La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja
dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve
la utopía? Para eso, sirve para caminar. Eduardo Galeano.
Las
fuerzas políticas progresistas y revolucionarias de la República Dominicana
experimentan un marcado rezago político con respecto al resto del continente.
Los autodenominados grupos y organizaciones alternativas no han podido
consolidar una plataforma política que se corresponda con las expectativas de las
masas populares.
En
varias oportunidades se han iniciado procesos de concertación orientados hacia
la articulación de un Frente Político, pero el intento ha sido ahogado, en unos
casos por las pretensiones personalistas, y en otros por incapacidad de los
grupos para ponerse de acuerdo en una línea común.
Sirva
como muestra los intentos unitarios de la década de los 90s donde se llegó
incluso a postular a la presidencia de la República, un sacerdote encabezando una alianza de parte de los grupos
progresistas.
En
esa ocasión como en otras anteriores, una parte de la izquierda se quedó en expectativa
e incluso llamó a la abstención electoral. Esa tendencia ha seguido hasta
llegar al momento actual pasando por varias experiencias fallidas.
La
más reciente, es la de las elecciones presidenciales del 2012 con las candidaturas del Dr. Julián
Serrulle por el Frente Amplio, el Dr. Max Puig por la Alianza por la Democracia
y el Dr. Guillermo Moreno por Alianza País. Ninguna de las 3 propuestas concitó
el apoyo de la población ¿Por qué no conformaron una plataforma política unitaria?
Ahora
se ha iniciado un proceso semejante, ya hay varias cabezas de grupos, por un
lado está el Frente Amplio que ya ha proclamado a Lic. Fidel Santana como su
candidato presidencial. El Dr. Moreno también está accionando, igual que la
Alianza por la Democracia. Pareciera que están aplicando el mismo manual y que
no asimilan las enseñanzas de la historia política dominicana.
Ahora
se suma al sancocho político otro ingrediente, el de la llamada Convergencia
donde un grupo de personalidades se ha nucleado y han propuesto un Frente
Opositor. La cuestión es que éste grupo coincide con sectores disidentes del
Partido Revolucionario Dominicano que se han incorporado al mismo ¿A quién
postularían y qué significa esto para los intentos de conformación de un bloque
progresista de corte revolucionario?
Es
evidente que hay una diversidad de fuerzas dispersas que bien pudieran
presentar una propuesta política alternativa, pero lo que no se ve claro es el
perfil del candidato y la propuesta programática que le sustente. Eso implica
un desafío y un reto enorme que requiere entrega, compromiso, convicción y perseverancia para
alcanzar algún grado de éxito.
Lo
primero es que hay que evitar que oportunistas pervertidos políticamente,
provenientes de fuerzas comprometidas con el pasado, se apoderen de un intento
tan necesario como el de constituir una oposición con vocación de poder y
políticamente comprometida con la transformación de las sociedad dominicana.
El
control y conducción del proceso debe estar en manos de personas con ideales revolucionarios claros y bien definidos, no
por oportunistas y aventureros. Cualquier intento que no cuente con una
plataforma claramente diferenciada corre el riesgo de fracasar y con ellos debilitar las aspiraciones de un
cambio real en la sociedad dominicana.
Un
aspecto clave es definir claramente las responsabilidades de los actores que
accionan a lo interno de las fuerzas progresistas para poder concretar un
acuerdo político. Pensar en propuestas alternativas electoralistas choca con la
experiencia de países como Brasil, Méjico, Chile, Uruguay, Etc.
El
coyunturalismo electoral puede servir para dejar ver la necesidad de una opción
política diferente, no sólo en la forma sino en la práctica y en la
orientación. Los esfuerzos deben orientarse hacia la construcción de un espacio
político sano, pluralista, claramente revolucionario. Es la única forma de
diferenciarse de las prácticas políticas tradicionales que han imperado en el
país.
Hay
fuerzas políticas que no tienen nada que mostrar y deben ser superadas, si se
quiere aportar al desarrollo e institucionalización política del país. Otros
tendrán que entender que las candidaturas no son el gobierno y que éste se
constituye cuando se gana la elección. Solo superando estas prerrogativas se puede
abrir una brecha hacia el poder de las fuerzas progresistas y revolucionarias.
Actualmente
hay una oportunidad para diferenciar las tendencias que operan en el
progresismo, delimitar y establecer espacios que sirvan de soporte a una
propuesta política progresista de corte revolucionario. Se ha iniciado el
trabajo pero pareciera que es la impulsa una fiebre electoralista, marcadamente
coyuntural de cara al 2016.
Los
escollos son muchos y diversos, pero la estrategia tiene que ser clara para que
la táctica sirva a los propósitos de la unidad revolucionaria que sustente
candidaturas en todos los espacios. Candidatas y candidatos comprometidos,
visionarios y formados, no advenedizos ni oportunistas. Oportunidades hay,
saber aprovecharlas, es el reto.
Es
necesario construir espacios políticos que generen confianza en la población,
aprovechando el potencial de la juventud, las mujeres y la experiencia
acumulada a lo largo de la lucha por conquistar espacios de poder. Es momento
de trabajar coordinadamente para superar las lacras divisionistas que tanto han
costado al país. Pensar que esta es una carrera de resistencia, no de
velocidad.
La izquierda revolucionaria y las
fuerzas progresistas no pueden negociar ni desesperadas y desorientadas, tienen
que enfocarse y fundamentar su estrategia en la consolidación de una propuesta
política integradora y pluralista que recoja lo mejor de esas fuerzas.
Armar una estrategia que le permita
sortear con éxitos los difíciles escollos que le impone este sistema electoral
y traspasar las fronteras del oposicionismo improductivo. Sólo así conquistará,
poco a poco, las fuerzas que permitirán acceder al poder.
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