“Y es que los revolucionarios seguimos haciendo la revolución
aun después de muertos, cuando ya no tenemos voz para propagar las ideas
revolucionarias, cuando ya no tenemos vida para empuñar el fusil, todavía nos
quedan los huesos para que sirvan de banderas”. Amín Abel Hasbúm.
El 24 de septiembre de 1970 fue asesinado alevosamente el ingeniero Amín
Abel Hasbum frente a su esposa embarazada y un hijo de ambos que apenas contaba
con 2 años de edad. Amín había sido uno de los hombres claves de la Revolución
y la Guerra Patria de Abril de 1965, por tanto estaba en la lista negra de la
Agencia Central de Inteligencia y de los organismos represivos del gobierno de
Joaquín Balaguer.
Abel Hasbúm nació el 12 de octubre de 1942. Hijo de Mahoma Abel y
Liliana Hasbum. Sus estudios secundarios los realizó en el Colegio de La Salle,
graduándose de Bachiller en Ciencias Físicas y Matemáticas en 1958. Ingresó a
la Facultad de Ingeniería y Arquitectura de la Universidad Autónoma de Santo
Domingo, que hoy lleva su nombre, donde obtuvo el título de Ingeniero Civil
Summa Cun Laude. Esta es la más alta calificación que otorga la UASD a sus
egresados.
“El Turco” como le apodaban cariñosamente sus amigos y compañeros de
lucha, no tenía reparos cuando la causa revolucionaria y la patria misma
reclamaban su concurso. Así lo demostró cuando al estallar la Guerra de Abril
se incorpora a la lucha desde el mismo instante en que se inician las acciones
armadas. Estaba recién casado con Mirna Santos y junto a ella se traslada a la
capital desde San Francisco de Macorís para asumir su puesto en la línea de
combate.
Desde muy joven se incorporó a la lucha contra los remanentes del
trujillato, a la defensa de la constitucionalidad tras el Golpe de Estado
perpetrado contra el gobierno democrático que encabezó el profesor Juan Bosch,
así como a los golpistas del tristemente célebre Triunvirato que los sustituyó.
En cada escenario se destacó por su disposición a la acción y el compromiso con
los mejores intereses del pueblo dominicano.
Se enroló en el Movimiento Revolucionario 14 de Junio que formó y lideró
Manuel Aurelio Tabares Justo, hizo gala siempre de su convicción marxista. Fue
un fiel exponente del compromiso revolucionario y digno defensor de la autodeterminación
de los pueblos. Este accionar lo llevó varias veces a las cárceles cuyos
métodos de tortura son bien conocidos.
Dirigente estudiantil que prestigia la historia del movimiento
estudiantil dominicano de aquella época gloriosa en que la juventud dominicana
asumió el compromiso de darle el frente a los remanentes del trujillato, ahora
representada por uno de sus discípulos aventajados: el doctor Joaquín Balaguer
Ricardo.
En 1964 Amín es elegido como Secretario General de la Federación de
Estudiantes Dominicanos y desde ese espacio participó activamente en la lucha
política del país sin olvidar su responsabilidad académica. Entregado como el
que más en la lucha por la Autonomía Universitaria y por el respeto a los
derechos del estudiantado. Tanta fue la tenacidad y gallardía con que asumió su
responsabilidad fue a la cárcel en varias ocasiones.
Amín no fue un combatiente más, si no un estratega político y militar.
Junto a otros compañeros y compañeras fundó y dirigió la Academia Militar
Constitucionalista cuya misión básica era preparar a los combatientes de la
Patria en armas. Su bravura quedó demostrada en cada acción realizada por el
comando de San Carlos al que perteneció.
Como pensador revolucionario plasmó sus ideas en una obra inconclusa que
tituló: “América Latina Busca su Camino”. Partía de la experiencia
revolucionaria de americana pero insistía en que el país debía aprender y sacar
lecciones de esas luchas pero forjar una estrategia propia, partiendo de las
características y particularidades del país. Afirmaba que Latinoamérica y cada país, en
particular tiene que elaborar su propia línea política revolucionaria,
aplicando creadoramente a su historia y a su realidad la verdad universal del
marxismo-leninismo.
Una de las acciones más osadas de Amín Abel y sus compañeros fue el
secuestro del agregado militar norteamericano coronel Donald Joseph Crowley en
1970. La idea era canjear al secuestrado por una cantidad considerable de
prisioneros políticos. Entre los canjeables se encontraba Maximiliano Gómez,
líder del Movimiento Popular Dominicano.
El objetivo se logró, los revolucionarios salieron del país y coronel Crowley fue liberado. Tras el hecho se
produjo una verdadera cacería contra quienes participaron el mismo. Tanto los
servicios de represivos del país como los norteamericanos hicieron gala de su
saña. Amín era sindicado como el cabecilla del grupo y por tanto objetivo
militar.
Su persecución concluyó en la mañana del 24 de septiembre, cuando se
celebra en el país el Día de las Mercedes. Los servicios secretos llegan a la casa
de la familia Hasbúm-Santos, acompañado de un fiscal, que resultó ser nada más
y nada menos que un hermano del destacado periodista revolucionario Orlando
Martínez Howley, asesinado por las mismas fuerzas que mataron Amín esa mañana
trágica.
Se dice que, el Ayudante del Fiscal del Distrito Nacional, doctor Tucídides Martínez
Howley dejó el escenario libre a los esbirros matones para
que consumaran su macabra acción homicida. Por la muerte de Amín se condenó a
un simple raso pero quienes dieron la orden siguieron operando su máquina sanguinaria.
Era la estrategia de descabezar al movimiento revolucionario que había operado
desde el ascenso de Balaguer al poder el 1 de julio de 1966.
Amín Abel, asesinado a los 28 años de edad, es parte de esa pléyade de
revolucionarios y mártires de la lucha del pueblo dominicano y de América por
encontrar su camino. Comparte ese mérito con Patria, Minerva, María Teresa y
Manolo. También hacen parte de este selecto grupo el Dr. Hipólito Rodríguez,
Juan Miguel Román, Homero Hernández, Orlando Mazara, Amaury Germán Aristy y sus
compañeros, Manfredo Casado, Orlando Martínez, Otto Morales, Henry Segarra, Maximiliano
Gómez, Rafael Tomás Fernández Domínguez, Francisco Alberto Caamaño y los
expedicionarios de Playa Caracoles.
Ellos y todos aquellos militantes revolucionarios que ofrendaron sus
vidas y la tranquilidad de sus familias merecen un sitial en las mentes de los
hombres y mujeres que aspiran a vivir en una sociedad donde la justicia social
sea la norma y no la excepción ¿Cuál sería el escenario del país si estos
hombres y mujeres hubieran logrado sus propósitos? Ellos que tras las huellas
de Luperón y por la memoria de los expedicionarios de 1949 y 1959 hicieron el
juramento de liberar a la patria de la opresión.
Amín Abel Hasbúm tenía razón: América Latina Busca su Camino y en esa
búsqueda ha ido dejando toda una historia de heroísmo y sacrificio
protagonizada por los mejores intérpretes de la justicia y del deber. Solo 28
años vivió Amín y la intensidad de su fervor revolucionario hacen que parezca
una eternidad. Esta fecha no debe quedar como una más, debe servir para
levantar el espíritu reflexivo y crítico sobre nuestro rol como ciudadano de
esta media isla.
Al cumplirse 43 años del asesinato del insigne revolucionario Amín Abel
Hasbúm, hay que reverenciar su valentía, arrojo, convicción revolucionaria,
coraje, honestidad, entereza y gallardía. La juventud dominicana debe conocer a
los hombres y mujeres que con su sacrificio y entrega, muestran las sendas del
buen vivir ¡Honrar, honra! ¡Otro mundo es posible y necesario!
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