de Ocoa. Combatió en la Guerra de Abril de 1965 por el retorno a la constitucionalidad sin elecciones y defendiendo la soberanía contra los invasores yanquis.

Logró asilo en la embajada de México en 1973, donde conoció al veterano guerrillero Claudio Caamaño Grullón, luego de que éste se asilara tras el fracaso militar de la Expedición de Playa Caracoles. Juntos hicieron planes para retomar la lucha armada, aprovechando la plataforma social construida por Manfredo en comunidades de San José de Ocoa.

Claudio logró un salvoconducto para salir del país, pero a Manfredo Casado Villar se le negó. Un año duró en la embajada mejicana asistido por su abnegada hermana Magnolia. Para obtener el salvoconducto tuvo que simular el secuestro de un hijo del embajador. Tras arduas negociaciones, una comisión de notables logró su salida del país con destino a Europa.

Tocó a Radhamés Gómez Pepín acompañarlo en su viaje al exilio. Luego de un tiempo en Francia y siguiendo lo cordado con Claudio llega a Cuba. En Cuba, Manfredo se prepara política y militarmente para la acción revolucionaria y la lucha armada. Iniciaron los preparativos y las coordinación de acciones para volver al país clandestinamente a enfrentar el balaguerato. Al grupo se unió Toribio Peña Jáquez, connotado combatiente de la Guerra de Abril y expedicionario de Playa Caracoles. De los planes que traían y de los apoyos locales que recibirían se sabe muy poco.

Finalmente llegan al país en los primeros días del mes de junio de 1975. Tras meses en las montañas de San Cristóbal y Ocoa, Claudio y Toribio son apresado. Manfredo siguió en las montañas y en una travesía sufrió una infortunada caída, rompiéndose una costilla y lesiones internas que dificultaban su movilidad.

Eso lo llevó a buscar protección diplomática en la embajada mejicana. En esa búsqueda es asistido por gente vinculada al Partido Revolucionario Dominicano, liderados por el Dr. José Francisco Peña Gómez. Convencido de que su acción revolucionaria comprometía su vida, Manfredo coordinó con su hermano Milcíades Casado Villar la gestión para entrar a la capital de la República.

Se hicieron los preparativos y acordaron traerlo a Santo Domingo y la encomienda recayó en dirigentes choferiles, acompañados de su hermano Milcíades. Los comisionados intentaron cumplir su tarea, pero a decir de muchos, fueron "vendidos" a las fuerzas policiales que comandaba el temible general Neit Rafael Nivar Seijas.

La tarde del 8 de octubre, el carro Chevrolet en que se dirigían a Santo Domingo es interceptado en el Puente Lucas Díaz, son tiroteado por una patrulla policial. Manfredo cae herido, es apresado y sus compañeros muertos. La trágica noticia recorre el país y empiezan las justificaciones del gobierno. Familiares, compañeros de lucha y amigos cuestionan a dirigentes políticos y autoridades por la traicionera emboscada policial.

Luego vino el montaje del fiscal actuante en el caso para justificar la ejecución sumaria de Manfredo Casado Villar en la fortaleza de San Cristóbal. Era el modus operandi de las fuerzas balagueristas: guerrillero apresado, guerrillero asesinado. Eso sucedió con Orlando Mazara, Amin Abel, Amaury Germán y sus compañeros; así como el coronel Caamaño, Lalane José, entre otros.

Muchos testimonios coinciden en que Manfredo Casado Villar fue traicionado y ejecutado, ya que al momento de su captura no portaba armas. Se afirma que fue ejecutado por esbirros del balaguerato luego de ser apresado luego de la emboscada policial próximo al puente Lucas Díaz.

Era cultura en los tenebroso 12 Años de Balaguer que al revolucionario que desafiara al régimen de terror impuesto por la Banda Colorá, la CIA y los servicios secreto fueran silenciado tan pronto se hiciera contacto con ellos. La historia está llena de víctimas del balaguerato.

Queda pendiente que una Comisión de la Verdad exija el esclarecimiento del hecho en que murieron Milcíades y Manfredo Casado Villar junto a sus compañeros de infortunio. De igual forma, se debe trabajar en la ubicación de sus restos y el esclarecimiento de los planes reales que traía el trío de valientes revolucionarios; así como los apoyos nacionales e internacionales conque contaron.

Bueno sería que se bautizara el Parque Central de El Pinar con el nombre Manfredo Casado Villar y se erigiera una estatua suya en el mismo. Esa es una forma de honrar la memoria a Manfredo, su familia y sus compañeros de lucha. Ese reconocimiento se sumaría a otras denominaciones en calles, escuelas, bibliotecas, carreteras, Etc.

Los méritos le sobran y la justeza de su lucha invita a reconocer a quienes sacrificaron sus vidas, seguridad y libertad en aras de la justicia social y la defensa de la soberanía nacional.

La lucha por la tierra y la libertad que encabezaron Los Casado Villar y sus compañeros sentaron precedentes en el país. Las nuevas generaciones tienen que conocer ese legado que hace parte de la memoria histórica de la familia ocoeña.

¡Honrar, honra!

martes, 23 de enero de 2024

CAOS, PERVERSIÓN Y DESENFRENO DURANTE FIESTAS PATRONALES DE SAN JOSE DE OCOA 2024.

Descripción general.

Las emblemáticas y tradicionales Fiestas Patronales de San José de Ocoa han perdido su esencia. De un espacio de reflexión y reencuentro, interacción política, religiosa, social y cultural; caracterizado por la organización y desarrollo de un conjunto de actividades dirigidas a enaltecer los valores cívicos y tradiciones culturales, han pasado a ser un insulto a la decencia y al buen vivir.

Regularmente se celebran en Municipios y Distritos Municipales y son organizada por la Iglesia Católica, ayuntamientos y otras instituciones que se nuclean en “El Comité de Fiestas Patronales”. Es decir, cuentan con apoyo y beneplácito de autoridades y la “bendición de Dios”, dado el motivo o excusa para su celebración. De ahí, que lo que suceda en las mismas, sea responsabilidad exclusiva de quienes organizan, auspician y patrocinan esas festividades.

Para esta reflexión tomaremos como referencia las festividades que organizan el ayuntamiento y la Iglesia Católica del 11 al 21 enero de cada año en honor a la “Virgen de Altagracia o Virgen María” en el municipio de San José de Ocoa. 

El declive moral es evidente y perturbador. A pesar de los esfuerzos y los reclamos de quienes apuestan a la superación de vicios como el alcoholismo, la drogadicción y el ensordecedor ruido que generan las numerosas Discos Light que instalan en los alrededores del Parque Libertad, el negocio, la francachela y el caos se combinan para mostrar lo peor de lo que somos como pueblo.

La versión que acaba de concluir ha dejado perturbado y confundido a mucha gente. El caótico panorama que se vivió invita a una reflexión profunda y responsable para detener la perversa tendencia que se ha ido imponiendo. Sectores vinculados a la propia Iglesia Católica hablan de que aquello era una versión moderna de la leyenda de Sodoma y Gomorra; otros lo asocian con cuestionados teteos que se organizan en otros lugares.

Las Fiestas Patronales: Una Tradición de base religiosa.

La tradición religiosa de San José de Ocoa tiene diversas manifestaciones que se combinan para conformar las creencias y la religiosidad popular que caracteriza a la comunidad ocoeña. Las Fiestas Patronales que organiza la Iglesia Católica en Municipios y Distritos Municipales, es una de ellas. La misma involucra a las principales autoridades, ya que, a pesar del auge de las iglesias protestantes y otras instituciones de fe, la Iglesia Católica mantiene la tradición de organizar las emblemáticas fiestas patronales.

Algo curioso, según los católicos, San José es el patrón del pueblo, pero las festividades son en honor a la “Virgen de Altagracia”. La tradición viene de lejos, y aunque ha perdido su esencia, quedan vestigios en grupos vinculados a la Iglesia Católica que organizan procesiones y otros eventos conexos a las celebraciones.

Durante 10 días, en nueve de los cuales se organizan las denominadas “novenas”, el municipio de San José de Ocoa, la parroquia San José, se convierte en un centro de peregrinación para los cristianos católicos. Entre misas, cánticos, oraciones y plegarias, los feligreses hacen todo tipo de pedidos a la “Virgen María”. 

Es tradición, que grupos, cada vez más reducidos de feligreses avanzan en procesión por carreteras entonando salves y otros cánticos propio del ámbito católico. Recorren largos trayectos para llegar a la Parroquia San José donde depositan ofrendas y elevan plegarias dando gracias o pidiendo la intercepción de la Virgen de Alta Gracia.

La parte religiosa de las Patronales Ocoeñas contrasta con el ruido ensordecedor emitido por potentes equipos de música instalado en el perímetro del parque, la bebentina continua, el alboroto y el asfixiante humo que desprenden hookahs, cigarrillos convencionales y electrónicos.

¿Mejores Fiestas Patronales del País?

La gente de San José de Ocoa, especialmente aquellas preocupadas por el desarrollo integral de la provincia y la preservación de ocoeñidad, ven con preocupación la involución acelerada de las tradicionales Fiestas Patronales. Algunos piensan que es tiempo de repensar los contenidos, la gestión y el enfoque de las festividades; otros se resisten, porque implicaría pérdida de ganancia para unos o de privilegios de otros. 

Se ha ido creando el mito de que las Fiestas Patronales de San José de Ocoa se han convertido en un referente, pero pocos explican en qué consiste esa bondad. Estas festividades se parecen más a un teteo que a unas festividades con sello religioso o cultural. Por tanto, no se pude decir que son el sello distintivo, de un pueblo, que como el ocoeño tiene tanto que mostrar.

Es importante reflexionar sobre las siguientes interrogantes con respecto a los “beneficios” de las Fiestas Patronales. ¿Buen negocio para quienes venden y gestionan espacios? ¿Ganancias para comerciantes y vendedores ambulantes? ¿Beneficios para las empresas que comercializan con bebidas alcohólicas, cigarrillos y otras sustancias?

Estas y otras preguntas exigen respuestas de las autoridades y el liderazgo involucrado, especialmente de quienes conforman el Comité de Fiestas Patronales, que es la entidad responsable de velar por el buen éxito de estas. Algunos consideran que “Son las mejores fiestas patronales del país”, según algunos, para otros, un insulto a la decencia y al buen vivir.

Lo cierto es que en durante el desarrollo de las Fiestas Patronales predomina un ambiente tenso, ruidoso y perturbador, caracterizado por el consumo generalizado de alcohol y otras sustancias perjudiciales para la salud. Gente de todas las edades es arrastrada por la delirante marea humana que se mueve a ritmo de música estridente, cuando es música y estruendosos gorjeos de reguetoneros o dembowseros.

De la esencia religiosa solo quedan vestigios que se recogen en la peregrinación de algunas personas que bajan en penitencia de los pueblos aledaños. Los tradicionales eventos deportivos y las actividades culturales, junto a las charlas, talleres, debates o seminarios quedan solapados o son relegados. 

Teteo y Desenfreno.

La música siempre ha estado presente en las Fiestas Patronales de San José de Ocoa. Claro, dentro de cierto orden y respetando los horarios de las actividades religiosas y culturales. Poco a poco se fue borrando ese sello y donde debiera primar el orden se ha impuesto el desorden, el caos y el desenfreno.

Durante los 10 días que duran las fiestas, el Parque Libertad se convierte en tierra de nadie. Es ahí donde se instala la tarima principal, justo frente al Palacio Municipal. Moverse en esa zona es difícil y el tránsito es imposible. Es un ambiente de teteo que supera, por la cantidad de personas involucradas, los vistos en cualquier otro lugar. 

Predomina un ambiente caótico y promiscuo que perturba la tranquilidad de la gente, genera inseguridad, anarquiza la ciudad, dificulta el tránsito y afecta las actividades que se desarrollan en la parroquia y lugares aledaño al Parque Libertad de San José de Ocoa.

Gente de todas las edades, pero especialmente jóvenes, adolescentes y no pocos niños se dan cita a presenciar las presentaciones artísticas patrocinadas por políticos y autoridades. Es perturbador ver el desenfreno de estos grupos etarios fumando hookah, consumiendo alcohol y vapeando. Es un panorama que invita a la reflexión de las familias, autoridades, instituciones de fe y medios de comunicación.

La gente habla de lo que se goza en esas festividades y las definen como “las mejores del país”, pero las características de estas no propician un ambiente sano. Mucha gente que visita al pueblo para esa época se encuentra con un escenario confuso. 

¿Qué puede esperarse de unos escenarios donde el consumo de alcohol, la música estridente y la francachela es auspiciado por las autoridades y la Iglesia Católica? Dirán muchos que esa no es la razón u objetivos de las Fiestas Patronales y yo lo comparto, pero lamentablemente, el curso que han tomado las mismas las hace parecer un teteo cualquiera, donde lo cultural, social y religioso pasa un tercer plano.

Irrespeto a las leyes y normas vigentes.

Aunque pocos hablan de reglas, normas o leyes dentro de las festividades se violan varias normas. La primera es la Ley de Medio Ambiente y Recursos Naturales, especialmente en lo que tiene que ver con los ruidos; otra es la que rige los ayuntamientos del país, dado que los mismos están llamado a velar por la salud de la gente.

Las autoridades ocoeñas juran cumplir y hacer cumplir las leyes, pero del dicho al hecho hay un largo trecho. Y se sabe que en los pueblos donde el liderazgo se coloca por encima de las normas no hay institucionalidad que funcione. Pervertir las normas sociales e incumplir ordenamiento jurídico vigente deja pocas esperanzas a quienes aspiran tranquila y dignamente en su patria chica.

El impacto a la salud, especialmente, el generado por la imposibilidad de dormir en el entorno del parque, la cantidad de accidentes que se producen, el efecto de los ruidos generados por la estridente música; así como el humo que desprenden hookahs y vaper obligan a reflexionar y a buscar estrategia que permitan mitigar el desenfreno.

Es imperativo que se tenga en cuenta que adolescentes y jóvenes son bombardeados durante 10 días con todo tipo de vicios y eso tendrá efectos devastadores en la conducta colectiva de las futuras generaciones. 

Las Fiestas Patronales no pueden ser un espacio para pervertir a la gente, tienen que servir para fortalecer la cultura cívica y reforzar la espiritualidad de la gente. Hay que reorientar eso para que la diversión sana y las actividades culturales encuentren el sitial que le corresponde en festividades que involucran a todo el pueblo.

Quejas, críticas y preocupaciones.

Diversos sectores han expresado su inconformidad con la celebración de las Fiestas Patronales bajo la modalidad actual. Proponen una revisión urgente y reclaman de las autoridades municipales que tomen medidas para preservar la seguridad ciudadana, cuidar el patrimonio público, y garantizar la salud mental de los munícipes.

Tanto en medios de comunicación como en redes sociales se leen mensajes a favor y en contra de las Fiestas Patronales de San José de Ocoa. Unos destacan la importancia de las festividades como forma de promoción turística; otros cuestionan el desenfreno y el caos que se genera entorno a las mismas. 

Las autoridades están obligada a cumplir las normas municipales y a establecer protocolos para la celebración ordenada de fiestas, eventos u otras actividades que impliquen la movilización masiva de persona. Los pueblos se rigen por normas y las autoridades se comprometen, no solo a cumplirlas, sino a tomar todas las medidas para que se cumplan. 

La cultura cívica de un pueblo debe preservarse y no propiciar su involución. Es Eugenio María de Hostos quien más se preocupó por dotar a los pueblos de una Moral Social. En San José de Ocoa, tierra de hombres y mujeres estudiosos, trabajadores, hospitalarios, divertidos y solidarios no puede permitir que grupos interesados en ganar dinero perviertan la institucionalidad y atenten contra las buenas costumbres de la comunidad ocoeña.

Se cuestiona que el contexto de las fiestas haya sido utilizado por quienes aspiran a cargos electivos. La politiquería se expresa en el patrocinio de fiestas o la contratación de artistas. No es que sea malo, pero es un elemento que se suma y obliga a poner orden.

Tras la conclusión de los 10 días de juerga que inician el 11 de enero y concluyen el 21 del mismo mes, el Parque Libertad y su entorno lucía destruido. Ese patrimonio debe ser cuidado y preservado. Toca a las autoridades recoger las críticas y sugerencias e integrarlas a las acciones de mejoras que se requieren para evitar la perversión de las festividades y garantizar la tranquilidad de la gente.

Se debe evaluar profundamente las preocupaciones, críticas y sugerencias expresadas por diversas personalidades en redes sociales y otros medios de comunicación sobre el caos generalizado que se evidenció durante la celebración de Las Fiestas Patronales, especialmente los días 19, 20 y 21 y establecer los correctivos que correspondan.

¿Qué hacer?

Si no se puede garantizar un mínimo de orden y seguridad para la población, es preferible que la Iglesia Católica y las demás instituciones que se involucran en la organización y montaje de las actividades deben buscar estrategias que hagan de la celebración una oportunidad para reflexionar, compartir sana y ordenadamente.

Las lecciones aprendidas llaman a la reflexión y tomar acciones que devuelvan el sosiego y reorienten las Fiestas Patronales, no solo en el municipio cabecera, que es el caso que nos ocupa, sino en toda la provincia, toda vez, que los actores involucrados son los mismos.

Para adecentar esas festividades es necesario y urgente abordar las cuestiones siguiente:

Estructurar un Comité de Fiestas Patronales permanente para garantizar que la experiencia acumulada permita una buena gestión de las festividades.

• Crear un reglamento, instructivo o protocolo para la conformación y funcionamiento del Comité de Fiestas Patronales.

• Establecer protocolos para el montaje de carpas que incluya los productos, condiciones de higiene, los horarios en que deben operar, y muy especialmente, los beneficiarios de los recursos que generan, que incluya mecanismos claros y transparentes de rendición de cuentas.

• Regular, a toda costa, el volumen de la música, el uso de bocinas, especialmente las instaladas en vehículos denominadas disco lights, regulando los horarios y el contenido de la música que suenan. 

• Tomar en cuenta el nivel de ruido tolerable para el oído humano, ajustando al nivel de decibeles permitidos. Personas y animales como perros y gatos del entorno son afectados sensiblemente por los altos volúmenes de la música.

• Garantizar el cuidado y preservación del patrimonio público, desconcentrando las actividades para descongestionar los entornos del Parque Libertad.

• Priorizar la organización de eventos culturales, religiosos y sociales, incluido debates y paneles sobre la realidad socioeconómica del municipio.

• Exigir la construcción de espacios amplios que sirvan para el montaje de ferias y otros eventos donde se pueda exhibir lo que produce la provincia para fortalecer y promover el agroecoturismo.

• Establecer mecanismos claros e institucionalizados para la rendición de cuentas tras la conclusión de las festividades y presentar un informe a la población a través de medios habilitados para tales fines.

En conclusión, hay que superar el desorden y el caos que se generan en torno a la Fiestas Patronales, aprovechando las lecciones aprendidas. Hay que reinventar la celebración de esas festividades preservando la tranquilidad de la gente, garantizando la seguridad ciudadana, cuidando el patrimonio público y evitando la degradación moral de la comunidad ocoeña.

Las críticas generalizadas ante los desmanes, excesos, abusos y el caótico panorama observado durante la celebración de las recién finalizadas Fiestas Patronales obligan a una reflexión profunda y a la búsqueda de correctivos. Los ocoeños no merecen no toleran que se le imponga semejante perversidad y menos que se perviertan los valores cívicos y religiosos que caracterizan a la comunidad ocoeña.