lunes, 24 de febrero de 2020

CLARINADA JUVENIL, PERSPECTIVA POLÍTICA y COYUNTURA ELECTORAL 2020.


 Seguid, jóvenes amigos, dulce esperanza de la patria mía, seguid con tesón y ardor en la hermosa carrera que habéis emprendido y alcanzad la gloria de dar cima a la grandiosa obra de nuestra regeneración política, de nuestra independencia nacional, única garantía de las libertades patrias”. Juan Pablo Duarte.

Sonó la clarinada juvenil y el mundo lo ha escuchado. Miles de jóvenes se han levantado contra el modus operandi de la clase política dominicana, el deterioro institucional, la corrupción y la falta de transparencia en la gestión pública. Lo que se ha visto, es una acción que dista de la tradicional forma de lucha social conocida en el país.

El 16 de febrero de 2020 quedará estampado en la memoria del pueblo dominicano, especialmente, en la de la juventud progresista. El pueblo fue llamado a elecciones para renovar el liderazgo directivo en los gobiernos locales. El proceso inició y se perfilaba como exitosa.

En un hecho sin precedentes, la Junta Central Electoral y el liderazgo político suspendieron las elecciones municipales. Tras múltiples fallas del Sistema de Voto Automatizado se produce la traumática y preocupante suspensión. Sectores vinculados a la oposición han expresado su desconfianza con el Sistema de Voto Automatizado desde las Elecciones Primarias Simultáneas del 6 de octubre de 2019.

A esto se suma, la andanada de acusaciones contra la Junta Central Electoral, a cuyos integrantes se le acusa de incapacidad y parcialización con el partido de gobierno. A pesar de que la elección del Pleno de la JCE es realizada desde el Congreso Nacional, donde hay representación de varias corrientes políticas. Desacreditar un árbitro electoral genera desconfianza y crea las condiciones para invalidar cualquier decisión que surja del mismo.

La oposición política acusa el gobierno de haber fraguado un plan para abortar el proceso. El gobierno negó las acusaciones, expresando que no hay razones lógicas ni políticas para incurrir en una acción de esa envergadura. El Partido de la Liberación Dominicana, habló de un sabotaje que provocó fallas en el sistema que dio al traste con el proceso electoral.

La población quedó en shock por el inusitado anuncio de la Junta Central Electoral, dado que ya había sufragado una cantidad considerable de electores. A pesar de las dificultades con el Sistema de Voto Automatizado la gente intentaba votar. Cabe recordar que gran parte del país no usaba este sistema, sino la tradicional boleta. Ahí, no hubo problemas que comprometieran la transparencia y calidad del proceso comicial.

Esa suspensión provocó un rechazo generalizado de sectores de oposición, candidatos y líderes políticos y hacedores de opinión. Las discusiones giraban en torno a las razones que provocó la suspensión de las elecciones municipales. Unos hablan de posibles errores humanos, debido a incapacidad del personal de la Junta Central Electoral, otros lo atribuyen a fallas técnicas del Sistema de Voto Automatizado.

No faltan quienes hablan de sabotajes, bloqueo de las elecciones y hasta de hackeo del Sistema de Voto Automatizado. Sin importar las causas e intenciones, el proceso fue abortado y las elecciones suspendida. Tras la crisis se abrió una investigación donde fue apresado el técnico de la telefónica Claro-RD, y un coronel de la Policía Nacional al servicio de la escolta del candidato presidencial del Partido Revolucionario Moderno.

Entre quejas, reclamos, conjeturas, especulaciones, descalificaciones, acusaciones y contra-acusaciones se han ido definiendo la agenda electoral y la ruta hacia el 15 de marzo, fecha establecida para la realización de las frustradas elecciones. Sectores políticos acordaron la fecha con la JCE, así como la posposición del frustrado proceso del 16 de febrero.

La juventud dominicana pide respuestas de lo ocurrido a la Junta Central Electoral y exigen que la clase política entienda que deben colocar los intereses del país por encima de los caprichos e intereses de las élites privilegiadas. Exigen que se gobierne con la gente, por la gente y para la gente. Entienden que se ha vulnerado su derecho y atentado contras sus expectativas de cambio.

Miles de jóvenes y no tan jóvenes se han concentrado durante 7 días en la Plaza de la Bandera, frente la Junta Central Electoral. Líderes políticos y activistas sociales levantan banderas y reclamando respeto, transparencia y compromiso electoral.

La juventud ha desarrollado una intensa y loable jornada cívica para rechazar, lo que consideran, acciones que pervierten el orden institucional y erosionan la confianza en clase política y la Junta Central Electoral. El liderazgo político ha sido advertido de que la acción colectiva será activada ante los comportamientos abusivos de la clase política. Razones sobran para la indignación.

 Pedir mejoras para superar las debilidades de democracia desde la democracia es una acción necesaria y justa.  La juventud debe asumir la vanguardia de la lucha social, política y cívica. Estamos viendo un despertar de la juventud y eso es un factor que debe alertar al liderazgo progresista y revolucionario a buscar formas alternativas de comunicarse con las masas. De no hacerlo, el rédito político de esas luchas pudiera ser canalizadas por sectores conservadores y ultraconservadores.

Las jornadas de protestas han incluido una crítica e intensa actividad en redes social y medios de comunicación, así como, cacerolazos, manifestaciones continuas en Plaza de la Bandera. La presión popular llevó al gobierno a buscar apoyo de la Organización de Estado Americanos, OEA para que asuma la investigación, por encima de las atribuciones de los Fiscales Electorales establecidos en la Ley 15-19 de Régimen Electoral. ¿Qué puede hacer la desprestigiada y desvencijada OEA para esclarecer una cuestión de política interna?

El pueblo ha perdido la confianza en las instituciones y en el liderazgo político, y eso son indicadores preocupantes. Preocupa porque la apuesta debe ser a transformar el formalismo democrático electoral en una democracia funcional socialista. Eso requiere transformar el sistema político e impulsar un proceso de desarrollo y modernización político para crear una institucionalidad funcional y transparente.

Los costos de esta democracia son insostenibles bajo el esquema actual. El frustrado proceso comicial costó más de 14 mil millones de peso. Una cifra descomunal para una sociedad llena de carencias y necesidades. Es cara y deficiente y contra eso se levantan los jóvenes y quienes le acompañan en su justa y necesaria respuesta al abuso y el irrespeto contra la voluntad popular.

Tras las frustradas elecciones del domingo 16 de febrero quedan pendiente preguntas estratégicas y preocupantes, entre las que caben citar: ¿Quién tenía capacidad técnica y razones políticas para boicotear el proceso comicial? ¿Cuál sector sale perjudicado y quién pudiera beneficiarse de tal boicot? ¿Quién o quiénes son los responsables de abortar el proceso electoral municipal?

La clarinada juvenil ha sonado con fuerza huracanada y ha despertado las esperanzas en un cambio en la cultura política dominicana. En las diversas pancartas se expresa rechazo a la corrupción, el caudillismo, el clientelismo y el asistencialismo. Es una clarinada que coloca en perspectivas el activismo social de la juventud que una de su pancarta afirma: “Se metieron con la generación equivocada”.

¿A quiénes se refieren? ¿Van contra todos? El curso de la historia dirá cómo terminarán las apuestas de una generación que acciona en una coyuntura electoral específica y sin un plan, que vaya más allá de las consignas y de las expresiones de justa indignación por lo que entienden fue una especie de intolerable estafa política.

La perspectiva política queda marcada por la valerosa acción de la juventud que ha roto el tradicional conformismo de la clase media. Ha dicho basta y echado a andar. Han hecho sonar las alarmas de un sistema político que no resiste más parches y ha advertido al liderazgo político que no tolerarán acciones contrarias al marco normativo o que perturben el interés nacional.

Esa acción responsable de la juventud dominicana en un contexto político complejo como el que se vive en el país. Los resultados de la actual coyuntura electoral quedan condicionados por los reclamos de transparencia y participación de la juventud progresista. ¿Cómo aprovechar la indignación juvenil para replantear la estrategia progresistas y revolucionarias?

La activación de la acción colectiva por parte de movimientos sociales y la juventud progresista debe servir para transformar y hacer avanzar el sistema político, no para retroceder o neutralizar el desarrollo político. Las movilizaciones no pueden ni deben ser una moda o una acción emocional, debe ser una acción racional, planeada y coordinada.

La coordinación del movimiento cívico juvenil ha rechazado participación del liderazgo político tradicional en las manifestaciones y ha dejado ver su descontento con las pretensiones de algunos de infiltrar las manifestaciones. Esa perspectiva puede servir para medir el rechazo que tienen ciertos liderazgos y plantea la necesidad de establecer perfiles políticos que generen confianza.

Tras lo ocurrido el pasado 16 febrero quedan más preguntas que respuestas y seguramente habrá que esperar la evolución del las investigaciones. Investigarán y tal vez encuentre las causas de las fallas que provocaron el colapso del Sistema Automatizado de Votación, pero el daño al sistema político está hecho. Restaurar la confianza en la Junta Central Electoral constará mucho y realinear la institucionalidad política otro tanto.

Organizaciones políticas, liderazgo, gobierno y Junta Central Electoral tienen la obligación de parar la escalada en las crisis desatadas tras la suspensión de las elecciones municipales. No llamen el lobo, porque puede llegar. Aclárense y cuiden sus activos políticos. ¡No inventen señores, no inventen!

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