“Los agricultores familiares no son parte del problema, sino que,
por el contrario, son de vital importancia para la solución del
hambre en el mundo”. Informe FAO 2014.
La
producción de alimentos ha sido uno de los temas claves para el desarrollo de
los pueblos desde los orígenes de la humanidad. Cuando los pueblos pasaron del
nomadismo al sedentarismo lo hicieron tomando como punto de partida la
disponibilidad de terrenos para levantar sus viviendas y cosechar sus
alimentos. Ese paso marcó el inicio del surgimiento de los primeros
conglomerados humanos. Así inició lo que más tarde se denominó agricultura
familiar.
La
agricultura familiar consiste la producción de alimento aprovechando al máximo
el espacio y el recurso más próximo al entorno familiar. Esto incluye la fuerza
de trabajo, las semillas o plántulas, la infraestructura básica, los implementos agrícolas y las actividades
culturales que se requieren para garantizar la producción que sustente la familia
y de para suplir las necesidades de los mercados funcionan en ese entorno.
Se recuerda que el 2014 fue declarado como “El Año Internacional de
la Agricultura Familiar en 2014” como forma de promover la reactivar ese
importante sector. Es sumamente importante promover un debate que coloque el
tema en la agenda de los gobiernos y de la sociedad.
Se
debe aclarar que estamos hablando de Agricultura Familiar, no de agricultura de
subsistencia. Es un concepto menos restringido, mejor organizado y más integrador.
Es un modelo de producción que incluye dimensiones que superan las prácticas de
conuquismo
que caracteriza la agricultura de subsistencia. Es organizada en el entorno
familiar pero con un enfoque de rentabilidad y de optimización de los recursos,
refinando métodos y modos de producción.
Según
la FAO para el 2050, tenemos el desafío adicional de alimentar a una población
que está consumiendo más alimentos, y a veces sigue dietas mejores y más
saludables, y que se espera que supere la marca de los 9 000 millones. Eso es
todo un reto, en un mundo donde el crecimiento poblacional es inversamente
proporcional a la cantidad de recursos naturales disponibles. Ampliar las
posibilidades de producción y mejorar las relaciones de la gente con su medio
hará la diferencia.
Mención especial aquí para las cuestiones vinculadas a la
degradación progresiva y el empobrecimientos
de los suelos. Esto sumado a la escasez, contaminación y a la mala gestión del
agua dificulta la producción y amenaza la seguridad alimentaria.
Se
sabe que la población mundial ha ido creciendo sostenidamente y con ella la
demanda de alimentos. Se espera que para el 2050 la población
alcance los 10 mil millones ¿Habrá
pan para tanta gente? ¿Soportará el planeta una carga demográfica de tal
magnitud? ¿Serán suficiente los recursos naturales para suplir las crecientes
demandas de agua, energía y espacio? ¿Cómo se organizará la producción y el
mercado para dar respuesta a las exigencias de la población? ¿Cómo superar el
consumismo, “el usa y tira”, así
como la cultura del derroche? ¿Qué tanto puede contribuir la Agricultura
Familiar a la superación del hambre? ¿Cómo hacer que sea rentable y sostenible?
Evidentemente
que esos requerimientos deben ser suplidos por quienes se dedican a la producción
y procesamiento de alimentos. Dentro de estos se destacan los productores de
menor escala, que es el fuerte de la Agricultura Familiar. Juntando esa
poderosa fuerza, organizándola y tecnificándola para evitar el derroche sobre
todo de agua se puede ir avanzando hacia la superación real de la pobreza y el
hambre que padecen más del 60% de la población mundial.
Visto
así el asunto, hay que superar las prácticas del capitalismo neoliberal que ha
impuesto la patentización de todo cuanto existe en la tierra, incluida las
semillas y plántulas, bajo normas comerciales típicamente especulativa. La
llamada certificación de semillas debe respetar las prácticas ancestrales
practicadas por generaciones de cosechar y guardar parte de la producción para
siembras futuras.
La
Agricultura Familiar ha servido a lo largo de la historia para sostener a las
familias y empujar a algunos de sus
miembros a la educación. Convirtiendo esa noble tarea en un medio de ascenso
social y económico. Unos producen y otros estudian, manteniendo una dinámica
que bien gestionada puede servir para dotar a los pueblos de las capacidades
que le permitan ir perfeccionando sus métodos y modos de producción. Eso claro
está, tiene que ser parte de una política pública que coloque a la gente en el
centro, como sujeto, no como un objeto.
Esto
se ha ido transformando en la medida en que envejecen los cabezas de familia y
los hijos pierden amor al trabajo en las zonas agrícolas. Por lo menos en el
caso dominicano ese fenómeno se agrava, dejando los predios baldíos. Otros son
adquiridos por terratenientes aumentando la concentración de la propiedad de la
tierra.
Es
sabido que el mercado, sin ningún rigor ético, ha colocado en una situación muy
difícil a millones de personas en el mundo. Esto se suma a la aplicación de
políticas inadecuadas de los gobiernos que hasta hoy hacen muy poco para
desarrollar y organizar modalidades de producción basadas en la Agricultura
Familiar. El resultado es claro: empobrecimiento,
hambre, abandono del campo, crecimiento de las ciudades, mayor presión para los
servicios públicos, concentración de la tierra, desesperanza y encarecimiento
de los productos, entre otros.
Se
requiere, entonces, poner mayor énfasis en la Agricultura Familiar y
privilegiarla para superar la Agricultura de Subsistencia basada en el conuquismo.
Es necesario el diseño de políticas públicas que aumenten y diversifiquen la
producción, evitando el deterioro del medio ambiente y la contaminación de los
recursos naturales. Esto pasa por poner reglas claras a las transnacionales y
multinacionales que se apropian de las semillas y distribuyen los insumos
utilizados en la producción.
Trabajar
con las comunidades, tanto en su organización como en la capacitación es un
imperativo. No solo para que aprovechen mejor los recursos que utilizan y
saquen mayores beneficios sino también, para que defiendan los predios que
cultivan. “Guardar pan para mayo y harina para abril”.
Este dicho popular implica una gran enseñanza que puede ser aprovechada para
apuntalar la Agricultura Familiar.
La
innovación y la creatividad deben complementarse para fomentar políticas
inclusivas e integrales. Ir más allá del formalismo institucional, pasando al
campo de la cultura, recurriendo a la sabiduría popular para aprovechar la
experiencia acumulada para complementar con estrategias de asesoría técnica
sobre gestión de recursos y oportunidades. Introducir mejoras que coloquen la Agricultura
Familiar en una perspectiva de rentabilidad y sostenibilidad.
El
Estado debe garantizar la asesoría técnica en las zonas dedicadas a las
actividades agropecuarias, poniendo énfasis en los pequeños y medianos
productores. También le corresponde crear las condiciones para que la vida en
las zonas productivas sea digna y decorosa. El financiamiento tiene que ir a
quienes producen, no para quienes acumulan y explotan. Es un tema que requiere
un abordaje integral, dada la complejidad que ido adquiriendo la vida en las
zonas productivas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario