"Quienes por malicia, se empeñan en construir
muros imaginarios para separar los caprichos de la razón, no impedirán el
intenso resplandor de la verdad". FDC/2016.
La actividad política en República Dominicana ha fluctuado entre la esperanza, el avance, estancamiento y retroceso. Hay prácticas que se han hecho cultura y echado raíces en la psicología de la gente. Unas veces sirven para justificar actuaciones indecorosas otras para levantar banderas mesiánicas sostenidas por una masa amorfa de votantes que no valora el derecho a elegir y ser elegido.
La actividad política en República Dominicana ha fluctuado entre la esperanza, el avance, estancamiento y retroceso. Hay prácticas que se han hecho cultura y echado raíces en la psicología de la gente. Unas veces sirven para justificar actuaciones indecorosas otras para levantar banderas mesiánicas sostenidas por una masa amorfa de votantes que no valora el derecho a elegir y ser elegido.
Se
pueden extraer varias lecciones de este capítulo. Una de ellas es que se debe transformar la estructura de poderes del
Estado para incluir el Poder Electoral como forma de fortalecer las entidades
reguladoras del sistema electoral. Ese proceso enseña que quienes se oponen
la reelección presidencial apoyan y promueven la reelección en otros niveles.
Esa contradicción evidente, obliga a los operarios del Sistema Político a
calibrar los modelos propuestos y desarrollar métodos establezca reglas para
todos los niveles.
Una
forma a considerar sería que se permitan como máximos 2 períodos consecutivos
para cada cargo electivos. Así se garantiza la movilidad y se activa la
dinámica del Sistema Político y se incentiva el desarrollo del liderazgo. Otro
aspecto que deja enseñanzas es el proceso de negociación de alianzas y acuerdos
entre los partidos. Aquí la inobservancia a los procedimientos estipulados,
tanto en los estatutos como en la Ley Electoral y su normativa complementaria.
Los
procesos convencionales y asamblearios para seleccionar precandidaturas
estuvieron plagado de irregularidades, muchas de las cuales generaron
situaciones de violencia. Hubo muertos y heridos. Eso afecta al Sistema
Político porque la gente se desinteresa y no participa en político. Ese espacio
es ocupado por personas que no reúnen los perfiles mínimos para ser candidato o candidatas
a un cargo electivo. Eso debe ser superado.
Vale
destacar la importancia de novedades como el voto en casa, orientado
a facilitar el ejercicio del derecho a elegir a personas con dificultad para
movilizarse por enfermedad o edad. Se llevó hasta sus hogares el colegio
electoral. Otras innovaciones trascendentes son “Mi Primer Voto”, el
Acompañamiento Escolar Electoral, Mesa Auxiliar para Personas con Discapacidad.
La
conversión de los cargos en mercancía afectó la participación de quienes no
podía pagar las sumas impuestas para participar, abriendo la puerta a la
entrada de dinero sucio. Eso se confirma con la denuncia del Unidad Contra el
Lavado de Activo que afirmó que por lo menos 20 candidatos tenían que ser
investigado. Eso llama a establecer controles y condiciones para la aceptación
de precandidaturas.
Hay
una creencia generalizada que tanto en las precampaña como en las campañas
ganaron quienes disponían de mayores cantidades de recursos. Esto es marcado
sobre todo, en los partidos mayoritarios. Hay quienes afirman “que
las elecciones dominicanas se han vuelto un mercado donde gana el más dinero
suelta”.
Queda
evidenciada la necesidad de trabajar en la codificación y actualización del
marco normativo que rige al Sistema Político-electoral. Se entiende que una Ley
de Partido ayuda a superar y a ordenar a los entes políticos. Otros piensan que
creando un Código Electoral, que recoja todo el dispositivo reglamentario del
sistema daría la respuesta a las demandas del Sistema Político. Hay quienes
entienden que el asunto requiere una transformación de la cultura política.
El
acentuado y recurrente clientelismo, en sus versiones macro, meso y micro, permea el quehacer político en el país
pervirtiendo y desvirtuando la práctica política. Históricamente, las fuerzas
que han detentado el poder político o han tenido una posición de gobierno,
imponen e incentivan prácticas que están más cerca del clientelismo que de un
modelo institucionalizado de políticas públicas.
Ese
y otros desafíos colocan al Sistema Político dominicana en desventaja con
respecto a las aspiraciones de transformación e institucionalización de la
democracia funcional. Eso no niega esfuerzos loables para superar esos males
pero el impacto, hasta el momento, ha sido neutro. El mal se extiende y se
acentúa generando desconfianza e incertidumbre entre quienes optan por servir a
la sociedad desde la Política.
La
larga y tortuosa campaña que concluye es rica en lecciones y enseñanzas. La
competencia por los cargos electivos generó tensiones, roces y conflictos que
bien merecen ser analizados para aprender las lecciones, tanto negativas como
positivas. Los sistemas que descuidan la calidad del liderazgo que lo gestiona
tienden a desaparecer. Cerrar el paso a quienes hacen de la política un negocio
debiera ser una prioridad en República Dominicana.
La
cantidad de problemas que se han generado durante el escrutinio obliga los
actores políticos e institucionales a empeñarse a fondo para evitar fallas
semejantes en proceso futuros. Es vergonzoso que en la época de la información
y la comunicación y siendo el país uno de los privilegiados en este sentido no
disponga de un sistema que impida los problemas que padecemos.
Hay
quienes han hecho brillar su incapacidad para asimilar las derrotas y otros
quienes empeñados, en defender sus “conquistas”
hacen el ridículo. Esas muestras de inmadurez e insensatez política dejan mal
parado a quienes aspirar a servirle al país desde una curul en el congreso, una
alcaldía o una regiduría.
Incluir
dispositivos automatizados de escrutinio evita problemas tan elementales como
la distorsión o anulación de resultados. Se torna imperativo desarrollar las
estrategias que eviten los traumas que se generan por no tomar medidas
apropiadas y oportunas. Hay quienes reniegan o no aceptar esas modalidades pero
la ecuanimidad debe imponerse al momento de tratar estos asuntos.
Claro, se deben prever todas medidas que garanticen la eficiencias de los sistemas
informáticos y para esto es imprescindible la conformación de equipos humanos
especializados en la materia. Se debe asegurar que la gente seleccionada para
tales fines cuente con todos los apoyos logísticos para desarrollar un trabajo
excelente. Quienes se comprometan deben saber la responsabilidad que asumen
frente a la JCE y la sociedad.
Sea cual sea la salida que se escoja debe tomar en cuenta la participación de la sociedad y sus instituciones para enriquecer una normativa de tanta trascendencia como la rige el Sistema Político. Ya se han establecido las bases institucionales y se ha adelantado el debate. Queda pendiente retomar el debate e incluir a los entes que pueden aportar al rediseño de las bases institucionales de la democracia dominicana.
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