"Para entender el complejo y exigente mundo en que vivimos será necesario reescribir la historia desde, con y para nosotros; sin olvidar a los otros. Los relatos que leemos contienen el germen de la manipulación que alimenta la alienación y la ignorancia". FDC/2019
El
Siglo XXI es un siglo de oportunidades de cambios y transformaciones que ponen
a prueba las capacidades de la gente y los adelantos científicos. Hay
tendencias sobre el curso que sigue la humanidad y cómo las formas de
pensamiento pueden marcar diferencias. Es un siglo en el que todos los
postulados dados por válidos son puestos a prueba. El relato histórico permite
encaminar reflexiones sobre los retos, los desafíos y perspectivas de la humanidad.
Repensar
los fundamentos del pensamiento para buscar en sus diversas formas, las ideas
que los sustentan, obliga entre otras cosas, a desaprender y reaprender para
aprender a pensar críticamente. Someter a juicio a nuestros patrones
ideológicos sin perder de vista los condicionamientos culturales que
intervienen en la formación del mismo. Pensar y reflexionar sobre esas
cuestiones pasan por los filtros de los dogmas, costumbres, creencias y prejuicios para dar paso al
conocimiento científico.
Los
principios de la ilustración conocidos a través del movimiento enciclopedista y expuesto por las corrientes humanistas, que poniendo énfasis en la razón abrieron caminos
hacia nuevas formas de abordar asuntos, que hasta entonces, estaban permeadas
por la religión. Superada lo que se conoce en la historia como la Edad Media y la sociedad
estamental instituida hasta entonces, llegaron los vientos de libertad de pensamiento.
Un
hito importante es la Revolución Francesa en 1789, donde se rompió la estructura de dominación del Antiguo Régimen. El mundo se planteó un triángulo de valores compuesto por las aristas igualdad, fraternidad y libertad. Esos valores impactaron directamente en
América y El Caribe sirviendo de base a la Revolución Haitiana que dio paso a
la abolición de la esclavitud y a la Independencia de Haití en 1804. A partir
de entonces, las potencias hicieron del Caribe lo que el Prof. Juan Bosch denominó
“La Frontera del Caribe Imperial”. Las potencias europeas se disputaban El
Caribe en guerras y escaramuzas. Estados Unidos estableció la conocida y manida
Doctrina Monroe.
Desde
el Congreso Anfitriónico de Panamá, celebrado en 1826, donde Simón Bolívar
estableció la ruta para establecer un proyecto de unidad latinoamericanista que
permitiera el desarrollo y la independencia de los nacientes Estados, la
presión imperialista y las pretensiones expansionistas no cesaron. Bolívar
apostó a la unidad como forma de enfrentar al monstruo. Sentenció “Los Estados
Unidos parecen destinados por la Providencia para plagar la América de miseria
a nombre de la libertad.”
Tras
el surgimiento y refinamiento de patrones políticos ideológicos encuadrados en
las diversas corrientes que se conocen hoy, especialmente aquellas, vinculadas
al capitalismo y a las corrientes socialistas de vocación comunistas marcaron
la senda del discurrir histórico. Tensas discusiones caracterizan la evolución
del pensamiento político y las ideologías. No es una ruta corta, es un largo
camino que se torna infinito.
Quienes
desde las Ciencias Sociales han dejado testimonios documentados de los
principales hechos que han marcado el curso de la historia contemporánea
muestran cómo en cada acción y hecho se advierten líneas de abordaje marcados
por esos encuadramientos ideológicos. No importa si se trata de una guerra de
religiones, de conquistas o defensivas; así como conflictos geopolíticos,
tensiones raciales o persecución política.
Abordar
esos encuadramientos ideológicos en el mundo actual exige, cuando menos una
revisión exhaustiva del discurrir histórico del Siglo XX, especialmente las
tensiones entre los polos socialistas y capitalistas acentuados a partir del
pensamiento marxista. El socialismo se convirtió en un motor que propulsó el
desarrollo de nuevas formas de pensamiento poniendo énfasis en la gente y sus
necesidades.
Tras
la producción intelectual de Carlos Marx, Federico Engel, Vladimir Lenin y
León Trotsky, entre otros, el pensamiento político y social adquiere
formas específicas que retan los patrones ideológicos conocidos hasta entonces.
Se establecen los fundamentos del Materialismo Histórico como método para el
análisis de los fenómenos sociales, económicos y políticos de la humanidad.
Nuevos enfoques y variadas tendencias matizan los debates y marcan la pauta
discursiva en todas las áreas del saber.
Poco
a poco se van redefiniendo los centros de poder y las potencias emergentes
imponen al mundo sus patrones ideológicos. Las relaciones centro-periferia se
basan en la conformación de bloques ideológicos. Concluida la Gran Guerra de
1914, donde explota el orden westfaliano con la imposición del Tratado de
Versalles en 1919, dando inicio un tenso proceso de contradicciones matizado por
la carga impuesta potencias vencidas.
Aceptado
malamente, el tratado de Versalles implicó una serie de cambios geopolíticos.
Al desaparecer los imperios tradicionales y surgir los Estados Nacionales se
diversifican las tendencias ideológicas y se agudizan las contradicciones de
clase. La Revolución Rusa rivaliza con los modelos capitalistas que encabeza
Estados Unidos. La disputa por áreas de influencias y la hegemonía ideológica
se extiende por el mundo entero y marca la pauta de la dinámica política,
militar, cultural y económica.
Las
visiones colonialistas, el expansionismo y las pretensiones imperialistas,
derrotados en el Siglo XIX emergen con fuerza y colocan al mundo frente a males
que parecían superados como la esclavitud y las guerras de religiones. En
América Latina las Guerras Hispanoamericanas y los procesos de independencia
abren paso a la lucha por la defensa de la soberanía y la autoderteminación.
Salir de Europa para enfrentar la bestialidad del imperialismo yanqui, que
basándose en sus doctrinas del Destino Manifiesto y Monroe se hace imperativo e
impone su lógica.
Durante
el período entre guerras (1918-1939), surgen variantes en cada una de las
matrices ideológicas predominantes que evolucionan y adquieren importancia que
les conduce al control del poder político en varios países. Cabe mencionar en
este renglón los casos del nacionalsocialismo en Alemania, el fascismo en
Italia y el falangismo en España. Estas variantes agudizaron las
contradicciones entre las matrices principales y generaron las condiciones para
el estallido de la Segunda Guerra Mundial en 1945. Las atrocidades debilitan
pero no erradica los sustratos de esas tendencias ideológicas que de vez en
cuando asoman y amenazan.
Las
tensiones ideológicas y religiosas entre Oriente y Occidente se acentúan en el
período de la Guerra Fría y el pensamiento político y social se enrosca en
torno a la defensa de los derechos fundamentales. La adopción de la Declaración
de los Derechos Humanos en 1948 refuerza las aspiraciones de justicia, libertad
y equidad. En América y El Caribe surgen movimientos de corte socialista que
empiezan a remover los cimientos del colonialismo ideológico que primó en la
región.
El
liberalismo empieza a redefinir sus postulados para adaptarse en el empobrecido
continente. Pensadores como José Martí,
Eugenio María de Hostos, José Enrique Rodó, Domingo Faustino Sarmiento, Alejo
Carpentier, José Núñez de Cáceres, Juan Pablo Duarte, Julio Cortázar, Robles
Toledano, Pedro Enríquez Ureña, Américo Lugo, entre otros, sacan a relucir
el potencial transformador del pensamiento latinoamericano dando forma a
movimientos de liberación nacional que recorren casi dos siglos. Sus ideas
moldean las tendencias ideológicas vinculando al positivismo, el arielismo y el
liberalismo como corrientes emergentes como el socialismo y el comunismo.
Concluida
la Segunda Guerra Mundial, inicia el período conocido como Guerra Fría, caracterizado por
tensiones y roces entre los polos conformados por Estados Unidos, la Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas; y el bloque conocido con los No Alineados,
encabezados por la República Popular China. Ese largo y tenso período se
extendió hasta 1989 cuando se produce la “caída del Muro de Berlin”. Un nuevo
orden empieza a conformarse y el mundo es testigo de grandes convulsiones
provocadas por el desequilibrio en el balance de poder.
Estados
Unidos, quien se abroga el derecho de servir de policía del mundo, entra en una
vorágine unilateralista para imponer sus valores y el modelo capitalista al
resto del mundo. El mundo unipolar, que en términos formales, tenía como centro
a USA, se ve afectado por sus pretensiones imperiales. Las respuestas del resto
del mundo se fundamentan en el rechazo a las doctrinas que defiende Estados
Unidos y a sus políticas agresivas e intervencionistas.
Desgastado
y endeudado, Estados Unidos intenta controlar el mundo pero la resistencia de
los centros emergentes y la búsqueda de nuevas formas de encuadramiento
ideológico empiezan a zanjar surcos en la menguada y corrompida estructura
imperial. Asumiendo y defendiendo la Doctrina del Destino Manifiesto, USA
acelera los procesos de conformación de bloques alternativo.
Con
sus presiones y pretensiones el liderazgo de Estados Unidos empieza de
erosionarse. Sus tanques de pensamiento y estratega, encabezados por Henry
Kissinger y Zbigniew Brzezinski maniobran
para estabilizar un orden mundial favorable y controlado por Estados Unidos.
Establecer sistemas de alianzas con potencias emergentes o crear mecanismos
diplomáticos que perturban el predominio de los acuerdos Bretton Woods,
especialmente el uso del dólar estadounidense como instrumento de control de la
economía mundial.
Esa
“unipolararidad” de Estados Unidos es
asediada constantemente por el desarrollo de otros centros de poder. El ascenso
de China y el renacer de la Federación Rusa marcan las pautas y obligan a
repensar una serie de cuestiones que van desde los temas vinculados a la
carrera armamentistas hasta el rompimiento del diques que contenían el debate ideológico.
Surgen
tendencias ideológicas y se debilitan otras. La socialdemocracia europea y los
Estados de Bienestar entran en crisis y las clases hegemónicas entran en
pánico. Las crisis económicas se suceden unas tras otras y los teóricos no
encuentran fórmulas para recomponer los modeles. La corrupción va de la mano
con las crisis y las demandas de transparencia se acentúan.
La
Unión Europea, reforzada tras la Segunda Guerra Mundial por Estados Unidos como
forma de eliminar la competencia, controlar el continente e imponer su
hegemonía; primeros con el Plan Marshall y luego a través de la Organización
del Tratado el Atlántico Norte, OTAN padece las consecuencias de su
dependencia. Tony Blair saca la cabeza desde Inglaterra y habla de Tercera Vía,
Era una forma de buscar un horizonte ideológico para enrumbar la barca de la
Vieja Europa.
La
Unión de República Socialistas Soviéticas responde con el Plan Molotov como alternativa para enfrentar el Plan Marshall y el Pacto
de Varsovia para contrarrestar el avance de la OTAN. Bajo ese esquema
transcurre la Guerra Fría. Los resultados de esa tensa calma, donde los
enfrentamientos indirectos y la participación de las potencias en conflictos en
sus áreas de influencias generaron guerras como la de Vietnam, Corea, Afganistán,
Abril de 1965 en República Dominicana; así como las guerrillas que sembraron el
mundo de muertes y heridos. Las revoluciones cubanas y sandinistas son
referentes en América.
Connotados
teóricos de Europa plantean revisiones a los modelos ideológicos y sistemas
políticos. Geovani Sartori, Alain Touraine y Tony Jund plantean fórmulas
de evitar el colapso: uno desde el ámbito socialistas, otros desde el ámbito
liberal. Jund habla de la crisis de la socialdemocracia tenía reparos a pesar
de “que algo va mal”. Título de una de sus célebres obras. Sartori apuesta al
adecentamiento de la democracia. Tourainne plantea una ruta alternativa hacia
la democracia socialista como forma de responder a los desafíos que plantea el
exigente mundo multipolar.
La
Cuarta Teorías Política elaborada por el filósofo ruso Alexandre Duguin entra al escenario y presiona desde la
retaguardia. El despertar del oso coloca en serios aprietos a la decadente
Europa y al desvencijado modelo imperialista USA. El mundo se hace policéntrico
y las tensiones se agudizan. Estados Unidos refuerzas sus alianzas y renueva la
OTAN, ampliando su presencia militar en el mundo. Cientos de bases militares en
todo el mundo como forma de imponer su hegemonía y obtener fuentes de recursos
que le permitan sostener ventajas comparativas.
El
socialismo con peculiaridades chinas y de vocación marca se abre
paso por el mundo especialmente por Asia. El portentoso modelo chino genera una
dinámica productiva que saca a cientos de millones de personas de la pobreza.
El mundo empieza a mirar a China y China empieza su periplo expansionista de
forma inteligente y colaborativa. Los resultados son altamente favorables tanto
para los chinos como para el resto del mundo.
América
Latina y Oriente Medio son impactados por la tendencia ideológica que se gestan
tanto en Europa, Asia como Estados Unidos. Se producen lo que Samuel Huntington ha calificado como “Choques
de Civilizaciones” y el mundo ve cómo la violencia se apodera de
Oriente Medio mientras que América surgen gobiernos de corte progresistas y
revolucionarios. USA y sus socios se disputan los espacios con China y Rusia.
Tensan las cuerdas hasta el límite y retoman la carrera armamentista y la
disputa por las áreas de influencias.
Así,
de salto en salto, llegamos al momento en el que nos encontramos actualmente.
Un mundo complejo y exigente. Un mundo donde la violencia política, la
corrupción, el calentamiento global, el déficit ético, la crisis de la
democracia, el armamentismo, el narcotráfico, el crecimiento de la población,
la exclusión social y las tensiones proimperialistas ponen en riesgo la
existencia misma de la humanidad. Responder a esos retos y desafíos imponen una
reflexión profunda sobre los patrones ideológicos que sustentan el pensamiento
político y social.
El
mundo cuenta con la experiencia acumulada y las lecciones de la historia para
avanzar en la construcción de una sociedad donde la justicia social sea norma,
no excepción. Superar los rezagos del desarrollo y modernización política exigen mayores niveles de comprensión de la política, la democracia y las relaciones de poder. Para lograr esa alta misión se requiere la superación del analfabetismo político y ampliar la participación política.
Ese es parte del cóctel que transformará la cultura política y cualificará la democracia. Se complementa con la ciudadanización de la política, cohabitación ideológica, autoreconocimento, el respeto mutuo, la tolerancia y la
paz, así como la defensa de la soberanía y la autodeterminación de los pueblos
son bases para los pacto políticos que deben regir a las sociedades. El
pensamiento único no tiene cabida en el Siglo XXI, en un mundo multipolar o
policéntrico.
Ahí están las lecciones de la historia y las cicatrices de los conflictos que marcaron el Siglo XX. Un siglo de guerras, dictaduras, genocidios, terrorismo de Estado, intervenciones, colonialismo, pobreza, exclusión y corrupción. Un siglo de avances culturales y adelantos científicos. Esa es la cantera a la que hay que volver para extraer de ella el material requerido para echar la zapata de la nueva institucionalidad democrática.Donde prime la paz, el respeto, la tolerancia, la equidad, la ética, el diálogo, la diplomacia y la justicia social.
El Siglo XXI es de oportunidades para el desarrollo de la inteligencia artificial, las energías renovables, la física cuántica, la acrobática, la ingeniería genética,la ampliación de la revolución de internet. La primera revolución industrial generó un incremento en la productividad que facilitó la creación de sistemas políticos que nos trajeron hasta aquí. Hoy en la cuarta revolución industrial el escenario exige cambios en las formas de pensar y gestionar los procesos de cambios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario