martes, 25 de febrero de 2014

PERSPECTIVA PROGRESISTA Y COYUNTURA ELECTORAL.

La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar. Eduardo Galeano.

Las fuerzas políticas progresistas y revolucionarias de la República Dominicana experimentan un marcado rezago político con respecto al resto del continente. Los autodenominados grupos y organizaciones alternativas no han podido consolidar una plataforma política que se corresponda con las expectativas de las masas populares. 

En varias oportunidades se han iniciado procesos de concertación orientados hacia la articulación de un Frente Político, pero el intento ha sido ahogado, en unos casos por las pretensiones personalistas, y en otros por incapacidad de los grupos para ponerse de acuerdo en una línea común.

Sirva como muestra los intentos unitarios de la década de los 90s donde se llegó incluso a postular a la presidencia de la República, un sacerdote encabezando  una alianza de parte de los grupos progresistas.

En esa ocasión como en otras anteriores, una parte de la izquierda se quedó en expectativa e incluso llamó a la abstención electoral. Esa tendencia ha seguido hasta llegar al momento actual pasando por varias experiencias fallidas.

La más reciente, es la de las elecciones presidenciales del  2012 con las candidaturas del Dr. Julián Serrulle por el Frente Amplio, el Dr. Max Puig por la Alianza por la Democracia y el Dr. Guillermo Moreno por Alianza País. Ninguna de las 3 propuestas concitó el apoyo de la población ¿Por qué no conformaron una plataforma política unitaria?

Ahora se ha iniciado un proceso semejante, ya hay varias cabezas de grupos, por un lado está el Frente Amplio que ya ha proclamado a Lic. Fidel Santana como su candidato presidencial. El Dr. Moreno también está accionando, igual que la Alianza por la Democracia. Pareciera que están aplicando el mismo manual y que no asimilan las enseñanzas de la historia política dominicana.

Ahora se suma al sancocho político otro ingrediente, el de la llamada Convergencia donde un grupo de personalidades se ha nucleado y han propuesto un Frente Opositor. La cuestión es que éste grupo coincide con sectores disidentes del Partido Revolucionario Dominicano que se han incorporado al mismo ¿A quién postularían y qué significa esto para los intentos de conformación de un bloque progresista de corte revolucionario?

Es evidente que hay una diversidad de fuerzas dispersas que bien pudieran presentar una propuesta política alternativa, pero lo que no se ve claro es el perfil del candidato y la propuesta programática que le sustente. Eso implica un desafío y un reto enorme que requiere entrega,  compromiso, convicción y perseverancia para alcanzar algún grado de éxito.

Lo primero es que hay que evitar que oportunistas pervertidos políticamente, provenientes de fuerzas comprometidas con el pasado, se apoderen de un intento tan necesario como el de constituir una oposición con vocación de poder y políticamente comprometida con la transformación de las sociedad dominicana. 

El control y conducción del proceso debe estar en manos de personas con ideales revolucionarios claros y bien definidos, no por oportunistas y aventureros. Cualquier intento que no cuente con una plataforma claramente diferenciada corre el riesgo de fracasar  y con ellos debilitar las aspiraciones de un cambio real en la sociedad dominicana.

Un aspecto clave es definir claramente las responsabilidades de los actores que accionan a lo interno de las fuerzas progresistas para poder concretar un acuerdo político. Pensar en propuestas alternativas electoralistas choca con la experiencia de países como Brasil, Méjico, Chile, Uruguay, Etc.

El coyunturalismo electoral puede servir para dejar ver la necesidad de una opción política diferente, no sólo en la forma sino en la práctica y en la orientación. Los esfuerzos deben orientarse hacia la construcción de un espacio político sano, pluralista, claramente revolucionario. Es la única forma de diferenciarse de las prácticas políticas tradicionales que han imperado en el país.

Hay fuerzas políticas que no tienen nada que mostrar y deben ser superadas, si se quiere aportar al desarrollo e institucionalización política del país. Otros tendrán que entender que las candidaturas no son el gobierno y que éste se constituye cuando se gana la elección. Solo superando estas prerrogativas se puede abrir una brecha hacia el poder de las fuerzas progresistas y revolucionarias.

Actualmente hay una oportunidad para diferenciar las tendencias que operan en el progresismo, delimitar y establecer espacios que sirvan de soporte a una propuesta política progresista de corte revolucionario. Se ha iniciado el trabajo pero pareciera que es la impulsa una fiebre electoralista, marcadamente coyuntural de cara al 2016.

Los escollos son muchos y diversos, pero la estrategia tiene que ser clara para que la táctica sirva a los propósitos de la unidad revolucionaria que sustente candidaturas en todos los espacios. Candidatas y candidatos comprometidos, visionarios y formados, no advenedizos ni oportunistas. Oportunidades hay, saber aprovecharlas, es el reto.

Es necesario construir espacios políticos que generen confianza en la población, aprovechando el potencial de la juventud, las mujeres y la experiencia acumulada a lo largo de la lucha por conquistar espacios de poder. Es momento de trabajar coordinadamente para superar las lacras divisionistas que tanto han costado al país. Pensar que esta es una carrera de resistencia, no de velocidad.

La izquierda revolucionaria y las fuerzas progresistas no pueden negociar ni desesperadas y desorientadas, tienen que enfocarse y fundamentar su estrategia en la consolidación de una propuesta política integradora y pluralista que recoja lo mejor de esas fuerzas. 

Armar una estrategia que le permita sortear con éxitos los difíciles escollos que le impone este sistema electoral y traspasar las fronteras del oposicionismo improductivo. Sólo así conquistará, poco a poco, las fuerzas que permitirán acceder al poder.

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