jueves, 5 de octubre de 2017

LOS PARTIDOS POLÍTICOS EN LA ENCRUCIJADA: ¿PRIMARIAS ABIERTAS O CERRADAS?

“Hay que procurar celosamente la educación cívica y política que en nuestros días es particularmente necesaria... a fin de que todos los ciudadanos puedan desempeñar su misión en la vida de la comunidad política. Los que son, o pueden llegar a ser, capaces de ejercer un arte tan difícil, pero a la vez tan noble, cual es la política prepárense para ella  no rehúsen dedicarse a la misma dejando el propio interés y las ventajas materiales. Luchen contra la injusticia y la opresión, contra la intolerancia y el absolutismo, sea de un hombre o de un partido, obren con integridad y prudencia, y conságrense al servicio de todos con sinceridad y rectitud, más aún, con amor y fortaleza política.” José Martí.

El sistema de partidos políticos de República Dominicana está en una encrucijada que pudiera marcar su punto de quiebre, dado el alto grado de atomización y clientelización al que se ha llegado. En medio de la crisis de confianza y la debilidad institucional que les afecta, le ha llegado como un torbellino de gases de efecto invernadero, la prueba de someterse a su propia legalidad. Se le está exigiendo desde todos los ámbitos de la sociedad que garanticen procesos eleccionarios internos democráticos, transparentes, participativos y garantista de los derechos de los miembros.

Las constantes tensiones, roces, críticas y reclamos no deben ni pueden ser ignorados por el liderazgo político y social. Por más de 20 años han tratado de producir una normativa específica que sirva de sustento al funcionamiento de los partidos políticos. Hasta el momento, no han podido consensuar dicho instrumento. De ahí, los cuestionamientos a estas instituciones que de momento, son las bases de los sistemas políticos y la debilitada institucionalidad democrática, ya que permiten renovar periódicamente los cuadros directivos de la sociedad.

No obstante, y vista esa importante función, las contradicciones entre las cúpulas partidarias ha impedido que se logre un marco normativo adecuado a los requerimientos. Actualmente, hay reclamos e inconformidad por parte sectores, sociales, económico y políticos propiamente dicho, por la constante violación, tanto de la normativa electoral, como de la normativa estatutaria por parte de quienes gestionan los partidos políticos. Eso debiera ser suficiente como para preocupar a quienes hacen de la política su modus vivendi. Es tiempo de reivindicar el derecho de los miembros de las organizaciones políticas, adoptando las primarias cerradas como vía para la selección de candidaturas.

Exponerse a procesos de escrutinio interno debiera ser una cuestión rutinaria para la membresía de cualquier organización, y muy especialmente de los partidos y agrupaciones políticas. No obstante, la falta de compromiso del liderazgo político, sumado a las debilidades de la institucionalidad del sistema político-electoral En esas condiciones elegir y ser elegido se ha convertido en una quimera. Es en ese ámbito donde mayores retos y escollos se aprecian. Es tiempo de que la normativa se corresponda con la práctica y la cultura política.

Para superar los rezagos del sistema político-electoral dominicano se debe trabajar en el reforzamiento y adecuación normativa tanto de la Junta Central Electoral, así como impulsar procesos de formación política dentro de las estructuras partidarias. Ciudadanizar la política, haciendo que la gente se empodere y vaya a la política a servir no ha servirse. El liderazgo político tiene la responsabilidad de servir de eje al desarrollo político, económico y social. De Ahí la pertinencia de esta reflexión.

En la canasta de opciones para elegir a los candidatos y candidatas que representen a los partidos en los procesos comiciales se asumen cuando menos, dos modalidades: una cerrada y la otra abierta. Ambas han sido probadas. La primera es garantista y la segunda populista. La Junta Central Electoral debe jugar su rol de ente regulador y de gestión del sistema política. Explicamos algunas particularidades sobre el particular.

Quienes objetan las primarias abiertas, la asocian a la debilidad del sistema de partidos para autogestionarse, preparar un padrón electoral, montar un proceso comicial que legitime y reivindique el respeto a elegir y ser elegido. La selección de candidaturas se convierte en una fuente generadora de conflictos que socaban las bases que sustentan las democracias. Esa modalidad es usada en varios países sin mayores tropiezos pero aquí, su éxito está por verse.

Respecto, a las primarias cerradas, es necesario aclarar, que obliga a los partidos a tener registro de su membresía asentado en un padrón propio reconocido y validado por la JCE. Los miembros de los partidos pueden ser: militantes, circulistas, burócratas y directivos. Estos tienen voz y voto en las asambleas partidarias, así como en otros espacios donde tenga incidencia la entidad política. Esto es propio de los partidos de cuadros o los de notables, aunque encajan bien en los partidos de masas si las reglas son claras.

Las condiciones antes mencionadas el derecho a elegir y ser elegido, así como el sentido de pertenencia. Asumen responsabilidades que dan forma y vida a la estructura partidaria. Se identifican con la ideología, la doctrina y la línea programática. Pagan cuotas y representan al partido en los espacios que se requiera. Su relación con el partido está definida y regulada por la normativa interna que rige a esas entidades, especialmente en los estatutos y los códigos de ética. De ahí la importancia de garantizarle sus derechos para poder exigir que cumplan sus deberes.

Los partidos políticos en República Dominicana, junto al sistema electoral, vienen tropezando legal y conceptualmente con la normativa vigente y eso ha condicionado el desarrollo político, entorpecido la modernización, retrasados los procesos  de institucionalización política. Esas debieran ser razones suficientes para buscar soluciones duraderas a las debilidades antes mencionadas. Un sistema de partidos robusto favorece la transformación del formalismo democrático en democracia funcional.

Aunque pareciera que el sistema pluripartidista con base constitucional es ventajoso y  garantiza la participación política pero la falta de reglas claras, sumado a las prácticas clientelistas y conductas paternalistas asociadas al mesianismo caudillezco que opera en el país neutraliza esa ventaja. Tanto la normativa electoral como los estatutos establecen las bases para que se den procesos eleccionarios, mínimamente legítimos, participativos y transparentes.

Independientemente de las modalidades y formalidades del sistema de partidos, se debe trabajar para montar sus procesos de elecciones internas asumiendo los siguientes parámetros: las primarias cerradas, con padrones propios auditados y validados; en días separados y supervisadas por la Junta Central Electoral. Es así como se generan compromisos en base al respeto de los derechos y deberes de membresía partidaria.

Ir a primarias cerradas, reduce las posibilidades de que los mercaderes de la política activen el mercado de compra y venta en que se han convertido los procesos eleccionarios en el país. De igual forma, impide que el sistema político se contamine con dineros provenientes de fuentes dudosas. Así mismo, se obliga a candidatos y candidatas a probar sus capacidades de liderazgos en el terreno. Eso evitaría también, que se impongan los favoritos de las cúpulas partidarias y por si fuera poco, se cualifica la democracia y se incentiva la alfabetización política.

Elegir y ser elegibles para cargos de elección popular, es un mandato constitucional. Esa es la base que debe preservarse en los partidos políticos si se quiere que funcionen como instituciones orientadas al bien común. ¿Qué sentido tiene militar en una organización política si los cargos electivos se escogen al margen de los derechos de los miembros? Quienes temen a las primarias cerradas debieran entender que la motivación para participar en un partido reside en la posibilidad de escalar en la organización, tanto a nivel interno como externo. ¿Cómo garantizar esos derechos y generar compromisos de sostenibilidad al partido? Puede haber otras modalidades de elección interna, pero las primarias cerradas constituyen la opción más realista, práctica, justa y transparente.

Los Partidos y Agrupaciones Políticas de República Dominicana deben reforzar sus estrategias y empujar hacia las primarias cerradas, reducir los costos y la extensión de las campañas electorales; así como fortalecer las estructuras partidarias, reforzar la cultura cívica. La cualificación de la dirigencia partidaria es otro compromiso facilita la gestión partidaria y la organización de certámenes electorales a la altura de las exigencias del Siglo XXI. Eso dinamiza la política, genera sentido de pertenencia, activa las emociones, motiva la participación de la gente y fortalece la cultura política.

La política no puede ser un negocio, un espacio perverso, una actividad negadora de derechos o una burda mercancía. Debe convertirse en una actividad que conquiste el interés de la gente que tiene vocación de servicio, compromiso social e interés por la superación de los problemas que mantienen al país en la línea del subdesarrollo. Un espacio para forjar los liderazgos que requiere la sociedad. Recordemos la sentencia del patricio Juan Pablo Duarte: “La Política no es una especulación; es la Ciencia más pura, y digna, después de la Filosofía de ocupar las inteligencias nobles”. He ahí la esencia de la Política.

Privilegiar la elección de gente comprometida con la ética, la doctrina y la ideología partidaria da una orientación a los procesos políticos. Es garantía para establecer la diferencia entre quienes apuestan por modelos socialistas, progresistas, liberales o conservadores. Esas propuestas llegan al electorado y diversifica las opciones. Permitir que simpatizantes y electores voten en los procesos internos de los partidos pone en riesgo la transparencia y legitimidad del proceso y lesiona seriamente el derecho reservado para la membresía del partido.

Los enfoques de políticas públicas y los énfasis en la implantación de estrategias de gobierno, junto al activo moral que debe exhibir cada persona, condiciona el éxito o el fracaso de la gestión política y eso se agrava si no se hace un proceso de elección interna legal, transparente, participativo y legítimo. Hay suficiente evidencia de conflictos generados en procesos internos mal gestionados, incluidas acciones violentas que cuestan vidas y minan la confianza de la gente en la política. Las funciones básicas de los partidos políticos tienen su base constitucional en el artículo 216 y la normativa complementaria debe anclarse en ese puerto.

Para lograr resultados positivos en política hay que privilegiar la escogencia las mejores personas que militan en los partidos y agrupaciones políticas; defender los derechos de los miembros, así como trabajar para la transformación de la cultura cívica y la mejora continua de la práctica política. Los esfuerzos del liderazgo deben ir en esa dirección. Propiciar espacios donde se ejerciten y se cultiven los liderazgos es clave para el desarrollo político y el fortalecimiento de la institucionalidad democrática. Las formas de elección internas deben servir de incentivo a la participación.

El sistema político dominicano, especialmente los partidos políticos tienen un gran desafío para satisfacer las expectativas, no solo de su militancia sino también de la población en general. Acosados por el clientelismo, el nepotismo y otros vicios que menguan la confianza de la gente en la política, el liderazgo, la democracia formal y las capacidades de los partidos para canalizar las demandas colectivas. Los procesos de primaria mueven intereses y sentimiento. Canalizar adecuadamente los flujos emocionales facilita el compromiso de la gente con la organización política. Garantizar derecho incentiva a la gente a organizarse, foguearse, y pulirse políticamente. Las primarias cerradas cumplen ese alto propósito.

Elevar la participación, generar confianza y compromiso son clave para la estabilidad y desarrollo de los partidos y organizaciones políticas. Deben servir de instrumentos para canalizar las demandas de la gente, así como de escuela de liderazgo. Instituir modalidades de elección interna es fundamental. Primarias cerradas bien auditadas. Las demás modalidades, marginan y lesionan los derechos de los miembros. Con Ley de Partidos o sin ella, las primarias cerradas constituyen la fórmula salvadora para el sistema de partidos en República Dominicana.

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