jueves, 7 de noviembre de 2013

¡ENHORABUENA!

El desarrollo integral de los pueblos es un derecho irrenunciable que compromete a quienes aspiran a vivir en un mundo donde la justicia social sea norma y no excepción”.
Con gran regocijo ha recibido la provincia de San José de Ocoa la inclusión en el Presupuesto de los recursos para la conclusión de los trabajos de la Carretera Ocoa-Piedra Blanca. Es una vieja aspiración de los ocoeños y ocoeñas que se concluya dicha viía que se ha iniciado en varias ocaciones y que hora, parece que la cuestión va en serio.

Esta es solo una pequeña victoria en una larga batalla para lograr que nuestra provincia sea colocada en la agenda de desarrollo del gobierno central. La lucha sostenida y la insistencia permanente de la comunidad ocoeña, durante muchos años,  se ha ido cristalizado poco a poco. Los aportes del Estado dominicano empiezan a llegar a una comunidad altamente productiva y de un interés ecológico estratégico para el país.

Se ha escuchado el clamor de la comunidad ocoeña, especialmente del empresariado agrícola, las organizaciones sociales comunitarias, así como de las autoridades municipales. Rancho Arriba y sus habitantes exigieron el derecho a recibir en servicio parte de lo que pagan en impuesto y lo han logrado.

Hoy celebramos esa pequeña victoria pero no podemos sentarnos a disfrutarla porque hay otros frentes que atender. Al concluir la referida obra las comunidades ocoeñas irán saliendo del círculo vicioso en que cada temporada ciclónica se aíslas numerosas comunidades y la provincia misma. No obstante, quedan muchas tareas pendientes en materia vial.

Los escollos para superar los rezagos históricos son tan grandes que requieren un esfuerzo inmenso para articular una verdadera agenda de desarrollo de la provincia. Las autoridades, tanto del nivel central como en el municipal debieran concentrar la atención en las necesidades de la población, no desde una perspectiva clientelista sino desde una perspectiva integral y sistemática.

Hay que trabajar por el fortalecimiento del Capital Social, por el diseño de políticas públicas de desarrollo, inclusivas e integrales, así como en la institucionalización en la provincia. Hay que trabajar para que los Planes de Desarrollo sean diseñados e implantados con y para la gente. Promover la autogestión y el asociativismo cooperativa puede forjar un tipo de economía solidaria que genere empleos y desarrolle capacidades competivas.

Las vías de acceso a las comunidades rurales son un verdadero desastre. Caminar por nuestras montañas y ver a la gente trabajar motiva y estimula  pero al escuchar sus ruegos y no poder complacerle llega la congoja y la frustración. Es una dura y triste realidad la que se vive en nuestras comunidades, no es una exageración, es como he dicho, una muestra del abandono y la desidia de las autoridades.

Zonas productoras de café pero acosadas por la falta de mantenimiento, la  barroa y la roya que han dispuesto de las plantaciones y merman la producción, ante la indiferencia e incapacidad de las autoridades de agricultura. La gente sufre, se empobrece más de lo que es, vende sus tierritas y finalmente emigra. Abandonan los campos y pasan a los centros urbanos engrosando los cinturones de miseria o aceptando trabajos para los que no están preparados. Cantidades de hombres jóvenes se integran al riesgoso y digno trabajo del motoconcho.

Que se diseñen políticas que no sean confundidas o vendidas como favores políticas de las autoridades que están obligadas a servir a la ciudadanía. En fin, hay que seguir hasta superar la pobreza, la exclusión y la miseria que arropa a nuestra gente. La indiferencia y la indolencia es inhumana, antiética e intolorable.

No hay que ser ducho en desarrollo para reconocer las carencias y males que afectan a nuestra provincia. Están a la vista de todos y todas, especialmente quienes aspiran a vivir en una sociedad donde la justicia social sea regla y no excepción. Hemos ido paso a paso pero falta mucho terreno para llegar a la meta.

La falta de empleo, la debacle de la agricultura de pequeña escala, el deterioro de los recursos naturales, la urbanización caótica, la falta de oportunidades para la población económicamente activa, entre otros males espolian el brioso caballo en el que cabalga la intrigante exclusión social. La concentración de las tierras productivas es parte fundamental de la agenda que se debe abordar.

Tenemos que enfrentar muchos desafíos y problemas diversos para concluir los sueños de los hijos e hijas de San José de Ocoa que han dejado lo mejor de sus vidas tras la búsqueda del sueño anhelado. Los caminos redentores abiertos por Los Casado Villar, desconocidos por las nuevas generaciones, esperan ser transitados  para plantar en nuestras comunidades la semilla del desarrollo y la solidaridad.

No es eso solamente, como dijo Pedro Mir. Como el país hay males que obedecen a lógicas inexplicables que deben ser enfrentados con coraje y decisión.  Es por eso que por obtener un pequeño logro la gente se regocija y lo expresa efusivamente. No obstante, esta es una responsabilidad de las autoridades electas o designadas. Para eso se le paga para que sirvan y cumplan con las funciones que corresponden a su cargo.

Conjunta y paralelamente con todo lo anterior hay que trabajar en el reforzamiento de las capacidades ciudadanas para agregar valor a la participación social. También hay que ir avanzando hacia la construcción de un liderazgo social y político que se aleje del clientelismo que fundamente su accionar y concentre su acción en el desarrollo integral de la provincia 13-30.

Agradecer es un noble gesto de humildad que engrandece a quienes la práctica.  Festejar por la batalla ganada es un buen punto de partida pero sólo eso, un punto de partida. Es la unidad y el compromiso de la gente con el futuro de su tierra lo que  marcará la diferencia entre los pueblos que entran a la historia del progreso y los quedarán fuera de ella.

San José de Ocoa se ha ganado y se gana todo lo que el gobierno y el Estado puedan darle porque siempre lo paga con creces. Así que, caminando se llega y si nos juntamos en el camino seguramente la llegada será feliz y placentero. Por eso merece la pena celebrar y estar vigilantes para que se ejecute lo presupuestado tal y como mandan las circunstancias.

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