martes, 4 de octubre de 2016

LA UASD NECESITA DEFENSORES, NO DETRACTORES.

"El hombre es creación histórica, expresión de las relaciones entre la voluntad humana situada en la superestructura de una formación económico-social y la estructura económica de una sociedad. La escuela o, más genéricamente, la educación desempeña una función muy importante en esas relaciones al asegurar la transmisión del acervo cultural de una a otra generación ".
Antonio Gramsci.


La Universidad Autónoma de Santo Domingo es el espacio de incubación y cultivo de los talentos que surgen de las entrañas del pueblo, y de aquellos que atraídos por la mística académica usadidana deciden alimentarse de la Madre Nutricia en la Primada de América. Unos y otros encuentran en ella, la orientación, el amor y la formación que se requiere para adquirir un conocimiento aplicable a cualquier circunstancia y escenario.

La UASD es un patrimonio del pueblo dominicano. Un activo solidario, productivo, equitativo y útil a la sociedad. Es un espacio para ejercitar los saberes bajo la égida de los fundamentos de las ciencias para transformarlos en aprendizajes y enfoques críticos-reflexivos. Oportunidad y esperanza para los excluidos y marginados, porque encuentran en sus aulas los insumos que le permiten ejercitar y desarrollar las capacidades humanas, técnicas y científicas.

La Casa de Altos estudios es un puente seguro hacia el ascenso social. Una vez se adquiere una profesión o una especialidad se abren puertas y posibilidades para los hijos e hijas de agricultores, obreros, amas de casas, desempleados, madres solteras, militares, policías, guachimanes, lavanderas, billeteros, docentes, estudiantes, pescadores, pregoneros, ganaderos, chiriperos, colmaderos, coqueros, jornaleros, mecánicos, moto conchos, Etc.

También empresarios y profesionales de todas las áreas encuentran en la UASD un espacio para impulsar a sus vástagos hacia el porvenir. Estamos hablando de un lugar donde por derecho y obligación constitucional el gobierno debe enfocar su apoyo como forma de cumplir con la obligación constitucional de garantizar una educación pública de calidad. Eso culmina con la educación superior y la UASD es el espacio ideal para lograrlo.

“Se establece como principio en el financiamiento de la educación superior, la ciencia y la tecnología la participación del Estado y del sector privado. El Estado Dominicano tendrá la responsabilidad de financiar la educación superior pública y de contribuir al financiamiento de la privada. Además, de mejorar, flexibilizar y transformar la gestión de las instituciones de educación superior, la ciencia y la tecnología del país, mediante la adopción de políticas de financiamiento apropiadas que garanticen el acceso, la equidad y solidaridad en la distribución de los beneficios del Sistema Nacional de Educación Superior, Ciencia y Tecnología”. (Art. 90. Ley 139-01).

Se sabe que el Estado dominicano es un Estado Social Democrático y de Derecho, según establece la Constitución de la República. Eso implica que su fin es impulsar el desarrollo integral del pueblo dominicano. De ahí, que el apoyo a la educación y los esfuerzos por mejorarla pase de ser un voluntarismo a una cuestión de derecho.

El Estado y el gobierno dominicano hacen esfuerzos por mejorar la educación. Se asignó un 4% a la educación pública. Eso sin duda constituye un logro que redundará en beneficios para el país. De la buena gestión de esos recursos pueden salir varias cosas. Aumentará la cantidad de egresados y la demanda de educación pública superior. Mejora la calidad de los egresados y aumentará la motivación para emprender estudios superiores. La UASD debe prepararse para suplir la gran demanda que se avecina.

Esa avalancha de egresados requerirá espacios, condiciones, insumos y sobre todo un profesorado que le oriente. La UASD es la principal receptora. Ese incremento en la matrícula incrementa sus costos operativos y obliga al Estado a dotarla de los recursos que le permitan garantizar el derecho de la gente a una educación pública de calidad.

La Ley 139-01 de Educación Superior, Ciencia y Tecnología establece un 5% del PIB para para la educación pública superior, donde la Universidad Autónoma de Santo Domingo, siendo el principal receptor de estudiantes, recibe menos del 2%. Eso implica un déficit significativo y se traduce en una serie de debilidades que mueven a preocupación a toda la familia uasdiana. De ahí que se haya articulado una lucha bajo la consigna “…lo justo para la UASD…”. Estos esfuerzos se combinan con un proceso de diálogo con representantes del gobierno central que debe incrementarse y fortalecerse.

“La inversión pública a ser ejecutada en el primer año de entrada en vigencia la presente ley no deberá ser inferior al cinco por ciento (5%) del Presupuesto de Ingresos y ley de Gastos Públicos asignado en la ley 5778, del 31 de diciembre de 1961, que declara la autonomía a la Universidad de Santo Domingo y que serán destinados a la Universidad Autónoma de Santo Domingo y universidades públicas. Además deberán incluir las subvenciones asignadas a las demás instituciones de educación superior”. (Art. 91, Ley 139-01).

La UASD ha sido escenario de grandes luchas en reclamo de mayor asignación presupuestaria. El 5% es una consigna que debe ser transformada en una propuesta que se articule con la Estrategia Nacional de Desarrollo (Ley 1-12) y otros instrumentos y dispositivos que se impulsan desde el Estado para dotar al país de las capacidades que  potencien, propicien y sustenten el desarrollo integral.

"El Estado dedicará anualmente para el financiamiento de la Universidad Autónoma de Santo Domingo un subsidio que no será inferior al cinco por ciento del Presupuesto Nacional. Este subsidio será considerado como parte del patrimonio de la Universidad y solo ella tendrá derecho a administrarlo. También integrará a su patrimonio otros fondos que por cualesquiera otros medios que procure debidamente la Universidad". (Art. 3. Ley 5778 de 1962 que instituyó el Fuero Universitario).

Cómo se ve, la Ley 139-01 modificó esa Ley en lo que respecta al porcentaje que debiera asignarse a la Universidad Autónoma. De cualquier forma se debe trabajar en un proyecto de transformación y modernización de la academia, donde se establezca la forma de inversión de los recursos asignados. Es muy probable que la cifra requerida supere con mucho al 5% del PIB. Todo dependerá de cómo se distribuyan los recursos, los medios disponibles y los fines que se persigan en cada rublo, así como de los énfasis requeridos para hacer coincidir los planes y programas de la academia con la Estrategia Nacional de Desarrollo. 

Esa inversión en la UASD debe ir acompañada de un compromiso por parte de la familia uasdiana de cuidar cada peso. Practicar y fomentar la transparencia, potenciando y garantizar la eficiencia. La UASD no es una empresa. Es un espacio donde el Estado cumple o intenta cumplir con su función. Unos y otros son responsables de que la Ley se cumpla y que el derecho se preserve y se ejerza.

La inversión en educación superior, especialmente en la UASD, es estratégica. Se traduce en resultados palpables que se evidencian en cada graduación. El impacto de un profesional en una familia tiene un valor extraordinario porque muchas veces abre la brecha para que los demás ingresen a los centros de estudio. Unos sirven de orientadores de sus familias y no pocos de sostén económico. Eso es innegable. Los aportes de la UASD son significativos.

Hay amenazas tanto externas como internas, a las se debe prestar atención para evitar que fuerzas opuestas a los intereses uasdianos, impongan su lógica perversa. Tanto el Estatuto Orgánico de la universidad, como el Código de Ética establecen los principios sobre los cuales opera la academia. Ahí están las bases de su transformación cumpliendo con su misión y su visión.

Echemos una mirada a la tabla de egresados en los últimos 4 años, tanto en grado como en posgrado y tendremos una idea de en qué se invierte del dinero que se asigna a la Alma Mater. Claro, hay muchas cosas por arreglar y escollos por superar pero la relación costo-beneficio justifica el incremento de los ingresos.

Un proceso de diálogo franco, sincero y productivo entre la UASD y el gobierno sería lo mejor que pudiera pasar a ambas partes. Dado que la academia es el espacio donde el gobierno deposita la responsabilidad de que los jóvenes dominicanos continúen su educación superior. Por tanto la apuesta es ganar-ganar y ganando ambos gana el país.

Se debe propiciar una alianza respetuosa y constructiva, basada en un compromiso entre las partes, colocando al estudiantado dominicano en el centro de sus acciones. Ningún Estado debiera propiciar la negación de un derecho y menos un derecho tan fundamental como el acceso a la educación pública superior. Un pueblo educado es una garantía y un indicador de progreso colectivo.

Conviene que la Universidad Autónoma de Santo Domingo muestre sus logros, infraestructura, matrícula activa y el potencial que tiene en cada región, especialmente a los legisladores. Con esa información, sumado a los planes estratégicos se coloca en mano de la ciudadanía la información que puede servir para elaborar argumentos razonados y opiniones bien fundamentadas. La información es clave y fundamental para la gestión del Siglo XXI.

La UASD es una escuela de liderazgo y un espacio para cultivar, ejercitar y potenciar las capacidades de la gente que decide estudiar allí. No discrimina por condición social, genero, credo o ideología política. Es la Primada de América. Valorarla, cuidarla y defender la es un deber ineludible. Las críticas son importantes y deben ser tomadas como alertas por la familia uasdiana, especialmente por su liderazgo directivo.

Transformar las consignas en propuestas es un reto para una entidad como la Universidad Autónoma de Santo Domingo, máxime cuando se sabe que las mejoras en el sistema de educación pública, ubican a la UASD como la opción principal de quienes no pueden financiar la educación en un centro privado. Es tiempo de acción y decisión, no de lamentos ni sumisión.

La UASD necesita defensores, no detractores. Hay quienes le deben todo lo que son a la Universidad Autónoma de Santo Domingo y aun así, se empeñan en detractarla. Ese es un acto de ingratitud y de indolencia. Familia uasdiana, amemos la UASD, críticamente pero amémosla, cuidémosla y preservémosla para que los hijos de nuestros hijos encuentren en ella un espacio mucho mejor del que nosotros recibimos.