martes, 3 de diciembre de 2019

PERSPECTIVAS DE LAS CIENCIAS POLÍTICAS EN REPÚBLICA DOMINICANA.

“La escuela democrática que precisamos no es aquella en la que sólo el maestro enseña, en la que el alumno sólo aprende y el director es el mandante todopoderoso”. Paulo Freire (Carta a Quien Pretenda Enseñar).

La universidad Autónoma de Santo Domingo, UASD, trabaja en el rediseño y actualización de su oferta académica para ampliar las oportunidades de quienes optan por escoger la Alma Máter como espacio para formarse, ejercitar sus saberes o fortalecer sus capacidades. Facultades, Escuelas y coordinaciones de cátedras coordinan las acciones conjuntamente DIGEPLANDI.

La filosofía de la UASD establece las líneas generales sobre las que se deben articular las propuestas, sin embargo, hay una resolución del Consejo Universitario que hace línea con otra que sacó el Ministerio de Educación Superior Ciencia y Tecnología, MESCyT, donde se manda a implementar un modelo educativo basado en el “enfoque por competencias”. Al margen de las críticas que se hacen a dicho enfoque, se insiste en que el profesorado de la UASD lo asuma.

Pareciera que se busca homogeneizar un modelo que pudiera servir en el ciclo básico, pero no para implantarlo en carreras que como las Ciencias Políticas son una especie de “consomé de saberes”, donde aprender a pensar críticamente se hace imprescindible. El perfil profesional del politólogo, como el de otros profesionales de las Ciencias Sociales, no admiten modelos enlatados o tendencias instrumentalistas.

Se sabe que el enfoque por competencias, modelo que ha sido implantado bajo la égida del pensamiento neoliberal, instrumentaliza la educación y la coloca al servicio de las necesidades de cúpulas hegemónica. Esa perspectiva es claramente contradictoria a la filosofía de UASD y el Estatuto Orgánico.

Vista la buena disposición y el interés del cuerpo directivo de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas para avanzar en el rediseño y adecuación de la malla curricular es oportuno recordar que hay tendencias que pudieran afectar el resultado de los esfuerzos que se encaminan con miras al fortalecimiento de la Carrera de Ciencia Política. Nos referimos a la politización de la justicia y a la judicialización de la política.

Lo ideal es que ambas tendencias se complementen, pero la realidad es que están rivalizando y los efectos son evidentes. Ante esas realidades las discusiones académicas deben tomar en cuenta y la UASD es, y sigue siendo un faro de luz al respecto en un mundo complejo y exigente. La comunidad académica debe asumir la vanguardia para explicar, sistematizar y resignificar el cuerpo teórico que sustenta las Ciencias Políticas.

Esas tendencias se articulan en dos ejes contrapuestos: de un lado se ubica la politización de la justicia y del otro la judicialización de la política. La primera implica un riesgo serio para la institucionalidad democrática, ya que cuando se politiza la justicia se debilitan los mecanismos de control que condicionan la convivencia y dan forma al pacto social.

Respecto a la segunda tendencia, cabe destacar que las instituciones y sujetos políticos tienen sus propios mecanismos de control, basados en procedimientos que implican participación amplia y diversas. Unas veces se instituyen mediante normas internas; otras por medio de un marco normativo que complementa los postulados constitucionales.

Así los instrumentos de control político están asociados a mecanismos de democracia directa instituidas en marcos normativos que establecen los procedimientos de gestión de relaciones de poder, tanto a lo interno como a lo externo de partidos, organizaciones y movimientos políticos.

Con ese corolario como precedente, el debate en torno a cuestiones sustanciales del quehacer de las Ciencias Políticas se deben establecer las líneas de abordaje que pongan el instrumental teórico y metodológico al servicio de la solución de problemas y refuercen los fundamentos de la institucionalidad política y la democracia funcional.

Pretender que las relaciones de poder en el Siglo XXI se pueden abordar con instrumentos o dispositivos cuyos resultados son contrarios a las aspiraciones de la Ciencia Política es como “arar en el mar”. Son tiempos en que los fundamentos teóricos de las doctrinas políticas vigentes están siendo cuestionados desde diversos ámbitos. Eso obliga a replantear y ampliar la perspectiva académica, a reorientar las metodologías de enseñanzas, resignificar los enfoques y actualizar los contenidos.

Las Ciencias Políticas constituyen un área especializada que está llamada a producir las ideas y los instrumentos metodológicos que ayuden a explicar los problemas que afectan a la sociedad y a proponer soluciones. Es mucho más que un instrumento para diseñar, medir o hacer seguimiento a políticas públicas. Es, ante todo, una Ciencia forjada para explicar los fundamentos y el funcionamiento de los sistemas políticos y sociales.

El Siglo XXI es el siglo de las Ciencias Políticas, ya que los retos que plantean exigen de esta Ciencia, respuestas y alternativas de solución a cuestiones que van desde el estudio de las relaciones de poder, la fundamentación de los formalismos democráticos en crisis hasta las cuestiones de políticas públicas pasando por complejidades de la geopolítica, la neuropolítica; la teoría del Estado, sus funciones y las modalidades que asume en cada sistema político.

Otros retos, a los cuales la Ciencia Política debe hacer frente, vienen del mundo de las ideologías. El fin de la historia no ha llegado ni llegará; la historia sigue su curso y con ella el pluralismo ideológico que lo sustenta. En ese sentido, es importante destacar la emergencia de grupos religiosos vinculados a la política, tal como sucedía en la Alta Edad Media.

Comprender los fundamentos discursivos de la retórica política vigente adquiere una importancia trascendental en tiempos en que las religiones entran en competencia con la política. No es tarea fácil, pero hay que tener presente esos aspectos al momento de abordar las cuestiones políticas y sociales. El peso de la religión en el imaginario colectivo obliga al cientista político a buscar los fundamentos de las relaciones entre religión, Estado y sociedad. Es un elemento que condiciona el accionar político en escenarios diversos. De ahí la importancia de su estudio desde las Ciencias Políticas.

La irrupción de la religión en la política obliga al cientista político a buscar los elementos coincidentes y divergentes que le ayuden a explicar las interrelaciones de los dos elementos. Así mismo, las vinculaciones del crimen organizado a la política y el vaciamiento ideológico, la educación y la formación política colocan en riesgo el presente y el futuro de las democracias.

Del lado del diseño, evaluación, seguimiento de las políticas públicas, el desafío es colosal. La deslegitimación de la democracia se debe, en cierto modo, a la baja eficiencia de las políticas y a los altos costos que conlleva. Esto se complica, dada las redes clientelares, la corrupción y la impunidad que afectan las instituciones políticas.

El caso específico de República Dominicana, las Ciencias Políticas carecen de una sistematización científica. Ahí hay un vasto campo por cubrir que puede servir para establecer diversas líneas de investigación. La perspectiva teórica y práctica requiere de gente que dedique tiempo a investigar y sistematizar. Recoger el proceso evolutivo de las Ciencias políticas en el país es un imperativo para las generaciones presentes.

Es Juan Pablo Duarte, Prócer y Padre de la Patria quien da el primer pitazo para el desarrollo de las Ciencias Política en el país cuando afirmó que: “La política no es una especulación; es la Ciencia más pura y la más digna, después de la Filosofía, de ocupar las inteligencias nobles”. Esa sentencia del patricio pudiera marcar el inicio del debate sobre el origen de las Ciencias Política. Inexplicablemente, las discusiones sobre la cuestión se han retrasado y es el momento de remontar para recuperar los rezagos.

Abrirse paso en la investigación, implica definir perfiles que ayuden a adecentar y aumentar las capacidades de los sistemas políticos para dar respuestas a las demandas. Se cuestiona, y con razón, la falta de eficiencia de las instituciones públicas. Eso requiere respuestas enmarcadas en las Ciencias Políticas, apoyadas por otras ciencias sociales que le complementen.

Diseñar modelos políticos y perfiles de liderazgos que hagan de la práctica política una vocación, impactaría positivamente en la calidad de democracia y la representación política. Colocar los instrumentos de la Ciencia Política en manos de los sectores que toman decisiones puede aumentar la confianza de la gente en la política y en las instituciones políticas.

Responder a esos y otros retos es parte de los esfuerzos que deben afrontar quienes se dedican al estudio y cultivo de las Ciencias Políticas. Al margen de cuestiones vinculadas a los aspectos tácticos de la política, la Ciencia Política deben concentrar sus esfuerzos en las cuestiones estratégicas.

Las Ciencias Políticas, junto a disciplinas como las Relaciones Internacionales y la Diplomacia deben resignificar toda la cuestión vinculada a los sujetos de derecho internacional, haciendo énfasis en el papel del Estado como instrumentos para garantizar el desarrollo equitativo y sostenible de la humanidad.

Son tiempos convulsos que requieren claridad, compromisos, capacidades y honestidad intelectual. Las Ciencias Políticas pueden y deben aportar su instrumental teórico y metodológico para establecer mecanismos que hagan de la Política una oportunidad para servir, no para servirse.

El camino hacia la superación de las limitaciones teóricas que impiden el desarrollo de las Ciencias Políticas en República Dominicana debe ocupar el debate e impulsar acciones que coloquen la cuestión en perspectivas para que sean asumidos por sujetos conscientes y debidamente formados. 

Habría que valorar la posibilidad y conveniencia de crear la Escuela de Diplomacia y Relaciones Internacionales para ampliar la oferta académica. De igual forma se puede incluir la Escuela de Criminalística, está última vinculada a la Escuela de Derecho. Esto sumado a la inclusión de nuevas materias que refuercen los contenidos hará diferencias entre los que forman cientistas comprometidos con la transformación y los centros que prefieren seguir las reglas de los mercados.

Otra de las opciones a considerar, es negociar que Administración Pública sea trasladada a la Escuela de Ciencias Políticas. Se sabe que la Carrera está operando desde la Escuela de Administración Pública, adscrita a la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales. Es pertinente pasarla a la Facultad de Ciencia Jurídicas y Políticas, específicamente a la Escuela de Ciencias Políticas, cambiando el perfil de la misma para ajustarla a su esencia estrictamente académica. Este paquete se complementa con una amplia oferta en especialidades, maestrías y doctorados.

Es tiempo de acción, de reorientación y redefinición. La cuestión ideológica no ha muerto ni morirá. Las teorías políticas están ahí y reclaman atenciones de la Ciencia. Conceptos clásicos como el binomio izquierda y derecha siguen vigentes, aunque muchos se empeñen en distorsionar sus postulados. Ellos sirven de recipiente a pensamientos e idea basadas en el socialismo, liberalismo, capitalismo comunismo.

Corrientes vinculadas al ecologismo, feminismo o al ambientalismo, entre otros "ismos" hacen parte del caldo social que debe ser sazonado por ingredientes de las Ciencias Políticas. Son realidades, aunque haya quienes crean que son ficciones que solo tienen cabida en los recovecos de los enfoques asociados a la posverdad.

El campo de acción de la Ciencias Políticas es tan amplio como la diversidad de problemas que afectan al mundo del Siglo XXI. Quienes apuestan a la Ciencia, encontrarán en ella un espacio para desarrollar las capacidades que le permitan entender y explicar las complejidades de la dinámica societal.

Asumir el reto y ser consciente de los desafíos es responsabilidad directa de quienes diseñan y ejecutan las políticas educativas. Los espacios académicos se complementan con espacios de interacción social, especialmente políticos para dar forma a los saberes que conforman la inteligencia política.

A eso se suma la necesidad de superar el analfabetismo político y ampliar los espacios deliberativos de la democracia funcional. Importa, por tanto, ir avanzando en la construcción de una oferta académica que supere la carpintería política y gerencial y abra paso a la transformación del pensamiento político y social.

El Siglo XXI es el siglo de las Ciencias Políticas. En ellas están las soluciones los instrumentos que permitirán entender mejor los retos que plantea la Era de la Información y el Conocimiento. En tiempos turbulentos se impone replantear los fundamentos científicos para analizar el pensamiento político y las formas de incentivar su estudio.

Las tecnologías de la información y la comunicación facilitan la divulgación de conocimientos, pero esos conocimientos deben estar depurado y validado científicamente para que sea útil y provechoso. Buena parte de esa responsabilidad recae sobre las Ciencias Sociales en general, en las Ciencias Políticas en particular.

Hoy que la inteligencia artificial emerge como complemento de la inteligencia humana se requiere claridad metodológica y fuerza teórica para aprovechar su potencial y orientarlo al desarrollo de la humanidad. Entender y explicar las complejidades de los sistemas políticos y proponer soluciones a los retos y desafíos que se plantea es la principal motivación para trabajar por el desarrollo y consolidación de las Ciencias Política en República Dominicana.

El vasto campo de aplicación de las Ciencias Políticas se convierte en oportunidades para quienes a su estudio y desarrollo. El mundo está lleno de politiqueros, políticos y politontos, pero carece de especialistas Política. Ahí hay un mundo de oportunidades tanto en el campo práctico como en el teórico. 

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