jueves, 2 de noviembre de 2023

REFLEXIONES SOBRE LA EVOLUCIÓN DE LAS RELACIONES DOMINICO-HAITIANA.

El relato histórico es la descripción y valoración de los hechos realizados por quienes asumieron roles protagónicos en contextos y coyunturas específicas durante un período determinado de la vida de los pueblos. La historia se construye con hechos dicen unos; otros afirman que la historia es el camino de los pueblos. Aquí se asume como el legado perenne de los pueblos es su proceso evolutivo.

Las relaciones entre República Dominicana y Haití tienen una larga historia de tensiones, roces y conflictos, incluido 22 años de ocupación cuando el proyecto nacional empezaba a tomar formas y más de una década de incursiones armadas de Haití tras la proclamación de la Independencia Nacional en febrero de 1844. Esa historia, rica en acontecimientos, exige una resignificación, partiendo de los aportes realizados por historiadores, antropólogos y biógrafos.

Ese viaje que inicia con los estudios preliminares de los pueblos originarios antes de la llegada de los europeos y continúa con el llamado “descubrimiento de América”, pasando por las diferentes etapas coloniales hasta llegar a la proclamación de la Independencia Nacional y seguir hasta nuestros días, recoge las andanzas de un pueblo digno de mejor suerte. En ese contexto, surge la necesidad de reflexionar sobre las relaciones de los países que comparten la Isla Española.

Tensas fueron las relaciones entre las antiguas colonias que se repartieron la Isla Españolas y tensas han sido las relaciones entre los Estados que se formaron en las mismas. Eso explica muchas cosas, entre las que se destacan las pretensiones de sectores políticos haitianos que proclaman que la isla es una e indivisible y que debe ser gobernada por Haití. Aunque ha perdido fuerza, ese anhelo resurge cada cierto tiempo exacerbado por el nacionalismo y el antidominicanismo existente en el vecino país.

EXPLOTACIÓN COLONIAL EN LA ISLA ESPAÑOLA.

El sistema de explotación de las colonias impuso una férrea y despiadada esclavitud que diezmó primero los pueblos originarios que habitaban la isla a la llegada de los europeos, y posteriormente, a los esclavos traídos de África para el trabajo en los ingenios y hatos ganaderos. Sometidos al trabajo forzado recibiendo tratos crueles e inhumano, las rebeliones y alzamiento, tanto de aborígenes como de esclavos negros fueron la vía para escapar del infierno esclavista impuesto por encomenderos y colonos.

Dentro de las acciones de resistencia a la opresión colonial se destacan la rebelión de Francisco Roldán, la Sublevación de Enriquillo y las de los esclavos negros. El telón de fondo de estas acciones es el mismo: el sistema de explotación y el expoleo colonial. Las acciones contra la explotación se iniciaron con la destrucción del Fuerte de la Navidad por aborígenes comandado por el cacique Caonabó y no cesó durante los gobiernos coloniales.

Tanto la explotación minera y las encomiendas como las actividades agropecuarias centradas en la producción de azúcar y posteriormente el hato ganadero sirvieron de plataforma al sistema de explotación colonial. De triste recordación son las llamadas Devastaciones de Osorio, ejecutada por órdenes de Felipe II para contrarrestar el contrabando. Ese hecho tuvo un impacto geopolítico que abrió las puertas para la conformación de 2 naciones en una misma isla.  

Cabe destacar que en la conformación de lo que hoy es República Dominicana y la República de Haití, se relaciona con las disputas entre las metrópolis que repercutían en sus colonias. Francia, Inglaterra, Portugal y Holanda disputaban a España las posesiones de ultramar. Guerras, asedio, acoso, piratería y corso fueron prácticas recurrentes para debilitar el dominio español en América y El Caribe.

PROCESO DE INDEPENDENCIA DE HAITÍ.

Tras el triunfo de la Revolución Francesa en 1789 y la posterior Declaración de los Derechos Humanos, los habitantes de las colonias francesas reclamaron los principios de libertad e igualdad; así como la abolición de la esclavitud. Los colonos se negaron a implantar el régimen de justicia social conquistados por la revolución, se resistieron y la explosión revolucionaria, comandada por Toussaint Louverture y Jean Jacques Dessaline derrotó las tropas francesas en una cruenta guerra.

Derrotada Francia, los patriotas haitianos se propusieron controlar toda la isla. Votaron una constitución en 1805 donde consignaron la “indivisibilidad de la isla”. Toussaint Louverture se propuso desalojar a los franceses que gobernaban la parte Este y unir a ambos pueblos basándose en el Tratado de Basilea vigente desde 1795.

Desde 1801 hasta 1808, las relaciones entre ambos pueblos quedaron bajo el dominio haitiano hasta que estalló la Guerra de Reconquista 1808-1812, comandada por los criollos Juan Sánchez y Ciriaco Ramírez. Francia insistía en mantener su dominio, los haitianos lo veían como una amenaza, por esa razón apoyan a los criollos, especialmente al bando de Ciriaco Ramírez. Derrotados los franceses, los haitianos mantenían la esperanza de volver a la época de Toussaint.

Los criollos se impusieron en la Guerra de Reconquista, con apoyo de Haití, pero la división y visiones contrapuestas provocaron que se devolviera a la antigua condición de colonia española. Es lo que se conoce en la historia como España Boba que se impuso, a pesar de la oposición de Ciriaco Ramírez que veía una oportunidad para crear un Estado libre tal y como había hecho el vecino Haití. Esa posición lo llevó a la cárcel por varios años y es considerado un precursor de la Independencia Nacional.

Los diversos gobiernos coloniales en la parte española no lograron consolidar una base económica sólida, porque se dedicaron a exportar lo que producía la colonia. Esa práctica provocó una aguda crisis, que para el siglo XVII se hizo insostenible. Contrario a lo que sucedió en la parte francesa donde se desarrolló una próspera colonia, basada en la explotación de negros y mulatos. Las condiciones de trabajo que imponían “los blancos”, era brutal y provocó la reacción conspirativa que parió la Independencia de Haití, primera nación negra en alcanzar la anhelada categoría.

La lucha de los esclavos en la colonia francesa de parte oeste fue feroz. Los revolucionarios haitianos mataron gran parte de sus amos, destruyeron plantaciones e impusieron la independencia. Las devastaciones empobrecieron y ahondaron las diferencias entre el liderazgo y vinieron las divisiones. A eso se sumó el interés de Francia por recuperar su antigua colonia.

Napoleón Bonaparte que, para entonces, era emperador de Francia, hizo esfuerzos por controlar la rebelión de esclavos independentistas y mandó al general Leclerc, su cuñado con fuerzas poderosas, pero fueron derrotados por las sublevados liderados por Toussaint Louverture, Jean Jacques Dessaline y Henri Christophe, entre otros. La revolución haitiana se consolidó y marcó el inicio del fin de la esclavitud europeo en América y El Caribe. Amparados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, nacidos tras la Revolución Francesas. 

           PROCLAMACIÓN DE LA INDEPENDENCIA EFÍMERA.

Tras la proclamación de la independencia de Haití, la parte Este fue puesta en la mira de quienes gestionaban el recién nacido Estado haitiano. Alegando que la presencia francesa en el llamado Santo Domingo Español era un riesgo para su soberanía, iniciaron acciones para someter toda la isla a su gobierno. La resistencia de los criollos no impidió que tal propósito se cumpliera.

Los criollos no cedieron a su propósito de crear un Estado propio y el 1ro de diciembre de 1821, fue proclamado por un grupo encabezado por el Dr. José Núñez de Cáceres, el nacimiento del Estado de Haití Español. Los criollos, intentaron asociarse al proyecto bolivariano de La Gran Colombia que lideraba el libertador Simón Bolívar, pero no tuvieron éxitos por una serie de circunstancias que la historia registra.

El Estado de Haití Español tuvo corta vida. De ahí el nombre que recibió de Independencia Efímera. Inició en el mes de diciembre de 1821 y finalizó con la Ocupación Haitiana en febrero de 1822. Mucho se ha dicho a favor y en contra de esta osada acción, pero al margen de cualquier crítica, es un precedente importante en el proceso de independencia. Su acta de proclamación es un texto de gran valor histórico que seguramente sirvió a Trinitarios y Febreristas para fortalecer su estrategia.

OCUPACIÓN HAITIANA y DICTADURA DE BOYER.

Jean Pierre Boyer, líder haitiano que dirigió el proceso de unificación de Haití, consolidó su liderazgo y se sintió con la fuerza suficiente como para controlar toda la isla. La división de los sectores criollos que preferían unirse a Haití antes que caer bajo el yugo de otra potencia o trabajar por la independencia, sumado a la falta de apoyo al proyecto independentista de Núñez de Cáceres dio al traste con el primer intento de los criollos por su independencia.

El Estado de Haití Español nació en contexto geopolítico complejo y con serias contradicciones, incluidas las del propio nombre del proyecto. A esto se sumó, que, en la proclama, aunque se describen las penurias que padecía la isla, no se dispuso la abolición de la esclavitud lo que generó suspicacia en la población criolla. Esa se convirtió en una de las causas del fracaso del naciente Estado.

La Ocupación Haitiana impuso una férrea dictadura, a pesar de que según sus líderes venían a trabajar por el bienestar de los habitantes de la parte Este, pero nada más lejos de la realidad. Ocuparon para imponer su viejo anhelo de gobernar toda la isla, a sabiendas, de que había dos naciones con raíces culturales e intereses claramente diferenciado.

Una serie de medidas tomadas por el gobierno ocupante generaron tensiones y develaron los planes reales de los haitianos. Cierre de la única universidad, elaboración de un Código Rural, roces con la iglesia católica y confiscación de tierras; así como privilegios para los funcionarios ocupantes, represión y destierro de opositores fueron parte de la gama de males que trajeron.

La baja densidad poblacional y la fertilidad de las tierras de la parte Este, atraían como un imán a los invasores. Los criollos, algunos nacidos y criados durante la dictadura boyerista, empezaron a organizarse para derrocar el gobierno haitiano y proclamar la República.

RESISTENCIA CRIOLLA A LA OCUPACIÓN HAITIANA.

Los habitantes de la parte Este de la isla soportaron durante 22 años la dictadura boyerista y fue construyendo las bases del proyecto independentista. Se hizo imperativo prepararse militarmente, aprovechando que Boyer impuso el servicio militar obligatorio. Además, se requería una organización política para aglutinar el liderazgo independentista y canalizar los anhelos de libertad.

Tocó a Juan Pablo Duarte, liderar el proceso conspirativo y organizar a la juventud para tomar el poder por la vía que las circunstancias impusieran. Crearon la Sociedad Secreta la Trinitaria como plataforma política y programática para impulsar el proyecto independentista. Complementan su estrategia con la Filantrópica y la Dramática. Los Trinitarios tienen que lidiar con la dictadura haitiana y con los pro de su propio patio.

Los Trinitarios, defensores de la independencia pura y simple, desarrollan una estrategia que incluyó la articulación de alianzas con fuerzas desafectas al régimen de Boyer en Haití, especialmente con el grupo que lideraba el general Charles Herard que dirigía un movimiento para derrocar a Boyer; así como con sectores conservadores que trabajaban secretamente para derrocar el gobierno y anexarse a otras potencias. Hablamos de una nación cuya población no alcanzaba las 150 mil personas, pero que defendía su cultura y mantenía encendida la llama de la libertad.

La Sociedad Secreta La Trinitaria, primera organización política con liderazgo, doctrina, objetivos propiamente dominicano, se consolida y se extiende rápidamente por gran parte del territorio ocupado. Igualmente, la Filantrópica y la Dramática eran espacios de difusión de ideas y promoción del ideal independentista.

Los trinitarios, entre los que se destacan, además de su líder Juan Pablo Duarte, Francisco Sánchez del Rosario, José Joaquín Pérez, José María Serra y Vicente Celestino Duarte, entre otros, asumen la vanguardia de la lucha por la independencia nacional. Habían plasmado en el Juramento Trinitario la creación de una República libre, independiente y soberana. En torno a ese ideal se reunió lo mejor de la juventud de la época hasta lograr su objetivo.     

PROCLAMACIÓN DE LA INDEPENDENCIA NACIONAL.

El arduo trabajo de organización y divulgación desarrollado por los trinitarios había creado las condiciones objetivas para el nacimiento de la República Dominicana. Otros grupos accionaban por su parte, pero los trinitarios se anticiparon y proclamaron la independencia nacional la memorable noche del 27 de febrero de 1844. Finaliza la ocupación, nace el Estado dominicano y se inicia el proceso de institucionalización y defensa de la soberanía nacional.

Los patriotas son convocados por el liderazgo trinitario a confluir en la Puerta de la Misericordia para proclamar allí, el nacimiento del Estado dominicano la memorable noche del 27 de febrero de 1844. Resueltos a concretar los compromisos plasmados en el Juramento Trinitario, Matías Ramón Mella y Castillo disparó el trabucazo que sirvió de clarinada y llamado a la acción redentora. Al mismo tiempo, Francisco Sánchez del Rosario izó la bandera confeccionada por Concepción Bona y María Trinidad Sánchez.

Proclamada la Independencia Nacional, surgen las tensiones entre Trinitarios y Febreristas. Se crea una Junta Central Gubernativa como gobierno provisorio hasta que se votara la Constitución. El gobierno toma medidas urgentes para gestionar reconocimiento y traer del exilio a Juan Pablo Duarte, líder y mentor del movimiento independentista.

Se elabora y difunde el Manifiesto del 16 de Enero de 1844 donde se exponen las razones y motivaciones de la separación; así como las bases jurídico-normativo del naciente Estado. Tuvo vigencia legal hasta la proclamación del a Constitución el 06 de noviembre de 1844. Junto a la proclama de Independencia Efímera, este manifiesto es un documento fundamental para estudiar y explicar el proceso de independencia.

Momentos de tensión se vivieron en el movimiento independentista cuando es derrocado el gobierno de Boyer y le sustituye Charles Herad en Haití. Los Trinitarios habían apoyado en movimiento reformista que encabezó Herad, una vez triunfa en 1843 inicia una cacería de trinitarios e independentistas, consciente de los planes de los patriotas de sacar de su territorio al invasor haitiano.

La facción reaccionaria y proanexionista, motivada por cónsules europeos, inician la conspiración contra el liderazgo progresista y el gobierno que encabezaban. La cara visible de ese grupo era Tomás Bobadilla, quien era partidario de buscar la protección de Francia. Otros duros en ese grupo era el general Pedro Santana y Buenaventura Báez. Estos últimos, se convirtieron en los amos del gobierno durante todo el periodo conocido como Primera República.

Tal era la división entre los independentistas, que el bando conservador acorraló a la Junta Central Gubernativa, presidida por el prócer Francisco Sánchez del Rosario. Eso obligó a Los Trinitarios, liderados por Juan Pablo Duarte, a dar un golpe de Estado en julio de 1844. Sería el primero de una larga lista. Tras este vino el contragolpe de los conservadores que se impusieron con Pedro Santana como cabeza de la facción anexionista.

ELABORACIÓN Y PROCLAMACIÓN DE LA PRIMERA CONSTITUCIÓN.

Dotar al naciente Estado de un estatuto constitucional se convirtió en la prioridad para febreristas y trinitarios. Las tensiones con los conservadores y el afán de los haitiano por reconquistar el territorio retaban continuamente al liderazgo dominicano. Varias incursiones armadas de los haitianos fueron repelidas con fiereza por los patriotas dominicanos. Eso obligaba a trabajar el texto en medio de conflictos internos y defendiendo la soberanía nacional.

Bajo fuertes tensiones entre trinitarios y conservadores, se convoca a una Asamblea Constituyente presidida por Manuel María Valencia que sesionó en la villa de San Cristóbal. Luego de largos e intensos debates y tomando como referencia el Manifiesto del 16 de Enero de 1844 y las Constituciones de Filadelfia 1787, la de Francia de 1793, constituciones haitianas de 1801, 1805, 1816, entre otros incluidos el proyecto de Constitución Elaborado por Juan Pablo Duarte.

Cuando se disponían a votar el texto final, se presentó un incidente con los constituyentes, ya que, según algunos santanistas, el presidente de la República quedaba en debilidad frente a otros poderes. El general Pedro Santana movilizó fuerzas militares para obligar la Asamblea para cambiar e incluir el famoso artículo 210. Una muestra del autoritarismo conservador. Así inicia la larga y accidentada carrera del constitucionalismo en República Dominicana.

Con fuerte presencia de sacerdotes en la Asamblea Constituyente, dado el peso de la Iglesia Católica, el texto quedó marcado con ese sello. Se pretendía crear un Estado moderno, a semejanza de los más avanzados del mundo, pero eso se postergó hasta nuestros días. Salió lo que la correlación de fuerzas permitió y el presidencialismo quedó sellado por presión del bando santanista.

El 06 de noviembre de 1844 es proclamada la Primera Constitución Política del Estado Dominicano en la ciudad de San Cristóbal. Pedro Santana queda a cargo del gobierno, convirtiéndolo en el primer presidente constitucional de República Dominicana. Las hazañas, desaciertos y ejecutorias del caudillo seibano están ampliamente registradas en la historiografía criolla.

CONSOLIDACIÓN DEL ESTADO y DEFENSA DE LA SOBERANÍA NACIONAL.

El proceso de consolidación de la independencia nacional está marcado por las tensiones entre anexionistas e independentistas. El proyecto liberal descrito en la propuesta de Constitución de Juan Pablo Duarte e impulsado por los trinitarios, es solapado por los sectores conservadores en la Constituyente de San Cristóbal. A eso se sumó el asedio constante de Haití en su afán por reconquistar la recién nacida República Dominicana.  

Tras la consumación de la Independencia Nacional, los haitianos, ahora dirigidos por el general Charles Herard, antiguo aliado de los trinitarios, insistían en revertir el proceso independentista y retomar el control de República Dominicana. Organizaron expediciones con miles de soldados para atacar al naciente Estado, pero el coraje, la determinación y el patriotismo de las tropas dominicanas los derrotó una y otra vez.

Célebres fueron las batallas del 19 y 30 de marzo de 1844, a penas un mes después de haberse proclamado la Independencia Nacional. Las armas dominicanas se cubrieron de gloria bajo el mando de los generales Pedro Santana y José María Imbert. Tanto en Azua como en Santiago, el patriotismo y el nacionalismo sumado al indiscutible coraje y arrojo de las tropas nacionales ratificaron su vocación libertaria. Los haitianos derrotados, se retiran a reorganizar nuevos ataques.

El país avanzaba hacia la institucionalización defendiendo, armas en manos, su soberanía del enemigo haitiano, y luchando por obtener el reconocimiento internacional. Las tensiones y roces entre los dominicanos no cesaron, pero el llamado a defender la patria se colocó siempre por encima de los intereses personales.

RELACIONES DOMINICO-HAITIANA DURANTE LA PRIMERA REPÚBLICA.

Los estudiosos de la historia dominicana establecieron una periodización convencional para facilitar el análisis del complejo proceso de evolución del Estado y la política dominicana. La Primera República inicia con la proclamación de la independencia nacional y concluye con la Anexión a España, es decir, que abarca un período de 17 años, durante los cuales predominó el dominio de las fuerzas conservadoras y anexionistas. 

Las relaciones dominico-haitiana durante la Segunda República está condicionado por la persistencia de los haitianos por reconquistar sus predios en la parte Este y el tesón de los patriotas dominicanos para defender la soberanía. Concomitantemente, conservadores y liberales mantenían una tensa relación dada las contradicciones entre ambos bandos.

La mayoría de los integrantes de La Sociedad Secreta la Trinitaria y muchos febreristas, fueron perseguidos desplazados, apresados, fusilados o desterrados del país. El bando conservador impuso su visión de Estado y su estilo autoritario de gobernar. A pesar, de la férrea dictadura impuesta por Pedro Santana, los patriotas mantuvieron vivo el ideal de “independencia pura y simple” y supieron defenderlo de anexionistas e invasores.

La historia de las relaciones entre los países que comparten la Isla Española ha sido tensa y conflictiva. Haití invadió varias veces a la República Dominicana durante la Primera República, pero fueron repelido valientemente por los patriotas dominicanos. Haití, derrotado en diversas batallas, tiene que conformarse con los 22 años de ocupación que impusieron a los criollos antes de proclamarse la independencia. Eso dejó un poso de resentimiento en la conciencia de ambos pueblos.   

Los estudiosos de la historia dominicana establecieron una periodización convencional para facilitar el análisis del complejo proceso de evolución del Estado y la política dominicana. La Primera República inicia con la proclamación de la independencia nacional y concluye con la Anexión a España, es decir, que abarca un período de 17 años, durante los cuales predominó el dominio de las fuerzas conservadoras y anexionistas.

Pedro Santana y Buenaventura Báez controlaron el gobierno durante el período en cuestión. Aunque eran conservadores y anexionistas, cada uno tenía estilo propio de gobernar. Báez, ilustrado y veterano político, sustituyó a Santana en la presidencia, en medio de grandes enfrentamientos con Haití y la resistencia interna. Santana por su parte, analfabeto, laureado general, con sobrada experiencia militar impuso su estilo autoritario y dictatorial.

Las tensiones y contradicciones entre los bandos de ambos caudillos marcaron el escenario político en el litoral conservador. Tanto Santana como Báez encabezaron gobiernos altamente corruptos, represivos y entreguistas. En el caso de los gobiernos de Santana, se dedicó a perseguir, fusilar y desterrar a próceres y patriotas que le habían acompañado en la lucha por la independencia y en la defensa de la soberanía nacional.

Crímenes aberrantes como el fusilamiento de María Trinidad Sánchez, José Joaquín Puello, Antonio Duvergé y Francisco Sánchez del Rosario hacen parte de las víctimas del régimen santanista. Aunque a Santana le tocó enfrentar las incursiones haitianas y desempeñó páginas gloriosas en esas gestas, haber fusilado a patriotas le resta mérito a su hoja de servicio a la patria que ayudó a forjar, así como la canallada de la Anexión a España en 1861.

RELACIONES DOMINICO-HAITIANA DURANTE LA SEGUNDA REPÚBLICA.

La Primera República concluye, como se ha dicho, con la consumación del proyecto anexionista ejecutado por Pedro Santana en 1861. La resistencia a tal infamia inició de inmediato y tras ésta la represión. La vuelta al estatus colonial impuso condiciones laborales e institucionales que ahondaron las contradicciones entre anexionista e independentista.

El general Santana, primer presidente constitucional, figura destacada en el proceso de independencia y héroe de varias batallas cambió todo eso por un título hueco y algunas promesas. Sin autoridad ni autonomía para actuar, el llamado marqués de las carreras vio esfumarse su prestigio bajo las insignias del reino español.

Mancillar la soberanía nacional fue una traición a los principios levantado por trinitarios y febreristas. Luego de los grandes servicios prestados a la patria, terminó manchado con la sangre de los patriotas que hizo fusilar y como gran villano; cuando durante gran parte de su vida fue un héroe respetado y aclamado.

Durante el gobierno español, los cargos públicos principales pasaron a manos de funcionarios españoles y Pedro Santana quien ostentaba el título de “Marqués de Las Carreras” era un simple instrumento del colonialismo. Carecía de poder y autoridad, condiciones que habían sido el sello de sus gobiernos. La República Dominicana perdió su condición de país soberano, libre e independiente y eso generó una fuerte repulsa de los sectores liberales que defendían la independencia pura y simple.

El gobierno español iniciado tras la anexión se extendió hasta 1865, asediado y acosado por los patriotas dominicanos que luchaban por reconquistar la soberanía mancillada por acción del caudillo seibano. Tras varios intentos fallidos dentro de los cuales, se destaca la incursión del prócer y mártir Francisco Sánchez del Rosario quien comandó a un grupo de patriotas que organizaron una incursión armada que terminó cuando éste, traicionado, cae herido y es apresado. Tras un juicio amañado es sentenciado a muerte. Fue fusilado junto a varios de sus compañeros un 4 de julio de 1861 en presencia de Pedro Santana quien motivó la sentencia.

El 16 de agosto, un grupo de patriotas, siguiendo el ideal trinitario de ser libres, independiente y soberano, lanzan el Grito de Capotillo que marcó el inicio de la Guerra Restauradora contra los anexionistas. Esa acción, organizada y liderada por Santiago Rodríguez, Benito Monción, Juan de la Mata Monción, Eugenio Belliard, Segundo Rivas, Juan de la Cruz Álvarez, Alejandro Bueno, Pablo Reyes, San Mézquita, Tomás de Aquilino Rodríguez, General José Cabrera, Sotero Blan, José Angulo y una persona desconocida. Otros patriotas esperaban del lado dominicano, entre los que se encontraban Juan Antonio Polanco y Pedro Antonio Pimentel.

La Segunda República inicia con la Revolución Restauradora en 1865 y concluye con la primera ocupación Militar Norteamericana en 1916. Hubo acontecimiento de gran trascendencia durante ese período, la Revolución de Moca de 1857, la Convención Dominico-Americana, golpes y contragolpes de Estado, los gobiernos liberales de Espaillat, Luperón y Fernando Arturo de Meriño, las guerras caudillistas o montoneras, el gobierno de Ramón Cáceres, la Dictadura de Ulises Heureaux mejor conocido como Lilís.

Durante la Segunda República, las relaciones dominico-haitiana se estabilizaron en medio del caos generado, primero por la Anexión a España, caracterizado por la represión y la intolerancia; y luego durante la Guerra Restauradora, los dominicanos mantuvieron vivo el sentir patriótico.

Tras las derrotas contundentes y convincentes de la Primera República, los haitianos, advertidos de que los dominicanos no cederían un ápice de soberanía optaron por apoyar estratégicamente, a los patriotas que luchaban contra la oprobiosa anexión a España. No es la primera vez, que grupos haitianos apoyan, tempranamente, cuando los criollos combatían a los franceses en la Guerra de Reconquista, cerraron filas con Ciriaco Ramírez para alejar a los galos de sus fronteras.

La expedición encabezada por Francisco Sánchez del Rosario recibió facilidades para ingresar al país. La frase de que “entro por Haití porque no puedo hacerlo por otra parte”, plasmada en el Manifiesto del 20 de febrero de 1861, ilustra la referida colaboración. Posteriormente, cuando los patriotas se preparaban para iniciar la Guerra Restauradora, el apoyo haitiano fue significativo.

El Grito de Capotillo del 16 de agosto de 1863 marcó el inicio de la Revolución Restauradora y fue la clarinada redentora que convocó a la guerra abierta contra los anexionistas. El pueblo dominicano, junto a los líderes restauradores combatió en diversos escenarios, tanto a los españoles como a los lacayos criollos encabezado por Pedro Santana.

Dos años duró la guerra restauradora protagonizada por el liderazgo liberal bajo el gobierno de José Antonio Salcedo y posteriormente del general Gaspar Polanco. Con fuertes contradicciones entre el generalato restaurador se enfocaron en la tarea de derrotar por medios militares a los anexionistas. Las tropas dominicanas armadas de coraje y patriotismo demostraron, una vez más, su voluntad inquebrantable de ser libres, independientes y soberanos.

La corona española, convencida de que no podrían derrotar a los dominicanos anuló la anexión y capituló. Tras negociaciones con el liderazgo restaurador, los pepes abandonaron el país en julio de 1865, derrotados y desmoralizado salieron del país y se inició la reorganización del Estado dominicano. Huelga decir, que la revolución restauradora marcó el inicio del fin de la presencia española en América, ya que Cuba y Puerto Rico aceleraron sus procesos independentistas.

A partir de entonces, se abre un período de inestabilidad política, caracterizado por gobiernos efímeros y guerras caudillistas. Las tensiones entre conservadores y liberales se agudizaron. El desorden, el caudillismo y la corrupción, condicionaron la política dominicana tras el triunfo restaurador. Los gobiernos que más duraron fueron los de Ramón Cáceres y el de Ulises Heureaux, ambos de claro perfil autoritario y represivo.

Las tensiones, “revoluciones”, conflictos, contradicciones y la incapacidad del liderazgo para crear una institucionalidad que sirviera de base al desarrollo nacional se extendió hasta la Ocupación Militar Norteamericana de 1916. Cabe recordar que los norteamericanos habían ocupado al vecino Haití en 1915, por lo que controlaban toda la Isla y la relación entre ambos pueblos era impuesta por los ocupantes.

RELACIONES DOMINICO-HAITIANA DURANTE LA TERCERA REPÚBLICA.

El convencionalismo histórico marca el inicio de la Tercera República con la salida de las tropas norteamericanas del país y la instalación del gobierno títeres del general Horacio Vázquez en 1924. El período de ocupación 1916-1924 queda entonces en un limbo, dado que la soberanía fue suspendida con la alevosa invasión.

Ocupado el país por los yanquis, inicia la larga lucha del nacionalismo criollo para quebrar la férrea dictadura que impusieron durante los 8 años que duró la ocupación. Fue una etapa de la política dominicana donde la lucha de quienes defendían la soberanía era combatida con fiereza por los yanquis. Impusieron el terror, la represión y la censura como mecanismo de control social.

Los dominicanos desarrollaron acciones militares contra los invasores como la heroica gesta de La Barranquita, donde el capitán Carlos Daniel y otros patriotas enfrentaron a las tropas invasoras. Además, se recuerdan las luchas guerrilleras encabezada por el profesor Fidel Ferrer, los hermanos Natera y Cayo Báez. Cabe destacar la osadía y el coraje de Gregorio Urbano Gilbert que atacó a un grupo de marines mientras desembarcaban en su natal San Pedro de Macorís.

Los invasores iniciaron un proceso de construcción de vías de carreteras para facilitar la movilidad de sus tropas. Dispusieron medidas para organizar la educación a su antojo y avanzar en la institucionalización de la administración pública. La creación de la Junta Central Electoral constituyó un hito importante en la política dominicana.

Se les atribuye a los ocupantes haber reorganizado las fuerzas armadas y crear la Guardia Nacional a imagen y semejanza de su modelo. Son acciones que muchos valoran como positivas, pero al ser realizadas bajo la represión y el terrorismo de Estado, quedan manchadas por la sangre de un pueblo que se propuso ser libre e independiente de toda potencia extranjera.

Durante la ocupación, la represión, el terrorismo, el chantaje y la censura fueron impuesta como forma de controlar la repulsa de que eran objetos los abusos de las tropas invasoras y el reclamo constante de intelectuales nacionalistas.

Las relaciones dominico haitiana durante el período en cuestión estaban condicionado a los intereses de Washington en El Caribe. Dentro del prontuario de invasiones, ocupaciones e intervenciones de los Estados Unidos en la región latinocaribeña, las de 1915 en Haití y la de 1916 son de alto interés histórico dado que se dieron en el contexto de la Gran Guerra Europea que inició en 1914 y concluyó en 1918 con la imposición del Tratado de Versalles.

¿Qué intereses tendría EE.UU para invadir toda la isla? Es asunto para otro análisis, pero las evidencias indican, que el factor geoestratégico condicionó su decisión. El Gran Caribe tiene una ubicación estratégica para controlar tanto al Océano Atlántico como el Océano Pacífico y el Tío Sam ya había decidido hacer de América un predio particular. Eso se confirma con las argucias para entrar en la guerra hispanoamericana.

Tras su salida del país en 1924, las fuerzas interventoras dejaron al general Horacio Vázquez como cabeza del gobierno. El general Vázquez, ya viejo y enfermo hizo lo que pudo, pero la tutela imperialista era evidente. EE.UU empezó a formar a su sucesor desde que insertó a Rafael Leónidas Trujillo Molina en las filas de la Guardia Nacional.

El afán reeleccionista de Horacio Vázquez, sumado a las divisiones del liderazgo político de la época, el deterioro de la salud del viejo caudillo y las dificultades económicas que tuvo que enfrentar, cavaron la tumba del horacismo. El convulso contexto internacional era complejo, dado que se vivía el período entre guerras y una fuerte crisis económica afectaba a Estados Unidos, principal socio comercial del país selló su salida de poder.

El ascenso meteórico de Trujillo, lo llevó al generalato rápidamente y de ahí a la presidencia de la República, tras la llamada revolución de febrero que encabezó su tocayo, Rafael Estrella Ureña en 1930. Tras la escaramuza revolucionaria se hizo un simulacro de elecciones, Trujillo puso los recursos y el poder acumulado en los diversos cargos militares que ocupó y se postuló a la presidencia de la República. Impuso la represión y el terror a través de un grupo paramilitar denominado La 42.

Con el fraude electoral como telón de fondo, el acoso a los contrarios y con claro apoyo estadounidense se instaló en el gobierno el 16 de agosto de 1930. A partir de ahí, se inicia un tenso período en las relaciones dominico haitiana y una era de terror institucionalizado que terminó con el ajusticiamiento de Trujillo en 1961. Contar la historia política de la Era de Los Trujillo rebasa el objetivo de este análisis.

LAS RELACIONES DOMINICO-HAITIANA DURANTE LA ERA DE LOS TRUJILLO.

El gobierno de Los Trujillo desarrolló una política exterior basada en espionaje, la manipulación y el chantaje. Desde su llegada al poder, el sátrapa reforzó la cultura autoritaria imperante en el país e impuso el chantaje, la represión y el terror como formas de control sociopolítico. Las redes de espionaje diseñadas e implantadas por la tiranía es un caso digno de estudio.

Aunque Los Trujillo tenían ascendencia haitiana dado que su abuela Erciná Chevalier era de esa nacionalidad, el tirano mostró una aversión enfermiza contra los haitianos. Así se reseña en diversos trabajos, incluidos uno realizado por el profesor Juan Bosch titulado “Causas de una Tiranía sin Ejemplo”, donde analiza el perfil psicológico, los orígenes y andanzas de Trujillo.

La fuerte presencia haitiana en los bateyes y campos agrícolas preocupaba al tirano y su gobierno. Las tensiones y los roces con autoridades haitianas eran frecuentes, a pesar de un acuerdo firmado en 1929 para establecer y gestionar la frontera. Tras la firma, las autoridades haitianas se mostraron disconformes y fue necesario firmar un protocolo en 1936.

Ni el acuerdo ni el protocolo lograron disuadir a Los Trujillo de sus planes de “blanquear la frontera”. El acentuado antihaitianismo de Trujillo contrastaba con sus orígenes, pero este no tenía reparos en defender su linaje europeo, ya que su padre José Trujillo Monagas era de origen español, llegado al país en el período de la anexión.

Era el año de 1937, ya en su segundo período de gobierno, cuando el tirano decidió ejecutar una matanza de nacionales haitianos que se denominó “El Corte”. Miles de haitianos de todas las edades fueron asesinados por órdenes del tirano, alegando combatir delitos en la frontera. El ejército dominicano fue el responsable de ejecutar la execrable acción.

La reacción de la comunidad internacional terminó en una condena impuesta por la Organización de Estados Americanos, OEA, incluido el aislamiento del régimen. Ante la condena internacional y el rechazo discreto de amplios sectores de la vida nacional, Trujillo accede a buscar una arreglo con las autoridades haitiana. Dicen que pagó una suma indeterminada de dinero como recompensa por las vidas malogradas.

Bajo ese manto luctuoso se desarrollaron las relaciones dominico-haitiana durante la Era de Los Trujillo. Una época caracterizada por la represión, la intolerancia y el terrorismo de Estado. Un gobierno sostenido por la fuerzas de las armas que costó miles de vida al pueblo dominicano.

Durante 31 años Los Trujillo manejaron el país como una finca privada. Eran dueño de bienes y voluntades. Claro, el pueblo combatió desde sus inicios el perverso accionar del tirano y sus secuaces. Los miles de exiliados se organizaron e intentaron, sin éxitos, derrocar la satrapía por la vía armada.

Entre las tantas acciones de la oposición trujillista, tanto dentro como fuera del país se resaltan las expediciones de Cayo Confites en 1947, la de Luperón en 1949 y la de Constanza, Maimón y Estero Hondo en 1959. La lucha por derrocar a Trujillo fue sistemática e intensa. Eso llevó a miles de jóvenes a la muerte, la cárcel o al exilio.

Al margen del tema que nos ocupa y para dejar sentado la estirpe de Los Trujillo, invito a profundizar en los temas planteados aquí, incluida un análisis crítico del impacto de la matanza de 1937 en las relaciones internacionales de República Dominicana.

RELACIONES DOMINICO HAITIANA TRAS EL AJUSTICIAMIENTO DE TRUJILLO.

Tras el ajusticiamiento del tirano el 31 de mayo de 1961, las relaciones dominico-haitiana giran en torno al complejo y sistemático flujo de migrantes de Haití hacia República Dominicana. Luego de la matanza de 1937, el antihaitianismo de un lado y el antidominicanismo del otro surgió de las cenizas y escombros de las guerras dominico-haitiana 1844-1856.

Ambos países fueron gobernados por tiranías férreas como la del general Rafael Trujillo Molina, del lado dominicano; y la del Dr. Jean Claude Duvalier en Haití. Ambos regímenes contaron con el beneplácito y apoyo de los Estados Unidos. Impusieron el terror y frecuentemente había tensiones y roces. Los tiranos se ponían de acuerdo, tal vez, porque República Dominicana tenía superioridad militar.

Tanto Trujillo como Duvalier tenían servicios secretos y policía política que sembró el terror en ambos pueblos. De un lado estaban los Tonton Macoutes y del otro el Servicio de Inteligencia Militar, SIM. Esas tenebrosas fuerzas intercambiaban información y se apoyaban mutuamente. Tanto se entendían, que ajusticiado Trujillo, el jefe del SIM se refugió en Haití donde vivió a la sombra y protección del gobierno de Duvalier.

Tras la caída de Trujillo, siendo Juan Bosch presidente, se produjo un impasse que estuvo a punto de provocar una guerra. Un opositor a Duvalier buscó asilo en la embajada dominicano en el vecino país y la policía política de Haití atacó a la embajada dominicana. El presidente Bosch autorizó la movilización y avance de tropas hacia la frontera, comandadas por Rafael Tomás Fernández Domínguez, oficial de su plena confianza. Se diseñó el plan de guerra, pero no se ejecutó.

Es importante para esta reflexión, explicar la persistente necesidad de mano de obra en campos agrícolas y la construcción. Primero en los ingenios, luego en los campos agrícolas y en la actualidad en la construcción, la mano de obra haitiana ha sido de gran utilidad. Los trabajadores haitianos, muchos ilegales, soportan condiciones laborales propias de un sistema capitalista que valora más las cosas que a la gente.

Escritores dominicanos han reseñado las difíciles condiciones de vida en bateyes e ingenios. La más leída entre éstas, “Over”, escrita por Ramón Marrero Aristy. En sus páginas describen las penurias y la rutinaria vida de los obreros. “El Masacre se Pasa a Pie”, de Freddy Prestól Castillo es un testimonio de la matanza de 1937 y sirvió para que generaciones futuras construyeran relato rechazando la perversa actuación del dictador Trujillo. Cosechas de Hueso, completa la trilogía que ha ido dejando un poso racista entre ambos pueblos.

Las pretensiones de Trujillo, Balaguer, Antonio Guzmán, Leonel Fernández, entre otros, no han logrado crear condiciones de vida que mantengan a la gente en los pueblos fronterizos. La pobreza y la exclusión social compiten en ambos lados de la frontera. A pesar, de los desencuentros entre autoridades de ambos países, los pueblos se interrelacionan, negocian mercancías e intercambian costumbres.

En la actualidad, la construcción de una toma de agua de un río fronterizo ha tensado las relaciones entre ambos países. Sectores de poder en Haití, apoyado por autoridades política, construyen la obra que generado una disputa por las aguas del importante y lánguido Río Masacre.

Haití arrastra una crisis profunda que tiene antecedentes en el derrocamiento del presidente Jean Beltrán Arístides y que se agravó tras el fatal terremoto que asoló el país en 2010. A eso se sumó, el asesinato del presidente haitiano Jovenel Moise. Ese horrendo crimen puso más combustible a la inestable situación política e incrementó la delincuencia que tiene en vilo al país. No existe un interlocutor válido que facilite negociaciones y se comprometa a cumplir acuerdo. Eso hace más difícil las relaciones.

La política exterior de República Dominicana con respecto a Haití debe basarse en la cooperación y la solidaridad. Tiene que ser estratégica, no reactiva. Va mucho más allá de construcción de un muro en la frontera para contrarrestar la migración ilegal, el contrabando y actividades relacionadas con el narcotráfico. Se hacen esfuerzos para regular los procesos migratorios y garantizar los derechos de los migrantes.

Históricamente, la mano de obra haitiana ha sido contratada, pero el la práctica la ilegalidad se impone y eso tensa las relaciones entre ambos Estados. A eso se suma la crisis institucional, política y económica que padece Haití y la falta de una interlocución válida para parlamentar los asuntos que intereses a los países.  

Con altas y bajas, con tensiones frecuentes y roces permanentes entre antihaitianos y dominicanos, las relaciones entre República Dominicana y Haití son una especie de matrimonio sin divorció. Mientras en el país haya comida, agua y espacio; y mientras los haitianos no logren superar la crisis estructural que padecen, el primer destino de los haitianos es República Dominicana.

SUGERENCIAS PARA AVANZAR EN UNA RELACIÓN ARMÓNICA ENTRE AMBOS PUEBLOS.

Independientemente de prejuicios raciales, contradicciones políticas o antecedentes históricos, ambos países tienen la obligación de buscar soluciones a los problemas derivados de la gestión de las relaciones internacionales entre ambos Estados.

La frontera no se moverá físicamente ni la migración sistemática cesará. Por lo tanto, hay avanzar en las siguientes líneas de acción:

  • La política exterior de República Dominicana con respecto al vecino país tiene que basarse en la solidaridad, la cooperación y la defensa de los intereses nacionales. Deben ser estratégicas e inteligentes, no reactivas. 

  • La comunidad internacional, responsable en gran medida de la situación que afecta a la República de Haití debe arrimar el hombro y contribuir a la institucionalización y desarrollo de ese país. Europa, Canadá y Estados Unidos deben hacer más de lo que hacen dada su relación con el vecino país. 

  • Los haitianos tienen concentrar sus esfuerzos en resolver las debilidades institucionales, legitimar sus autoridades, crear planes de desarrollo integrales, documentar a su población y fortalecer las alianza con República Dominicana. 

  • República Dominicana tiene implementar un plan integral de desarrollo en la frontera orientado a superar la pobreza y garantizar oportunidades para los habitantes de la línea fronteriza. 

  • Ambos países deben establecer mesas diplomáticas para tratar los problemas que surjas de las interrelaciones para el intercambio comercial, las migraciones y los apoyos se den en base al compromiso mutuo. Eso exige el establecimiento de una interlocución válida. 

  • En la coyuntura actual, y mientras dure la crisis estructural, de inseguridad e inestabilidad que vive Haití, la comunidad internacional debe acompañar los diálogos y conversaciones que se den entre ambos Estados, respetando la autodeterminación y la soberanía. 

  • La gestión inteligente de la frontera y las relaciones entre ambos Estados se deben fundamentar en el respeto al derecho internacional y a la soberanía entre ambos Estado. El acuerdo fronterizo de 1929 y el protocolo de 1936 son referentes para los países. 

  • Ambos países deben esforzarse en garantizar que los procesos migratorios se hagan en base a las leyes vigentes. Que sean seguros, legales y transparentes. Esa es una meta suprema si se quiere regular la migración. 

  • El intercambio comercial debe exhibir mayores niveles de transparencia, evitando a toda costa, las acciones ilícitas para que los recursos generados por las aduanas sirvan para apuntalar el desarrollo. 

  • República Dominicana tiene que trabajar intensa y estratégicamente para desarrollar la frontera y cuidar celosamente el territorio para garantizar el cumplimiento de los tratados, protocolos y acuerdos vigentes. 

  • La soberanía nacional, conquistada con sangre, sudor y lágrimas tiene que prevalecer, independientemente, de la solidaridad y cooperación con el vecino Haití. Eso debe saberlo la comunidad internacional: la soberanía nacional es innegociable. 

  • El liderazgo haitiano tiene que asumir el compromiso de generar condiciones de vida digna para que su gente encuentre oportunidades en su país. Fortalecer la institucionalidad, superar el analfabetismo, la discriminación y reducir la igualdad.

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