domingo, 6 de junio de 2010

JUVENTUD EN PERSPECTIVA.

“¡Oh juventud! Digno pregón del porvenir, la humanidad entera espera por ti”. Manuel Jiménez.
La juventud dominicana y la ocoeña como parte de ésta, busca ansiosamente espacios donde canalizar sus energías, y como hacerse mas productiva. Para esto necesitamos desarrollar e incentivar el ejercicio de la ciudadanía activa y este debe ser el rol de las instituciones responsables de implantar los programas y proyectos dirigidos a mejorar las difíciles condiciones en las que se desenvuelven los/as jóvenes de nuestra laboriosa provincia.

El ejercicio de la ciudadanía involucra una gran cantidad de prácticas que la juventud puede y debe ejercer, las cuales trascienden las responsabilidades y el derecho de elegir a los gobernantes democráticos por medio del voto. Supone también poder participar activamente en las entidades comunitarias de todo tipo, en interrelacionarse con otras personas y transformarse en sujetos de plenos derechos.

Entre los desafíos prioritarios que se presentan ante las sociedades del continente americano se destaca la problemática de los adolescentes y los jóvenes. Debemos asumir que los jóvenes no son parte del problema de nuestras sociedades, constituyen parte de la solución a los graves problemas que estamos enfrentando, en su calidad de actores estratégicos del desarrollo. En la sociedad del conocimiento deberán ser los portadores del cambio y la modernización social.

Pero para ello se requiere desarrollar las capacidades necesarias para enfrentar los retos y desafíos de la llamada sociedad moderna. ¿Como pedirle a un joven de una comunidad rural donde los estándares de vida corresponden al feudalismo a épocas anteriores que asimile los conceptos de globalización, gobierno electrónico, mecatrónica o cualquier otro tipo de tecnología de punta?

Hay que recordar que esa capacidad emprendedora no surge espontáneamente de la "nada"; requiere, entre otros insumos, el empoderamiento de la ciudadanía, en una interrelación de todos los estamentos entre sí, vertical - horizontal, público - privada. Crear las condiciones para que la equidad y la igualdad de oportunidades sea posible entre la juventud dominicana y especialmente la juventud de la provincia de San José de Ocoa.

Es necesario afrontar la realidad con responsabilidad, sin demagogia y con un alto grado de sensibilidad social, nuestra juventud está sin horizonte y esto la conduce a derroteros inmerecidos: delincuencia, desempleo, embarazos temprano y desintegración familiar, desesperanza y pérdida de fé ¿Qué se espera para actuar?

Las instituciones locales pueden contribuir con este objetivo, pero el Estado tiene que poner su parte. El rol de los municipios es fundamental, promoviendo la construcción de redes interinstitucionales útiles a sus objetivos de desarrollo; la autonomía municipal no debe tener un carácter exclusivamente declamativo, es necesario asumirla y operar técnicamente tendiendo a la mejora en las condiciones de vida de la población, la generación de empleo genuino y el respeto por el medio ambiente. Es necesario realizar un diagnóstico y un plan de acción para poder implantar políticas públicas adecuadas, que permitan superar la vergonzosa situación que hoy padece la juventud ocoeña.

Este proceso atraviesa la totalidad del entramado social, ajustándose asimismo el sistema institucional. Se trata, por tanto, de una reestructuración social - económico – productiva y política, que requiere ser pensada y analizada por los que diseñan e implantan las políticas públicas. Hay datos que indican que en América Latina persistirá el elevado porcentaje de menores de 24 años (actualmente representando más del 50% de la población) junto a la segmentación social con extrema pobreza (39% de los habitantes actuales están por debajo de la línea de pobreza). El bajo ritmo de crecimiento del empleo formal y asalariado hace necesaria la consideración de otras alternativas.

Recurrimos pues a la capacidad de resiliencia de la juventud ocoeña para superar o por lo menos enfrentar con posibilidades de éxito la difícil tarea de construir una sociedad justa y solidaria. La resiliencia es entendida como la capacidad del individuo para hacer las cosas bien, pese a circunstancias adversas, implicando una suerte de resistencia y una facultad de construcción positiva. O de otro modo, es la capacidad de una persona, de una familia o de un grupo social de desarrollarse positivamente, a pesar de las condiciones de vida difíciles y esto de manera socialmente aceptable.

Hay problemas de acceso a la educación, la formación y a la capacitación de buena calidad, lo que implica escasas posibilidades de obtener un trabajo digno y estable. En estos pueblos el motoconcho se ha convertido en un aliciente para la juventud, sobre todo para los varones jóvenes, que provienen generalmente de la zona rural cuya situación es indescriptible.

Está claro que en provincia como la nuestra, es determinante colectivizar la capacidad emprendedora de la juventud propiamente dicha y la de los que piensan como tales, por tanto hay que realizar un profundo trabajo en el contexto socioeconómico y político, ya que la juventud se encuentra entre los grupos más vulnerables a la delincuencia, la drogadicción y el pandillerismo. Esto así porque los niveles de exclusión impiden a la mayoría marginada y excluida entrar al grupo privilegiado de los ingresan y concluyen los estudios universitarios, que son menos del 3% de la población.

Tenemos y necesitamos jóvenes que asuman los nuevos valores del desarrollo, que enfrenten con gallardía la desinformación, el simbolismo y la inversión de valores que se promueve a través de los medios de comunicación. Un ciudadano emprendedor saca conclusiones de la realidad, por medio de la observación prolongada y la práctica cotidiana, identifica una problemática, innova, con soluciones aplicables al contexto específico donde trabaja, pero previamente necesita las herramientas conceptuales que le permitan conseguir el trabajo.

El desafío del país en general y nuestra provincia, en particular es crear mecanismos y dispositivos que promuevan el surgimiento de entes capaces de imaginar escenarios sociales, políticos, culturales y económicos que mejoren las condiciones de vida de la sociedad. Son precisamente los jóvenes, los llamados a gestar nuevas oportunidades, generar cambios y, en definitiva, promover el desarrollo integral de los pueblos.

Aspiro que estas líneas contribuyan a movilizar la acción de los responsables del manejo de la cosa pública y que entiendan que si no ponen atención a la juventud, sobre todo a los más marginados y excluidos, darán razón a quienes opinan que el Estado dominicano es o se dirige hacia un Estado fallido. La juventud no puede ser un objeto de campaña sino un actor clave en el desarrollo del país. Las acciones tienen que ser urgentes, coherentes y contundente. Es antitético permanecer indiferente ante el creciente deterioro moral de la juventud fruto de la exclusión, la marginalidad y la pobreza.

Fabián Díaz Casado.
17 de agosto de 2005.

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