El pueblo que no reconoce el sacrificio de sus héroes y heroínas, que no valora sus aportes ni honra su legado; pasa de ser ingrato a ser traidor.
El 24 de abril de
1965 es una fecha de alto valor histórico en la evolución de la historia
política del pueblo dominicano. Ese día inició la lucha por la restauración de
la constitucionalidad, mediante la insurrección popular orientada a romper la
férrea represión impuesta por los golpistas que derrocaron el gobierno
democráticamente electo del Prof. Juan Bosch y el Partido Revolucionario
Dominicano, PRD.
En plena “Guerra
Fría” y en medio de un convulso panorama internacional, permeado por las
tensiones ideológicas entre la Unión de República Soviéticas y los Estados
Unidos de Norteamérica, el neotrujillismo se recomponía y la reacción se
acentuaba, luego de un golpe artero a la naciente democracia dominicana. Los
verdugos, represivos, corruptos y entreguistas del Triunvirato encabezado por
Donald Reid Cabral, imponían el terror y la corrupción.
El pueblo dominicano
estafado y burlado por los golpistas del 25 de septiembre de 1963 rompió las
cadenas y echó a caminar la máquina de la historia. El pueblo valiente no podía
aceptar pasivamente el golpe de Estado planeado y ejecutado por la oligarquía,
las cúpulas empresariales, económicas, militares, religiosas y los Estados
Unidos.
Tras el derrocamiento
del primer ensayo democrático y el descabezamiento del tenebroso régimen de Los
Trujillo, el país entró en un proceso de democratización que espantó a los
sectores reaccionarios. Derrocado y expulsado del país, el profesor Juan Bosch
es enviado al exilio y desde allá emprendió una campaña de reclamos
diplomáticos, sin lograr los resultados esperados. Sin embargo, en el país, el
pueblo se organizaba en diversos espacios para combatir el gobierno golpista.
Las fuerzas reaccionarias, asociadas y
asesoradas por los norteamericanos persiguieron tenazmente a los opositores con
el objetivo de impedir que las fuerzas democráticas y revolucionarias
articularan una respuesta a su perverso accionar. El pueblo se preparó para enfrentar la
embestida golpista y luchar para recuperar el proyecto plasmado en la
Constitución de 1963.
En ese contexto, las
fuerzas liberales y revolucionarias luchaban contra las políticas entreguistas
y perversas del Triunvirato. El Movimiento Revolucionario 14 de junio,
encabezado por el Dr. Manuel Aurelio Tabares Justo se levantó en armas, apenas
2 meses después del golpe de Estado. Instalaron varios focos guerrilleros. La
guerrilla no tuvo éxito y sus integrantes fueron fusilados en su mayoría, incluido
su líder máximo, pero la lucha continuó.
La represión era
constante durante el gobierno de El Triunvirato. Es así como militares de
orientación democrática y vocación patriótica crearon El Movimiento Enriquillo,
liderado por los militares de vocación democráticas, entre los que se destacaban
Rafael Tomas Fernández Domínguez, Francisco Alberto Caamaño Deñó, Hernando
Ramirez, Manuel Ramón Montes Arache, Lachapelle Díaz y Juan María Lora Fernández.
Ellos junto al liderazgo revolucionario y liberal asumieron la vanguardia de la
lucha contra el invasor y el lacayaje criollo.
Lo que vino luego
fue una epopeya patriótica que removió los cimientos del patriotismo nacional y
levantó el velo a traidores y lacayos. Honrosas páginas de glorias se
escribieron entre abril y julio de 1965 cuando el pueblo en armas combatió a
fuerzas inmensamente superiores. Desde “Las Trincheras del Honor”, el
pueblo dominicano encaró con coraje el ultraje imperialista la soberanía
nacional.
Los esfuerzos del
pueblo por zafarse del terror impuesto por los golpistas y sus socios yanquis
continuaron. Organizaciones estudiantiles, sindicales y partidos políticos
organizaron grandes protestas exigiendo la vuelta a la constitucionalidad. A
partir de entonces, la lucha no se detuvo hasta que el 24 de abril, estalló la
insurrección popular que dio inició la guerra de abril que luego se transformó
en Guerra Patria tras la intervención de las tropas yanquis el 28 del mismo
mes.
Los yanquis, que ya
tenían serios problemas en Vietnam, alegaban que no aceptarían otra Cuba en el
Caribe” y bajo esa excusa ejecutaron una invasión militar para evitar la
derrota de las tropas de San Isidro. Las alarmas se dispararon cuando luego de
la derrota infligida por los constitucionalistas a las fuerzas reaccionarias.
En las calles de
Santo Domingo, especialmente en barrios de la zona norte y Ciudad Nueva se
libraron combates dignos de un pueblo valiente y decidido a defender su
soberanía y la dignidad. Los traidores, anclados en San Isidro y otros recintos
militares bombardearon puntos estratégicos matando a inocentes civiles. El
pueblo exige armas a los comandantes constitucionalistas, se organiza la lucha
armada y se crea la Academia Militar Constitucionalista para entrenar a los
combatientes; así como para afinar las tácticas y las estrategias que le
permitieran enfrentar y resistir la embestida golpista.
Primero contra los
golpistas, lacayos y traidores; luego contra los imperialistas yanquis y sus
socios. El pueblo no escatimó esfuerzos ni midió sacrificios. Enfrentó con
decisión y valentía a las tropas golpistas. Memorable fueron las batallas del
Puente Duarte y la del Hotel Matún; así como la heroica resistencia de los
constitucionalistas en la zona norte y en Ciudad Nueva.
Las fuerzas
constitucionalistas se organizaron en unidades denominadas "Comandos",
integradas y dirigidas por combatientes, civiles y militares
constitucionalistas. Tenían funciones tácticas y estratégicas; así como de
orden público en su área de influencia. Eran autogestionarias y ejecutaban las
acciones bélicas planificadas y ordenadas por el alto mando constitucionalista.
Desarrollaron un papel preponderante en cada uno de los sectores en los que se
dividió la zona de combate.
Tras la instalación
del gobierno constitucionalista encabezado por el coronel Francisco Alberto
Caamaño Deñó, quien dirigió al pueblo en su lucha por la vuelta a la
constitucionalidad sin elecciones, los norteamericanos intervinieron
directamente con más de 40 mil tropas para apoyar a los golpistas. De su lado,
los golpistas crearon el “gobierno de reconstrucción nacional”, encabezado por
el general Antonio Imbert Barreras y apoyado por los interventores, la Organización
de Estados Americanos, OEA y sus socios.
Durante los
combates, las bajas fueron altas, pero el pueblo no cejó ni desmayó en su lucha
por reconquistar el poder ganado en las elecciones de diciembre de 1962. Aunque
las acciones se concentraron en Santo Domingo, los esfuerzos por extender la
revolución a otros pueblos tenían gran apoyo. Heroica fue la resistencia de los
valientes que se enfrentaron a las tropas del Centro de Enseñanzas de las
Fuerzas Armadas y los estadounidenses en la zona norte, dirigidas por el
general golpista Elías Wessin y Wessin.
La Guerra de Abril
de 1965 ratificó la vocación libertaria y la voluntad inquebrantable de ser
libres, independientes y soberanos como establecieron los fundadores de la
República en el Juramento Trinitario de 1938 y el Manifiesto del 16 de enero de
1844. Los constitucionalistas interpretaron fielmente el pensamiento de quienes
lucharon contra la anexión a España. Los militares constitucionalistas, junto
al liderazgo popular, revolucionario y liberal enfrentaron con gallardía a la alevosa
invasión yanqui.
Luego de meses de guerra,
resistencia y represión, la necesidad de detener las acciones bélicas y poner
fin a la ocupación, la diplomacia logró abrir una ventana para la firma de los
acuerdos de paz. La Fuerza Interamericana de Paz, el brazo legitimador de la
ocupación yanqui y el Gobierno de Reconstrucción Nacional y el Gobierno
Constitucionalista firman el Acta Institucional donde se pautaron los acuerdos
para la instalación del gobierno provisional que preparara elecciones.
Se acordó la salida
del país de gran parte del liderazgo constitucionalista con funciones diplomáticas
y el gobierno encabezado por Héctor García Godoy, con el país invadido por los
yanquis y bajo el asedio de constantes huelgas, organizó unas elecciones
amañadas que llevó al Dr. Joaquín Balaguer al poder el 1 de julio de 1966. El Partido
Revolucionario Dominicano, cometió el error de postular al derrocado presidente
Juan Bosch y a Don Antonio Guzmán para competir en los comicios.
A 59 años del inicio
de la guerra de abril, la República Dominicana continúa buscando su camino como
escribió el bravo combatiente constitucionalista y connotado líder estudiantil
Amin Abel Hasbún en su obra inconclusa "América Latina Busca su
Camino". La resistencia popular armada ante la embestida reaccionaria y
la entrega de los militares constitucionalista puso en jaque a las fuerzas
reaccionarias encabezadas por Imbert Barreras, Elías Wessin y Wessin y sus
secuaces.
Honor a la memoria
de quienes protagonizaron las acciones bélicas iniciadas en abril de 1965.
Mención especial para las mujeres, los jóvenes revolucionarios y los militares
constitucionalistas.
Que la historia
juzgue a quienes traicionaron a su pueblo. Aquellos que cercenando las alas de
la naciente democracia se colocaron del lado equivocado de la historia.
¡Honrar, honra!
No hay comentarios:
Publicar un comentario