"Trabajemos por y para la patria, que es trabajar para nuestros hijos y para nosotros mismos". Juan Pablo Duarte.
San
José de Ocoa es una de esas provincias, donde las condiciones climáticas abren
posibilidades idílicas a quienes se preocupan por la sustentabilidad e
integridad del desarrollo en el país. Enclavada en la Cordillera Central y
soñando con la superación de los males que sumen en un desconcertante
estancamiento que contrasta con los esfuerzos de su gente por superarse.
Es
este contexto, el que da razones a quienes reclaman acciones concreta para
superar la pobreza, los rezagos y la iniquidad, priorizando políticas e
intervenciones que se correspondan con las necesidades de la gente. Exigir que
se trabaje en la creación de condiciones que aprovechen ese potencial para
transformar la realidad socioeconómica y cultural de los territorios que
presentan características especiales como es el caso de Rancho Arriba en San
José de Ocoa.
Rancho
Arriba es uno de los 3 municipios de San José de Ocoa. La proximidad con las
provincias Monseñor Noúel y La Vega por el Norte les coloca en una posición
ventajosa para ampliar sus relaciones con el Norte del País. Esa ventaja relativa
queda trunca dado el deterioro progresivo de las carreteras y caminos que la
intercomunican.
La
urgencia y pertinencia de la construcción de la carretera Ocoa-Piedra Blanca y
la habilitación de los caminos vecinales de toda la provincia es el mejor
antídoto para que la gente aproveche las ventajas competitivas y la vocación de
progreso de los moradores de la provincia 13-30.
La
situación se agrava continuamente, pese a los insistentes reclamos de su gente,
las gestiones de sectores externos al municipio, los amagos politiqueros y las
promesas de las autoridades.
Acosados
por una pobreza creciente y con sus esperanzas de progreso renovadas por el
incremento de la instalación de sistemas modernos de producción agrícolas mejor
conocidos como invernaderos que aporta ingresos y genera riquezas para el país
reclaman atenciones tanto del gobierno central como del gobierno local.
No
hay razones que expliquen el descuido y abandono al que ha sido sometido ese
municipio. De poco ha servido el denodado interés de quienes aspiramos a ver a
nuestros pueblos transitando la ruta hacia el desarrollo. Cuando se reclama la
reparación de los caminos y carreteras en esa demarcación, no es un favor que
se está pidiendo es un derecho de los pueblos a beneficiarse de las políticas
estatales que requieren para desarrollarse.
Cierto
es que esas condiciones exigen planificación estratégica, visión, articulación
social y una altísima inversión para potenciar el desarrollo integral pero
dentro de ese paquete debe incluirse como prioridad la construcción y
reconstrucción de las carreteras para facilitar el intercambio de todas
índoles.
San
José de Ocoa es una provincia que ha dado largas batalla pero la gran guerra el
abandono a que ha sido sometida. Rancho Arriba es ahora el mejor testimonio de
esa triste realidad. Sus autoridades deben movilizar todas su influencia para
supera tan penosa situación. Pareciera que alguien ha decidido maliciosamente,
someter a ese municipio al ostracismo, obviando su alto potencial productivo, los
derechos de sus munícipes y los aportes que hace al país.
El
deterioro de las vías de comunicación desmotiva la inversión y acelera la
inmigración. La gente sale y abandona aquel paraíso de ensueños que es el Valle
de Rancho Arriba ¿Qué impide que se concreten las promesas? ¿Por qué se
posterga la construcción y reparación de unas vías tan importantes? ¿Quién o
quiénes se oponen o entorpecen la concreción de ese alto sueño de la gente de
Ocoa de tener una Carretera Turística que la comunique con El Cibao?
La
República Dominicana es un país, definido por la tradición como un lugar donde
las condiciones climáticas favorecen el desarrollo agropecuario, el turismo y
el comercio internacional. De ahí la
aspiración de de su gente de aprovechar esas ventajas para dar “El Gran Salto Adelante”.
Nuestros
reclamos han sido ignorados por los hacedores de políticas y los planificadores
del desarrollo. Insistiremos hasta que se pueda construir un mundo donde la
justicia social sea norma y no excepción. Los pueblos necesitan levantar sus
reclamos a contrapelo de unos liderazgos político y social cuyos intereses no
siempre coincides con el interés de la gente.
¡Otro mundo es posible y necesario!
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