Las festividades duraban casi dos semanas, del 11 al 21 del primer mes del
año. ¿Por qué si las festividades son en honor al patrón, la fecha de
conclusión es el día de quien según la tradición cristiana fuera su esposa, la
llamada “Virgen María”?, preguntó Inquieto Juanillo al cura Pepe
Cruz, quien había sido asistente del padre Escarboro, el
sacerdote titular y líder de la parroquia, éste mirándolo fijamente, le
responde secamente: son cosas de Dios hijo mío, cosas de Dios.
Juanilo, incrédulo
por naturaleza, no quedó conforme con la respuesta, pero evitó insistir dado
que tenía referencias de que el curita era malgenioso, mechacorta, arrogante y
le gustaba echar boches. Sabía que, ante cualquier cuestionamiento, era tomado
por el cura como acciones hostiles propias de herejes molestosos y el reunía
parte de esas cualidades.
Inquieto prefirió buscar otras fuentes y ampliar sus preguntas es así como
llega a casa de doña Prudencia Devota, que tenía vasta
experiencia, ya que fue parte del coro parroquial por muchos años. Doña
Devota, al escuchar la pregunta le responde graciosamente, mira en mi
tiempo, las cosas eran como eran: todo cerrado y los secretos eran como
secretos de confesión. Así se manejan esos asuntos para entonces, además pocos
se hacían esa pregunta. No es como ahora que hay internet, redes sociales y
todo eso. Hoy la gente pregunta, cuestiona y pone en duda hasta las cosas
sagradas, imagínate.
Nosotros participábamos desde el coro parroquial, pero trabajábamos en
grupos juveniles de catequesis. Durante las novenas se cantaba, se rezaba y se
apoyaba al sacerdote en la lectura de la palabra. ¿Novenas pregunta Juanilo?
Sí, se hacían y todavía se hacen. Son misas en la iglesia durante 9 días,
alabando al señor. Hay quienes pueden dar más información. Pascualín Ordenado
fue por muchos años, el representante de la Parroquia en el Comité de Fiestas
Patronales.
¿Había un comité? Claro Juanilo, era el equipo responsable de
organizar y coordinar las Patronales. Estaba formado por autoridades locales,
representante de organizaciones sociales, clubes culturales y religiosas. Se
aprendía mucho, era como una escuelita de liderazgo y las cosas salían bien. La
Iglesia Católica y el Ayuntamiento eran los mayores responsables.
Tras la conversación con doña Prudencia, Juanilo se dirigió a
casa del profesor Pascualín como ella le había sugerido. Cuando
llegó, encontró a Pascualín tuzando un gallo de pelea, algo que
sorprendió al Inquieto y se preguntó para sí ¿un hombre de fe bregando con
gallos?, él sabía que ese animal estaba siendo preparado para la jugada tradicional
del 20 y 21. Sin reponerse y medio atolondrado, saludó y se presentó.
De inmediato, expresó el propósito de su visita: he venido enviado por doña
Devota para conversar con usted sobre las Fiestas Patronales que se
celebran cada año en nuestro pueblo. Hay gente que dice que son las mejores del
país ¿Qué le parece profesor? Mire estimado, ya las fiestas patronales no son
ni la sombra de lo que fueron, esto es un desorden que nadie entiende.
Fíjese, en nuestra época las actividades religiosas eran prioridades, la
gente bajaba en peregrinación desde los campos. Venían a pies, descalzos
algunas veces y hasta de rodillas a pagar promesas a la Virgen María por algún
favor concedido. Venían cantando salves y otros cánticos. Eran acciones de fe,
incluso traían moldes de cera y otros productos como ofrendas. La gente creía
en eso, pero hoy, ya no es así. Esa peregrinación concluye con la procesión de la
Virgen María, recorriendo las calles en hombro de los Caballeros de San José.
Le cuento Juanilo, que durante los días de las fiestas la
iglesia católica se mantenía llena, gente de todos los estratos sociales, iba
allí a rezar o a escuchar misa. Se realizaban hasta tres misas por noche. El padre
Escarboro, que fue el sacerdote que más tiempo duró el pueblo,
era recio, honesto y trabajador. Con él no se jugaba, pero poco a poco, las
fiestas fueron perdiendo esencia, y vea cómo anda esto.
Fíjese, el Comité de Fiestas Patronales, formado por gente honorable y
comprometido con la salud mental y espiritual del pueblo vigilaba que las cosas
fueran bien y se le respetaba. Cuando se estaba en novena, la música y los
ruidos era mínimos. Quienes osaban desafiarlo se las veía con Escarboro,
que tenía los juegos pesados. Hoy las escasas actividades sociales y culturales
que se realizan son solapadas por la chercha callejera.
Las fiestas patronales tenían una corte, que era escogida entre jóvenes
sobresaliente de los centros educativos. El rey y la reina escogida participaban
en todas las actividades. ¿Una corte con reyes y reinas, dice Juanilo como
en tiempos de la Colonia Española? Sí estimado, responde el profesor Pascualín. Aun
hoy se mantiene esa práctica, el Comité de Reinado, que es el responsable de
organizar la escogencia de la corte y organizar los desfiles.
Mira, aunque yo tenía que ver con casi todo dentro del comité, siempre
ponía énfasis, en las actividades culturales. En todo el pueblo se organizaban
actividades, especialmente en los salones de ayuntamientos, centros comunales,
escuelas clubes culturales y asociaciones. Créame, era una fiesta de la cultura
y la fe donde se reunía todo el pueblo.
Oye bien, dice el profesor Pascualín, en mi tiempo, aquí los
días de fiestas patronales, eran cosa seria, muy seria. Se organizaban
actividades e intercambios deportivos de diversos géneros. Desde lidias de
gallos hasta torneos de ajedrez pasado por los juegos en equipo como beisbol,
softbol, volibol y basquetbol.
Las charlas, conferencias, seminarios abarcaban temas diversos. El objetivo
era poner a la gente en contacto con su realidad, evaluar el presente y
proyectar el futuro. Expositores de diversas áreas compartían su experiencia.
Expertos locales e invitados de otras demarcaciones hacían gala de sus saberes.
Orientar e informar se convertía en prioridad. El civismo y el compromiso
brillaba por lo alto.
Empresarios artísticos, artistas, centros de diversión, casas licoreras y
tabacaleras sacaban grandes beneficios, pero todo a su tiempo. Hoy las cosas se
han invertido. Pesa más, el libertinaje que las que las actividades religiosas
y culturales. Es lamentable decir eso, pero es así. Porque todo se puede hacer Juanilo,
dice Pascualín, pero ahora se abusa y todo el mundo lo ve.
Además, la gente disfrutaba mucho las presentaciones de orquestas y grupos
artísticos; así como con las coloridas corridas de cintas, los maratones de
atletismo y el palo encebado. Gran atracción eran los juegos y entretenimientos
como los llamados caballitos, especialmente para los más pequeños. “Bajar
o subir para los días” era una tradición. Las familias ahorraban y se
preparaban para la ocasión. Era una fiesta divertida donde la gente estrenaba
ropa.
La gente que vivía fuera del pueblo venía en caravana y los que no tenían vehículos,
abarrotando las guaguas del transporte público. Para dueños, choferes y
cobradores era una zafra. Muchos dueños de tiendas y comerciantes instalaban
carpas en el entorno al parque donde vendían de todo, es lo que predomina hoy. Se
organizaban bazares y ferias en el parque, además de las tarimas para
presentaciones artísticas.
Mira Juanilo, yo recuerdo que se organizaban ferias
artesanales y agropecuarias donde se exponían productos diversos, desde miel de
abeja, hortalizas, muebles, artesanías, entre otros. Eso se hace, pero ya no es
igual. El ruido de las ruidosas Disco Light pone a la gente loca. Y de los artistas que suben a tarima es cosa de loco
¿Quién entiende lo toca y canta esta gente? Es un sinsentido, lo único que se
oye es el griterío de la gente eufórica.
Te estoy contado cosas Juanilo, de cuando éramos un pequeño
municipio y con escaso desarrollo, hoy que somos una gran provincia y las cosas
debieran ser mejor, pero luego del fallecimiento del padre Escarboro,
esto es un vulgar alboroto, un desorden, un bullicio ensordecedor, y parece que
a nadie le duele. Yo, a mi edad, prefiero quedarme en la casa. Así evito hacer
mala sangre, porque los valores se han perdido.
Inquieto Juanilo, escuchaba atentamente el relato tanto de doña
Prudencia como del profesor Pascualín, quienes, por su
edad, podían describir y testimoniar con su experiencia. Claro, él no entendía
muchas de las explicaciones, dada su juventud, pero lo que oía, no se parecía en
nada en lo que veía.
La música de ayer no es lo que se escucha hoy. La llamada música urbana
como el dembow, reguetón, entre otros ritmos se imponen a la música de
contenido social, el merengue, la balada y el bolero. Las letras de los
primeros son pura perversidad, reitera el profesor. La juventud tiene otros
intereses y el compromiso social queda relegado a segundo plano. La sociedad líquida
y la cultura light se expresan en grado superlativo.
En las calles del pueblo se veía a gente arremolinada, multitudes
delirantes, música estridente, venta a granel de bebidas alcohólicas, borrachos
por doquier y peleas recurrentes. Las que se describen como las mejores
fiestas, tendrán muchas cosas buenas, pero gente sensata piensa que hay que
reorientar lo que se hace, porque la francachela se ha impuesto y eso no debe
ser.
Gente como el profesor Pascualín Rosario y Prudencia
Inmaculada Devota añoran aquellos tiempos, pero, reconozco que los tiempos
han cambiado y los intereses de la gente también. Lo que no ha cambiado es la
necesidad de la gente de buscar espacios de socialización y encuentro para
compartir su fe, sus saberes y sus preocupaciones. Las fiestas patronales eran
espacio para reencontrarse con familiares, amigos y allegados.
Escuchar relatos de gente que ha vivido otras épocas y compararla con lo
que se ve hoy en fiestas patronales, es un tortuoso viaje a un pasado
imaginario pasado, que reta al presente y desafía el futuro. Devolver la
importancia a esas celebraciones socioreligiosas no es cuestión de María y
José, es un asunto de las autoridades que las organizan, auspician y promueven.
Inquieto Juanilo quedará con más preguntas que respuestas, Pepe seguirá
rumiando en el pasaje místico de las celebraciones y Pascualín,
junto a doña Prudencia hurgan en el pasado para entender el
convulso presente. Que las patronales sean en honor a un hombre y terminen
rindiendo culto a una mujer es un asunto difícil de explicar y un misterio
difícil de resolver.
Al concluir esta conversación con doña Devota y el profesor Pascualín, dice Juanilo, queda la sensación de los tiempos pasados eran mejores, pero recuerda que las cosas han cambiado y los intereses de la gente también. Hoy se puede decir que “mi pueblo ya no es mi pueblo es una ciudad cualquiera”. Es provincia ecoturística y las fiestas patronales pueden ser diferentes, pero son fiestas patronales y atraen a multitudes.
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