lunes, 26 de diciembre de 2022

RESISTENCIA ANTRUJILLISTA: INICIO DEL FIN DE LA TIRANÍA.

Los pueblos que no valoran su memoria histórica, que no reconocen los aportes y sacrificios de sus héroes y heroínas, pasan de ser ingratos a ser traidores.

La historia del pensamiento político del pueblo dominicano está marcada por las tensiones ideológicas entre conservadores, liberales y revolucionarios. Esas tendencias permean y condicionan el accionar de los sujetos políticos y sociales.

Tradiciones, mitos, dogmas y creencias, impactan el desarrollo político y van conformando una cultura política y creando el sustento que alimenta la ideología. Cada generación asume y defiende valores y principios partiendo del contexto político y las coyunturas en que accionan.

Es así como durante la tenebrosa Era de Trujillo, se forja el pensamiento de las Hnas. Mirabal, esposas de connotados dirigentes del Movimiento Revolucionario 14 de Junio. Tres hermanas que abrazaron la lucha contra la férrea dictadura junto a sus esposos, dando continuidad a la actitud vertical asumida por la juventud dominicana desde el inicio de la oprobiosa Era de Trujillo.

Minerva Mirabal, cerebro político de la familia Mirabal Reyes, formada políticamente al lado de Pericles Franco Ornes, reconocido dirigente de la Juventud Democrática y el Partido Socialista Popular y casada con el Dr. Manuel Aurelio Tavárez Justo.

En su obra La Tragedia Dominicana, Pericles Franco Ornes enmarca su la lucha de la juventud dominicana contra la tiranía de la forma siguiente: “Libre y acusadora, se alzó en Noviembre de 1945, desde la Conferencia Mundial de la Juventud, la voz de los jóvenes de 64 naciones, en unánime condenación del oprobioso régimen que mantiene esclavizados a nuestros hermanos de la República Dominicana, y en decidida solidaridad y apoyo a la lucha heroica del pueblo y de los jóvenes dominicanos por derrocar la tiranía de Rafael Leónidas Trujillo”.

Suprimida las libertades políticas y copado los mecanismos de control social, la juventud, asume la vanguardia de la lucha contra la dictadura de Trujillo. El terror, el miedo y la desconfianza se hicieron normas en la vida de los dominicanos. A pesar de que, en 1946, Trujillo hizo un simulacro de apertura democrática y la represión cesó temporalmente. Sectores de oposición aprovecharon para organizarse y generar articulaciones político-sindicales.

Lideres como Mauricio Báez y Freddy Valdez se destacaron en la zona Este del país. Obreros y braceros, guiados por organizaciones políticas antitrujillistas desarrollaron actividades que expusieron a sus dirigentes ante la maquinaria represiva del régimen. Identificados fueron perseguidos, apresados unos y asesinados otros. Los tentáculos del trujillato llegó a Cuba, donde asesinaron al líder obrero Mauricio Báez en 1956.

El exilio antitrujillista, aunque disperso ideológicamente, se unió estratégicamente. La lucha contra Trujillo empezó con el inicio del primer gobierno. La historia de “La Era”, registra numerosas acciones. En las principales ciudades del país, se expresaba clandestinamente el rechazo al régimen represivo. Concretamente, se organizaron expediciones procedentes desde el exilio en 1947, 1949 y 1959.

El contexto de Guerra Fría en que se consolidó la dictadura impuesta y sostenida por los Estados Unidos, tras ocupar el país de 1916 a 1924, se caracterizó por la persecución y la represión constante contra quienes no comulgaban con el trujillato. Cárceles abarrotadas, fusilamientos de dirigentes, proscripción de organizaciones políticas, miedo, terror, chantaje y acoso eran comunes en la sociedad de entonces.

Aún bajo la represión y el terror trujillista, la juventud en el exilio se organizó y creó organizaciones como el Partido Revolucionario Dominicano, PRD, en 1939. Esta organización, de corte liberal y con marcado acento antitrujillista participó en la organización de expediciones armadas, aportó recursos y milicianos.

Tras el triunfo de la Revolución Cubana en 1959, el exilio dominicano, radicado en la “Perla de las Antillas”, arreció sus planes para quebrar la dictadura y abrir camino hacia la democracia. Uno de los esfuerzos mejor articulado es el del Movimiento de Liberación Dominicana, liderado por Enrique Jiménez Moya, que ingresó al país el 14 de junio de 1959, comandando a un considerable número de combatiente.

La bestialidad del régimen de Los Trujillo no reconocía límites ni respetaba fronteras. Atentó contra el presidente de Venezuela, Rómulo Betancourt, el de Guatemala Castillo Armas, el de Cuba Fidel Castro, entre otros. Fue sancionado por la Organización de los Estados Americanos, OEA, tras la llamada matanza de 1937 donde miles de nacionales haitianos fueron asesinados por órdenes de Trujillo.

Los expedicionarios aterrizaron en Constanza y se internaron en las montañas, tras un accidentado aterrizaje. Descubiertos y perseguidos tenazmente por fuerzas militares al servicio del tirano y acosados por el hambre, fueron cayendo; unos muertos otros apresados. Otros grupos de la misma expedición entraron el 19 y 20 de junio por Maimón y Estero Hondo. La mayoría no pudo tocar tierra y murieron en el mar, ya que eran esperado por fuerzas del régimen.

Aunque militarmente, la expedición no consiguió el objetivo, marcó el inicio del fin de la dictadura. La poderosa maquinaria de guerra y el eficiente servicio secreto de Trujillo hicieron añicos a los expedicionarios, pero no pudieron doblegar la voluntad del pueblo dominicano liberarse del trujillato.

Tras la derrota militar de 1959, el trujillato arreció la represión y la oposición entró en una fase de reorganización. Se conformó el Movimiento Revolucionario 14 de Junio que asumió el Plan Mínimo que trajeron los expedicionarios. Se conformaron células en diversos puntos del país. Cientos de jóvenes procedentes de todas las capas sociales, se nuclearon en la organización y los servicios de inteligencia activaron la persecución.

Las cárceles se llenaron y la tortura se impuso como norma. Prisiones como La 40, El 9, Nigua, entre otras, eran mazmorras tenebrosas donde anidaban la saña y el sadismo. Hombres y mujeres eran sometido a todo tipo de humillaciones. El culto al dolor era el credo del Servicio de Inteligencia Militar, SIM.

Los principales dirigentes de la oposición, especialmente, los integrantes del 1J4, fueron encarcelados. Leandro Guzmán, Pedro González y Manuel Aurelio Tavárez Justo son apresados y sometidos a crueles torturas en diversas cárceles del país. En ese periplo son llevado a Puerto Plata, bajo la excusa de facilitar la visita de sus esposas, Patria, María Teresa y Minerva Mirabal. Esa fue la treta para ejecutar el plan macabro de asesinar a las 3 mujeres un 25 de noviembre de 1960.

Esa acción perversa, alevosa y vil aceleró los planes de sectores que habían apoyado al tirano como la Embajada USA o la cúpula católica. El asesinato de Rufino De La Cruz, Patria, Minerva y María Teresa Mirabal conmovió al país y al mundo. La repulsa nacional e internacional aumentó la solidaridad con la lucha del pueblo dominicano por salir de la tiranía.

El reclamo de justicia y libertad para el pueblo era la consigna. Las actividades conspirativas se diversificaron y crecieron. Gente del entorno cercano al tirano que había sido humillada e ignorada, se incorpora y acciona para descabezar al régimen.

La represión, el miedo, la desconfianza y el terror impactan la psicología popular. El régimen agonizante y pervertido da sus últimos zarpazos. El país que organizó y dirigió como una finca particular, insiste en derrocar al dictador al precio que sea.

A la acción de grupos revolucionarios, se suman personalidades del entorno de Trujillo, incluidos militares. De igual forma, los norteamericanos, habían decidido salir del sátrapa y pasaron a dar apoyo a grupos específicos de conspiradores. Se sumó descontento de esos sectores con el ansia de libertad de las capas medias de la sociedad dominicana para sacar al país de las garras de Los Trujillo.

El tirano es ajusticiado la noche del 30 de mayo de 1961. Descabezada la dictadura, empieza la persecución de los ajusticiadores del tirano. Concomitantemente con eso sectores interesados en recomponer el truijillismo sin Trujillo, inician sus maniobras, mientras el pueblo reclama en las calles la destrujillización de la sociedad dominicana.

La alienación del pueblo dominicano era tal, que los funerales del tirano se convirtieron en “duelo nacional”. Días convulsos y violentos siguieron el ajusticiamiento del tirano. En las calles se escenificaron protestas que fueron reprimidos brutalmente por la policía trijillista y el servicio secreto.

Descabezado el régimen, “La Era de Trujillo”, queda en manos del hijo mayor del tirano, Ramfis Trujillo, quien se dedica a cazar los ajusticiadores de su padre. Una dura lucha de poder se desarrollo en las estructuras políticas y militares. El pueblo reclama justicia y libertad, mientras el neotrujillismo asoma en hombros del Dr. Joaquín Balaguer.

El legado de quienes padecieron, resistieron y combatieron la tiranía de Trujillo sellaron con su sangre su vocación democrática. Gracias a su sacrificio, hoy podemos disfrutar de las libertades que tenemos. Agradecer y respetar ese legado es un deber moral para dominicanos y dominicanas.

Los principios en que hoy se forma la institucionalidad democrática fueron sembrado por generaciones que soportaron y padecieron el acoso y la intolerancia política de regímenes dictatoriales como los de Trujillo y Balaguer.

Estudiar, analizar, comprender y entender ese legado es responsabilidad de los liderazgos emergentes. La historia es como fue, no como la conciben, quienes, desde su ignorancia o comodidad, pretenden interpretarla.

Cuando la era, era; la gente no tenía derecho a expresarse, no podía decidir ni mucho menos pensar libremente. La férrea dictadura se impuso durante 31 año. Ese tiempo dejó profundas cicatrices en la sociedad dominicana. La era fue como fue, no necesariamente como la imagina usted.

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