Se
puede estar informado de acontecimientos, pero también del saber. Aun así, debemos puntualizar que información no es conocimiento, no es saber en el significado heurístico del término. Por sí misma, la información no lleva a
comprender las cosas: se puede estar informadísimo de muchas cuestiones, y a
pesar de ello no comprenderlas. Es correcto, pues, decir que la información da
solamente nociones”.
Geovani Sartori.
La gerencia y la comunicación
política; así como el marketing político y electoral aportan herramientas que
bien empleadas pueden dar excelentes resultados. De ahí que quienes asesoran a
candidatos deben conocer los marcos normativos que rigen las políticas públicas
para que puedan orientar el diseño de propuestas concretas en cada tema y armar
un relato bien fundamentado.
Para aspirar a un cargo de elección
popular no es necesario estudiar Ciencias Políticas o ser especialista en
ninguna de las áreas del saber, pero sí es importante conocer las funciones y
características del cargo al que se aspira. Buscar asesoría para facilitar la
elaboración de propuestas es fundamental.
Es tradición en la política
dominicana que las organizaciones políticas descuiden la formación de sus
miembros y prefieran buscar gente que le ayude a financiar las costosas
campañas electorales. En ese afán, olvidan que el marco normativo les obliga a
presentar programas y cumplir una serie de requisitos previo a la aprobación de
una candidatura.
Hoy, que las redes sociales imponen
el ritmo de las campañas políticas, las propuestas tienen que ser claras, específicas
y realistas. Eso hace que quienes se postulen requieran el apoyo de gente
entendida en materia de política y conocedor de los marcos normativos.
Programas pobres o inexistentes,
desconocimiento de la dinámica institucional y discursos alejados de las
funciones a las que aspiran son tan frecuentes que pareciera que partidos, técnicos,
asesores y candidatos compiten en ignorancia. Que se intente manipular con intención
de ganar simpatías sin tener conciencia del impacto de esta práctica en las
estrategias de marketing implementadas es un ejercicio vano y riesgoso.
Ojalá las organizaciones políticas y
su liderazgo prioricen la formación de sus miembros para fortalecer la
democracia y legitimar el sistema de partidos. Es importante que la gente pueda
conectar con las propuestas para que se abra un debate sobre los temas claves.
Las funciones de los cargos están
establecidas en la Constitución y las leyes; pero hay tantos cruces en las
pocas propuestas que se observan que perturban a quienes se dedican al estudio
de las Ciencias Políticas. Preocupa el descuido sobre la formación política. De
poco sirve que estén en la Ley de Partidos, Agrupaciones y Movimientos
políticos si el liderazgo no lo asume.
La formación política no es un gasto,
es una inversión que debe traducirse en la transformación de la sociedad
dominicana y de las instituciones que la gestionan. La tendencia a la política
como espectáculo ha provocado una fisura profunda en la confianza de la gente
en las organizaciones políticas que pone en riesgo su existencia. La crisis que
vive el sistema se debe entre otras cosas a los comportamientos del liderazgo.
Competir por un cargo debe ser una
oportunidad para debatir propuestas de solución a problemas concretos y
plantear alternativas de modelos de desarrollo. Insistir en hacer política sin
conocer las responsabilidades que implica la función pública, no solo pone en
riesgo la calidad de democracia sino también, la que se compromete el sistema
de partidos.
La Constitución Política de República
Dominicana, la Estrategia de Desarrollo (Ley 1-12), la Ley del Distrito
Nacional y Los Municipios; así como la Ley que crea el Sistema Nacional de
Planificación e Inversión Pública, la Ley de Función Pública, el Sistema
Nacional de Control son normativas de conocimiento obligatorio para quienes
deciden incursionar en política.
¿Cómo se explica que la gente aspire a dirigir sin conocer las
responsabilidades del cargo al que aspira? No es suficiente el principio
general de la gente tiene derecho a elegir y ser elegido. Es necesario
prepararse para realizar una función público apegada a los marcos normativos y
a las necesidades de la gente.
¿Por qué las organizaciones políticas, los candidatos, sus técnicos y
sus asesores prefieren trabajar sobre cuestiones abstractas propias del
marketing político mal entendido, en vez de concentrarse en las propuestas,
perfiles y legitimidad social de quienes aspiran?
Evidentemente, que la vídeo política hace del candidato un producto y sobre esa
base, se establecen las estrategias para “vender”
candidatos, no propuestas.
El reto es superar la pereza
intelectual que afecta al liderazgo político, los aspirantes a cargos electivos
y quienes fungen como asesores. Entender las lógicas del marketing político
implica saltarse los muros del facilismo y acercar las propuestas a la gente.
Eso no quita fuerza a la función de asesoría, al contrario, beneficia al
candidato, a la organización y a la política misma.
Quienes quieran dar una buena
asesoría deben cuidar los aspectos éticos de su función y trabajar en base a
los parámetros que ayuden a las candidaturas en la interacción con el
electorado potencial. Mentir es fácil, pero sostener falacias es imposible en
tiempos de redes sociales. Recurrir a la manipulación y la tergiversación puede
dar resultados momentáneos, pero es un error estratégico.
Se impone una reflexionen profunda
sobre aspectos estratégicos de la gestión política para avanzar en la
cualificación de la democracia y adecentar la práctica política. Insistir en
que el accionar en política implica servir desde el cargo, no servirse del
cargo. Mejorar la imagen del liderazgo político, transformar la institucionalidad
democrática y reivindicar la política como forma de interacción social es un
reto al que no se puede renunciar.
¿Aceptan el reto?
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