"La utopía está en el horizonte. Camino
dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá.
¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar". Eduardo Galeano.
Las teorías y doctrinas políticas se conforman partiendo de las orientaciones ideológicas de los entes políticos y sociales que las generan. Las ideologías son las que dan las caracterizaciones que asumen las instituciones y muy especialmente los gobiernos y los actores políticos que los gestionan.
Cualquier sistema político cuando está en construcción requiere mirar la historia política y su evolución social, si quiere ser exitoso gestionando el poder. El Socialismo del Siglo XXI tiene que tomar por base el desarrollo económico, social, cultural y político para colocarlo en la mesa del imaginario colectivo.
Ese sistema político tiene que superar las modalidades de socialismo que hemos conocido y heredado, sin desconocer ni menospreciar las experiencias y sus enseñanzas. La historia es una biblioteca donde se deben consultar los acontecimientos y hechos que marcan, caracterizan y definen la organización y la estructura política de una sociedad.
Ideológicamente, hay que dejar claramente que a diferencia de las tesis que plantean del fin de la historia y de las ideologías, éstas tienen y tendrán vigencia porque el mundo es y será idea. Son esas ideas las que guían a los hombres y mujeres en el curso de sus vidas. Cuando se organizan en sistemas y son compartidas por grupos e individuos se convierten en lo que se conoce como ideología.
La ideología no es más que el conjunto organizado de argumentos que sustentan y fundamentan las doctrinas y teorías que explican los fenómenos sociales. Son valores, principios y reflexiones enmarcados en una línea de pensamiento asociada a los sentimientos y emociones del ser humano.
Así las ideas políticas sirven de sustento a las ideologías y los sistemas y organizaciones políticas, sociales religiosas, culturales, económica o cualquier otro aspecto organizativo de las relaciones sociales. Reflexionar y analizar el poder de las ideas y de su expresión ideológica es fundamental para comprender los sistemas de relaciones de la sociedad del Siglo XXI en su dimensión política.
Las ideas políticas organizadas conforman las ideologías que dan forma y sustancia a las doctrinas y teorías políticas. De ahí que la importancia de reflexionar sobre estas cuestiones y avanzar hacia la definición un sistema político que privilegie a la gente y su desarrollo integral.
Si las ideas que sustentan un sistema ideológico no son claras y comprensibles para el colectivo es difícil lograr armar y concretar los consensos y pactos sobre los que se levanta y sostiene el edificio de la democracia funcional. La democracia como aspiración, entendida como un proceso que se afianza en el imaginario colectivo debe traspasar las fronteras del formalismo y superar la inequidad y la exclusión social. Ese es el desafío de los pensadores políticos del principio de siglo.
Avanzar en ese proceso de construcción democrática transformadora pasa por mirar formas creativas de integración social para contrapesar el sistema político que se defina. Es aquí donde entran las cuestiones vinculadas a los niveles de desarrollo de un sistema político.
Si no se logra que la modernización y la institucionalización política evolucione, el sistema se estanca, se obstruye. Hay que adaptarlo para que asimile el contenido programático del nuevo sistema político.
Un desafío importante es lograr que el sistema ideológico, político y las doctrinas evolucionen al ritmo de las exigencias de la sociedad de la información y el conocimiento. No se puede entender la democracia hoy como la entendían los griegos, ni siquiera como se entendía, en los tiempos de la Revolución Francesa o norteamericana. Mucho menos como en los tiempos de la Guerra Fría, ya que son contextos diferentes. Es cierto que la línea de base se encuentra referenciada en esos acontecimientos, pero no son los únicos.
La democracia en el mundo multipolar que se avecina tendrá que ser una democracia de la gente, con la gente y para la gente. Es la democracia de la sociedad de la información y el conocimiento. No puede ni debe ser un modelo estático o pasivo, sino dinámico y activo. Por eso es importante dejar establecida las bases ideológicas que regirán el nuevo sistema.
Llegado a este punto, donde el sistema político asume los postulados y doctrinas de la ideología es posible, entonces, iniciar el proceso de transformación revolucionaria de la democracia. Es en esta fase donde se pasa del formalismo democrático, electoralista y manipulado al nivel funcional, donde la gente y sus necesidades marquen las prioridades que asuman el Estado y el gobierno que lo gestione.
Los Estados que han logrado avanzar en el rescate de la esperanza asumen modalidades de democracia abierta, pluralista, participativa y realista. Han implantados modalidades democráticas montadas en un formalismo normativa que permite y facilita la operatividad del sistema en sus dinámica evolutiva. Tal es el caso de Ecuador, Bolivia, Brasil y Venezuela.
Estamos en cambio de época y para accionar en él necesitamos cambiar paradigmas, así como la forma de ver y analizar los fenómenos y acontecimientos políticos que nos afecta. Es ahí donde el poder de las ideas y la ideología como expresión tangible de éstas entran y operan. Es tiempo de razonar y trabajar en las definiciones que permitan estructural el sistema ideológico que amueblará el edificio que alojará a la democracia funcional que dará forma al Socialismo del Siglo XXI.
Las teorías y doctrinas políticas se conforman partiendo de las orientaciones ideológicas de los entes políticos y sociales que las generan. Las ideologías son las que dan las caracterizaciones que asumen las instituciones y muy especialmente los gobiernos y los actores políticos que los gestionan.
Cualquier sistema político cuando está en construcción requiere mirar la historia política y su evolución social, si quiere ser exitoso gestionando el poder. El Socialismo del Siglo XXI tiene que tomar por base el desarrollo económico, social, cultural y político para colocarlo en la mesa del imaginario colectivo.
Ese sistema político tiene que superar las modalidades de socialismo que hemos conocido y heredado, sin desconocer ni menospreciar las experiencias y sus enseñanzas. La historia es una biblioteca donde se deben consultar los acontecimientos y hechos que marcan, caracterizan y definen la organización y la estructura política de una sociedad.
Ideológicamente, hay que dejar claramente que a diferencia de las tesis que plantean del fin de la historia y de las ideologías, éstas tienen y tendrán vigencia porque el mundo es y será idea. Son esas ideas las que guían a los hombres y mujeres en el curso de sus vidas. Cuando se organizan en sistemas y son compartidas por grupos e individuos se convierten en lo que se conoce como ideología.
La ideología no es más que el conjunto organizado de argumentos que sustentan y fundamentan las doctrinas y teorías que explican los fenómenos sociales. Son valores, principios y reflexiones enmarcados en una línea de pensamiento asociada a los sentimientos y emociones del ser humano.
Así las ideas políticas sirven de sustento a las ideologías y los sistemas y organizaciones políticas, sociales religiosas, culturales, económica o cualquier otro aspecto organizativo de las relaciones sociales. Reflexionar y analizar el poder de las ideas y de su expresión ideológica es fundamental para comprender los sistemas de relaciones de la sociedad del Siglo XXI en su dimensión política.
Las ideas políticas organizadas conforman las ideologías que dan forma y sustancia a las doctrinas y teorías políticas. De ahí que la importancia de reflexionar sobre estas cuestiones y avanzar hacia la definición un sistema político que privilegie a la gente y su desarrollo integral.
Si las ideas que sustentan un sistema ideológico no son claras y comprensibles para el colectivo es difícil lograr armar y concretar los consensos y pactos sobre los que se levanta y sostiene el edificio de la democracia funcional. La democracia como aspiración, entendida como un proceso que se afianza en el imaginario colectivo debe traspasar las fronteras del formalismo y superar la inequidad y la exclusión social. Ese es el desafío de los pensadores políticos del principio de siglo.
Avanzar en ese proceso de construcción democrática transformadora pasa por mirar formas creativas de integración social para contrapesar el sistema político que se defina. Es aquí donde entran las cuestiones vinculadas a los niveles de desarrollo de un sistema político.
Si no se logra que la modernización y la institucionalización política evolucione, el sistema se estanca, se obstruye. Hay que adaptarlo para que asimile el contenido programático del nuevo sistema político.
Un desafío importante es lograr que el sistema ideológico, político y las doctrinas evolucionen al ritmo de las exigencias de la sociedad de la información y el conocimiento. No se puede entender la democracia hoy como la entendían los griegos, ni siquiera como se entendía, en los tiempos de la Revolución Francesa o norteamericana. Mucho menos como en los tiempos de la Guerra Fría, ya que son contextos diferentes. Es cierto que la línea de base se encuentra referenciada en esos acontecimientos, pero no son los únicos.
La democracia en el mundo multipolar que se avecina tendrá que ser una democracia de la gente, con la gente y para la gente. Es la democracia de la sociedad de la información y el conocimiento. No puede ni debe ser un modelo estático o pasivo, sino dinámico y activo. Por eso es importante dejar establecida las bases ideológicas que regirán el nuevo sistema.
Llegado a este punto, donde el sistema político asume los postulados y doctrinas de la ideología es posible, entonces, iniciar el proceso de transformación revolucionaria de la democracia. Es en esta fase donde se pasa del formalismo democrático, electoralista y manipulado al nivel funcional, donde la gente y sus necesidades marquen las prioridades que asuman el Estado y el gobierno que lo gestione.
Los Estados que han logrado avanzar en el rescate de la esperanza asumen modalidades de democracia abierta, pluralista, participativa y realista. Han implantados modalidades democráticas montadas en un formalismo normativa que permite y facilita la operatividad del sistema en sus dinámica evolutiva. Tal es el caso de Ecuador, Bolivia, Brasil y Venezuela.
Estamos en cambio de época y para accionar en él necesitamos cambiar paradigmas, así como la forma de ver y analizar los fenómenos y acontecimientos políticos que nos afecta. Es ahí donde el poder de las ideas y la ideología como expresión tangible de éstas entran y operan. Es tiempo de razonar y trabajar en las definiciones que permitan estructural el sistema ideológico que amueblará el edificio que alojará a la democracia funcional que dará forma al Socialismo del Siglo XXI.
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