“Hay que
procurar celosamente la educación cívica y política que en nuestros días es
particularmente necesaria... a fin de que todos los ciudadanos puedan
desempeñar su misión en la vida de la comunidad política. Los que son, o pueden
llegar a ser, capaces de ejercer un arte tan difícil, pero a la vez tan noble,
cual es la política prepárense para ella
no rehúsen dedicarse a la misma dejando el propio interés y las ventajas
materiales. Luchen contra la injusticia y la opresión, contra la intolerancia y
el absolutismo, sea de un hombre o de un partido, obren con integridad y
prudencia, y conságrense al servicio de todos con sinceridad y rectitud, más
aún, con amor y fortaleza política.” José Martí.
El sistema de
partidos políticos de República Dominicana está en una encrucijada que pudiera
marcar su punto de quiebre, dado el alto grado de atomización y clientelización
al que se ha llegado. En medio de la crisis de confianza y la debilidad
institucional que les afecta, le ha llegado como un torbellino de gases de
efecto invernadero, la prueba de someterse a su propia legalidad. Se le está exigiendo
desde todos los ámbitos de la sociedad que garanticen procesos eleccionarios
internos democráticos, transparentes, participativos y garantista de los
derechos de los miembros.
Las constantes
tensiones, roces, críticas y reclamos no deben ni pueden ser ignorados por el
liderazgo político y social. Por más de 20 años han tratado de producir una
normativa específica que sirva de sustento al funcionamiento de los partidos
políticos. Hasta el momento, no han podido consensuar dicho instrumento. De
ahí, los cuestionamientos a estas instituciones que de momento, son las bases
de los sistemas políticos y la debilitada institucionalidad democrática, ya que
permiten renovar periódicamente los cuadros directivos de la sociedad.
No obstante, y vista
esa importante función, las contradicciones entre las cúpulas partidarias ha
impedido que se logre un marco normativo adecuado a los requerimientos.
Actualmente, hay reclamos e inconformidad por parte sectores, sociales,
económico y políticos propiamente dicho, por la constante violación, tanto de
la normativa electoral, como de la normativa estatutaria por parte de quienes
gestionan los partidos políticos. Eso debiera ser suficiente como para
preocupar a quienes hacen de la política su modus vivendi. Es tiempo de
reivindicar el derecho de los miembros de las organizaciones políticas,
adoptando las primarias cerradas como vía para la selección de candidaturas.
Exponerse a procesos
de escrutinio interno debiera ser una cuestión rutinaria para la membresía de
cualquier organización, y muy especialmente de los partidos y agrupaciones
políticas. No obstante, la falta de compromiso del liderazgo político, sumado a
las debilidades de la institucionalidad del sistema político-electoral En esas
condiciones elegir y ser elegido se ha convertido en una quimera. Es en ese
ámbito donde mayores retos y escollos se aprecian. Es tiempo de que la
normativa se corresponda con la práctica y la cultura política.
Para superar los
rezagos del sistema político-electoral dominicano se debe trabajar en el
reforzamiento y adecuación normativa tanto de la Junta Central Electoral, así
como impulsar procesos de formación política dentro de las estructuras
partidarias. Ciudadanizar la política, haciendo que la gente se empodere y vaya
a la política a servir no ha servirse. El liderazgo político tiene la
responsabilidad de servir de eje al desarrollo político, económico y social. De
Ahí la pertinencia de esta reflexión.
En la canasta de
opciones para elegir a los candidatos y candidatas que representen a los
partidos en los procesos comiciales se asumen cuando menos, dos modalidades: una
cerrada y la otra abierta. Ambas han sido probadas. La primera es
garantista y la segunda populista. La Junta Central Electoral debe jugar su rol
de ente regulador y de gestión del sistema política. Explicamos algunas
particularidades sobre el particular.
Quienes objetan las
primarias abiertas, la asocian a la debilidad del sistema de partidos
para autogestionarse, preparar un padrón electoral, montar un proceso comicial
que legitime y reivindique el respeto a elegir y ser elegido. La selección de
candidaturas se convierte en una fuente generadora de conflictos que socaban
las bases que sustentan las democracias. Esa modalidad es usada en varios
países sin mayores tropiezos pero aquí, su éxito está por verse.
Respecto, a las primarias
cerradas, es necesario aclarar, que obliga a los partidos a tener
registro de su membresía asentado en un padrón propio reconocido y validado por
la JCE. Los miembros de los partidos pueden ser: militantes, circulistas,
burócratas y directivos. Estos tienen voz y voto en las asambleas
partidarias, así como en otros espacios donde tenga incidencia la entidad
política. Esto es propio de los partidos de cuadros o los de notables, aunque
encajan bien en los partidos de masas si las reglas son claras.
Las condiciones antes
mencionadas el derecho a elegir y ser elegido, así como el sentido de
pertenencia. Asumen responsabilidades que dan forma y vida a la estructura
partidaria. Se identifican con la ideología, la doctrina y la línea
programática. Pagan cuotas y representan al partido en los espacios que se
requiera. Su relación con el partido está definida y regulada por la normativa
interna que rige a esas entidades, especialmente en los estatutos y los códigos
de ética. De ahí la importancia de garantizarle sus derechos para poder exigir
que cumplan sus deberes.
Los partidos
políticos en República Dominicana, junto al sistema electoral, vienen
tropezando legal y conceptualmente con la normativa vigente y eso ha
condicionado el desarrollo político, entorpecido la modernización, retrasados
los procesos de institucionalización
política. Esas debieran ser razones suficientes para buscar soluciones
duraderas a las debilidades antes mencionadas. Un sistema de partidos robusto
favorece la transformación del formalismo democrático en democracia funcional.
Aunque pareciera que
el sistema pluripartidista con base constitucional es ventajoso y garantiza la participación política pero la
falta de reglas claras, sumado a las prácticas clientelistas y conductas paternalistas
asociadas al mesianismo caudillezco que opera en el país neutraliza esa
ventaja. Tanto la normativa electoral como los estatutos establecen las bases
para que se den procesos eleccionarios, mínimamente legítimos, participativos y
transparentes.
Independientemente de
las modalidades y formalidades del sistema de partidos, se debe trabajar para
montar sus procesos de elecciones internas asumiendo los siguientes parámetros: las primarias cerradas, con padrones propios
auditados y validados; en días separados y supervisadas por la Junta Central
Electoral. Es así como se generan compromisos en base al respeto de los
derechos y deberes de membresía partidaria.
Ir a primarias
cerradas, reduce las posibilidades de que los mercaderes de la política
activen el mercado de compra y venta en que se han convertido los procesos
eleccionarios en el país. De igual forma, impide que el sistema político se
contamine con dineros provenientes de fuentes dudosas. Así mismo, se obliga a
candidatos y candidatas a probar sus capacidades de liderazgos en el terreno.
Eso evitaría también, que se impongan los favoritos de las cúpulas partidarias
y por si fuera poco, se cualifica la democracia y se incentiva la
alfabetización política.
Elegir
y ser elegibles para cargos de elección popular, es un mandato constitucional.
Esa es la base que debe preservarse en los partidos políticos si se quiere que
funcionen como instituciones orientadas al bien común. ¿Qué sentido tiene militar
en una organización política si los cargos electivos se escogen al margen de
los derechos de los miembros? Quienes temen a las primarias cerradas debieran
entender que la motivación para participar en un partido reside en la
posibilidad de escalar en la organización, tanto a nivel interno como externo.
¿Cómo garantizar esos derechos y generar compromisos de sostenibilidad al
partido? Puede haber otras modalidades de elección interna, pero las primarias
cerradas constituyen la opción más realista, práctica, justa y transparente.
Los Partidos y
Agrupaciones Políticas de República Dominicana deben reforzar sus estrategias y
empujar hacia las primarias cerradas,
reducir los costos y la extensión de las campañas electorales; así como
fortalecer las estructuras partidarias, reforzar la cultura cívica. La
cualificación de la dirigencia partidaria es otro compromiso facilita la gestión
partidaria y la organización de certámenes electorales a la altura de las
exigencias del Siglo XXI. Eso dinamiza la política, genera sentido de
pertenencia, activa las emociones, motiva la participación de la gente y
fortalece la cultura política.
La política no puede
ser un negocio, un espacio perverso, una actividad negadora de derechos o una
burda mercancía. Debe convertirse en una actividad que conquiste el interés de
la gente que tiene vocación de servicio, compromiso social e interés por la
superación de los problemas que mantienen al país en la línea del subdesarrollo.
Un espacio para forjar los liderazgos que requiere la sociedad. Recordemos la
sentencia del patricio Juan Pablo Duarte: “La
Política no es una especulación; es la Ciencia más pura, y digna, después de la
Filosofía de ocupar las inteligencias nobles”. He ahí la esencia de la
Política.
Privilegiar la
elección de gente comprometida con la ética, la doctrina y la ideología
partidaria da una orientación a los procesos políticos. Es garantía para
establecer la diferencia entre quienes apuestan por modelos socialistas,
progresistas, liberales o conservadores. Esas propuestas llegan al electorado y
diversifica las opciones. Permitir que simpatizantes y electores voten en los
procesos internos de los partidos pone en riesgo la transparencia y legitimidad
del proceso y lesiona seriamente el derecho reservado para la membresía del
partido.
Los enfoques de
políticas públicas y los énfasis en la implantación de estrategias de gobierno,
junto al activo moral que debe exhibir cada persona, condiciona el éxito o el
fracaso de la gestión política y eso se agrava si no se hace un proceso de
elección interna legal, transparente, participativo y legítimo. Hay suficiente
evidencia de conflictos generados en procesos internos mal gestionados,
incluidas acciones violentas que cuestan vidas y minan la confianza de la gente
en la política. Las funciones básicas de los partidos políticos tienen su base
constitucional en el artículo 216 y la normativa complementaria debe anclarse
en ese puerto.
Para lograr
resultados positivos en política hay que privilegiar la escogencia las mejores
personas que militan en los partidos y agrupaciones políticas; defender los
derechos de los miembros, así como trabajar para la transformación de la
cultura cívica y la mejora continua de la práctica política. Los esfuerzos del
liderazgo deben ir en esa dirección. Propiciar espacios donde se ejerciten y se
cultiven los liderazgos es clave para el desarrollo político y el
fortalecimiento de la institucionalidad democrática. Las formas de elección
internas deben servir de incentivo a la participación.
El sistema político dominicano,
especialmente los partidos políticos tienen un gran desafío para satisfacer las
expectativas, no solo de su militancia sino también de la población en general.
Acosados por el clientelismo, el nepotismo y otros vicios que menguan la
confianza de la gente en la política, el liderazgo, la democracia formal y las
capacidades de los partidos para canalizar las demandas colectivas. Los
procesos de primaria mueven intereses y sentimiento. Canalizar adecuadamente
los flujos emocionales facilita el compromiso de la gente con la organización
política. Garantizar derecho incentiva a la gente a organizarse, foguearse, y
pulirse políticamente. Las primarias cerradas cumplen ese alto propósito.
Elevar la
participación, generar confianza y compromiso son clave para la estabilidad y
desarrollo de los partidos y organizaciones políticas. Deben servir de instrumentos
para canalizar las demandas de la gente, así como de escuela de liderazgo.
Instituir modalidades de elección interna es fundamental. Primarias cerradas
bien auditadas. Las demás modalidades, marginan y lesionan los derechos de los
miembros. Con Ley de Partidos o sin ella, las primarias cerradas
constituyen la fórmula salvadora para el sistema de partidos en República
Dominicana.
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