sábado, 20 de febrero de 2021

AJUSTAR LOS TIEMPOS PARA COMPLETAR EL CICLO PREUNIVERSITARIO.

Se quiere culpar a la gente del Siglo XXI de los desmanes de las generaciones que le han precedido. Eso se llama "pagar las deudas que otros han contraído". ¡Que hagan inventario y pidan cuentas por los males heredados y aligeren la carga a las generaciones futuras!

Los avances de las ciencias pedagógicas, los adelantos científicos , junto al desarrollo e incorporación de herramientas tecnológicos impactan positivamente las actividades humanas y la educación no es la excepción. La diversificación de fuentes informativas y espacios de socialización en redes sociales; así como las facilidades de acceso al conocimiento marcan la pauta en los procesos de enseñanza-aprendizaje y la escuela comparte con otros entes la función de enseñar.

Las transformaciones impuestas por la irrupción de nuevas tecnologías en el ámbito educativo evidencian la necesidad de diseñar instrumentos que faciliten la interacción entre los nativos digitales y los docentes. La dinámica docente tiene que orientar sus esfuerzos a gestionar los talentos de los estudiantes que hacen uso intensivo de tecnología y eso les da ventaja con respecto a las generaciones que le precedieron.

Aunque haya quienes miren con nostalgia el camino recorrido y asuman como válido la manida frase de “que todo pasado fue mejor”, lo cierto es que el Siglo XXI impone una ola de transformaciones basadas en las Tecnologías de la Información y la Comunicación. Los cambios iniciados a finales del Siglo XX y potenciados en el presente siglo tienen dimensiones inimaginables y la educación se beneficia de esos cambios.

La Revolución Tecnológica en curso, no solo acerca las cosas y borra los horizontes temporales; sino que reduce los tiempos, simplifica los procedimientos, optimiza los recursos y acelera los procesos. El desarrollo en ingeniería genética, física cuántica, nanotecnología, inteligencia artificial y los adelantos en robótica retan y compiten con la las capacidades humanas. Esas categorías y conceptos están hoy a un clic de quienes quieran acceder a ellas, y el mundo continúa avanzando.

Ante esa realidad se impone buscar formas para ajustar los tiempos establecidos por las leyes y la costumbre para completar el ciclo preuniversitario. Conscientes de los desafíos que enfrenta la escuela y dada las necesidades de juventud es imperativo trabajar una propuesta que haga más atractiva la escuela y la educación formal. Una línea irrenunciable e impostergable es la referente al tiempo que pasan los jóvenes en lo que se conoce como bachillerato.

Los cambios en la educación no han contemplado la reducción de los tiempos para concluir el ciclo del bachillerato que en República Dominicana tiene una duración de 12 años aproximadamente. Así ha sido desde el siglo pasado y los avances tecnológicos y las transformaciones sociales invitan a superar esa modalidad. Es tiempo de reducir eso a 10 años atendiendo a una serie de situaciones que explicamos a continuación.

La edad de ingreso a la escuela ha bajado de 7 a 5 años para el ingreso formal a la Educación Inicial y se ha instituido la Educación Preprimaria a partir de los 3 años. De igual forma se han establecido políticas para la estimulación temprana. Esas ventajas redundan en beneficios para el aprendizaje y debe acortar el ciclo de escolarización formal, por lo que se hace necesario repensar el tiempo de duración del tiempo del bachillerato.

Otro aspecto que favorece la reducción es la incorporación de las tecnologías de la información y la comunicación al proceso de enseñanza-aprendizaje. Los nativos digitales disponen de una serie de herramientas que le ayudan a familiarizarse tempranamente con la tecnología y eso repercute en la calidad de la educación e impacta los tiempos que debe durar cada período.

No se puede gestionar las capacidades y expectativas de la población estudiantil del Siglo XXI con los mismo instrumentos y parámetros que a la del Siglo XX. Son escenario completamente distinto. Los avances tecnológicos han producido cambios trascendentales en la vida de la gente y la educación no es la excepción. 

Ya lo dijo Albert Einstein: "Nunca consideres el estudio como una obligación, sino como una oportunidad para penetrar en el bello y maravilloso mundo del saber". La escuela debe asumir una conducta similar, para que el proceso educativo sea sistemático, divertido y productivo. La entrada al mundo del saber, exige motivación, disciplina, trabajo y dedicación. además de espacios donde se puedan ejercitar esos saberes y cultivar conocimientos, optimizando el tiempo y los recursos disponibles.

Las personas que disponen de dispositivos tecnológicos como celulares, Tablet, PC, Laptop; así como plataformas electrónicas que aportan herramientas modernas que facilitan el proceso. Eso, sumado la cantidad de información disponible facilitan el acceso a fuentes diversas que potencian el proceso cognitivo. Los esfuerzos de las familias y el Estado por dotar de herramientas a los estudiantes han creado condiciones para que se repiensen varias cuestiones.

La incorporación temprana al sistema educativo, la formación magisterial y la tanda extendida junto a la incorporación de tecnologías a los procesos de enseñanza ha generado una revolución que debe traducirse en una reducción del tiempo de duración del ciclo educativo preuniversitario. Mantener 12 años que se traducen en 15 o más, es una forma de retrasar el ingreso de los jóvenes a la educación superior.

La deserción escolar, el abandono o posposición de los estudios de cantidades de hombres y mujeres jóvenes se puede mitigar si se reducen los tiempos, se flexibilizan los horarios y se fortalece la educación técnica. La necesidad de producir y la búsqueda de horizontes, junto a la falta de orientación adecuada lleva a muchos jóvenes a tomar la errada decisión de dejar la escuela y eso condiciona su desarrollo intelectual y productivo.

Hay estudios que muestran una tendencia creciente de deserción en todos los grupos etarios, y ésta tiende a acentuarse entre 19 y 24 años. Una investigación publicada en 2016 por Acción Empresarial por la Educación (EDUCA), arrojó que “el 41.6% de los jóvenes entre 19 y 24 años de edad no había completado la secundaria, y el 24% de jóvenes que lograron completar este nivel, no se matricularon en el nivel superior”. Ver reseña en: https://www.educa.org.do/2019/03/21/investigacion-de-educa-arroja-bajos-niveles-educativos-de-jovenes-dominicanos/

Las causas son diversas y predominan la precariedad económica, desintegración familiar, necesidad de trabajar y dificultades de acceso y lógicamente los tiempos que duran cada ciclo. A esas causas se puede agregar la falta de interés que muestran ciertos grupos con la oferta de escuelas y universidades. Hay variaciones entre la gente que vive en zonas rurales o semiurbana; así como entre hembras y varones.

Reducir la cantidad de asignaturas, mejorar la planificación y ajustar los contenidos son paliativos, pero no resuelve la cuestión del tiempo en la escuela. Se requiere una transformación del sistema educativo dominicano, y en él se deben contemplar la reducción hasta el 4to año de media. No es necesario agotar dos o más cursos extras. Con una acción de este tipo se estarían creando condiciones para reducir el gasto en las familias y el Estado; así como a facilitar el ingreso a otros niveles de educación.

Los sistemas educativos tienen que avanzar en la eficiencia del uso del tiempo. En el 4to año de la Educación Secundaria el estudiante está en condiciones de entrar a las universidades. Las deficiencias en los niveles de aprendizaje no obedecen al tiempo en la escuela ni se superan con más tiempo en las aulas, sino con estrategias y políticas que eficienticen el tiempo de docencia e impacten en la calidad de los aprendizajes.

Tanto a nivel público como en el sector privado los jóvenes alcanzan niveles de aprendizajes suficientes para concluir el bachillerato 2 años antes de lo establecido hasta ahora. ¿Qué no es posible? Claro que sí. El tiempo que pasa entre los 3 y 5 años compensa con creces los dos años que propongo reducir. Lógicamente, hay que legislar y crear condiciones para el rediseño del sistema educativo.

Es urgente adecuar el modelo educativo dominicano a la realidad que vive la juventud. Los jóvenes estudiantes se desmotivan y hasta abandonan la escuela cuando no encuentran sentido al tiempo que pasan en la misma. Reducir los tiempos para concluir el bachillerato se puede traducir en un incentivo para ellos y en un ahorro para las familias.

Hay disparidades en cuanto a las oportunidades, pero se pueden superar con políticas de apoyo y estrategias pedagógicas eficientes. Muchos estudiantes, especialmente, la gente que nació en el presente siglo se desmotiva en el bachillerato y deserta. Acercarlos a la meta del bachillerato puede cambiar sus expectativas. Es tiempo de pensar y cambiar las formas de gerenciar las capacidades de los jóvenes en las escuelas.

La escuela no puede ni debe ser un centro de tortura. Tiene que ser un espacio done la gente se sienta a gusto. Divertirse aprendiendo es una consigna que se impone y si a eso le agregamos la reducción de la cantidad de años para cerrar el ciclo del bachillerato, ganamos en partida doble. No hay que temer ni centrarse en las fallas del sistema educativo ni en las deficiencias con que salen los bachilleres hoy. Son problemas que hay que enfrentar y superar, pero hay que avanzar.

Reducir el tiempo de duración del bachillerato es una decisión inteligente y oportuna que tendrá un efecto positivo, transformador. Servirá de incentivo para combatir la creciente deserción que afecta a la educación dominicana, especialmente en los niveles medios. Es tiempo de reflexionar en soluciones integrales a los múltiples problemas que afectan al sistema educativo dominicano.

El Siglo XXI está marcado por la revolución tecnológica que acelera los procesos, facilita el acceso a conocimientos e impacta en todas las actividades humana. De ahí que priorizar el tiempo en la escuela es fundamental. Que sea una propuesta atrevida no significa que es inviable, al contrario, es una forma de invitar a la sociedad dominicana a valorar los beneficios que se podrían derivar de la misma.

Los jóvenes tienen aspiraciones y la escuela debe dotarle de las capacidades que le ayuden a encontrarse con ellas cuanto antes. Las generaciones actuales son el motor de las transformaciones que necesita la sociedad y no se les puede condenar a padecer lo que las nuestras padecieron. La vida acelerada exige cambios de estrategias y ajustes en la gestión del tiempo. Asumamos el reto y echemos a caminar la imaginación.

Optimizar el tiempo es una condición que impone la sociedad de la información y el conocimiento. Aun sabiendo que hay grandes brechas en el acceso a las tecnologías, que la pobreza, la desigualdad, la marginación y la discriminación tronchan los sueño a muchos hombre y mujeres jóvenes, ajustar los tiempos para completar el bachillerato es una medida que ayuda a mitigar el impacto de esos males y pudiera bajar la deserción escolar y aumentar el ingreso a la educación superior.

Lo vivido como estudiante, docente y padre da aval para sustentar, desde mi experiencia la propuesta que dejo en manos de los hacedores de política. La reforma y los pactos educativos no contemplan reducción de tiempo en la escuela y es tiempo colocar la cuestión en el debate. Es una época de cambio y la educación debe ajustarse a los mismos, ajustándose a las exigencias de los nuevos tiempos y aprovechando las herramientas tecnológicas al máximo.

Para concluir contaré parte de mi experiencia como estudiante. Tras 12 años en la escuela y finalizando el bachillerato en San José de Ocoa y la cabeza llena de sueños, decidí ingresar a realizar cursos técnicos en el área de artesanía, mecanografía y primeros auxilios. Iniciaba la última década del siglo pasado y la necesidad de estudios superiores invitaba a la acción. Procedente de zonas rurales, tuve que repetir el 4to de primaria varias veces, porque no podía salir a la ciudad dada la deprimida economía familiar. Ayudaba al maestro dando clases y ahí le agarré el hilo a la docencia.

Las posibilidades eran mínimas y el tiempo en la escuela no me dio herramientas ni para aprender a cambiar una bombilla. Eso sí, con el liderazgo que desarrollé como dirigente comunitario y estudiantil logré romper el cerco e ingresar a la Universidad Autónomo de Santo Domingo, UASD, donde cursé 2 licenciaturas, una maestría y varios diplomados. 

Hoy, tengo funciones docentes en la Casa de Altos Estudios. El largo tiempo en el bachillerato y las dificultades económicas no vencieron mi deseo de superación. Puede ser una historia de éxitos, pero no siempre se tiene un final feliz. Mucha gente queda al margen de los procesos educativos formales o desmayan en el camino.

Se imponte una reflexión profunda sobre la duración del bachillerato en el país. Como aspectos prioritarios se debe, reducir los tiempos, ajustar los programas, adecuar los estilos pedagógico, establecer estrategias claras, incentivar la creatividad del estudiante, despertar la motivación, y saber aprovechar los recursos tecnológico deben complementar el proceso y fortalecer las capacidades del sistema educativo para generar compromisos que contribuyan ha eficientizar la escuela.

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