martes, 13 de abril de 2010

A PROPÓSITO DEL NACIONAL DEL PERIODISTA.

"Apuntando con su exigente pluma en la estrujada libreta, presionado el amplio teclado del computador para combinar las letras, los signos y los números, oprimiendo el suave rápidamente el disparadoor de su cámara para realizar la toma fotográfica ideal, el dedo firme en tecla del grabador o acariando el micrófono el periodista se interpone entre la luz y la obscuridad para hacer lo que mejor hace: informar, orientar y educar".

El 5 de abril se celebra en el país el “Día Nacional del Periodista Dominicano”, una fecha propicia para la reflexión. Un momento oportuno para analizar la situación en que se encuentra la clase periodística y sus gremios. Tiempos para un profundo autoexamen. Momentos claves para repensar y reorientar el futuro del periodismo dominicano a la luz de las corrientes progresistas que se gestan en la región latinoamericana. Espacio adecuado para renovar el compromiso con la verdad, con la ética y la defensa de los valores morales y los derechos colectivos en la República Dominicana.

Esta semana que debiera ser de regocijo para los/as comunicadoras/as dominicanos/as encuentra a la clase periodística atrapada en una profunda crisis de credibilidad. Periodistas profesionales que traicionan los sanos principios que moldean y adornan a esta digna profesión. Periodistas convertidos en simples obreros del conocimiento. Condiciones laborales condicionadas a la adhesión a grupos de intereses. Falta de iniciativas en el seno de la clase. Sus gremios adormecidos, envejecidos, comprometidos y estancados en el rutinarismo del Siglo XX. Falta de profesionalización y compromiso ético, entre otros problemas.

Pareciera que la proliferación de medios de comunicación se convertiría en una ventaja para los cientos periodistas egresados de las academias e institutos de formación superior pero nada mas lejos de la verdad. La realidad supera la imaginación del genio más creativo. Bajos salarios, inseguridad laboral, desprotección social, rutinarismo informativo, banalización y trivialización del material noticioso, sumados a la falta de criterios y reglas claras para el ejercicio profesional de la comunicación social son males que afectan tanto a los medios masivos de comunicación como a periodistas y comunicadores.

A estos lastres ancestrales hay que contraponerle la honestidad, la dignidad, el compromiso, la vocación y la defensa de los valores que forjaron los hombres y mujeres que han caído en la defensa del ejercicio de esta noble profesión. La sociedad de la Información y del conocimiento requiere y se merece un esfuerzo mayor de la familia periodística para lograr la superación de las taras de los siglos anteriores.

La sociedad ha depositado en los/as periodistas la confianza para que les orienten y les informen adecuadamente y como complemento del ciclo formativo que se inicia formalmente en el seno de la familia para llegar luego a los centros formales de enseñanza. Así la misión de los comunicadores y periodistas adquiere una incuestionable relevancia. Convertidos en el faro que ilumina el largo camino de la transformación societal hacen de sus habilidades y principios los instrumentos para trazar las pautas del quehacer cotidianos desde diversos medios.

Para cumplir con los postulados antes descrito requiere sin dudas, una alta cuota de compromisos y unos elevados criterios de la función de profesión. Se requiere una revalorización de la palabra en cualquiera de sus formas para darle a la misma la categoría que se merece en la “Era del Periodismo Digital”. Reasumir el compromiso con la transformación del quehacer periodístico aprovechando las ventajas que ofrece la Internet.

Hoy no se requiere el formalismo de los medios de comunicación que monopolizaban la información en otros tiempos. Actualmente se puede realizar una labor al servicio de la gente desde un simple blog o bitácora personal. Ya la “Aldea Global” es una realidad incuestionable. Esta situación significa un agradable desafío para la práctica periodística del Siglo XXI que tiene que ser asumido con responsabilidad para marcar la diferencia entre blogueros y periodistas profesionales.

El Colegio Dominicano de Periodistas y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa tienen una gran responsabilidad en el proceso de la transformación del periodismo dominicano. A esta titánica labor se agregan las Escuelas de Comunicación Social y los Institutos de Formación Periodística, así como los medios formales de comunicación como empleadores. Colocar a los periodistas en lugar que le corresponde en la sociedad es una tarea impostergable. Los esfuerzos tienen que ser coordinados y combinados, pluralistas y sinceros. Tienen que fundamentarse en la confianza y el compromiso de los actores.

Asumir el principio martiano sobre la función periodística: educar en la paz y orientar en la guerra. Defender los principios como los han defendido quienes dieron sus vidas para legarnos una democracia formal. Completar la obra por ellos/as iniciada. Trillar con orgullo el provechoso camino de la humildad y compartir nuestros “saberes” con el colectivo social para contribuir a la edificación de la sociedad que nos merecemos como forma fructífera de enaltecer la memoria de los caídos.

Orlando Martínez, Guido Gil, Juan Andújar, Marcelino Vega, Goyito, Nelson Grullón, Narcisazo González, Lalito y todos los mártires de la prensa sabrán, a través de sus deudos, que su lucha continúa y su sacrificio no fue en vano. Ellos, que abonaron con su sangre la tierra de la esperanza dejaron en nuestros hombros la gran responsabilidad de la reivindicación de la justa causa que defendieron. Ahora más que nunca la patria reclama el concurso y el sacrificio de la clase periodística para avanzar hacía un estadio que la coloque en la senda del buen vivir.

Fabián Díaz Casado.
13 de abril de 2010