martes, 28 de mayo de 2024

REFLEXIONES SOBRE LAS ELECCIONES RD-2024.

Introducción.

La Junta Central Electoral concluye con éxitos la última fase de un largo, costoso, complejo y exigente proceso electoral. En febrero del año en curso se desarrollaron las elecciones municipales, caracterizadas por una baja participación, compra de votos, transfuguismo y el reclamo constante de la oposición sobre el uso de recursos públicos para favorecer a candidatos oficialistas.

Una vez concluida las elecciones municipales el proselitismo continuó su galopante carrera hacia las presidenciales y congresuales pautadas para el 19 de mayo. Una intensa y cara campaña electoral fue la antesala de la cita. Cientos de postulantes para un número reducido de cargos. A todo ritmo, se montó el proceso y los resultados favorecieron al Partido Revolucionario Moderno, PRM.

Tras concluir el proceso electoral, queda servida la mesa para iniciar debates, reflexiones y análisis sobre los retos de la democracia dominicana y del gobierno del Partido Revolucionario Moderno, PRM, encabezado por Lic. Luis Abinader.

El PRM ha obtenido un triunfo convincente, costoso y comprometedor. Tras el logro electoral viene el reto de reinventar el gobierno y lograr eficiencia en las acciones que emprenda. 

La parte de la oposición derechista que se nucleó en RescateRD no logró los resultados esperados por sus integrantes. Muchas de las entidades partidarias quedarían fuera del registro electoral al no lograr el porcentaje mínimo requerido para mantener su registro.

Las fuerzas progresistas, quedaron reducida a la mínima expresión al participar divididas en un contexto que exigía unidad programática. Una vez más, pierden la oportunidad de avanzar en su lucha por conquistar el poder.

La abstención continúa su crecimiento sostenido amenaza la legitimidad de la democracia y la institucionalidad política. La tendencia ascendente debe mover la acción para superar el analfabetismo cívico y político.

La Junta Central Electoral pasó la prueba al realizar un proceso exitoso y organizado, aunque con algunos reclamos en un ambiente caracterizado por la polarización entre veteranos políticos, incluidos un expresidente de la República y el presidente actual.

Cabe destacar el rol determinante y protagónico de la mujer en la organización del proceso comicial. La presencia activa en la organización de las elecciones, especialmente en mesas y colegios fue significativamente superior al de los varones.

Las organizaciones políticas tienen la impronta de rendir cuentas, cumplir la normativa político-electoral, reorientar sus estrategias políticas, formar su militancia, superar el transfuguismo y combatir el caudillismo mesiánico.

Contexto.

El contexto internacional, caracterizados por conflictos armados, las tensiones ideológicas, el declive de la hegemonía estadounidense, el afianzamiento del policentrismo, crisis económica, el avance meteórico de la inteligencia artificial y los efectos del cambio climático obliga a los Estados a reorientar sus estrategias productivas, diversificar los mercados condicionan y a concertar la agenda política. Pero en el país la trivialidad se impuso como rasgos distintivos de un proceso electoral que fluctuó entre el continuismo de unos y el retorno de otros.

La evolución de la política dominicana tiene en el sufragio universal un referente accidentado. Desde la fundación de la República hasta nuestros días, diversas modalidades de elección se han ensayado. El modelo actual, asume el cuestionado, desfasado y antidemocrático método D’Hondt para la distribución de escaños. Las constantes quejas de quienes pierden curules por las imperfecciones de dicho método obligan a la Junta Central Electoral y a las Organizaciones Políticas a buscar alternativas más funcionales, justas y democráticas.

Con un antecedente como las frustradas elecciones municipales del 2020 y una accidentada precampaña, la incertidumbre medraba en los entornos partidarios y aumentaba la desconfianza en las capacidades institucionales de la Junta Central Electoral para organizar y arbitrar las elecciones de febrero y mayo del año en curso. No obstante, esas aprensiones, la realidad es que la entidad de comicios logró cumplir su misión.

Las elecciones que finalizan serán recordadas como una de las mejores organizadas de la historia política dominicana. No solo son históricas por el triunfo arrollador del Partido Revolucionario Moderno, PRM, sino también por el reconocimiento rápido de la victoria de quienes le adversaron. Esa muestra de madurez del liderazgo político puede convertir en un faro de luz para iluminar el tránsito de la democracia formal electoralista a la democracia funcional de base popular.

Junta Central Electoral.

La Junta Central Electoral concluye con éxitos la última fase de un largo, costoso, complejo y exigente proceso electoral. En febrero del año en curso se desarrollaron las elecciones municipales, caracterizadas por una baja participación y el reclamo constante de la oposición sobre el uso de recursos públicos para favorecer a candidatos oficialistas.

Aunque la Junta Central Electoral pasó la prueba al realizar un proceso exitoso y organizado, con mínimos de reclamos en un ambiente caracterizado por la polarización entre expresidentes, no pudo impedir que se postularan candidatos señalado por “prácticas indecorosas”. Depurar la oferta electoral que presentan los partidos es una labor fundamental para cualificar la representación política.

Tal como afirma el periódico El Nacional en su editorial titulado “Gala Democrática”, “La Junta Central Electoral (JCE) cumplió cabalmente su misión de organizar y realizar comicios íntegros y confiables, que en términos de planificación superan con creces los celebrados en el pasado, aun cuando afloren quejas sobre irregularidades o fallas, la mayoría atribuidas al gobierno y a partidos”. https://elnacional.com.do/gala-democratica/

A pesar de los esfuerzos del ente rector del subsistema electoral dominicano, la postulación de candidaturas cuya legitimidad fue cuestionada generó tensiones y roces entre el ente comicial y las organizaciones políticas. A esto se suma, los aspectos vinculados a las cuotas de juventud y de la mujer, así como las dificultades para controlar el uso de recursos públicos y de otras índoles en el proceso comicial.

La Junta Central Electoral desplegó una intensa campañas de orientación y motivación del voto, tanto dentro como fuera del país. No obstante, a esos esfuerzos, la abstención electoral continúa creciendo y esta vez superó el 45 por ciento del padrón, evidenciando el desencanto de la gente con el sistema imperante.

En cuanto a la logística operativa, la Junta Central Electoral y las organizaciones políticas lograron montar un proceso comicial que superó, en cierto modo, las fallas que se dieron durante las elecciones municipales del 18 de febrero. Claro, quedan grandes huecos por llenar para que los procesos comiciales se consoliden como mecanismos legítimos para renovar la dirección política del país.

Hay que destacar el papel protagónico y el intenso trabajo de la mujer durante el proceso electoral. La matrícula de los colegios electorales era predominantemente femenina. En las delegaciones partidarias también fue notoria la participación de la mujer. Eso contrasta con el regateo de los partidos para cumplir la cuota asignada por la ley 20-23 de Régimen Electoral y la 33-18 de Partidos, Agrupaciones y Movimientos Políticos, que, aunque inconstitucional, establece un mínimo de cargos, pero en la mayoría de las veces, se colocan en posiciones de relleno.

A pesar de la rapidez con los perdedores reconocieron los resultados y admitieron su derrota, del evidente éxito en montaje de los comicios, queda rendijas que dejan ver grandes desafíos, tanto para la Junta Central Electoral como para el liderazgo político. Uno de ellos es la persistencia de acciones que pueden ser tipificadas como acoso electoral, ya que las mismas van dirigida a perturbar el libre ejercicio del derecho al voto. Otro hueco, es la facilidad conque ingresan a los registros de candidatos personas que tienen cuentas pendientes con la justicia o la sociedad.

Huelga decir, que para lograr que la institucionalidad electoral se fortalezca se requiere el compromiso de quienes la gestionan. Robustecer al ente responsable de organizar, gestionar y arbitrar los procesos electoral es una condición para el desarrollo, modernización e institucionalización del sistema político-electoral dominicano. Una democracia de ciudadano exige que los entes responsables de aplicar la normativa electoral sanciones drásticamente a quienes cometen delitos electorales o incumplen la normativa que rige al sistema.

Organizaciones Políticas.

Las Organizaciones Políticas son las protagonistas de los procesos electorales que se realizan regularmente en República Dominicana. Con sus debilidades y fortalezas navegan en el convulso mar de un proselitismo de base clientelar, donde postulantes se disputan la voluntad de una masa electoral caracterizada por un acentuado y creciente analfabetismo cívico y político.

Aunque la normativa político-electoral es amplia y diversa, con una sólida base constitucional, las organizaciones políticas, especialmente las que tienen reconocimiento electoral, obvian mucho de los procedimientos instituidos y pervierte la escogencia de candidaturas o permiten que se “cuele gente”, que tiene deudas pendientes con la justicia o es señalado por el rumor público. Toca a la Junta Central Electoral y a las organizaciones políticas presentar ofertas validadas legalmente y legitimadas socialmente.

En el pasado certamen, a pesar de que las propuestas programáticas de las organizaciones políticas fueron puestas en línea por la Junta Central Electoral en este enlace, https://elecciones2024.jce.gob.do/planes-de-gobierno, poca gente se molestó en analizar y comparar los temas planteados, ni siquiera los postulantes a ocupar cargos dominaba las mismas. Eso es muestra de un folklorismo político que dista mucho de una democracia funcional de base popular.

Las fuerzas derechistas dividida en dos bloques; uno encabezado por el partido Revolucionario Moderno, PRM, integrado por más de 20 partidos, agrupaciones y movimientos; el otro, nucleado en el bloque RescateRD, compuesto por el Partido Revolucionario Dominicano, PRD, el Partido de la Liberación Dominicana y Fuerza del Pueblo. En ese mismo eje ideológico participaron Generación de Servidores del pastor evangélico Carlos Peña y Roque Espaillat de Partido Esperanza Democrática.

La coalición liderada por el presidente Luís Rodolfo Abinader Corona hizo una “barrida”, ratificando la fuerza del partido en el gobierno. El preludio de ese triunfo inició en febrero pasado cuando el PRM se impuso en las elecciones municipales, conquistando la mayoría de los cargos en municipios y distritos municipales, tal y como se lee en el siguiente enlace: https://elecciones2024.jce.gob.do/municipales

En el Bloque Progresista participaron Patria para Todos y Todas, liderado por el Dr. Fulgencio Severino, Frente Amplio, presidido por la profesora María Teresa Cabrera, y Virginia Antares del Partido Opción Democrática. Al participar dividido, el porcentaje alcanzado es pírrico. Una vez más se pierde la oportunidad de “abrir las puertas de la esperanza” y transformar el formalismo democrático electoralista en una democracia funcional de base popular.

Excusas y pretextos habrán, pero la realidad es que las fuerzas progresistas no han podido articular una alianza alternativa con vocación de poder que canalice las expectativas de los sectores progresistas, socialistas y revolucionarias. A partir de ahora, tendrán que reorientar las estrategias e iniciar un proceso de reinvención que le permita superar los escollos de un sistema clientelar y caudillistas, donde los elevados niveles de analfabetismos cívico y político se combina con una cultura política donde la gente razona poco al momento de elegir.

Como evidencian los resultados oficiales del proceso comicial, la debacle del Partido de la Liberación Dominicana, PLD, y el Partido Revolucionario Dominicano, PRD, empuja a esas entidades a la desaparición. En el caso del PRD, apenas consiguió dos legisladores. Estas bajas contrastan con el ascenso del Partido Fuerza del Pueblo y la consolidación del Partido Revolucionario Moderno, PRM como fuerza hegemónica en el subsistema de partidos de República Dominicana.

Tras la conclusión de la zafra electoral, cabe preguntar ¿estamos ante una democracia de partidos o de ciudadanos? La pregunta puede tener muchas respuestas, pero la realidad es que la democracia dominicana, a pesar de la cantidad de partidos reconocidos existente, no supera el formalismo electoralista. No solo es coja, dado los bajos niveles de participación de la gente, sino que es deficiente y muy costosa. Eso obliga a pensar en profundizar las reformas político-electoral para avanzar en el camino hacia una democracia de ciudadanos, no de partidos. Una democracia funcional de base popular que cumplan con los fines que sustentan este sistema político.

El Padrón Electoral.

Para las elecciones del 18 de mayo se convocó a las urnas a 8,105,153 ciudadanos en capacidad de elegir. Esta cifra incluyó a los 870,000 empadronados en el exterior. Sobre esa línea de base, se montó un proceso electoral en el que participaron mas de 30 organizaciones políticas. Algunas fueron en alianzas o coaliciones otras tantas fueron solas. Contrario a lo que se espera de un sistema político superpoblado, donde la Junta Central Electoral desplegó una intensa campaña de promoción del voto, la abstención se colocó en su máximo histórico.

El padrón electoral es un requisito indispensable para la realización de procesos electorales en cualquier parte del mundo. En el país, se ha ido consolidando este instrumento, a partir de mejoras significativas en la gestión de los actos de la vida civil. Antes, las debilidades en el padrón se prestaron para la comisión de “fraudes colosales” en detrimento de la democracia y de la institucionalidad electoral. Quedan fallas, pero gracias a la automatización de la base de datos es más difícil pervertir los procesos comiciales.

Aunque persisten ciertas rémoras del pasado, como la dislocación de votantes y otras prácticas perniciosas, el saneamiento del padrón y la inclusión de fotografías de las personas ayuda a descubrir las marrullas de quienes intentan pervertir y corromper resultados. A esto se suma, la acción activa que desempeña el Tribunal Superior Electoral para enmendar las distorsiones que perjudican derechos políticos. Esta entidad, ha desarrollado una labor encomiable para resolver conflictos internos en la lucha de postulantes o el reclamo de partidos por fallas cometidas tanto por la Junta Central Electoral como por el liderazgo que acciona desde las organizaciones políticas.

Fortalecer el padrón electoral y ampliar su línea de base, incluyendo a militares y policías es un viejo anhelo de quienes integran esos cuerpos ejerzan de manera efectiva su derecho a elegir. Las experiencias existentes en la región Latinocaribeña pueden servir de referentes. El caso de la República Bolivariana de Venezuela es uno entre muchos, donde se ha logrado garantizar el voto de los cuerpos castrenses. El país está en capacidad de implementarlo sin mayores riesgos, solo falta voluntad política para realizar los cambios normativos que se requieran. Si el voto es universal, no hay razones para negar que los hombres y mujeres de uniforme se les prohíba a ejercerlo.  

Campaña Electoral.

Las campañas electorales en República Dominicana son continuas y muy costosas, a pesar de que la normativa político-electoral establece plazos para el inicio y conclusión de las mismas. La que concluye no fue excepción. El país se vio arropado por una larga y ostentosa campaña que evidencia falta de control del gasto en ese rubro y alerta sobre la necesidad de trasparentar el financiamiento electoral.

Además de las tradicionales vallas, las titubeantes encuestas, los mano a mano, las caravanas y las concentraciones, esta vez, el encendido protagonismo de las redes sociales y plataformas digitales mantuvo en vilo a la población. Independientemente de las modalidades utilizadas, la personalización de las candidaturas y la mercantilización de las diversas opciones no lograron encantar a los desencantado con una práctica política clientelar y corrupta que harta y aleja a personas que defienden el voto razonado como forma de cualificar la representación.

Una novedad, bien valorada por la población, fueron los debates organizados por entidades empresariales, así como la presentación de propuestas en medios de comunicación. Todo eso, contribuye a visibilizar las ofertas y a contrastar los enfoques ideológicos de cada uno de los postulantes. Estas prácticas deben perfeccionarse, oficializarse y extenderse a todos los niveles.

La automatización del voto facilitó el escrutinio y permitió que la población conociera los resultados en tiempo récord para el país. Eso puede ser un indicador de avance, aunque queda mucho trecho para acercarse a países que han logrado un proceso con altísimos niveles de transparencia gracias a la tecnificación de los procesos comiciales.

Durante la recién pasada campaña electoral, primó el ruido por encima del contenido. La saturación de afiches en las calles competía con las promociones en medios de comunicación y redes sociales. Las propuestas de los diversos candidatos carecían de realismo y muchas no se ajustaban ni a las funciones del cargo ni a las misiones institucionales.

La evidente debilidad de la Junta Central Electoral para fiscalizar los recursos que gastan los partidos, especialmente los de procedencia privada, hacen del sistema un espacio donde la opacidad y el secretismo compiten y se imponen a la pretendida y necesaria transparencia demandable a un sistema financiado con dinero público. La experiencia acumulada y las recomendaciones de observadores deben servir para superar las imperfecciones del sistema político-electoral dominicano.

La Agenda Propuesta.

La Constitución de la República dispone la elaboración de un Plan Plurianual del Sector Público y una Estrategia Nacional de Desarrollo aprobado mediante la Ley 1-12 que establece los ejes sobre los cuales se deben elaborar las propuestas de los candidatos, pero la mayoría de quienes aspiran a cargos electivos desconocen ésta y otras leyes. Los programas aceptados por la Junta Central Electoral debieran estar alineados con estos instrumentos.

Las propuestas de candidatos y partidos giraron entorno a temas recurrentes como corrupción, reforma fiscal, inseguridad, turismo, políticas sociales, migración, desempleos, formación tecnológica y educación, entre otros. Los debates, reflexiones y análisis sobre los temas claves ni los esfuerzos por encantar a los electores no lograron bajar el recurrente abstencionismo de casi la mitad de la población votante.

Tanto el oficialismo como la oposición centraron sus ofertas en aspectos medulares del país, pero tocaron tímidamente asuntos estratégicos como soberanía alimentaria, la galopante deuda externa, los altos costos de producción, el aumento constante en la tasa del dólar, el deterioro de los servicios públicos, la degradación medioambiental y el acentuado estrés hídrico.

Buena parte de los contenidos propuestos por partidos y candidatos tienen severos sesgos institucionales y en algunos casos chocan con la normativa que rige la institucionalidad política. El desconocimiento de las funciones del cargo dejó camino franco a la especulación, diatribas y descalificaciones entre los contendientes. A esto se suma, el creciente desinterés de una parte de la población en la cuestión política y el pronunciado analfabetismo cívico que exhibe gran parte de la población.

Las propuestas partidarias deben alinearse con los mandatos instituidos por la normativa que rige la planificación e inversión pública. Hacer del presupuesto nacional un instrumento de desarrollo, como establece la normativa que lo rige, exige que cada institución disponga de planes estratégicos y operativos que recojan las demandas y trabaje para dar respuestas a las mismas.

En la campaña electoral hubo mucho discurso, pero poco contenido. Los temas estratégicos, incluido los que están asociado a la Agenda 20-30 pactada en Naciones Unidas, quedaron al margen de las discusiones. Eso demuestra el contraste entre quienes aspiran a que las políticas públicas se impongan al asistencialismo clientelar que promueven los gobiernos.

Definir la agenda y priorizar las acciones en base a las necesidades más urgente de la población y la disponibilidad de recursos, aumentan la credibilidad de una oferta electoral con respecto a otra. Un plan de gobierno bien estructurado y realista genera expectativas, aumentan la eficiencia, potencia la transparencia y contribuye fortalecer la institucionalidad democrática.  

Relación Resultados vs Encuestas.

El uso de encuestas, sondeos y técnicas científicas de medición son recursos que usados responsablemente brindan datos e informaciones que facilitan la toma de decisiones, tanto para la ciudadanía como para las organizaciones políticas. Tradicionalmente, las encuestas para medir simpatías o preferencias políticas ayudan a partidos y candidatos a gestionar sus expectativas de éxito o fracaso en los certámenes electorales. Claro, también contribuyen a la polarización política de la sociedad.

En República Dominicana interactúan varias empresas dedicadas a vender servicios a diversas franquicias partidarias. Aunque son regulada por la Ley 20-23, pero muchas veces se saltan la red normativa generando incertidumbres entre el electorado. Su rol es brindar información para la toma de decisión, pero en la mayoría de los casos, mueven sus resultados para crear falsas expectativas.

Cabe destacar, que, durante los últimos procesos electorales, muchas firmas encuestadoras han mejorado sus técnicas y han estado muy cerca de los resultados. Habrá que exigir que las informaciones que producen las encuestadoras y los medios asociados a su divulgación sirvan al electorado para tomar decisiones respecto a las candidaturas propuestas, no para confundirla.

Firmas prestigiosas encuestadoras, como Gallup Dominicana, Research Group, Centro Económico del Cibao (CEC), Latin Insights, Mark Penn, Newlink Research, entres otras, han prestado servicios a candidatos y partidos en el país. Una más que otras han estado en el rango acertado con respecto a los resultados electorales.  https://eldia.com.do/encuestas-acertaron-con-proyectado-en-campana/.

Independientemente de la certeza de una encuesta, la calidad de los datos que produce y la fiabilidad de las informaciones que genera, colocan a la firma encuestadora en un lugar de preferencia o rechazo. Manipular y retorcer datos para imponer matrices favorables a quienes contratan sus servicios es una tentación que encuentra la repulsa de un “enjambre de expertos” que accionan desde las redes sociales y medios comunicación adverso a los intereses defendidos por las encuestadoras.

De su lado, la Junta Central Electoral, dispuso normas para la divulgación de resultados y advirtió sobre las denominadas “encuestas a boca de urna” https://elecciones2024.jce.gob.do/sala-de-prensa/nota-aclaratoria-sobre-las-encuestas-a-boca-de-urna. Tradicionalmente, partidos, candidatos y organizaciones de sociedad civil utilizan este mecanismo para levantar información que contribuyan a la transparencia del proceso comicial. Claro, solo el ente de comicios está autorizado a informar sobre los resultados. Por eso llama a respetar la normativa y a evitar filtraciones que perturben la tranquilidad de la gente.

Textualmente estableció que “La Junta Central Electoral (JCE), en base a lo establecido en la Ley No. 20-23, Orgánica de Régimen Electoral, en su artículo 216, párrafos II y III, referente a que las firmas encuestadoras debidamente certificadas, podrán realizar encuestas o sondeos a boca de urna, siempre que las mismas sean depositadas en la Junta Central Electoral en sobres cerrados y sellados o lacrados, y hayan cumplido con los requisitos exigidos por la Junta Central Electoral, cuyos resultados no podrán ser divulgados. De igual forma, expresa que las encuestas o sondeos a boca de urna deberán realizarse de manera tal que no violen ni vulneren el derecho y el deber, relativo al secreto del voto establecido en esta ley”.

Los datos que ofrecen las encuestas siempre tendrán detractores y defensores, dada las complejidades de los procesos comiciales y la polarización que generalmente aflora durante los tiempos de campaña. Durante el proceso recién concluido, las encuestas tuvieron un acentuado protagonismo y sustentaron mucho de los debates y análisis políticos que se suscitaron en el transcurso de la larga y costosa campaña electoral.

Participación y Civismo.

La participación de la gente en procesos electorales es un requisito fundamental para el funcionamiento de la democracia, independientemente del nivel, dimensión o grado de la misma. Pero para que sea efectiva, tiene que reunir algunas características o condiciones como la disponibilidad de información, la habilitación de espacios plurales, la eliminación de barreras, la formación cívica y la existencia de objetivos claros, entre otras.

En el caso específico de la participación política, es importante que la gente entienda que cuando participa activamente en proceso políticos desarrolla sus habilidades de liderazgo y contribuye al desarrollo de la sociedad. Aunque en República Dominicana, el voto popular es la forma tradicional de participar, el ordenamiento jurídico establece diversos mecanismos que se pueden activar en coyunturas y para cuestiones específicas.

La participación en los procesos eleccionarios ha ido decreciendo en el país. En las últimas elecciones la abstención se colocó por encima del 45 por ciento, marcando un récord en la historia electoral dominicana. Las causas de ese desencanto fluctúan entre el analfabetismo cívico, la indiferencia, el desencanto y el rechazo a las malas prácticas de las organizaciones políticas. La situación tiende a agravarse, ya que a pesar de la cantidad de ofertas electorales, la polarización política entre las fuerzas hegemónicas se imponen.  

Vicios como el transfuguismo, el clientelismo, el asistencialismo y el caudillismo mesiánico se unen a otras expresiones de corrupción políticas como la presencia de gente vinculadas o apadrinadas por el crimen organizado en la boleta electoral. Otros aspectos a considerar son los elevados costos de las campañas electorales, el transfuguismo, la violación sistemática a las normas electorales, la inobservancia de las reglas estatutarias y las dificultades para conquistar una candidatura en cualquiera de las organizaciones políticas deja fuera a gente con el perfil idóneo para optar por un cargo de elección popular.

Transformar el formalismo democrático electoralista en una democracia funcional de base popular exige una participación activa e informada de la gente. Un electorado empoderado es menos manipulable y ejerce un voto responsable. Lógicamente, a las organizaciones políticas tradicionales no les conviene que la gente piense y razone su voto.

Dado que la esencia de la democracia es la participación activa e informada en igualdad de derecho, es indispensable que los procesos electorales se desarrollen ambiente de respeto, tolerancia, legal, organizado y equidad. Un ambiente donde la ética política sean reglas no excepciones. Claro, bajo el esquema actual es imposible competir con el raudal de dinero que mueven sectores interesados en controlar el poder para defender intereses particulares.

Lo ideal es que las organizaciones políticas concurrentes en un proceso comicial encuentren a una ciudadanía formada cívica y políticamente, en capacidad de contrastar las propuestas que presentan se disputan el favor de su voto. Lamentablemente, el país no ha logrado instituir la formación política que mandan las normas, y muchas veces, el desconocimiento de los propios postulantes compite con el desinterés en la Política de amplios sectores de la población.

Urge que organizaciones políticas, Junta Central Electoral y la llamada sociedad civil articulen una estrategia de formación cívica destinado a la ciudadanía y programas de educación política para quienes aspiren a cargos electivos. Esas tareas son impostergables, especialmente en una sociedad que dispone de una variedad de medios para informarse y donde la inteligencia artificial hace galas de su potencial transformador.

Los entes involucrados tienen la responsabilidad de trabajar articuladamente para superar las debilidades que desmotivan a la gente y a buscar formas para incrementar la participación activa e informada de la gente en los procesos electorales. Enseñar a elegir, consciente del valor de las decisiones que toma, es una forma de ejercer la ciudadanía activa.

Otra oportunidad para motivar a la gente es habilitando y activando los mecanismos dispuestos por las leyes vigente como los presupuestos participativos municipales, la iniciativa participativa popular, el plebiscito y el referendo, entre otros. Lograr una participación activa, fortalece la institucionalidad democrática, legitima la autoridad política y genera un efecto contagio.

Proceso de Votación.

Para llegar al proceso de votación se requiere, entre otras cosas, conformar las asambleas electorales, organizar los colegios y las mesas electorales; así como capacitar al personal que los gestiona. A esto se suma, la disposición de los recursos tecnológicos, materiales e insumos que se requieran.

Una vez establecida esa logística y diseñado el protocolo de seguridad necesario para garantizar el orden y el desarrollo armónico del proceso comicial, resta esperar la hora pautada para que la gente se presente a ejercer el derecho al voto. El personal de la Junta Central Electoral debe garantizar la logística y la información que requieran los equipos y estar pendiente a cualquier detalle.

A pesar de la persistencia de prácticas reñidas con los protocolos establecidos por la Junta Central Electoral, el proceso se desarrolló con normalidad. Salvo incidentes aislados, prácticas que pueden ser tipificadas como acoso electoral y la perniciosa insistencia de activistas políticos por condicionar el voto de la gente, ya sea ofreciendo dinero o promesas de favores, los delitos electorales fueron pocos con relación a otros procesos.

La implementación del voto asistido, el voto en casa y el voto penitenciario aportó una experiencia que seguramente servirá de referente para futuros certámenes. Las facilidades motivan al votante y eso se refleja en un incremento de la participación electoral. Esa tendencia debe continuar hasta lograr que el voto electrónico encuentre su punto de eficiencia y confiabilidad idóneo para su consolidación como medio de votación.

A partir de lo vivido, se impone una evaluación del proceso para detectar fallas e identificar posibles áreas de mejora. Dentro de los recintos se debe crear condiciones para facilitar el voto a las personas mayores de 65 años o aquellas que tengan alguna condición de salud. Fue notorio en algunos recintos la presencia de personas con las características antes descrita, reclamando facilidades para ejercer su voto.

En sentido general, la organización del proceso comicial cumplió con los estándares mínimos requeridos. La tranquilidad primó en la mayoría de los lugares y los partidos se acogieron al mandato de las autoridades, en el sentido de evitar la presencia de activista en el entorno de los colegios electorales. Esta vez se colocaron a una distancia prudente del centro de votación. Independientemente de esto, se debe eliminar esa práctica de propaganda indirecta para evitar choques entre bandos partidarios o promotores de candidatos.

Evolución de la Abstención.

Los niveles de participación electoral en República Dominicana se han ido reduciendo sostenida y periódicamente. Desde el 2000 hasta la fecha, las estadísticas muestran la tendencia ascendente. Tanto en elecciones municipales como en presidenciales y congresuales, los niveles de abstención se incrementan. De seguir ese derrotero, la democracia verá erosionado uno de los pilares que la sustentan: la concurrencia de la gente a los procesos de elección.

La abstención electoral está definida como la negación de una persona a ejercer su derecho a elegir. Las causas varían y oscilan entre el desencanto, la indiferencia y el rechazo a las ofertas electorales. En otras épocas, fuerzas de izquierda llamaban a la abstención para expresar su inconformidad con el sistema político existente. Hoy las causas son otras.        

El padrón de electores concurrentes que sirvió de base a las elecciones recién concluida superó los 8 millones de personas habilitadas para votar. Sin embargo, más del 45 por ciento se abstuvo de participar. Esto evidencia el desencanto de una parte significativa de la población votante con los perfiles propuestos de unos y la desidia e indiferencia de otros. Al margen del acentuado analfabetismo cívico y político hay síntomas de estrés en el sistema político electoral dominicano que invitan a la reflexión.  

Proceso de Escrutinio y Asignación de Escaños.

La incorporación de tecnología a los procesos electorales en el país se ha demonizado y mucha gente desconfía de su eficacia. Fallidos intentos por instituir el voto electrónico han alimentado las dudas de actores claves del sistema político dominicano. Aducen que esa modalidad facilita la comisión de acciones dolosas, especialmente durante el proceso de escrutinio. Claro, esas percepciones tienen raíces en el fantasma del fraude, que siempre exhibe su peor cara durante los comicios.

No obstante, la automatización de los procesos comiciales en América Latina y El Caribe se va imponiendo. Aunque la modalidad de voto electrónico no ha sido incorporada, la mayoría de los procesos se ha automatizado, dotando al sistema de mayor capacidad de respuesta. El escaneo de actas y la transmisión de datos en tiempo real se ido imponiendo como norma en cada proceso facilitando el escrutinio.

Donde mayores retos aparecen en es la asignación de escaños, especialmente, cuando se trata del voto preferencial en circunscripciones plurinominales. Fuertes críticas al obsoleto y antidemocrático método D’Hondt establecido en el artículo 4 de la Ley 157-13 que instituye la forma en que se determinan los escaños a diputados/as, regidores y vocales.

Los reclamos de candidatos que alegan haber quedado fuera, a pesar de haber acumulado una cantidad considerable de votos obliga a revisar la ley y a buscar instrumentos más prácticos, actualizados y democráticos. Al margen de eso, los insultantes costos de las campañas electorales incrementan los reclamos de quienes no alcanzan la cantidad de votos suficientes para obtener una curul en el Congreso Nacional o un escaño en el Concejo de Regidores.

Independientemente de la metodología que se escoja para la asignación de los escaños, la proporcionalidad debe privilegiar la transparencia como forma de cualificar la representación política. Quienes tengan cuentas pendientes con la sociedad o la justicia no deben ocupar cargos, independientemente, del consagrado derecho a la presunción de inocencia o el sacrosanto derecho a elegir y ser elegido. Lo formal, no siempre es legítimo y en la política la legitimidad, apuntala la legalidad.

La asignación de los escaños en nivel congresual ha sido certificada en varias resoluciones de la Junta Central Electoral. Tanto las diputaciones nacionales como los diputados al Parlamento Latinoamericano, PARLACEN, tienen un procedimiento complejo y poco transparente para su asignación, no así las de ultramar, ya que como las tradicionales, se realizan por circunscripciones como se puede constatar en el siguiente enlace: https://jce.gob.do/resoluciones-comunicados-avisos

Resultados Electorales.

Los resultados de las elecciones municipales del 18 de febrero y las del 19 de mayo de 2024 puso a prueba la consistencia de las alianzas opositoras al gobierno y las fuerzas dispersas que lo adversan. Unas y otras recibieron una contundente derrota en procesos electorales caracterizados por el transfuguismo, la compra de votos, así como al reparto de prebendas y promesas.

El periódico Diario Libre reseña que: “El Partido Revolucionario Moderno (PRM) logró en las elecciones presidenciales, legislativas y municipales el mayor éxito electoral de su corta historia y consiguió el poder suficiente para gobernar y crear leyes sin necesitar el apoyo de la oposición. Además de la victoria de Luis Abinader, el PRM se alzó con una mayoría en el Senado y la Cámara de Diputados suficiente para aprobar leyes orgánicas y ordinarias, y para modificar la Constitución sin requerir votos de otros partidos. Las leyes orgánicas y las reformas constitucionales requieren de 127 votos de diputados, y el PRM obtuvo 146. Las ordinarias precisan solo de 95. Abinader consiguió la reelección para un segundo y último mandato con 2,507,297 votos, para un 57.44 %. Dejó en segundo lugar a Leonel Fernández, con 1,259,427 votos, lo que representa el 28.85 % de los sufragios”. https://www.diariolibre.com/politica/partidos/2024/05/26/cuanto-poder-obtuvo-el-prm-en-las-elecciones-2024/2734734

El triunfo convincente, costoso y comprometedor del Partido Revolucionario Moderno, obliga a una reinvención de las fuerzas alternativas y del propio conservadurismo. El partido en el gobierno tiene la impronta de hacer un uso responsable del poder delegado, mantener la unidad que lo sostenga en el poder, combatir la corrupción y fortalecer la institucionalidad democrática para apuntalar la gobernabilidad.

No es la primera vez que una coalición política controla todos los niveles de gobierno. Para hablar solo de los casos más recientes y del Siglo XXI, recordemos los casos del Partido Revolucionario Dominicana con el Ing. Hipólito Mejía en 2000-2004 como el Partido de la Liberación Dominicana liderado por el Dr. Leonel Fernández durante el cuatrienio 2008-2012. Tras esos triunfos “arrolladores”, vino la debacle. Es la lección que deben mirar las actuales autoridades.

Observación Electoral.

En República Dominicana, los procesos electorales son visto con interés por diversos sectores de la comunidad internacional, así como por la sociedad en sentido general. Unos y otros activan equipos que recorren mesas y colegios para verificar el desarrollo del proceso comicial. Incluso, en el caso de Participación Ciudadana, entidad que se define como no partidista, realiza una observación en tres niveles: antes, durante y después.

La participación de observadores electorales se ha convertido en un requisito indispensable para la transparencia de los procesos comiciales. En República Dominicana se hace tanto por organizaciones locales como por organismos internacionales. Es un sistema de veeduría bien visto y aceptado por todos los contendores.

Desde hace buen tiempo, Participación Ciudadana hace observación y presenta informes que permiten contrastar la versión oficial con la percepción y la observación de la población. En las elecciones pasadas fue notoria la participación de grupos de jóvenes del colectivo “Guardianes de la Democracia”. Tanto una entidad como la otra realizan su labor en coordinación con la Junta Central Electoral y con consentimiento de las organizaciones políticas.

A pesar de su mala reputación y sus deudas pendientes con el país, la Organización de Estados Americanos, OEA, es otra entidad que usualmente realiza labores de observación. Crea una Comisión de Observación Electoral para evaluar el montaje, desarrollo y conclusión del proceso comicial. Al concluir, emite un informe que describe diversas situaciones observadas y realiza recomendaciones y sugerencias concretas sobre los aspectos más relevantes.

En su informe la OEA establece que, “Aunque persisten desafíos de cara a futuros comicios, incluyendo flagelos estructurales como la compra de votos, la Misión constató mejoras significativas en el desarrollo de las elecciones del domingo 19 de mayo. La institucionalidad electoral del país ha salido fortalecida y, con ello, la democracia dominicana”. Ver informe en el siguiente enlace https://www.oas.org/fpdb/press/INFORME-PRELIMINAR---OEA-saluda-mejora-sustancial-en-el-proceso-y-la-institucionalidad-electoral-en-Republica-Dominicana.pdf   

Además, partidos y candidatos invitan a personalidades o fundaciones que coinciden con su línea de pensamiento para que sean testigos de su participación en el mismo. La Junta Central Electoral hace lo propio con organizaciones afines y algunas embajadas también se incorporan a las labores de veeduría electoral. Unos y otros contribuyen al fortalecimiento del sistema político electoral dominicano.

Tanto observadores nacionales como internacionales coinciden en la necesidad de modernizar los sistemas de votación, respetar los marcos normativos, sancionar el transfuguismo y eliminar la compra de votos. Esas son tareas que el liderazgo político, la Junta Central Electoral y las organizaciones de la llamada sociedad civil que acciona en el ámbito político deben enfrentar hasta superarlos. A menos, que no quieran que esos males, agraven el descrédito en la política y deslegitimen, más de lo que ya está, el formalismo democrático.

Conclusiones.

A modo de conclusión y al margen de los resultados conocidos, cabe destacar el civismo de la gente que concurrieron al proceso recién finalizado y los esfuerzos de la Junta Central Electoral por montar un certamen a la altura de las exigencias. No obstante, el liderazgo político, especialmente el de las fuerzas principales, crearon un ambiente caracterizado por el acoso electoral. Compra de cédulas, promesas y otras prácticas que ponían en riesgo las condiciones para ejercer un sufragio libre, secreto e individual.

Las elecciones en República Dominicana son una especie de zafra donde los operarios del sistema, entiéndase organizaciones políticas, empresariado y Junta Central Electoral se empeñan por organizar lo que ellos llaman “fiesta de la democracia”, un eufemismo que se ha tornado en slogan. Lo cierto es, que las redes clientelares se activan para mover maquinarias partidarias o de grupos de interés que interactúan con el sistema político-electoral.

Independientemente del derecho a elegir y ser elegido, se debe eliminar el reeleccionismo en todos los niveles de gobierno, estableciendo dos periodos consecutivos en cada cargo. Quien logre una reelección inmediata, debe aspirar a otro cargo en los períodos siguientes. El caciquismo es un vicio, que junto al caudillismo impide el desarrollo de líderes emergentes en cada una de las demarcaciones o circunscripciones del país.

La automatización de los procesos de escrutinio, la implantación del voto asistido y el voto penitenciario son prácticas que facilitan el ejercicio del derecho al voto, pero hay muchos aspectos que deben mejorar. Con la experiencia adquirida y realizada las evaluaciones correspondientes, se augura un futuro promisorio para estas modalidades.

Superar el analfabetismo cívico y político es una forma de cualificar la calidad de la representación. Los liderazgos se forjan en la sociedad y de ahí salen al ruedo político. Si están formados y educados, serán mas conscientes y responsables de la responsabilidad que asumen.

Los elevados costos de las campañas electorales, el transfuguismo, el clientelismo, el caudillismo mesiánico, la corrupción política generalizada y la incapacidad de la Junta Central Electoral para depurar las candidaturas propuestas por las organizaciones políticas desmotiva a gente con vocación de servicio, solvencia moral probada y legitimidad social a participar en la actividad política. Eso es una seria amenaza a la institucionalidad democrática.

Es necesario que se analice el sistema de doble vuelta para ganar la presidencia y la vicepresidencia de la República. Se hace necesario modificar la normativa que establece el 50% más 1 voto y condicionar, a que sólo haya ballotage si el partido o coalición ganadora no alcanza a superar la segunda por más de 10 por ciento. Logrado ese cambio, se reducirá automáticamente la cantidad de los llamados partidos minoritarios, sin lesionar los derechos políticos de ninguna persona u organización. Así nos acercaríamos a una democracia de ciudadanos, no de partidos.

Transformar la democracia formal electoralista en democracia funcional de base popular, no puede ser solo una utopía, sino un anhelo al que no podemos renunciar, especialmente quienes aspiramos a vivir en un mundo donde la trasparencia, el compromiso ético, la legitimidad social y la solvencia moral probada sean los tributos que adornen a quienes nos representen en la administración pública. Máxime aquellos que son electos por voto popular.

Dado que la esencia de la democracia es la participación activa e informada en igualdad de derecho, es indispensable que los procesos electorales se desarrollen en un ambiente de respeto, institucionalidad, tolerancia, legalidad, organización y equidad. Un ambiente donde la ética política sea reglas no excepciones. Claro, bajo el esquema actual es imposible competir con el raudal de dinero que mueven sectores interesados en controlar el poder para defender intereses particulares.

Dado los elevados costos de los procesos electorales en el país, la Junta Central Electoral y el liderazgo político tienen que trabajar para superar las debilidades del sistema político-electoral dominicano. La prolongada historia electoral es una fuente inagotable de experiencia que deben ser revisadas para incorporar y mejorar los aciertos y corregir los errores.

Una democracia no se transforma, ni un sistema político se desarrolla si el liderazgo no cambia su conducta frente a las malas prácticas y asumen el compromiso de cualificar la representación política en los distintos niveles de gobierno. La ciudadanía está reclamando, vía abstención y otras modalidades de rechazo no cuantificadas como el voto en blanco o el rayado intencional de boletas, que los políticos se reencuentren con la ética política.

Transformar la democracia formal electoralista en democracia funcional de base popular, no puede ser solo una utopía, sino un anhelo al que no podemos renunciar, especialmente quienes aspiramos a vivir en un mundo donde la trasparencia, el compromiso ético, la legitimidad social y la solvencia moral probada sean los tributos que adornen a quienes nos representen en la administración pública. Máxime aquellos que son electos por voto popular.

Una democracia de ciudadano exige que el ente responsable de aplicar la normativa electoral sancione drásticamente a quienes cometen delitos electorales o incumplen la normativa que rige al sistema. Aplicar la degradación cívica e inhabilitar a quienes cometan delitos electorales puede contribuir a la prevención de los mismos. La impunidad ante las faltas cometidas en un proceso comicial incentiva su proliferación. Quien delinca que page, no importa el rango, cargo o relación con el Estado. La trasparencia debe imponerse a la impunidad, el secretismo y la opacidad.

Es tiempo de exigir mayor responsabilidad a quienes han hecho de la política su modus vivendi. Las diversas franquicias partidarias deben cuidar el negocio que les mantiene en la palestra. La vida de un político debe ser tan clara como el agua potable. En la sociedad de la información y la comunicación, hacer política es un gran compromiso. 

miércoles, 24 de abril de 2024

LA REVOLUCIÓN DE ABRIL: 59 AÑOS DESPUÉS.

El pueblo que no reconoce el sacrificio de sus héroes y heroínas, que no valora sus aportes ni honra su legado; pasa de ser ingrato a ser traidor.

El 24 de abril de 1965 es una fecha de alto valor histórico en la evolución de la historia política del pueblo dominicano. Ese día inició la lucha por la restauración de la constitucionalidad, mediante la insurrección popular orientada a romper la férrea represión impuesta por los golpistas que derrocaron el gobierno democráticamente electo del Prof. Juan Bosch y el Partido Revolucionario Dominicano, PRD.

En plena “Guerra Fría” y en medio de un convulso panorama internacional, permeado por las tensiones ideológicas entre la Unión de República Soviéticas y los Estados Unidos de Norteamérica, el neotrujillismo se recomponía y la reacción se acentuaba, luego de un golpe artero a la naciente democracia dominicana. Los verdugos, represivos, corruptos y entreguistas del Triunvirato encabezado por Donald Reid Cabral, imponían el terror y la corrupción.

El pueblo dominicano estafado y burlado por los golpistas del 25 de septiembre de 1963 rompió las cadenas y echó a caminar la máquina de la historia. El pueblo valiente no podía aceptar pasivamente el golpe de Estado planeado y ejecutado por la oligarquía, las cúpulas empresariales, económicas, militares, religiosas y los Estados Unidos.

Tras el derrocamiento del primer ensayo democrático y el descabezamiento del tenebroso régimen de Los Trujillo, el país entró en un proceso de democratización que espantó a los sectores reaccionarios. Derrocado y expulsado del país, el profesor Juan Bosch es enviado al exilio y desde allá emprendió una campaña de reclamos diplomáticos, sin lograr los resultados esperados. Sin embargo, en el país, el pueblo se organizaba en diversos espacios para combatir el gobierno golpista.

Las fuerzas reaccionarias, asociadas y asesoradas por los norteamericanos persiguieron tenazmente a los opositores con el objetivo de impedir que las fuerzas democráticas y revolucionarias articularan una respuesta a su perverso accionar.  El pueblo se preparó para enfrentar la embestida golpista y luchar para recuperar el proyecto plasmado en la Constitución de 1963.

En ese contexto, las fuerzas liberales y revolucionarias luchaban contra las políticas entreguistas y perversas del Triunvirato. El Movimiento Revolucionario 14 de junio, encabezado por el Dr. Manuel Aurelio Tabares Justo se levantó en armas, apenas 2 meses después del golpe de Estado. Instalaron varios focos guerrilleros. La guerrilla no tuvo éxito y sus integrantes fueron fusilados en su mayoría, incluido su líder máximo, pero la lucha continuó.

La represión era constante durante el gobierno de El Triunvirato. Es así como militares de orientación democrática y vocación patriótica crearon El Movimiento Enriquillo, liderado por los militares de vocación democráticas, entre los que se destacaban Rafael Tomas Fernández Domínguez, Francisco Alberto Caamaño Deñó, Hernando Ramirez, Manuel Ramón Montes Arache, Lachapelle Díaz y Juan María Lora Fernández. Ellos junto al liderazgo revolucionario y liberal asumieron la vanguardia de la lucha contra el invasor y el lacayaje criollo.

Lo que vino luego fue una epopeya patriótica que removió los cimientos del patriotismo nacional y levantó el velo a traidores y lacayos. Honrosas páginas de glorias se escribieron entre abril y julio de 1965 cuando el pueblo en armas combatió a fuerzas inmensamente superiores. Desde “Las Trincheras del Honor”, el pueblo dominicano encaró con coraje el ultraje imperialista la soberanía nacional.

Los esfuerzos del pueblo por zafarse del terror impuesto por los golpistas y sus socios yanquis continuaron. Organizaciones estudiantiles, sindicales y partidos políticos organizaron grandes protestas exigiendo la vuelta a la constitucionalidad. A partir de entonces, la lucha no se detuvo hasta que el 24 de abril, estalló la insurrección popular que dio inició la guerra de abril que luego se transformó en Guerra Patria tras la intervención de las tropas yanquis el 28 del mismo mes.

Los yanquis, que ya tenían serios problemas en Vietnam, alegaban que no aceptarían otra Cuba en el Caribe” y bajo esa excusa ejecutaron una invasión militar para evitar la derrota de las tropas de San Isidro. Las alarmas se dispararon cuando luego de la derrota infligida por los constitucionalistas a las fuerzas reaccionarias.

En las calles de Santo Domingo, especialmente en barrios de la zona norte y Ciudad Nueva se libraron combates dignos de un pueblo valiente y decidido a defender su soberanía y la dignidad. Los traidores, anclados en San Isidro y otros recintos militares bombardearon puntos estratégicos matando a inocentes civiles. El pueblo exige armas a los comandantes constitucionalistas, se organiza la lucha armada y se crea la Academia Militar Constitucionalista para entrenar a los combatientes; así como para afinar las tácticas y las estrategias que le permitieran enfrentar y resistir la embestida golpista.  

Primero contra los golpistas, lacayos y traidores; luego contra los imperialistas yanquis y sus socios. El pueblo no escatimó esfuerzos ni midió sacrificios. Enfrentó con decisión y valentía a las tropas golpistas. Memorable fueron las batallas del Puente Duarte y la del Hotel Matún; así como la heroica resistencia de los constitucionalistas en la zona norte y en Ciudad Nueva.

Las fuerzas constitucionalistas se organizaron en unidades denominadas "Comandos", integradas y dirigidas por combatientes, civiles y militares constitucionalistas. Tenían funciones tácticas y estratégicas; así como de orden público en su área de influencia. Eran autogestionarias y ejecutaban las acciones bélicas planificadas y ordenadas por el alto mando constitucionalista. Desarrollaron un papel preponderante en cada uno de los sectores en los que se dividió la zona de combate.

Tras la instalación del gobierno constitucionalista encabezado por el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, quien dirigió al pueblo en su lucha por la vuelta a la constitucionalidad sin elecciones, los norteamericanos intervinieron directamente con más de 40 mil tropas para apoyar a los golpistas. De su lado, los golpistas crearon el “gobierno de reconstrucción nacional”, encabezado por el general Antonio Imbert Barreras y apoyado por los interventores, la Organización de Estados Americanos, OEA y sus socios.

Durante los combates, las bajas fueron altas, pero el pueblo no cejó ni desmayó en su lucha por reconquistar el poder ganado en las elecciones de diciembre de 1962. Aunque las acciones se concentraron en Santo Domingo, los esfuerzos por extender la revolución a otros pueblos tenían gran apoyo. Heroica fue la resistencia de los valientes que se enfrentaron a las tropas del Centro de Enseñanzas de las Fuerzas Armadas y los estadounidenses en la zona norte, dirigidas por el general golpista Elías Wessin y Wessin.

La Guerra de Abril de 1965 ratificó la vocación libertaria y la voluntad inquebrantable de ser libres, independientes y soberanos como establecieron los fundadores de la República en el Juramento Trinitario de 1938 y el Manifiesto del 16 de enero de 1844. Los constitucionalistas interpretaron fielmente el pensamiento de quienes lucharon contra la anexión a España. Los militares constitucionalistas, junto al liderazgo popular, revolucionario y liberal enfrentaron con gallardía a la alevosa invasión yanqui.

Luego de meses de guerra, resistencia y represión, la necesidad de detener las acciones bélicas y poner fin a la ocupación, la diplomacia logró abrir una ventana para la firma de los acuerdos de paz. La Fuerza Interamericana de Paz, el brazo legitimador de la ocupación yanqui y el Gobierno de Reconstrucción Nacional y el Gobierno Constitucionalista firman el Acta Institucional donde se pautaron los acuerdos para la instalación del gobierno provisional que preparara elecciones.

Se acordó la salida del país de gran parte del liderazgo constitucionalista con funciones diplomáticas y el gobierno encabezado por Héctor García Godoy, con el país invadido por los yanquis y bajo el asedio de constantes huelgas, organizó unas elecciones amañadas que llevó al Dr. Joaquín Balaguer al poder el 1 de julio de 1966. El Partido Revolucionario Dominicano, cometió el error de postular al derrocado presidente Juan Bosch y a Don Antonio Guzmán para competir en los comicios.

A 59 años del inicio de la guerra de abril, la República Dominicana continúa buscando su camino como escribió el bravo combatiente constitucionalista y connotado líder estudiantil Amin Abel Hasbún en su obra inconclusa "América Latina Busca su Camino". La resistencia popular armada ante la embestida reaccionaria y la entrega de los militares constitucionalista puso en jaque a las fuerzas reaccionarias encabezadas por Imbert Barreras, Elías Wessin y Wessin y sus secuaces.

Honor a la memoria de quienes protagonizaron las acciones bélicas iniciadas en abril de 1965. Mención especial para las mujeres, los jóvenes revolucionarios y los militares constitucionalistas.

Que la historia juzgue a quienes traicionaron a su pueblo. Aquellos que cercenando las alas de la naciente democracia se colocaron del lado equivocado de la historia.

¡Honrar, honra!

miércoles, 21 de febrero de 2024

REFLEXIONES SOBRE LAS ELECCIONES MUNICIPALES DE FEBRERO 2024.

Las elecciones celebradas el domingo 18 de febrero en República Dominicana fue un ejercicio cívico que concluyó con relativa tranquilidad. El civismo exhibido por la población contrasta con el comportamiento de dirigentes de organizaciones políticas que se dieron a la tarea de cometer diversos delitos electorales que atentan contra el derecho a elegir libre y secretamente.

No obstante, el comportamiento ejemplar de la mayoría de los electores, el clientelismo hizo galas de sus peores atributos en los entornos de los recintos electorales. Instalación de carpas, proselitismo, compra de cédulas, reparto de dinero y presión para ejercer el voto, enturbiaron el certamen. Aunque la institucionalidad política ha evitado complicaciones mayores, quedan los recuerdos del frustrado proceso electoral de febrero 2020.

La suspensión de las elecciones municipales en febrero del 2020, donde tras comprobarse fallas, aun no aclaradas, en las máquinas que se utilizan en procesos comiciales automatizados, queda como “mancha indeleble” en la memoria de quienes apuestan a la institucionalidad y a la transformación de la democracia formal electoralista en democracia funcional de base popular.

Un elemento altamente preocupante para la institucionalidad democrática es el bajo nivel de participación de la gente en los comicios. Los niveles de abstención, tradicionalmente altos para elecciones municipales, superaron todos los parámetros y rondaron el 60% del padrón total de electores. Eso es una clarinada que debe despertar la conciencia colectiva y al liderazgo de las organizaciones políticas.

¿Cómo explicar los altos niveles de abstención electoral en elecciones municipales y qué hacer para incentivar la participación de la gente? Las respuestas a estas interrogantes deben ir acompañadas de acciones concretas. Prestar atención al desencanto de la gente con el sistema democrático y el rechazo a prácticas perversas evidenciadas a lo largo del proceso comicial es obligación de todos los sectores involucrados en el certamen.

La abstención razonada es una decisión personal, pero si un proceso donde se escogen cerca de 4 mil candidatos, más de 30 organizaciones políticas con un padrón superior a los 8 millones de electores, restando los empadronados en el exterior, solo vota menos de la mitad, la cuestión es para preocuparse y repensar las estrategias de motivación, información y orientación sobre el proceso, las propuestas y el valor cívico de un proceso electoral. Las razones de cada elector para votar o no votar es una decisión emocional, especialmente en quienes no son militantes de organizaciones políticas.

En primer lugar, hay que valorar la incursión de una gran cantidad de jóvenes que postularon a candidaturas por diversas fuerzas políticas que participaron en la contienda. Lo mas probable, eso evitó que la concurrencia sea más baja de la que hubo. No obstante, muchos de esos jóvenes han dejado ver su descontento en redes sociales y otros medios. Algunos entienden que fueron utilizado como contrapeso, a pesar de que el voto preferencial, le abría posibilidades favorables.

Los elevados niveles de abstención en elecciones municipales invitan al liderazgo político, a las organizaciones políticas y a la Junta Central Electoral a reflexionar sobre la pertinencia de la división y altos costos de las elecciones. Hay quienes lo asumen como algo normal, pero la realidad es que las características del subsistema de partidos, el financiamiento público de las organizaciones políticas y la alta inversión en propagandas, sumado a lo que gasta el organismo de comicios en el montaje de las elecciones, indica que algo anda mal y es imperativo encontrarlo y superarlo para apuntalar el desarrollo del sistema político y el afianzamiento de la institucionalidad democrática.

Las causas pueden ser diversas y complejas, pero no se puede negar la apatía de la gente y el acentuado clientelismo que se ha impuesto. Esa combinación erosiona y debilita las bases de la institucionalidad democrática. El liderazgo político, quienes aspiren a cargos electivos y la Junta Central Electoral tienen la responsabilidad de organizar elecciones diáfanas y respetar los resultados.

“La cifra de electores que se abstuvieron, supera por mucho el porcentaje de 2020, 44.71% y para ilustrar parcialmente con números de la JCE, en Santiago de los Caballeros, segunda plaza electoral decisiva, la abstención se situó en el 70%”. https://elnuevodiario.com.do/abstencion-en-municipales-2024-una-advertencia-para-el-prm-y-la-oposicion/  

La Junta Central Electoral tiene la obligación de exigir a las organizaciones políticas mayor transparencia y probidad en la gestión de los recursos que recibe; así como las fuentes de origen de los mismo. Además, tiene la obligación de depurar las candidaturas presentadas por las organizaciones políticas. Para incentivar la participación política de la gente se debe exigir el cumplimiento de las normas y procedimientos instituidos.

Lo anterior se suma a las responsabilidades que tiene el organismo electoral para gestionar el montaje de los procesos electorales. No es tarea fácil, pero tienen que cumplir los mandatos y garantizar que las elecciones se desarrollen en armonía, transparencia y organizada.

La cultura clientelista que prima en este tipo de proceso corroe las bases de la institucionalidad democrática y aleja a gente que puede aportar con sus capacidades al desarrollo político dominicano. El ejercicio de los derechos políticos es un requisito fundamental para legitimar los procesos comiciales, pero deben desarrollarse dentro de los parámetros establecidos en la normativa que rige el sistema político dominicano.

Ganadores y perdedores, junto al órgano rector del subsistema político deben evaluar el proceso, sacar lecciones y aplicar los correctivos que se requieran para preservar y fortalecer la democracia. No es momento de vanagloriarse ni de lamentarse o de justificar la abstención y ridiculizar a quienes perdieron. Es tiempo de trabajar para hacer de la política una actividad que atraiga a gente noble, honesta, trabajadora, preparada y comprometida con el desarrollo inclusivo del pueblo dominicano.

La apatía de la gente para ir a votar encuentra razones en la conducta del liderazgo político dominicano, que, permeado por el caudillismo, el mesianismo y el individualismo luce estancado en prácticas políticas asistencialistas y clientelistas. Eso se suma a la acentuada corrupción política que afecta a gran parte de ese liderazgo y a la falta de transparencia en las organizaciones políticas.

Un sistema político donde predomine la abstención es inaceptable, máxime en un país donde el Estado hace grandes inversiones en las organizaciones políticas y el montaje de los procesos electorales. Además, las organizaciones políticas y los candidatos que postulan despliegan una diversa y costosa propaganda. Esos elementos debieran incentivar la participación de la gente, pero la realidad es la que se evidenció en las elecciones municipales recién finalizada.

La democracia, en cualquiera de sus modalidades, exige participación activa de la gente, contrapesos e instituciones políticas comprometidas con la honestidad, la transparencia y el desarrollo con justicia social. La nuestra, queda a deber mucho, y es tiempo de reflexionar y actuar al respecto. Es sabido, que la democracia dominicana adolece de vicios que generan desencanto. Uno de esos vicios es la corrupción política, que, como concepto amplio, tiene diversas expresiones que se combinan para pervertir la cultura política.

La acentuada y creciente abstención en procesos electorales municipales deben movilizar al liderazgo político a reinventar su accionar y a revisar su conducta. La falta de propuestas concretas, sumado al desconocimiento de las funciones básicas de la administración pública municipal retan a esas entidades y les obligan a buscar soluciones. Si aspirantes y dirigentes no pueden explicar las propuestas que pretenden realizar o carecen de estas, la gente se desmotiva. De ahí la importancia de trabajar en la formación de la gente.

Negar el impacto del clientelismo, el oportunismo y el transfuguismo en la conciencia del electorado no ayuda. Para superar un mal hay que reconocer su existencia. Voltear la cara ante una realidad tan convincente, solo agravará la desconfianza de la gente en la democracia y en las capacidades del sistema político para procesar las demandas del electorado en particular y de la sociedad dominicana en general.

La renovación de la política pasa por la reorganización e institucionalización del sistema político-electoral, pero, sobre todo, por el adecentamiento de prácticas contrarias a la esencia de la política. La corrupción política está claramente documentada y anida en todos los espacios, aprovechando la discrecionalidad, la opacidad y el secretismo con que se manejan las organizaciones políticas.

La percepción de que la corrupción política es recurrente y se incrementa en el país queda evidenciado en estudios relevantes como “el informe de la Encuesta Barómetro de Las Américas, República Dominicana 2023: “Tomándole el pulso a la Democracia", realizada entre el 17 de abril y el 3 de junio de 2023, y es un seguimiento de las encuestas realizadas en República Dominicana desde 2004. El trabajo de campo fue realizado por CID Gallup en nombre de LAPOP, con financiamiento de Vanderbilt University, USAID y el Banco Interamericano de Desarrollo”. Para mayores detalles sobre este estudio vea el siguiente enlace: https://acento.com.do/actualidad/barometro-de-las-americas-la-economia-repite-como-el-principal-problema-de-los-dominicanos-9306464.html

Independientemente de los vicios observados durante el proceso comicial, todos los esfuerzos que se hagan para incentivar la participación de la gente en las elecciones y generar confianza en la democracia es una inversión estratégica para la institucionalidad democrática. Si unificar las elecciones contribuye a incrementar la participación y abaratar los procesos comiciales, se debe abordar la cuestión con la madurez que exige el contexto político dominicano.

Las elecciones son el mecanismo ideal para la renovación del liderazgo municipal y su realización es fundamental para el fortalecimiento de la institucionalidad democrática. Es la oportunidad que tienen los munícipes para premiar o castigar en las urnas las realizaciones o fallas de sus autoridades, especialmente en países donde no existe la revocatoria de mandato. Claro, eso exige que la ciudadanía participe informada y activamente en los espacios de toma de decisiones. 

Sin entrar en mayores detalles, dado el carácter exploratorio y la brevedad de la reflexión sobre la abstención en las elecciones municipales, queda pendiente el análisis ponderado sobre la evolución del abstencionismo en República Dominicana. Por el momento, conviene trabajar en las líneas siguientes:

Para contrarrestar la creciente abstención en República Dominicana y mitigar la apatía de sectores de clase media alta y media media en la política.

Tanto la Junta Central Electoral como las organizaciones políticas deben crear nuevas formas de promover sus aspiraciones, privilegiando la organización de debates.

Trabajar ardua y coordinadamente en la superación del analfabetismo cívico y político que afecta a gran parte de la población dominicana.

Establecer perfiles mínimos para postular a cargos electivos y transparentar los procesos internos de las organizaciones políticas para la escogencia de candidaturas para evitar la vulneración de los derechos de los miembros.

Establecer correctivos para contrarrestar el transfuguismo y garantizar los derechos adquiridos de miembros y militantes de las organizaciones políticas.

Organizaciones políticas y Junta Central Electoral deben trabajar para sancionar los delitos electorales que se cometen antes y durante el proceso de votación.
Unificar las elecciones y automatizar el proceso de votación puede ser una salida. Eso abarataría el proceso y consitaría mayor apoyo de la ciudadanía.

Es necesario trabajar para superar la cultura clientelar que se evidencia en los procesos electoral y desarrollar estrategias para atraer a gente solvente ética y moralmente.

Fortalecer la Junta Central Electoral, dotándola de apoyos necesarios para que realice un trabajo a la altura de las exigencias de una democracia, que, como la dominicana, ha tendido un largo proceso de transición.

Las organizaciones políticas tienen que trabajar en la formación política de los liderazgos y su militancia para dotarlos de las capacidades que le ayuden a desempeñar un papel decoroso en la política.

La Junta Central Electoral tiene que hacer respetar las normativas que rigen el sistema político dominicano. Adicionalmente, debe depurar las candidaturas presentadas por las organizaciones políticas; así como diversificar y masificar las campañas de motivación.

En conclusión, las lecciones de las elecciones municipales son una clarinada. Si quienes salieron ganancioso en el proceso celebran su triunfo, pero saben que la baja votación deslegitima la democracia, aunque no existan umbrales mínimos para conquistar una curul. La invitación es buscar las causas de la abstención y establecer estrategias para superarlos.

¡Actúen ahora, mañana será muy tarde!.

jueves, 1 de febrero de 2024

COMPAÑEROS Y FAMILIARES RECUERDADN A MANFREDO CASADO VILLAR Y PROPONEN QUE EL PARQUE DE EL PINAR LLEVE SU NOMBRE.


"El pueblo que desconoce su historia, que ignora las hazañas y sacrificios de sus hijos e hijas o que es indiferente al legado que ha heredado, pasa de ser traidor a convertirse en vasallo".

El pasado viernes compartimos interesantes reflexiones en El Pinar sobre la lucha revolucionaria de Manfredo Casado Villar. Loable intento por rescatar la rica historia política de San José de Ocoa.

Cabe destacar la participación del Dr. Alexis Ortiz Read, Wilson Casado, los hermanos César y Miguel Peña Guerrero y Darío Tejeda, quienes en presencia de familiares, estudiantes, comunitarios y compañeros de lucha hicieron un recuento de las vivencias y testimonios de esa época de gloria en la lucha por la tierra, la libertad, la justicia social y la soberanía nacional.

Entre el selecto público que se dio cita al evento realizado en el salón principal de la Junta Municipal de El Pinar estuvo Magnolia Casado Villar, hermana de Los Casado Villar, quien sirvió de apoyo a Manfredo durante su asilo en la embajada mejicana.

La actividad fue organizada por el Colectivo Caracoles, la Fundación Caamaño y el Ateneo Ocoeño liderados por Nerys Soto Féliz Darío Tejeda, Luis Pujols y Luis Eduardo Diaz  como parte de la agenda de esas entidades por dar a conocer los aportes de quienes nos precedieron y rescatar la memoria histórica de la comunidad ocoeña.

San José de Ocoa es un pueblo con una rica historia política, ya que fue escenario de luchas por la tierra, la libertad, la justicia social y la soberanía nacional y eso hay que contarlo para que permanezca en la memoria colectiva de la gente. Desde tiempos remotos, Ocoa ha sido refugio de rebeldes, revolucionarios y patriotas que encuentran en sus montañas protección y apoyo para desarrollar acciones revolucionarias.

La lucha liderada por Manfredo Casado Villar es una página gloriosa en la historia política de San José de Ocoa que hay que rescatar, sistematizar y difundir. Honrado de haber participado en tan significativo acto, sobre todo, en tiempos donde la distracción politiquera impone su dinámica.

San José de Ocoa es un pueblo con sentido de la historia, que a pesar de la involución en que ha caído, conserva intacto el recuerdo y el sacrificio de sus hijos e hijas en la búsqueda de mejores condiciones de vida para su gente.

Manfredo Casado Villar, junto a su padre Porfirio y sus hermanos Manuel, Julio y Roberto, fue defensor de la soberanía nacional y la justicia social. El principal, entre los tantos ocoeños que consagraron su vida a luchar por el derecho a la tierra y la libertad del campesinado ocoeño. Es el referente, dado que su legado trascendió a su vida.

Fue perseguido durante décadas por organizar y participar activamente en la lucha por la tierra en Los Martinez y otras comunidades de San José de Ocoa. Combatió en la Guerra de Abril de 1965 por el retorno a la constitucionalidad sin elecciones y defendiendo la soberanía contra los invasores yanquis.

Logró asilo en la embajada de México en 1973, donde conoció al veterano guerrillero Claudio Caamaño Grullón, luego de que éste se asilara tras el fracaso militar de la Expedición de Playa Caracoles. Juntos hicieron planes para retomar la lucha armada, aprovechando la plataforma social construida por Manfredo en comunidades de San José de Ocoa.

Claudio logró un salvoconducto para salir del país, pero a Manfredo Casado Villar se le negó. Un año duró en la embajada mejicana asistido por su abnegada hermana Magnolia. Para obtener el salvoconducto tuvo que simular el secuestro de un hijo del embajador. Tras arduas negociaciones, una comisión de notables logró su salida del país con destino a Europa.

Tocó a Radhamés Gómez Pepín acompañarlo en su viaje al exilio. Luego de un tiempo en Francia y siguiendo lo cordado con Claudio llega a Cuba. En Cuba, Manfredo se prepara política y militarmente para la acción revolucionaria y la lucha armada. Iniciaron los preparativos y las coordinación de acciones para volver al país clandestinamente a enfrentar el balaguerato. Al grupo se unió Toribio Peña Jáquez, connotado combatiente de la Guerra de Abril y expedicionario de Playa Caracoles. De los planes que traían y de los apoyos locales que recibirían se sabe muy poco.

Finalmente llegan al país en los primeros días del mes de junio de 1975. Tras meses en las montañas de San Cristóbal y Ocoa, Claudio y Toribio son apresado. Manfredo siguió en las montañas y en una travesía sufrió una infortunada caída, rompiéndose una costilla y lesiones internas que dificultaban su movilidad.

Eso lo llevó a buscar protección diplomática en la embajada mejicana. En esa búsqueda es asistido por gente vinculada al Partido Revolucionario Dominicano, liderados por el Dr. José Francisco Peña Gómez. Convencido de que su acción revolucionaria comprometía su vida, Manfredo coordinó con su hermano Milcíades Casado Villar la gestión para entrar a la capital de la República.

Se hicieron los preparativos y acordaron traerlo a Santo Domingo y la encomienda recayó en dirigentes choferiles, acompañados de su hermano Milcíades. Los comisionados intentaron cumplir su tarea, pero a decir de muchos, fueron "vendidos" a las fuerzas policiales que comandaba el temible general Neit Rafael Nivar Seijas.

La tarde del 8 de octubre, el carro Chevrolet en que se dirigían a Santo Domingo es interceptado en el Puente Lucas Díaz, son tiroteado por una patrulla policial. Manfredo cae herido, es apresado y sus compañeros muertos. La trágica noticia recorre el país y empiezan las justificaciones del gobierno. Familiares, compañeros de lucha y amigos cuestionan a dirigentes políticos y autoridades por la traicionera emboscada policial.

Luego vino el montaje del fiscal actuante en el caso para justificar la ejecución sumaria de Manfredo Casado Villar en la fortaleza de San Cristóbal. Era el modus operandi de las fuerzas balagueristas: guerrillero apresado, guerrillero asesinado. Eso sucedió con Orlando Mazara, Amin Abel, Amaury Germán y sus compañeros; así como el coronel Caamaño, Lalane José, entre otros.

Muchos testimonios coinciden en que Manfredo Casado Villar fue traicionado y ejecutado, ya que al momento de su captura no portaba armas. Se afirma que fue ejecutado por esbirros del balaguerato luego de ser apresado luego de la emboscada policial próximo al puente Lucas Díaz.

Era cultura en los tenebroso 12 Años de Balaguer que al revolucionario que desafiara al régimen de terror impuesto por la Banda Colorá, la CIA y los servicios secreto fueran silenciado tan pronto se hiciera contacto con ellos. La historia está llena de víctimas del balaguerato.

Queda pendiente que una Comisión de la Verdad exija el esclarecimiento del hecho en que murieron Milcíades y Manfredo Casado Villar junto a sus compañeros de infortunio. De igual forma, se debe trabajar en la ubicación de sus restos y el esclarecimiento de los planes reales que traía el trío de valientes revolucionarios; así como los apoyos nacionales e internacionales conque contaron.

Bueno sería que se bautizara el Parque Central de El Pinar con el nombre Manfredo Casado Villar y se erigiera una estatua suya en el mismo. Esa es una forma de honrar la memoria a Manfredo, su familia y sus compañeros de lucha. Ese reconocimiento se sumaría a otras denominaciones en calles, escuelas, bibliotecas, carreteras, Etc.

Los méritos le sobran y la justeza de su lucha invita a reconocer a quienes sacrificaron sus vidas, seguridad y libertad en aras de la justicia social y la defensa de la soberanía nacional.

La lucha por la tierra y la libertad que encabezaron Los Casado Villar y sus compañeros sentaron precedentes en el país. Las nuevas generaciones tienen que conocer ese legado que hace parte de la memoria histórica de la familia ocoeña.

¡Honrar, honra!