lunes, 11 de marzo de 2019

COHABITACIÓN IDEOLÓGICA, AUTORECONOCIMIENTO Y TOLERANCIA: BASES PARA EL PACTO POLÍTICO.


"Para entender el complejo y exigente mundo en que vivimos será necesario reescribir la historia desde, con y para nosotros; sin olvidar a los otros. Los relatos que leemos contienen el germen de la manipulación que alimenta la alienación y la ignorancia". FDC/2019

El Siglo XXI es un siglo de oportunidades de cambios y transformaciones que ponen a prueba las capacidades de la gente y los adelantos científicos. Hay tendencias sobre el curso que sigue la humanidad y cómo las formas de pensamiento pueden marcar diferencias. Es un siglo en el que todos los postulados dados por válidos son puestos a prueba. El relato histórico permite encaminar reflexiones sobre los retos, los desafíos y perspectivas de la humanidad.

Repensar los fundamentos del pensamiento para buscar en sus diversas formas, las ideas que los sustentan, obliga entre otras cosas, a desaprender y reaprender para aprender a pensar críticamente. Someter a juicio a nuestros patrones ideológicos sin perder de vista los condicionamientos culturales que intervienen en la formación del mismo. Pensar y reflexionar sobre esas cuestiones pasan por los filtros de los dogmas, costumbres, creencias y prejuicios para dar paso al conocimiento científico.

Los principios de la ilustración conocidos a través del movimiento enciclopedista y expuesto por las corrientes humanistas, que poniendo énfasis en la razón abrieron caminos hacia nuevas formas de abordar asuntos, que hasta entonces, estaban permeadas por la religión. Superada lo que se conoce en la historia como la Edad Media y la sociedad estamental instituida hasta entonces, llegaron los vientos de libertad de pensamiento.

Un hito importante es la Revolución Francesa en 1789, donde se rompió la estructura de dominación del Antiguo Régimen. El mundo se planteó un triángulo de valores compuesto por las aristas igualdad, fraternidad y libertad. Esos valores impactaron directamente en América y El Caribe sirviendo de base a la Revolución Haitiana que dio paso a la abolición de la esclavitud y a la Independencia de Haití en 1804. A partir de entonces, las potencias hicieron del Caribe lo que el Prof. Juan Bosch denominó “La Frontera del Caribe Imperial”. Las potencias europeas se disputaban El Caribe en guerras y escaramuzas. Estados Unidos estableció la conocida y manida Doctrina Monroe.

Desde el Congreso Anfitriónico de Panamá, celebrado en 1826, donde Simón Bolívar estableció la ruta para establecer un proyecto de unidad latinoamericanista que permitiera el desarrollo y la independencia de los nacientes Estados, la presión imperialista y las pretensiones expansionistas no cesaron. Bolívar apostó a la unidad como forma de enfrentar al monstruo. Sentenció Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia para plagar la América de miseria a nombre de la libertad.”

Tras el surgimiento y refinamiento de patrones políticos ideológicos encuadrados en las diversas corrientes que se conocen hoy, especialmente aquellas, vinculadas al capitalismo y a las corrientes socialistas de vocación comunistas marcaron la senda del discurrir histórico. Tensas discusiones caracterizan la evolución del pensamiento político y las ideologías. No es una ruta corta, es un largo camino que se torna infinito.

Quienes desde las Ciencias Sociales han dejado testimonios documentados de los principales hechos que han marcado el curso de la historia contemporánea muestran cómo en cada acción y hecho se advierten líneas de abordaje marcados por esos encuadramientos ideológicos. No importa si se trata de una guerra de religiones, de conquistas o defensivas; así como conflictos geopolíticos, tensiones raciales o persecución política.

Abordar esos encuadramientos ideológicos en el mundo actual exige, cuando menos una revisión exhaustiva del discurrir histórico del Siglo XX, especialmente las tensiones entre los polos socialistas y capitalistas acentuados a partir del pensamiento marxista. El socialismo se convirtió en un motor que propulsó el desarrollo de nuevas formas de pensamiento poniendo énfasis en la gente y sus necesidades.

Tras la producción intelectual de Carlos Marx, Federico Engel, Vladimir Lenin y León Trotsky, entre otros, el pensamiento político y social adquiere formas específicas que retan los patrones ideológicos conocidos hasta entonces. Se establecen los fundamentos del Materialismo Histórico como método para el análisis de los fenómenos sociales, económicos y políticos de la humanidad. Nuevos enfoques y variadas tendencias matizan los debates y marcan la pauta discursiva en todas las áreas del saber.

Poco a poco se van redefiniendo los centros de poder y las potencias emergentes imponen al mundo sus patrones ideológicos. Las relaciones centro-periferia se basan en la conformación de bloques ideológicos. Concluida la Gran Guerra de 1914, donde explota el orden westfaliano con la imposición del Tratado de Versalles en 1919, dando inicio un tenso proceso de contradicciones matizado por la carga impuesta potencias vencidas.

Aceptado malamente, el tratado de Versalles implicó una serie de cambios geopolíticos. Al desaparecer los imperios tradicionales y surgir los Estados Nacionales se diversifican las tendencias ideológicas y se agudizan las contradicciones de clase. La Revolución Rusa rivaliza con los modelos capitalistas que encabeza Estados Unidos. La disputa por áreas de influencias y la hegemonía ideológica se extiende por el mundo entero y marca la pauta de la dinámica política, militar, cultural y económica.

Las visiones colonialistas, el expansionismo y las pretensiones imperialistas, derrotados en el Siglo XIX emergen con fuerza y colocan al mundo frente a males que parecían superados como la esclavitud y las guerras de religiones. En América Latina las Guerras Hispanoamericanas y los procesos de independencia abren paso a la lucha por la defensa de la soberanía y la autoderteminación. Salir de Europa para enfrentar la bestialidad del imperialismo yanqui, que basándose en sus doctrinas del Destino Manifiesto y Monroe se hace imperativo e impone su lógica.

Durante el período entre guerras (1918-1939), surgen variantes en cada una de las matrices ideológicas predominantes que evolucionan y adquieren importancia que les conduce al control del poder político en varios países. Cabe mencionar en este renglón los casos del nacionalsocialismo en Alemania, el fascismo en Italia y el falangismo en España. Estas variantes agudizaron las contradicciones entre las matrices principales y generaron las condiciones para el estallido de la Segunda Guerra Mundial en 1945. Las atrocidades debilitan pero no erradica los sustratos de esas tendencias ideológicas que de vez en cuando asoman y amenazan.

Las tensiones ideológicas y religiosas entre Oriente y Occidente se acentúan en el período de la Guerra Fría y el pensamiento político y social se enrosca en torno a la defensa de los derechos fundamentales. La adopción de la Declaración de los Derechos Humanos en 1948 refuerza las aspiraciones de justicia, libertad y equidad. En América y El Caribe surgen movimientos de corte socialista que empiezan a remover los cimientos del colonialismo ideológico que primó en la región.

El liberalismo empieza a redefinir sus postulados para adaptarse en el empobrecido continente. Pensadores como José Martí, Eugenio María de Hostos, José Enrique Rodó, Domingo Faustino Sarmiento, Alejo Carpentier, José Núñez de Cáceres, Juan Pablo Duarte, Julio Cortázar, Robles Toledano, Pedro Enríquez Ureña, Américo Lugo, entre otros, sacan a relucir el potencial transformador del pensamiento latinoamericano dando forma a movimientos de liberación nacional que recorren casi dos siglos. Sus ideas moldean las tendencias ideológicas vinculando al positivismo, el arielismo y el liberalismo como corrientes emergentes como el socialismo y el comunismo.

Concluida la Segunda Guerra Mundial, inicia el período conocido como Guerra Fría, caracterizado por tensiones y roces entre los polos conformados por Estados Unidos, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas; y el bloque conocido con los No Alineados, encabezados por la República Popular China. Ese largo y tenso período se extendió hasta 1989 cuando se produce la “caída del Muro de Berlin”. Un nuevo orden empieza a conformarse y el mundo es testigo de grandes convulsiones provocadas por el desequilibrio en el balance de poder.

Estados Unidos, quien se abroga el derecho de servir de policía del mundo, entra en una vorágine unilateralista para imponer sus valores y el modelo capitalista al resto del mundo. El mundo unipolar, que en términos formales, tenía como centro a USA, se ve afectado por sus pretensiones imperiales. Las respuestas del resto del mundo se fundamentan en el rechazo a las doctrinas que defiende Estados Unidos y a sus políticas agresivas e intervencionistas.

Desgastado y endeudado, Estados Unidos intenta controlar el mundo pero la resistencia de los centros emergentes y la búsqueda de nuevas formas de encuadramiento ideológico empiezan a zanjar surcos en la menguada y corrompida estructura imperial. Asumiendo y defendiendo la Doctrina del Destino Manifiesto, USA acelera los procesos de conformación de bloques alternativo.

Con sus presiones y pretensiones el liderazgo de Estados Unidos empieza de erosionarse. Sus tanques de pensamiento y estratega, encabezados por Henry Kissinger y Zbigniew Brzezinski maniobran para estabilizar un orden mundial favorable y controlado por Estados Unidos. Establecer sistemas de alianzas con potencias emergentes o crear mecanismos diplomáticos que perturban el predominio de los acuerdos Bretton Woods, especialmente el uso del dólar estadounidense como instrumento de control de la economía mundial.

Esa “unipolararidad” de Estados Unidos es asediada constantemente por el desarrollo de otros centros de poder. El ascenso de China y el renacer de la Federación Rusa marcan las pautas y obligan a repensar una serie de cuestiones que van desde los temas vinculados a la carrera armamentistas hasta el rompimiento del diques que contenían el debate ideológico.

Surgen tendencias ideológicas y se debilitan otras. La socialdemocracia europea y los Estados de Bienestar entran en crisis y las clases hegemónicas entran en pánico. Las crisis económicas se suceden unas tras otras y los teóricos no encuentran fórmulas para recomponer los modeles. La corrupción va de la mano con las crisis y las demandas de transparencia se acentúan.

La Unión Europea, reforzada tras la Segunda Guerra Mundial por Estados Unidos como forma de eliminar la competencia, controlar el continente e imponer su hegemonía; primeros con el Plan Marshall y luego a través de la Organización del Tratado el Atlántico Norte, OTAN padece las consecuencias de su dependencia. Tony Blair saca la cabeza desde Inglaterra y habla de Tercera Vía, Era una forma de buscar un horizonte ideológico para enrumbar la barca de la Vieja Europa.

La Unión de República Socialistas Soviéticas responde con el Plan Molotov como alternativa para enfrentar el Plan Marshall y el Pacto de Varsovia para contrarrestar el avance de la OTAN. Bajo ese esquema transcurre la Guerra Fría. Los resultados de esa tensa calma, donde los enfrentamientos indirectos y la participación de las potencias en conflictos en sus áreas de influencias generaron guerras como la de Vietnam, Corea, Afganistán, Abril de 1965 en República Dominicana; así como las guerrillas que sembraron el mundo de muertes y heridos. Las revoluciones cubanas y sandinistas son referentes en América.

Connotados teóricos de Europa plantean revisiones a los modelos ideológicos y sistemas políticos. Geovani Sartori, Alain Touraine y Tony Jund plantean fórmulas de evitar el colapso: uno desde el ámbito socialistas, otros desde el ámbito liberal. Jund habla de la crisis de la socialdemocracia tenía reparos a pesar de “que algo va mal”. Título de una de sus célebres obras. Sartori apuesta al adecentamiento de la democracia. Tourainne plantea una ruta alternativa hacia la democracia socialista como forma de responder a los desafíos que plantea el exigente mundo multipolar.

La Cuarta Teorías Política elaborada por el filósofo ruso Alexandre Duguin entra al escenario y presiona desde la retaguardia. El despertar del oso coloca en serios aprietos a la decadente Europa y al desvencijado modelo imperialista USA. El mundo se hace policéntrico y las tensiones se agudizan. Estados Unidos refuerzas sus alianzas y renueva la OTAN, ampliando su presencia militar en el mundo. Cientos de bases militares en todo el mundo como forma de imponer su hegemonía y obtener fuentes de recursos que le permitan sostener ventajas comparativas.

El socialismo con peculiaridades chinas y de vocación marca se abre paso por el mundo especialmente por Asia. El portentoso modelo chino genera una dinámica productiva que saca a cientos de millones de personas de la pobreza. El mundo empieza a mirar a China y China empieza su periplo expansionista de forma inteligente y colaborativa. Los resultados son altamente favorables tanto para los chinos como para el resto del mundo.

América Latina y Oriente Medio son impactados por la tendencia ideológica que se gestan tanto en Europa, Asia como Estados Unidos. Se producen lo que Samuel Huntington ha calificado como “Choques de Civilizaciones” y el mundo ve cómo la violencia se apodera de Oriente Medio mientras que América surgen gobiernos de corte progresistas y revolucionarios. USA y sus socios se disputan los espacios con China y Rusia. Tensan las cuerdas hasta el límite y retoman la carrera armamentista y la disputa por las áreas de influencias.

Así, de salto en salto, llegamos al momento en el que nos encontramos actualmente. Un mundo complejo y exigente. Un mundo donde la violencia política, la corrupción, el calentamiento global, el déficit ético, la crisis de la democracia, el armamentismo, el narcotráfico, el crecimiento de la población, la exclusión social y las tensiones proimperialistas ponen en riesgo la existencia misma de la humanidad. Responder a esos retos y desafíos imponen una reflexión profunda sobre los patrones ideológicos que sustentan el pensamiento político y social.

El mundo cuenta con la experiencia acumulada y las lecciones de la historia para avanzar en la construcción de una sociedad donde la justicia social sea norma, no excepción. Superar los rezagos del desarrollo y modernización política exigen mayores niveles de comprensión de la política, la democracia y las relaciones de poder. Para lograr esa alta misión se requiere la superación del analfabetismo político y ampliar la participación política.

Ese es parte del cóctel que transformará la cultura política y cualificará la democracia. Se complementa con la ciudadanización de la política, cohabitación ideológica, autoreconocimento, el respeto mutuo, la tolerancia y la paz, así como la defensa de la soberanía y la autodeterminación de los pueblos son bases para los pacto políticos que deben regir a las sociedades. El pensamiento único no tiene cabida en el Siglo XXI, en un mundo multipolar o policéntrico.

Ahí están las lecciones de la historia y las cicatrices de los conflictos que marcaron el Siglo XX. Un siglo de guerras, dictaduras, genocidios, terrorismo de Estado, intervenciones, colonialismo, pobreza, exclusión y corrupción. Un siglo de avances culturales y adelantos científicos. Esa es la cantera a la que hay que volver para extraer de ella el material requerido para echar la zapata de la nueva institucionalidad democrática.Donde prime la paz, el respeto, la tolerancia, la equidad, la ética, el diálogo, la diplomacia y la justicia social.

El Siglo XXI es de oportunidades para el desarrollo de la inteligencia artificial, las energías renovables, la física cuántica, la acrobática, la ingeniería genética,la ampliación de la revolución de internet. La primera revolución industrial generó un incremento en la productividad que facilitó la creación de sistemas políticos que nos trajeron hasta aquí. Hoy en la cuarta revolución industrial el escenario exige cambios en las formas de pensar y gestionar los procesos de cambios.

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